
Por Héctor Saldierna Martínez

Jurídica y constitucionalmente, así como en la práctica de los hechos, no existió una razón básica y fundamental para celebrar este 15 de septiembre, cuya premisa es la independencia de una nación. Los nombres evocados de parte de las autoridades federales, estatales y municipales sólo fueron una referencia histórica, pero que no tienen nada que ver con la situación actual de la nación.
Los cambios constitucionales que se promovieron de la constitución de 1917 y que habían sido conservados como garantes de una independencia nacional consecuencia de un movimiento revolucionario, se convirtió ahora en letra muerta.
Los mexicanos que eran los recipendiarios y legítimos poseedores de tierras y agua, de acuerdo a ese espíritu constitucional, fue cambiado abruptamente y ahora se vuelve a permitir el ingreso de empresas trasnacionales que vendrán a explorar, explotar y producir el suelo y subsuelo mexicano.
Sin embargo esto ya sucedía en los hechos, mucho antes de estos cambios a la constitución. Durante los gobiernos de Vicente Fox y de Calderón, solamente en la minería, se otorgaron más de 26 mil permisos que representaron más de 51 millones de hectáreas, equivalentes a la cuarta parte de superficie del país.
Un gran número de empresas trasnacionales, principalmente de Canadá, explotan el territorio nacional principalmente en las entidades de Sonora, Chihuahua, Durango, Zacatecas y Coahuila, cuyos periodos de gracia son de 50 años o más. La explotación principal es la relativa a la plata y el oro, con lo que las utilidades quedan en manos extranjeras.
Habría de explicarse el por qué nuestros gobernantes tienen una especial atracción y fascinación hacia los extranjeros. Les conceden, sin ningún rubor y sin ninguna consideración, todo tipo de concesiones y explotaciones de nuestros recursos naturales, con lo que se están llevando gran parte de nuestra riqueza.,
Solamente pagan cantidades ridículas a los campesinos a los que les rentan sus propiedades, en ocasiones trabajan para las empresas mineras con salarios bajísimos y, lo que es peor, con una severa afectación al medio ambiente.
De acuerdo a estimaciones de expertos sobre el sector, lo que se ha explotado en la minería en la primera década del siglo XXI es superior a lo que se hizo en tres siglos de
explotación y yugo español, lo que evidencia que existe una tendencia hacia el extranjerismo, sin beneficios tangibles hacia el erario nacional.
Francisco López Bárcenas, coautor del libro “La Minería o la Vida La legislación minera en México”, considera que las concesiones otorgadas a empresas trasnacionales es una pérdida de soberanía porque al otorgar estos permisos, el Estado no puede penetrar a esos lugares.
Es decir, se tratan de concesiones en donde se otorgan todas las ventajas a los empresarios extranjeros de las minas, con una serie de ventajas y, en contraste, con grandes perjuicios para el país.
Ya fueron las minas entregadas en diversas regiones en el país. Ahora siguen los proyectos en materia energética, donde también se les entregarán sin ningún reparo los sitios y lugares en donde habrán de explorar, explotar y producir, sin evidentes beneficios hacia el país.
Ya están listas las empresas extranjeras para empezar a enseñorearse del territorio nacional, con toda la anuencia de la administración federal, con un respaldo basado en el cambio constitucional, con lo que tendrán la posibilidad de explotar grandes superficies, con los consiguientes riesgos ambientales.
¿EXISTE ALGUN VIRUS DE
DEPENDENCIA?
Por eso es que ante este escenario, como ahora es observado por cualquier mexicano medianamente crítico, no existieron razones para el festejo del 15 de septiembre porque México demostró fehacientemente que padece falta de independencia. No es soberano y desde hace años dependemos de las grandes naciones.
Solamente como referencia se debe comentar que México dejó de producir sus propios alimentos desde la suscripción del Tratado de Libre Comercio en el año 1994 y en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari. Alejados de las promesas que México pasaría a ser un país de primer mundo, a 20 años de ese Tratado los resultados sólo pueden estimarse negativos hacia el país.
Todo lo que en ese momento se festinó que sería de gran proyección para los mexicanos, quedó únicamente en el papel. En los hechos se observa que cientos de miles de mexicanos han emigrado hacia el vecino país del norte para enrolarse, principalmente, en las tareas del campo, en cuya dinámica y en teoría debió suceder aquí para incrementar los niveles productivos de los granos básicos.
En cambio, el gobierno federal paga millones de dólares en comprar granos a potencias extranjeras para surtir al mercado básico de alimentación. Luego entonces, el gran proyecto concebído como la gran solución económica para el país, solamente se tradujo en un sonoro fracaso. Hace falta un poco más de amor hacia la patria y pensar en la salud de la nación. Sin embargo prevalece la codicia y la fascinante atracción hacia el fascinante yugo extranjero.
