
A estas alturas, Iguala es un cementerio y la duda comienza a asomar en las pesquisas que más de cinco mil elementos de seguridad realizan para localizar a los 43 jóvenes normalistas rurales que fueron baleados, atrapados y entregados por cuerpos de la policía estatal y municipal de Guerrero a una de las bandas delincuenciales con más influencias en la entidad mencionada.
La especie recorre el mundo y, lo más grave, que se hable de la indagatoria que ha podido localizar ya casi 30 fosas clandestinas, como si fuera la gran faena, y del paradero de los jóvenes absolutamente nada han conseguido. Huele a burla, a mofa vil de parte de autoridades para con el pueblo, los padres de familia y los propios muchachos.
Resulta menos que increíble presumir que a estas alturas los tan cacareados servicios de inteligencia no localicen a los responsables de este acto de barbarie.
El máximo triunfo hasta hoy logrado por la PGR, es detectar o descubrir tantas fosas clandestinas, cargadas, seguramente, repletas de cadáveres, aunque de esto ya nada se dice, pero se aclara por parte de la fiscalía en cuestión, que ninguna osamenta corresponde a los alumnos de la escuela normal rural, que tanto odia el gobernador Ángel Aguirre.
Es importante reflexionar sobre los montos millonarios que se anuncian oficialmente que se destinan en el mantenimiento, formación, capacitación y equipamiento de las fuerzas de seguridad nacionales, incluida la gendarmería, y que ahora están abocados todos a buscar a los normalistas, y que sea la hora en que, vivos o muertos, no puedan rendir un parte que satisfaga a la sociedad mexicana.
O las autoridades estatales, municipales y alguna que otra de orden federal están metidas hasta los codos en este acto de vasallaje de toda forma de vida cuerda, o las incapacidades institucionales son tantas, que ante ojos de las organizaciones de derechos humanos y otras dependientes de la ONU, están haciendo el oso, debido simplemente a que una sola de las entidades del interior del país le viene muy grande a todo el poderío bélico, armamentista y de cuerpos de seguridad enviados a la guerra en la selva guerrerense.
Y en ese contexto, le asiste la razón al fundador de Morena, Andrés Manuel López Obrador, cuando demanda la renuncia masiva también de servidores públicos, quienes con sus acciones hacen eco y dan pauta a dar cumplimiento a la sentencia que dictó don Alejandro Martí, en el momento oportuno, cuando dijo: «si no pueden, que renuncien».
* IMAGEN DE SIEMPRE DEL
CASCO HISTÓRICO, CON BACHES
Anunciaron autoridades del sistema distribuidor de agua potable, junto con el programa Xalapa MIA, que ya habían concluido con la rehabilitación de la red distribuidora del vital líquido potable que integra el corazón de Xalapa, particularmente de cara a los Juegos Centroamericanos y del Caribe 2014.
Sin embargo, sobre la calle Zaragoza, por botón de muestra, de nueva cuenta abrieron cepas, suspendieron o volvieron tortuosa la circulación vehicular y, lo más lamentable, que hayan dejado hoyancos tremendistas abiertos, sin que autoridad alguna apure a resolver este feo aspecto de utilidad pública y de la tan menospreciada imagen que con boletines de prensa tratan de salvar autoridades de todos los niveles burocráticos y políticos.
Empero, tratar de tapar el sol con un dedo, resulta menos que imposible.
La docena de arterias públicas que desembocan en el corazón de la otrora Atenas veracruzana, lucen espantosas, los baches salen a flor de tierra y los hundimientos de asfaltos, pavimentos y adoquines están a la vista; no hay necesidad de que científicos de la construcción o extranjeros tengan que realizar viajes extraordinarios, para poder percatarse y certificar el caótico estado en que se encuentran las calles que integran el principal cuadro de la ciudad.
La «manita de gato» era necesaria y seguramente se están invirtiendo algunos millones de pesos, pero definitivamente están haciendo caso omiso funcionarios públicos responsabilizados de brindar el equipamiento, que no cuenta la ciudad, mintiendo así a sus inmediatos superiores, que podría ser solo uno, y engañando a la sociedad xalapeña, que será anfitriona de más de cinco mil centroamericanos el próximo mes de noviembre.
Lo que se aprecia a simple vista, en la dirección que usted quiera del ramal de calles que integra Zaragoza, Zamora, Carrillo Puerto, Doctor Lucio, Xalapeños Ilustres, Hidalgo, José María Mata, Bremont, Salvador Díaz Mirón, son baches, hundimientos, hoyos y más cepas abiertas, que sólo en tiempo récord, con vocación de servicio y amor al terruño, podrían abatir las instituciones de gobierno involucradas en esta proyección del cambio de imagen, que tanto vociferan, pero que sigue sin darse en la realidad.
Carlos Padilla Becerra, ex alcalde de Xalapa, lo sabe, pero ahora debe callar, porque tiene también el compromiso de rendir las mejores cuentas a los diez mil visitantes que llegarán a Veracruz, para celebrar los Juegos Centroamericanos, que a propósito, para la fanaticada local no serán gratuitos, ojo, porque los vienen invitando en sus escuelas, pero quienes lo hacen se eximen de citar costos de sus tarifas de entrada a los recintos donde tendrán lugar las pruebas atléticas, como también se ignora cuáles son las especialidades que se van a llevar a cabo en esta justa.
* LA BANCA PRIVADA,
PIERDE SENTIDO SOCIAL
Hay que admitirlo, hubo un tiempo en que la banca privada, tras de serle devuelta al sector que integran los particulares, ofertó créditos y otras operaciones, pero igual contaba con un remanente de sentido social, que al común de sus usuarios daba alguna tranquilidad, porque en este país poco había ido quedando en quien confiarse.
El presidente José López Portillo, en un histórico mensaje a la nación, al anunciar la nacionalización de la banca, dijo que ya no nos saquearían. Y en efecto, como Cárdenas que sacó a los extranjeros que explotaban a manos llenas el petróleo azteca y López Mateos acabó con las ratas del exterior que explotaban la energía eléctrica, Jolopo, el mandatario de las excentricidades, se concretó a retirar la concesión a los particulares que enriquecieron con los bancos.
Sin embargo con su devolución, los banqueros, como es el tuxpeño Roberto Hernández, de alguna forma ganaban la atención y simpatías de los mexicanos, cuando procedía a anunciar un efecto sensible, humanista de la banca, para con sus usuarios, clientelas y demás asiduos a cubrir el menor asunto en dichas instituciones de crédito y almacenamiento en sus cajas de caudales, los capitales de los menos, que son los adinerados de este país.
Empero, ese banco que debe comportarse exquisito y blanco con los ricos, también tiene la obligación de servir a los demás usuarios, que forman una fila enorme, y que no teniendo otro remedio deben ver al banco como es para pagar consumos, créditos, servicios públicos y otros tantos productos.
Cuando la prensa nacional difunde los fraudes que cometió Banamex con la firma de Oceanografía, lo menos que el cuentahabiente de pesos y centavos tiene que presumir que se trata de un asunto millonario, en el que los ganones y perdedores son iguales de pillos, pero que su burda ola de negociaciones algo encontró que era fallida, sucia, corrupta. Nomás que en esos linderos todo se silencia a la postre, nadie es culpable, no hay encarcelados ni nada parecido.
Pobre aquel del común que introdujo su tarjeta para cubrir sus adeudos y la caja registradora cambió de destino a sus centavos y pesos, porque ya no hay devolución.
Mal le irá al que depositó pesos en una cuenta que no correspondía, porque tampoco le devolverán un centavo. Lo caido-caido. Y el gerente, toda seriedad, pero burlón, frío, calculador, le refiere al usuario quejoso, a su pedido de que le hagan la devolución de sus pesos mugrosos, recibe por respuesta que «eso ya no es posible». Y si habla a la Condusef, da lo mismo, ni quien les haga caso.
Recuerda un cuentahabiente allí en la puerta del banco mexicano, el único creo –refiere– que Mario Di Constanzo dirige a la Condusef y que cuando escribía y la hacía de crítico del sistema financiero y bancario del país, era altamente seguido y secundado por su condescendiente clientela y seguidores, pero ahora el diminuto gerente bancario reta a que algo le diga la firma aquella y el banco le responderá con un soplamocos.
La verdad, que acepten tarjetas de lo que usted quiera, pero siempre y cuando está dispuesto a enfrentar las míseras respuestas de una banca que ha olvidado su sentido social. Atracarlo, como cualquiera de los asaltantes en la calle, es igualito. Y por otro lado, quienes tienen la necesidad de acudir al banco para cobrar un depósito, el de su pensión, sáquelo inmediatamente, no vayan a darle una sorpresa de que el destino de su dinero agarró patitas y se fue hacia otro destino, porque jamás se lo van a regresar.
Una banca leonina tornó a las manos de perversos financieros, para mostrar un tráfico que algunas administraciones del pasado, del orden gubernamental, le habrían frenado para satisfacción de la sociedad civil. Hoy, en plenas andadas, la banca privada no repara en quién, sino en el que se deje, y finalmente proceder a desplumarlo.
Tratar de evitarlo es la consigna para usted, con su presión y formando la larga lista de usuarios saqueados, que también hacen fila con sus quejas todos los días en sus glamurosas oficinas aquí y en cualquier parte del país.

