
Ni antes ni después del régimen gubernamental de don Antonio M. Quirasco, el beisbol profesional recibió apoyo alguno, siendo que la afición xalapeña, mucho antes que ver por el futbol, vio por la práctica y ensayo del también llamado rey de los deportes.
Uno de los ejercicios físicos, que bien pueden aislar a los jóvenes de las adicciones y el consumo de los licores, es precisamente el juego del beisbol.
Cierto es que Xalapa quedó sin campos para practicarlo. Los últimos terrenos sin construir hasta entonces fueron donde hoy se levantan las edificaciones de la USBI, atrás de la vía del ferrocarril que cruza la ciudad, otrora mexicano, hoy propiedad de compañías inglesas y estadunidenses.
La otra área que sirvió para la práctica del juego del beisbol llanero, cambió su destino y se localizan centenares de vivienda del fraccionamiento de IPE-Pípila.
Obviamente, de tiempo atrás, o inicios del siglo XX, se abrió al público el parque deportivo Colón, pero fue el gobernador Antonio M. Quirasco, aficionado de cepa, quien patrocinó y ayudó a la integración de la única novena de lujo, precisamente en la contienda de un invierno, cuando la capital se estrenó con los «Chileros de Xalapa».
Hoy que se anuncia algún respaldo para el equipo en cuestión, se recuerda también que los políticos del pasado siempre dijeron lo mismo, pero los resultados fueron los mismos. Inclusive, el parque destinado al rey de los deportes fue prostituido por enemigos del deporte, destinándolo al ensayo de eventos religiosos, políticos, partidarios y de viles pachangas en las que han corrido ríos de bebidas espirituosas, sin ningún recato.
Empero, el parque deportivo Colón allí está, confiando en que un día vuelvan por sus fueros los peloteros que dieron fama al estado de Veracruz, al país y al asiento de este deporte en las enormes ciudades de los Estados Unidos de Norteamérica.
Los xalapeños justamente, aficionados de corazón, recuerdan a su equipo Chileros de Xalapa, a ver quién lo supera con personajes de la talla de un Luis «Pasitos» Echeverría y un Rubén Esquibias, compartiendo la primera base; Beto Ávila, Rubén Amaro, ambos de los Indios de Cleveland, de la Liga Americana, y el regiomontano Vinicio García, en la segunda; Miguel Becerril Fernández, ambidiestro, cubriendo las paradas cortas, y Miguel «Papelero» Valenzuela, dueño de la tercera base.
En los jardines: Felipe «El Clíper» Montemayor, en el center field; Ernesto Terán, xalapeño, en el jardín izquierdo, y Mario Luna, en el jardín derecho.
Como receptores, los Chileros de Xalapa contaron en sus nóminas a dos estrellas: Roberto Palafox y Pilo Gaspar.
Como lanzadores figuraban el legendario Ramón Arano, Enrique Castillo, el cubano Luis Tiant, «Tomy» Herrera, y como asesor en la conducción de la novena, Santos Amaro y un xalapeño de ilustre trayectoria en el beisbol, don Godofredo Calles. Este trabuco enfrentó acciones con los equipos Petroleros de Poza Rica, Pericos de Puebla y Cafeteros de Córdoba, en la Liga Invernal.
El gobernador Quirasco siempre se confundió entre el público y la porra en el graderío del parque deportivo Colón, pues nunca aceptó la silla que tenía reservada en el palco de honor del mencionado inmueble.
* INEPTOS, INCAPACES,
Y CORRUPTOS
Sin tener que recurrir a las odiosas comparaciones, al economista Rafael Arias Hernández, testigo del desarrollo o rezago del Veracruz de los últimos cuarenta años, muchos seguramente le dan la razón, cuando advierte con índice acusatorio que el régimen que acompaña al mandatario estatal lo constituye una bola de «ineptos, incapaces y corruptos».
Bajo el prurito de que se respetan tanto la libre manifestación de las expresiones, como de tránsito y concentración de masas populares para protestar, todos los días sin excepción, la entidad es leal testigo en la constante de marchas, manifestaciones, movilizaciones chicas y grandes, de quienes, justamente o no, requieren necesariamente de una respuesta a sus reclamos sociales.
Cierto es que las marchas, protestas y movilizaciones, los desnudos de los 400 pueblos y las muestras que rinden los acarreados del hambre, como se denomina a los adinerados que dirigen al gremio de los antorchistas, tienen hasta el copete a los comerciantes establecidos y a los caminantes y transeúntes de todos los días también sobre nuestras calles y avenidas, que regresan a sus lugares de origen con el hambre en sus estómagos y la sed de justicia en la espera que se alarga una eternidad.
Y a todas estas muestras que debieran tener un absoluto respeto, porque se trata de voces disidentes, porque el estado dejó de atenderlos y sus funcionarios, metidos en el saco de la ineptitud, de la miseria intelectual y la ausencia absoluta de compromiso social, se cierran a atender dichas exigencias, que los gobernantes atienden desde los años en que se perfilaban los distintos sistemas de vida público, en la Grecia antigua y que los romanos retomaron y el estado moderno perfeccionó hasta obsequiarlos para su ejercicio en el escenario mundial contemporáneo.
Y es que a los noveles políticos del escenario local eminentemente, nadie los puede ver ni escuchar. Arrellanados –como cuentan los malvados–, en sus cómodos y confortables despachos, dedican sus horas de administradores públicos a cruzar apuestas a ver quién luce los calcetines, las camisas y los bóxers de marca. Por ningún concepto avistan las necesidades materiales y la hambruna de los que integran el depauperado pueblo veracruzano, que constituye una mayoría aplastante.
Sabe usted, que los fraccionamientos residenciales de estreno, corresponden o pertenecen precisamente a esos funcionarios públicos, adquiridos en menos de dos sexenios, de los cuales depende –nomás imagínelo–, el destino de un estado. El hombre que manda no puede estar en todo y en todos lados a la misma hora, luego entonces aquellos fueron llamados a cubrir las aristas, que ahora, honor a la realidad, han estallado en mil direcciones, como pueden apreciarlo los cinco millones de veracruzanos que andan a la pepena.
Y en ese contexto, ineptos, inconscientes, ayunos de vocación por brindar el servicio público con compromiso que es social, humano y de atención a la chamba que cobran con extraordinarios dividendos, hoy más que nunca se aprecian a la distancia quién sabe cuántos Abarcas hay sobre tierras veracruzanas.
* QUIÉN PROTEGIÓ A LOS
ABARCA EN BOCA DEL RÍO
Entre los lugares que escogió José Luis Abarca, ex alcalde de Iguala, para refugiarse mientras las olas de la violencia volvieran a su cauce, se coló la especie en el sentido de que el ex edil y su esposa también estuvieron algunos días escondidos en una residencia que se localiza en el exclusivo fraccionamiento Costa de Oro, del municipio de Boca del Río.
Es decir, que hubo quien dio una parcial protección al presunto autor intelectual de la desaparición de los 43 estudiantes normalistas, el asesinato de otros seis y las lesiones causadas a veinte guerrerenses, varios de ellos con lesiones graves y de las cuales se reponen en diferentes hospitales de allí mismo de Iguala.
Sin embargo, la policía ya detuvo al matrimonio que integra la «pareja imperial», como son conocidos los Abarca entre sus paisanos de la entidad guerrerense.
Tanto, se consideraba que con su aprehensión se sabría definitivamente cuál es el destino que siguió a los jóvenes normalistas, una vez que los mandó detener y secuestrarlos el ex alcalde municipal. La confianza había sido rendida por los familiares de dichas víctimas para el caso de que detuvieran a los personajes en cuestión.
Ahora resulta que los fiscales, a través de su titular, el procurador Jesús Murillo Karam, realizarán investigaciones de «mayor profundidad» para saber el origen de estas detenciones y desapariciones. Obviamente, el ex alcalde debe esperar lo peor en su contra, ya que se trata de una conducta delictuosa comparable con los crímenes de lesa humanidad, que compendian las instituciones jurídicas internacionales.
Empero, con su detención, la de su esposa, su hija y la dueña de la casa que les dio albergue algunos de los días posteriores a la aprehensión y secuestro de los 43 estudiantes normalistas y tras los interrogatorios «científicos» que acostumbran nuestras distintas policías, lo esperado por la sociedad civil de este país y el extranjero, sigue encubierto por el manto del silencio institucional.
Y en ese sentido, a nadie escapa que la detención de los Abarca pasa a un segundo plano, porque lo que todos quieren saber es en dónde están, vivos o muertos, los normalistas, o en su defecto, como lo demandan todas las organizaciones sociales del país y el extranjero, que se aclare el destino que siguió a la entrega de los estudiantes normalistas a las supuestas mafias de la delincuencia organizada.
Hoy de todo se duda y en cambio se considera que algo más importante rodea a todo este asunto, que puede involucrar necesariamente al ex gobernador Ángel Aguirre, a altos mandos del PRD nacional y otros funcionarios públicos de la tierra de los Rubén Figueroa, padre e hijo, y que destrabar el asunto es lo siguiente, caiga quien caiga, porque no se vale jugar con la angustia de 43 padres y 43 madres metidas en la desesperación desde hace poco más de un mes.

