60 Segundos: Los dislates de Carlos Navarrete


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Históricamente la principal afrenta la causaron al líder Reyes Heroles, pues cortaron de tajo la cabeza del busto que precisamente el propio priismo instaló en su edificio, con el cual quisieron desagraviarse los jóvenes malosos que lo habrían atacado lanzándole tomates por las espaldas en aquella ocasión

Por Raúl González Rivera

Seguramente, a esta hora ya renunció o

renunciaron al bocón peinador de la señora
Angélica Rivera, por andar avisando a su clientela
que viajaría en el avión presidencial a China.

Por Raul González Rivera, egresado de la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana
Por Raul González Rivera, egresado de la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana

Secuestro Expréss en Los Tecajates

Por momentos, automovilistas y familias de esta ciudad y del extranjero que se encuentran en Xalapa, quizá por la celebración de los juegos centroamericanos y del Caribe, sintieron que se trataba de un secuestro en realidad, porque la entrada a dicha plaza comercial había sido bloqueada por una pipa de la conocida compañía distribuidora de gas para uso doméstico, según se podía leer en sus portezuelas.
Resulta que hay un cafetín en el fondo de la plaza comercial, que se localiza sobre la avenida Ávila Camacho, a esa hora el lugar estaba repleto de comensales y el estacionamiento por obviedad de automóviles. El acomodador del lugar no se da abasto, cuando una fila de seis automóviles se proponía abandonar el lugar, cuando apareció estacionada de frente una pipa de Gas Xalapa, número económico 210, obstruyendo la única salida del inmueble.
Obviamente, uno de los conductores se dirigió al conductor de la mencionada unidad automotriz y le espetó: señor, está estorbando la única salida que tiene la plaza… y por respuesta, el «pipero» gritó textualmente: «me vale madre, no me importa», y desenrolló la manguera a todo lo largo del lugar para surtir de gas a una tienda de baratijas que se ubica a un costado del restaurante mencionado antes.
Para esto se habría consumado una especie de «secuestro exprés», pues el conductor de la pipa, un tipo regordete, bajo de estatura y pelo a rape, como lo usan los actuales policías de «fuerza civil», se negó rotundamente a permitir el paso de los automovilistas prácticamente encerrados en la plaza, por obra y capricho personal del responsable de la pipa distribuidora de gas.
Un matrimonio procedente del estado de Sinaloa mostraba algún nerviosismo, mucho mayor que el resto de automovilistas en espera de poder abandonar la plaza, pues dijeron que así es como suelen los malosos acorralar a sus potenciales víctimas, ya sea para secuestrarlos o poder asaltarlos en el acto.
Por fortuna, uno de los automovilistas tomó el número de la compañía gasera y procedió a hacer la llamada de rigor. Respondió una voz amable de una secretaria, según su dicho, y una vez enterada de lo que estaba sucediendo en la plaza Los Tecajetes, pidió que la queja fuera puesta en conocimiento de «la licenciada».
El mismo procedimiento, sobrevino la explicación y la supuesta profesional accedió a escuchar y dar una inmediata solución. Dijo que ordenaría al chofer de la pipa que se retirara de la entrada del lugar mencionado. Se le explicó sobre la presunción de que pudiera tratarse de un secuestro colectivo, a lo que la licenciada al otro lado del auricular respondió: «ni lo mande Dios, ahorita le ordenamos al chofer que retire la pipa». Y sólo así el gorilón conductor en cuestión procedió a realizar tal maniobra, aunque ya habían pasado poco más de 25 minutos de que el señor conductor de Gas Xalapa retirara la unidad.
De inmediato se cortó el visible nerviosismo que el hecho había causado entre algunos de los ciudadanos y ciudadanas, que ante cualquier situación que altere la vida cotidiana les alerta sobremanera, porque en días como éstos, el miedo está allí a la vuelta de la esquina o en la puerta de una plaza, como pudo ser en esta ocasión en Tecajetes.

* LOS DISLATES DE
CARLOS NAVARRETE

Al enemigo no lo deben seguir viendo fuera, sino dentro de sus propias filas.
Carlos Navarrete acaba de asumir la presidencia nacional del Partido de la Revolución Democrática y ya hay en sus filas quienes están solicitando que renuncie.
Nadie le conoce una actividad patriótica ni que le haya brindado un acierto al cuerpo directivo de los perredistas. Burócrata de la función pública, sigue sin dar a conocer una fuerte convicción ideológica ni mucho menos de defensa a su membrete partidario.
Adinerado como es actualmente, pues le han socorrido en su momento con el regalo de sendas posiciones de senador y diputado federal, sin realizar un metro de campaña política y con el absoluto desconocimiento de su persona en el interior del país, acaba de cometer dos yerros que lo tienen precisamente al borde del precipicio de su carrera política, si así puede llamársele.
Primero, su velado respaldo al criminal José Luis Abarca, ex alcalde de Iguala, Guerrero, y su negativa a salir corriendo e ir a Iguala y mostrar sus respetos por las víctimas de la masacre llevada a cabo por elementos de las policías municipal y estatal de la entidad que vio nacer a los sátrapas Rubén Figueroa y Rubén Figueroa Alcocer.
Se conformó con anunciar: «disculpen ustedes, señores padres de familia, por la desaparición forzada de sus 43 hijos», y no dijo más. Obviamente, en linderos de los perredistas, le demandaron una posición más contundente y que hable del velado carácter humanitario que un ideólogo de izquierda debe ostentar, por encima de los conservadores del PRI y los ultra-reaccionarios del PAN.
Y como corolario a una serie de actitudes que dejan mucho que desear del dirigente de estreno de los perredistas, es la que acaba de anunciar, consistente en su absoluta abyección al poder mediático que representa el canal de la imagen bonita, la caja idiota para otros, de Televisa, al pedir u ordenar a los socios del partido que representa, la entrega de su donativo en beneficio de la «noble» causa que realiza el llamado teletón, en este país.
Lógicamente, una mayoría de los perredistas, si no es que todos en sus filas, lo tiraron a loco, pues refieren que se trata de una puntada más del más impolítico de los dirigentes que nacionalmente han ostentado el control del partido de la revolución democrática.
Los jóvenes de la escuela normal rural de Ayotzinapa, ya le dieron una sopa de su propio chocolate, al causar destrozos como respuesta a su negligente carácter en torno a los criminales de Guerrero, que ondean las banderas del PRD como sus gobernantes, pero que desde ahora auguran que dicho partido nada tendrá que hacer en los próximos comicios de diputados federales y de gobernador de esta entidad.
Si a un partido político algo le hunde en sus aspiraciones de ganar adeptos, simpatizantes y militantes, es precisamente su cerrazón a ver la realidad que acompaña a los mexicanos de las mayorías a lo largo y ancho de territorio nacional. Como también no deja de ser un reto mantener con honor su independencia de las instituciones del poder que gobierna. Al tiempo.

* OTRA OFENSA CONTRA
JESÚS REYES HEROLES

El PRI, o cuadro dirigente estatal del partido en el poder, el forjado en el viejo sistema, volvió a hacer mofa y prohijó un nuevo insulto al ex dirigente nacional, uno de los dos intelectuales, cultos y políticos-políticos diferentes que ha tenido en sus poco más de 70 años de vida activa en este país.
En los años felices del régimen estatal del gobernador Rafael Hernández Ochoa, el PRI y particularmente Reyes Heroles, fue objeto de una felonía a manos de las huestes que comandaba en filas tricolores el ex alcalde de Martínez de la Torre, Gonzalo Morgado Huesca, cuando en una de sus visitas a la ciudad de Xalapa, el autor de una docena de libros de ciencia política, les advertía textualmente:
Jóvenes veracruzanos, «el PRI se renueva o muere».
Y por toda respuesta los gandules, ex porros de las aulas dependientes de la Universidad Veracruzana, pero que pasaron a ser parte de la familia tricolor, la emprendieron rudamente con gritos desaforados en contra de Reyes Heroles, y después le lanzarían tomates por la espalda.
La gresca que iniciaron socios priistas contra su máximo líder, cobraría precisamente el derrumbe de la maquinaria partidista tan largamente atracada por los políticos, únicos que disfrutaban las tajadas del pastel presupuestario que les ofrecía la entidad y el país.
Obviamente, los muchachos socios del viejo régimen venían de la derrota que les había infligido el propio Reyes Heroles, a pregunta de reporteros del periódico Excélsior, cuando realmente formaba la opinión pública ante el auto-destape de Manuel Carbonell de la Hoz, como precandidato al gobierno estatal, el politólogo nacido en Tuxpan de Rodríguez Cano daba una respuesta mortal para las aspiraciones del entonces subsecretario de gobierno: «yo como veracruzano, no he votado por él».
Y al día siguiente de que produjo esta declaración, el subsecretario caía estrepitosamente de las encuestas y todos los preparativos con rumbo a la gubernatura, para dar paso al hasta entonces desconocido don Rafael Hernández Ochoa. Y con él a la cargada, todos los jóvenes Carbonelistas pasaron a ser Hernández-Ochoístas y de allí al limbo de las partidas presupuestales.
Ya como gobernador RHO, con excepción de Francisco López Lara, el casi total de miembros del gabinete gubernamental y los amos del PRI estatal, fueron jóvenes, los que en su insensatez, provocaron precisamente la caída del priismo sobre tierras veracruzanas y que ya les dura prácticamente un cuarto de siglo, porque ganan puestos públicos, pero no la sociedad civil en forma mayoritaria.
Volviendo a los agravios que le propician a Reyes Heroles, acaba de darse la cauda de destrozos a los locales que ocupa el PRI en Moreno y Ruiz Cortines, a los que la lideresa Elizabeth Morales García, igual que en el pasado, minimizó diciendo que fueron menores, siendo que históricamente la principal afrenta la causaron al líder Reyes Heroles, pues cortaron de tajo la cabeza del busto que precisamente el propio priismo instaló en su edificio, con el cual quisieron desagraviarse los jóvenes malosos que lo habrían atacado lanzándole tomates por las espaldas en aquella ocasión.
La historia para Elizabeth Morales vale un comino. Si Reyes Heroles resucitara, pediría seguramente que ya no colocaran su busto en ningún pórtico del edificio donde se han suscrito tantas batallas históricas, pero también de corrupción y de impunidad. De las cuales nunca firmó como testigo, ni avaló. Nadie lo duda.

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