
Un viejo taxista, hecho a base de conducir diario su Dodge Coronet metido al servicio público, seguramente de los poquitos que aún quedan en ese rubro, recuerda que Xalapa olía todos los días fresca, a perfume que emanaba de las flores de que prácticamente estaban tapizadas todas las fachadas de las viviendas en el centro y la periferia.
Entonces la ciudad se podía meter en un huevito.
Corrían los años del sexenio que encabezó bajo estas condiciones el gobernador Rafael Hernández Ochoa. El presidente era Luis Echeverría Álvarez y con éste arrancó de alguna forma la modernidad que dio al traste con la sencillez de los xalapeños, el buen trato, las relaciones cordiales y la ciudad limpia.
El Xalapa no de antaño, pero cuando la vivían únicamente nacidos aquí, porque la capital no ofrecía ninguna expectativa. Sus escasas factorías dedicadas a la fabricación de hilados y tejidos de San Bruno y El Dique cerraron sus puertas y los chiles xalapeños fueron sólo una ilusión, porque la siembra y cultivo de éstos ocurría en poblados del sur de la entidad, como fueron los chiles de Isla, pero aquí se empacaban y de igual forma salían para satisfacer la demanda del comercio local, nacional y hacia el exterior.
Sin embargo, la gente era feliz. No había las aglomeraciones ni los líderes corruptos, que se apropiaran de las tierras metidas en el gran ejido que conformaba el territorio de la ciudad y tampoco los funcionarios que a la luz de las mayorías, como hoy, enriquecían desorbitadamente. Entonces el fraccionamiento Veracruz se diferenciaba del resto de las moradas que se fueron levantando en el resto de la capital.
Empero, el olor a perfume, emanado de las plantas y flores y exuberantes árboles que rodeaban por los cuatro costados a la ciudad, constituían una riqueza natural inigualable. De allí que se identificara a Xalapa como la Cuernavaca del estado de Morelos.
Esto viene a colación, porque los consultorios médicos y especialistas en ojos, nariz y garganta, de hace unos años a la fecha gozan de tener sus agendas médicas totalmente repletas. Los males de salud en la especialidad de los otorrinolaringólogos, llevan mano, debido –cuentan estos galenos– a los ruidos, tóxicos y tamborazos entre los cuales habitan los xalapeños, y que van en visible incremento.
Nomás en el tramo de Enríquez, que comprende las calles de Carrillo Puerto y Doctor Lucio, haga usted cuenta de cuánto ruido, humos y tóxicos que despiden autobuses urbanos y los expendios de pollos rostizados y los ruidos que generan las notas estridentes de las guitarras de supuestos cantantes y las notas todas fuertes que salen de las marimbas, las cornetas y el saxofón de sus integrantes.
Los claxonazos no podían faltar de automovilistas desesperados y nerviosos y los silbatazos de las agentes y los agentes de tránsito, así como las sirenas y el ulular de las patrullas policiacas, las ambulancias de las tantas cruces que existen y, por supuesto, la gritería que expelen las tantas manifestaciones de protesta diarias, que tienen como punto de concentración la plaza Lerdo o de los desnudos. Todo de ese Xalapa que cambió para quedarse.
* LOS QUE SE FUERON
POR EL FUERO FEDERAL
Tras la huida de los búfalos o la estampida de los caballos, como algunos califican al éxodo de funcionarios públicos, queda la certidumbre o al menos como sabor de boca en los veracruzanos del común, que quienes se fueron, tras presentar su renuncia a los encargos que sostuvieron durante cuatro años, los últimos, realmente lo hicieron buscando el amparo del fuero federal, del cual es muy generoso el sistema político mexicano, cuando de dar protección se trata a servidores públicos.
Sólo que en esta ocasión los veracruzanos constituyen una sociedad o un pueblo sagaz, inteligente, y que mira y entiende lo que está haciéndose con su entorno y quizá en su nombre.
Los políticos han creído de siempre que el grueso de una población se integra de tarados e incapaces, cosa más incierta, porque al igual que aquellos, también reflexiona, pondera y en sus señalamientos no se equivoca. Las redes sociales, más que los medios impresos o electrónicos, le ayuda extraordinariamente para formularse mejor los juicios acerca de lo que acontece en la vida social y pública cotidianamente.
Bajo este panorama es qué no pocos se hacen la misma pregunta: ¿por qué se fueron funcionarios públicos de un supuesto primer nivel y con las responsabilidades del tamaño de un planeta, como es el hecho de haber desatendido centenares de manifestaciones de protesta en nuestras ciudades, y cuyos ciudadanos, que las enarbolaron, continúan a la espera de una respuesta concreta e institucional?
Se puede o no estar de acuerdo con la forma de gobernar, porque al final el estilo es el mismo hombre, diría el magistral escritor Daniel Cosío Villegas, pero lo que no puede fallar es la respuesta a las quejas que va presentando un pueblo lastimado y colocado al borde del precipicio, con las promesas y compromisos incumplidos por no pocos de los que se fueron.
Y lo más lacayuno, quedaron a deber. Sus pendientes tienen que ver con la hambruna y desesperación que resienten cientos de miles de ciudadanos, que prestaron un servicio y no se lo pagaron. Y ahora, por añadidura, en lugar de irse a su casa y rumiar acerca del porqué los despidieron, sencillamente dando la espalda al pueblo, en el futuro inmediato lo buscarán porque quieren curules, virtud a la protección que les brinda necesariamente el fuero federal.
¡Pamplinas!, que se hayan ido porque pretenden ampliar su servicio a los veracruzanos. Por favor, si como servidores del estado no lo hicieron, como legisladores, encerrados en sus cómodas oficinas y aplastados en sus curules de la cámara baja del Congreso de la Unión, a ver quién los ve en 500 kilómetros a la redonda.
Sin embargo, para el común de los electores queda un tiempo para reflexionar perfectamente su voto y, en ese sentido, los que se fueron deben sopesar dos veces la búsqueda del abrevadero presupuestario legislativo, porque sus papeles mediocres y de ineptitudes que los ponen en evidencia, los oferta como tales y los exhibe en sus letales ambiciones personalísimas de poder, para encontrar su propia inmunidad y no para servir a los demás. Por favor
* ESTE JUEVES, LOS 3
YUNES EN VERACRUZ
La cita es en la Cueva de Leones del vecino puerto de Veracruz y a la misma acudirán, sin que se haya hecho confirmación alguna, los tres actores principales de la política veracruzana: Héctor Yunes Landa, José Yunes Zorrilla y Miguel Ángel Yunes Linares.
La inclusión de la tercia es muy esperada por los porteños y a los que se sumarán veracruzanos de todas las latitudes y rincones como tiene el estado que vio nacer al magistral poeta y escritor Salvador Díaz Mirón.
El porqué de la expectación en el mundillo a veces pestilente de la grilla política provinciana, pues todos los saben y han llevado a la mesa del café más y el menos concurrido de aquí y de allá: hay la certidumbre de que en esta cita para la historia local, estarán los tres Yunes. Héctor es primo hermano de Miguel Ángel y los dos mencionados son familiares, conforme a las raíces y orígenes árabe libaneses, de José Yunes Zorrilla, nativo este último de la fría ciudad de Perote de las manzanas.
Héctor y José son senadores, con filiación en el ex partidazo tricolor, pero con la meta bien fija en alternar en el ejercicio del poder estatal, yendo uno de ellos como mano, o en su defecto, si los equivocados dioses de la política priista los evitan, entonces cabe la presunción de que inclinarían la balanza e infraestructuras partidarias y políticas que les acompañan, en favor del tercero en discordia, el panista Miguel Ángel, quien acaba de ser incluido como primero en la lista de candidatos federales a una curul plurinominal federal.
Aunque este último, Yunes Linares, bien podría estar afianzando su candidatura a la gubernatura de dos años, con colores exclusivamente albiazules.
La tercia de Yunes habrá de tener un acercamiento real y directo con los hombres y mujeres que simpatizan con la carrera política de los tres. La reunión se da entre profesionales de diversas corrientes y especialidades, pero de la misma saldrá seguramente la toma de decisión con vistas a ganar la mayoría de curules federales al Congreso de la Unión. Lo demás es sólo el chismero que hacen correr los neófitos y aspirantes a políticos, que siendo de ligas menores, acusan sus ansias de poder arribar a las mayores, sin tener que enfrentar los duros trances de una política a la veracruzana, que evidentemente no se vio en otros sexenios del pasado.
Empero, cuando son todavía días de un frío invierno, que a veces cala hasta los huesos, la cosa política comienza a arder lo suficiente para ir dejando a muchos tatemados, conforme trascienden las fechas en tránsito al proceso electoral, primero por las diputaciones federales, posteriormente por la gubernatura de dos años. Al tiempo.
