
Lo que se esperaba. Hay un descontento descomunal con los presuntos candidatos a diputados priistas, porque en sus papeles últimos dentro de la administración estatal, dejaron hecho un asco sus quehaceres, no rindieron cuentas claras y, lo más grave, que ahora los acreedores los persiguen por todos lados con el fin de cobrarles lo que les quedaron a deber.
El electorado no es tonto, ni tarado ni mucho menos comprensivo, ha sido tolerante, pero cuando le tocan sus bolsillos, le ofenden o lo corren como sucedió anteayer en las oficinas de la Sefiplan, que el grupo selecto de empresarios xalapeños y veracruzanos salió por piernas de sus instalaciones, porque los sabuesos del lugar los obligaron a salir hasta la calle.
Sobre todo, porque en el presunto listado de tiradores a curules federales, a varios de esos personajes las fichitas que les acompañan son totalmente adversas, si realmente pretenden conquistar diputaciones. Es increíble que en un estado de siete millones de habitantes, los futuros legisladores quieran ser los mismos de todos los sexenios. Por favor.
Aquí, en el puerto de Veracruz, en Coatepec y Xico, son ampliamente conocidos. La gente sabe de sus potencialidades, pero más de sus flaquezas y marcadas debilidades. El discurso fatuo, el ansia del dinero y el gozo de los privilegios que les permitiría el fuero federal, de consumar sus perversas ambiciones supuestamente políticas, sin duda es la meta a conseguir por estos próceres de la nómina, burócratas del poder, pero deficientes administradores públicos, como quedó plenamente evidenciado.
Es cierto que la gente quiere funcionarios y legisladores de carne y hueso, pero arraigados en la conciencia popular, que su paso por el futuro congreso federal sea eso, y no sólo vayan con el compromiso de rendir cuentas a los grupos mafiosos y de complicidades, con los cuales pretenden llegar tan sólo para alcanzar y explotar el poder.
La protesta social no cesa y todos los días el bloqueo de la calle principal, la aglomeración en la plaza pública, aparecen como el antídoto al silencio sospechoso de los funcionaros públicos, que prefirieron irse, mucho antes que encarar al pueblo, que los reclama, tan sólo porque les mintieron de la manera más vil y ruin.
Cómo es que ahora, difundan próceres de los presupuestos públicos que quieren ser diputados federales. Por favor, que de alguna manera también la política debe ofertarse con alguna cordura.
Cómo olvidar al más viejo de los pensionistas vivos de la ciudad, de pie al lado del edificio de Banamex centro, con su pancartita elevándola hasta donde sus cortos brazos se lo permitían, con el intento de que todos cuantos caminaron frente a él leyeran la siguiente frase: «maldito gobierno, que se burla de los pensionistas, pero ahora no tendrán mi voto». Esperemos.
* Y LOS AUTOBUSEROS Y
TAXISTAS ABUSIVOS, ¿QUÉ?
Nadie sabe a ciencia entre la ciudadanía qué hace y cuáles son los presuntos avances llevados a cabo por el llamado programa de movilidad urbana de Xalapa, porque las calles siguen siendo las mismas, sus baches se cuentan en el pavimento hidráulico y el asfalto por centenares y el caos vial provocado por autobuseros y taxistas se ha tornado simplemente en insoportable para el común de los oídos y olfatos del grueso de los mortales, que tienen la necesidad de habitar en la otrora Atenas civilizada de Xalapa.
Que no le digan, ni le cuenten a los xalapeños de siempre, que las cosas han cambiado.
Los humos, tóxicos, ruidos y demás agentes contaminantes, han provocado que los consultorios de los especialistas en nariz y garganta cuenten con una clientela bastante nutrida todos los días. Xalapa es una de las cinco ciudades más contaminadas del país y vea usted que no es industrial, es altamente burocrática y parte de sus pobladores son los estudiantes que acuden a la universidad y a las escuelas del sistema de enseñanza media, el bachillerato, las primarias y los jardines de niños.
El sector salud, de Fernando Benítez Obeso, posiblemente haya clausurado su programa de medición de los tóxicos que envenenan a casi un millón de personas, pero hace veinte años ya era perjudicial y preocupaba a las entonces autoridades sanitarias.
Si los expertos del despacho que tiene meses viendo por el mejoramiento urbanístico de la capital, quieren en realidad resolver una buena parte de los males propiciados todos los días en la ciudad, que se aboquen a desaparecer la flotilla de autobuses urbanos, cuyas chimeneas o tubos de escape y los taxistas conduciendo unidades destartaladas y sucias, encargadas dichas unidades a un elevado número de delincuentes, ratas, violadores y adversarios de todo cuanto huela a orden y que las cien calles que desembocan en el centro de la capital, les tapen sus baches y en algunos casos monumentales cráteres, pero de inmediato.
Con esto, el grueso de la población se daría por bien servida. Son males que necesariamente están urgiendo que sean atacados, porque de qué vale que estén fraguando los servicios extraordinarios que nadie ve ni disfruta ni recibe, cuando la existencia cotidiana de la población requiere de soluciones urgentes y por añadidura justamente indispensables, para alcanzar su desarrollo y por supuesto disfrutar de una sobrevivencia con decoro y vergüenza social.
Xalapa no se merece la suerte a que la han sometido los gobiernos de los últimos cincuenta años.
* ARAUCARIAS, ANÁRQUICO
CENTRO DE VENDIMIA Y COMERCIO
Evidentemente, resultó sólo un sueño haber instrumentado por años la creación de un fraccionamiento popular, pero residencial para los xalapeños, que llevara el nombre de Araucarias, en memoria del enorme árbol representativo de la ciudad y que coadyuvara a aliviar la tensión que comenzaba a aparecer con el arribo de trabajadores de otras latitudes del estado y el país.
El autor de ese sueño, a instancias del gobernador Rafael Hernández Ochoa, fue el arquitecto jarocho Ricardo Arenas Leetch, ya descansando en el otro mundo, pero cuya obra en origen fue buena, hoy carcomida por los influyentes, el tráfico de privilegiados y funcionarios corruptos del nivel burocrático que usted quiera y del nivel que los prefiera.
Indeco Veracruz, es el título todo pomposo que mantuvo en aquellos ayeres el organismo dependiente de gobierno federal, pero con participación del gobierno estatal, para inaugurar la vivienda popular en diversas partes del estado veracruzano.
En Xalapa tendría preferencia la apertura del fraccionamiento Indeco-Ánimas, en las puertas de la zona residencial, y de este lado, hacia la avenida Lázaro Cárdenas, sin olvidar que habría lotes para adquirirlos un público de medio pelo, constituido por burócratas, académicos y quizá algún despistado servidor público de alta jerarquía.
La elaboración del proyecto llevaría meses con las exigencias obvias de un capitán de la arquitectura, que era el porteño Ricardo Arenas, hasta culminar la idea en el fraccionamiento que nació vivo, viable y con una excelente proyección hacia el futuro.
Cruzado por la avenida Araucarias, desde entonces, con un camellón al centro y vialidades fluidas y flexibles hacia sus cuatro costados, daría a los habitantes de la ciudad un extraordinario lugar donde residir. El lugar, además, incluye una reserva territorial, que constituiría un parque de un color verde, como sólo lo pueden brindar los días de calores, fríos, neblina y lloviznas y lluvias.
Quedaría pactado y escrito ante fedatario público e instancias oficiales, que el fraccionamiento sería destinado a la vivienda, nada de comercios ni expendios de fritangas ni nada parecido.
Obviamente, el sexenio llegó a su final y con él también el proyecto del Indeco-Veracruz pararía en el cesto de la basura.
Las residencias se fueron convirtiendo sobre la avenida Araucarias en un improvisado y desordenado centro comercial, donde hay de todo, hasta cocinas económicas, restaurantes, escuelas, bares, leoneros, estéticas caninas y de las otras, con alguna que otra vivienda todavía funcionando como tal.
Empero, la vieja idea-proyecto, extraordinariamente concebido en un fraccionamiento para la vivienda popular-residencial, murió gracias obviamente a los traficantes de influencias y los funcionarios públicos corruptos, que permitieron que dicha zona se fuera a pique y que ahora un reducido de vecinos, en los linderos con el fraccionamiento residencial Ánimas se hayan integrado en un comité de «lucha», dice, que se propone evitar la instalación de un mayor número de establecimientos de comercio.
Y es que el lugar, convertido en un «collage» donde hay de todo, dejó de ser el espacio para convivir pacíficamente y en armonía con los demás. Pues además, con la fila de establecimientos comerciales, igual, la frialdad en las relaciones entre seres humanos se transforma en una fría tapia, donde todo mundo desconfía de todos. Hasta aquí.
