¿Qué está pasando? Liquidar El Obsoleto Sistema Priista, ¿imposible?


tapadopor Gonzalo López Barradas

 

 

 

  Por Gonzalo López Barradas, egresado de la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana
Por Gonzalo López Barradas, egresado de la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana

Cambian ciertas actitudes y algunas palabras. Pero el sistema priista mantiene, en el fondo, su inflexibilidad, su ortodoxia y su esencia.

Cultivar ilusiones democráticas dentro de la situación imperante es ingenuidad respetable o trampa para necios en beneficio de los usufructuarios de ese sistema. No partir de esa sencilla, inmodificable verdad, lleva al observador de nuestra vida pública a perderse en intrincado laberinto de contradicciones donde la única guía es la incongruencia, su norma el absurdo y el desconcierto la única salida.

Todo adquiere acuerdos y resulta simple y claro si aceptamos las reiteradas advertencias de la realidad.  El sistema que nos ha gobernado, y vuelve hacerlo nuevamente, no cambia en lo fundamental.

Cambian las palabras y todo cuanto no altere rumbo, base y meta.

Se ha otorgado certificado de defunción  al “tapadismo”  haciendo públicos los nombres de ciertos precandidatos.

¿No se mencionaron en ocasiones anteriores los nombres de los aspirantes frente a cada renovación de la estructura política? (Presidente, gobernadores, senadores, diputados federales y locales y alcaldes). El tapadismo, se ha dicho, reiterado y comprobado no se apoya, lo cual sería absurdo, en mantener en hermético secreto la identificación de las barajas puestas en juego. ”El tapadismo”  toma su oxígeno de la no participación del gobernado en la elección del gobernante. Y esto no ha cambiado hasta hoy. Esto se reitera una y otra vez, pues muchos comentaristas reclaman un lugar para su firma en esa falsa acta de defunción del “dedazo”.

Las últimas actuaciones del sistema priista han sido el cambio de nombre y empleados principales en el IFE, llamado ahora INE;  las tan cacareadas reformas estructurales (educativa, política y energética) que han tenido a al país crispado donde todo apunta al botín económico y político porque tanto senadores como diputados en San Lázaro, adelantaron vísperas y calentaron los ánimos anticipadamente. Se tomaron las iniciativas de Peña Nieto como ley aprobada, cuando ni siquiera se discutían. Además de que el tema de las refinerías,  caro al PRI  -más por defensa de los intereses y privilegios del sindicato de Romero Deschamps que por otra cosa-  fue de los puntos planteados como susceptibles de ser cedidos en el proceso de negociación. Así fue.

Y aquí en Veracruz la reforma para elegir gobernador por dos años que ha partido al sistema en donde los senadores  Héctor Yunes Landa y José Yunes Zorrilla, del mismo partido  se opusieron a ello, aunados miles de priistas jarochos que ven un cuartelazo del actual gobernador Duarte para encubrir las fechorías del  gobernante anterior  y las de él con el velado propósito de hacer un mandato de ocho años  y así salir purgados de cualquier delito que se les llegara a investigar e imputar, si es que el “dedazo” se lleva a cabo.

Son elocuente y obvia muestra de notorio contraste de procedimientos y fidelidad fundamental a las tradiciones oficialistas.

¿Dónde están, pues,  los cambios fundamentales en el oscuro proceso de la selección previa del candidato indicado para agarrar la diputación?  ¿En ciertas actitudes transitorias; en el uso y abuso de la contradicción; en el cultivo de las apariencias engañosas?

Si el sistema político imperante en nuestro Estado y en el país fuera en los cambios y en las rectificaciones más allá de esas minuncias en  lo accesorio, decretaría su propia muerte.

Este sistema priista desaparecerá, como ya ocurrió durante doce años, más pronto o más tarde, pues está ineludiblemente condenado por el proceso natural de la historia y por el rencor y el odio que prevalece. En Veracruz, la muerte de más de una docena de periodistas, la situación económica y la poca seriedad de un gobierno que no ha podido sacudirse las sombras siniestras del pasado y la ingobernabilidad. En el país, el desprestigio del titular del Poder Ejecutivo que junto con su pareja sentimental no han sabido ocultar sus fechorías financieras y principalmente la loza que carga con 33 estudiantes normalistas  desaparecidos desde hace más de cuatro meses en el estado de Guerrero.

Son signos más que elocuentes  de un sistema que no cambia, por más que quieran disfrazarlo.

Es un laberinto del absurdo. En sus contradicciones es fiel a sí mismo.

Mantener, como hasta ahora, inmodificables los procedimientos es acelerar su ruptura al mayor costo político, social y económico. No puede criticársele sistemáticamente aun por los más altos funcionarios responsables de su funcionamiento, sin acompañar a esas críticas de las reformas efectivas que vayan abriendo, en la medida de los requerimientos  estatales y nacionales, las perspectivas de su liquidación y substitución.

Realizar la liquidación de un sistema obsoleto a un ritmo lento pero sin retrocesos ni pausas, para crear las condiciones ideales requeridas para un cambio radical sin violencia, fue desde los inicios del gobierno de Javier Duarte de Ochoa y ahora de Enrique Peña Nieto, tarea suprema.

     P.D.- Si debemos creerle al procurador  Bravo Contreras  el esclarecimiento de la muerte de otro periodista en el Estado, entonces  ¿de quién debamos cuidarnos, de la policía acreditable y de  fuerza civil, de los políticos o de los malosos?

rresumen@hotmail.com

 

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