
Sin duda, que para analistas avezados y, los que no, la figura de la primera dama, Angélica Rivera, comienza a ser considerada, más que un apoyo a la deteriorada imagen presidencial. un verdadero lastre por su excesiva frivolidad, banalidad y escasa discreción en su deambular como alta figura en el panorama político nacional. Considerada como un plus, en el buen gusto de la amplia audiencia política masculina, cuando se unió a Enrique Peña Nieto, su donaire, belleza artística y buen gusto para vestir de poco le han servido a la hora de que recibe los impactos de la prensa, presta a estar al pendiente de lo que consideran sus desatinos. Héctor de Mauleón le critica el hecho de que no tenga voluntad para cumplir su rol de primera «dama del país», en reciente columna, y Salvador García Soto juega con el nombre de la esposa del presidente, para lanzar un enigmático mensaje de que hay una famosa Angélica en problemas conyugales, aquí en nuestro país.
Desde su boda de ensueño, arreglada según algunos para crear la imagen del futuro candidato presidencia del PRI a la presidencia, la imagen de la señora Rivera ha sido manejada publicitariamente con un halo de esplendor de estrella de cine que raya en lo excesivo. Poco sabemos de su opinión como ciudadana común y corriente de un país tan atribulado en las últimas décadas por las limitaciones económicas, la inseguridad y su deterioro nivel educativo. La señora no concede entrevistas fácilmente a periodistas comunes del repertorio nacional, y no por discreción sino porque le gusta más recurrir a la prensa extranjera, como la revista «Hola», donde el glamour de su presencia mantiene el interés centrado más en su belleza, lo que viste y en donde vive, que a dedicar algo de su pensar acerca de lo que espera alcanzar para México, al lado de su esposo, el presidente de la república.
Siendo una estrella de televisión y acostumbrada, por tal razón -uno supone-, a aprenderse las líneas del libreto para personificar a un personaje de novela, no ha existido hasta el momento ninguna evidencia de que desde el área de la presidencia de la república, encargada del diseño de comunicación e imagen de todo lo referente al presidente y su familia, le haya dedicado un proyecto, una idea o unas líneas para decir, en una entrevista -si es necesaria a modo- para que Angélica Rivera nos muestre algo más allá de su belleza.
Fatal fue el cuidado de su primera entrevista pública, a través de la revista Hola, donde lo más destacado de su pensamiento, y que aparece en portada. es que afirme el lugar común de «Soy una mujer muy amada por un hombre que me hace sentir protegida y querida como no lo había sentido nunca antes». Y luego el permitir, sin revisar antes -en el caso de que la publicación fuera convenida con pago de publicidad comercial-, que apareciera escrito ese galimatías expresado por ella en el sentido de cuando declara: «Yo de política se mucho para apoyarte pero poco para opinar», que hubiera sido cambiado, previa revisión y acuerdo, por una frase menos absurda tal como «Yo de política se poco para opinar pero tengo mucho con que apoyarte». Bueno, al menos en el boletín distribuido en nuestro país, los encargados de prensa, si no corregido, hubieran omitido esa frase incoherente.
Claro está que es una figura pública de alto rango en nuestro país y sujeta, incluso, a un denostamiento excesivo, vulgar e injusto por parte de detractores que llegan incluso al grado del insulto vulgar para atacar, a través de ella, la figura del presidente de la república. Por tal motivo debe ser ajustado a un protocolo de comunicación para cuidar de lo que hace y lo que dice. ¿A quienes corresponde esa labor? A los encargados de la comunicación social de la Presidencia de la República. ¿Es muy difícil de convencer la esposa del presidente en ese sentido o el trato es distante, porque ella trata de no inmiscuirse en la política, porque eso es cosa del esposo? Bueno, entonces alguien tiene que decirle que precisamente el apoyo que requiere el presidente, por parte de ella, es en el sentido de coopere con el diseño de su imagen pública.
Y urge una entrevista pública con ella, aunque sea con Shanik Berman, si así se siente más segura, para que nos hable de la responsabilidad de estar al lado de un presidente de la república, como madre de familia en un hogar repleto de hijos jóvenes, cuya formación y educación también depende de una serie de valores que deben prevalecer en nuestra sociedad mexicana; de como su labor como presidenta del DIF la ha acercado más a la gente vulnerable y, ¿por que no?, de que manera ha tenido que afrontar en el seno del hogar, algunas campañas injustas en su contra, apoyando a su esposo y madurando para afrontar con fortaleza periodos difíciles, como lo afronta cualquier madre común y corriente en nuestro país.
Que destaque. pues, el valor de una familia como la suya para contrarrestar la indignación nacional de quienes la ven como la enemiga y blanco fácil para la más vulgar campaña de denostación a través de las redes sociales. En un país tan profundamente machista y con una ola de movimientos feministas en pro de la equidad de género, no estaría mal que apareciera la señora Angélica Rivera en su lado más humano, mostrando incluso que está sujeta a una violencia de género inusual, y no seguir manejando una conducta pública, por consejo de no se quién, a base de la imagen bonita, el vestido ostentoso y el distanciamiento dizque político respecto a su esposo, que la ha convertido en el lado más vulnerable no solo de la presidencia de la república, sino -incluso- de su propia familia, que resiente la agresión pública, sin mostrar capacidad ni para defenderse ni para cambiar actitudes en sus esquemas de figura pública nacional e internacional.

