
La candidata del PRI perdió la elección a diputada federal por el distrito de Veracruz puerto.
Acusada de haberse cambiado el nombre, siendo legisladora ante el Congreso local, en su oportunidad hizo las explicaciones de rigor para justificar el acto que algunos perversos calificaron de soberbia.
Siendo que tal cambio, como de la preferencia sexual de cualquiera, es cuestión de gustos muy particulares y personales que caen dentro de los derechos inherentes a cada cual y que, por ende, haga de su vida un papalote.
Anilú Ingram hizo su chamba de diputada en la cámara local de diputados. Elaboró algunos proyectos de ley, aprobó otros más y desde la trinchera legislativa local también proveyó de algunos beneficios la gestión social para sus paisanos, los herederos del poeta Salvador Díaz Mirón.
Quizá su desaguisado estuvo en que al obtener su primera curul, dejó asentados compromisos de trabajo ante fedatario público, lo que a la postre reclamarían por su sonado incumplimiento sus conciudadanos, así que en lugar de ver con acierto su solicitud de licencia a una curul, para buscar otra, en un auténtico acto circense, a los porteños afectó y no gustó sobremanera.
Al menos esta especie difundieron los malvados entre las mesas del cafetín más concurrido de la zona portuaria del ex primer puerto de México.
Lo cierto es que la carismática Anilú Ingram, ya investida con los colores patrios que enarbola el partido de los hombres en el poder, en el papel de candidata, ciertamente pudo entrar hasta los últimos rincones de ese depauperado puerto, escuchó a los cafetómanos tradicionales y a los consumidores de bebidas espirituosas que se reúnen todas las sabrosas tardes en sus portales y platicó con los ricos y los más pobres.
Pero… A veces en política también hay reservas en la memoria que no se olvidan, las que los paisanos de Anilú rememoraron el día siete de las elecciones, para no votar en su favor.
Pasados unos días, el puerto jarocho volvió a presenciar la esbelta figura de Anilú, llamándolos a escuchar lo que todos sabían; una disculpa a sus conciudadanos, su eterna gratitud con los que votaron por ella y a los que no, también. Con modestia y humildad, condiciones que en los políticos son difíciles de verse, pero que en la legisladora local se dieron al tener que pasar el trago amargo de la derrota electoral y advertir, que allí está, nuevamente de pie, dispuesta a seguir prestando su apoyo a los porteños.
Enhorabuena, tras de anunciar Anilú que se retirará por un corto tiempo de vacaciones y que luego retomará su cartera de diputada ante la cámara local de diputados. Esperemos.
* DESEMPLEO A LOS APAREJOS
DE NUEVOS PROFESIONALES
Más que andar aplicando exámenes de evaluación a los docentes o si fuera parte de una reforma estructural del sistema educativo nacional, entonces este país puede pronosticarse que será otro.
Sin educación los pueblos están condenados a desaparecer o sobrevivir siempre en el ostracismo. Presumían los viejos gobernantes como Fidel Castro Ruz en la isla caribeña de Cuba, Lenin en Rusia, Mao Tse Tung en China y Charles De Gaulle en Francia.
Los mexicanos, gracias al legendario guerrillero Pancho Villa, quien siendo por vez primera gobernador de Chihuahua, diría que él no había podido ir a la escuela, pero que entendía la justa y legítima exigencia de la gente que aspira vivir como tal, que en el lapso de un mes, el primero de su gestión de gobernante, ordenó la apertura de 56 escuelas primarias.
Lamentablemente, los déficits en el rubro educativo persisten iguales. Analfabetas, más iletrados, desertores en la escuela primaria y renunciados a continuar estudios profesionales, de los muchos que equivocan su formación, porque en la vida real, cuando profesionales, tres de cada cien que obtienen su título profesional, dos ejercen en tareas ajenas a la carrera en que fueron formados.
En este sentido, se pierden recursos millonarios, hablando de presupuestos públicos, y se desvía la atención del estado en fines radicalmente distantes de los pactados primeramente en la letra por los gobiernos y sus gobernados. Cuando firmaron precisamente la Carta Magna bajo la cual ha sobrevivido este país desde los años 1915-1917.
Por botón de muestra, uno solo: José es egresado de la carrera de sicología de la Universidad Veracruzana, al año de egresar en la especialidad de sicología clínica o de la conducta, obtuvo su título, previa presentación de una tesis, la cual defendió con galanura y conocimiento, otorgándole su jurado la calificación aprobatoria por unanimidad.
Al fin hijo de maestra de primeras letras, aprendió el idioma español y a la par cursó el inglés y el francés en los institutos Harmon Hall y la Alianza Francesa, los cuales terminó en su totalidad, obteniendo los pomposos títulos o créditos de rigor, que en las empresas donde se ha presentado a solicitar el ansiado empleo, los califican en forma semejante a haber concluido cursos del bachillerato. Siendo que él habla y escribe ambos idiomas extranjeros extraordinariamente.
Empero, como el espacio para ocuparse laboralmente se cierra, inició un ejercicio de autoempleo, impartiendo clases particulares en dichos idiomas, los cuales ha agregado los cursos de computación, área en la que igual se forjó, pero como todo ello apenas le da para sobrevivir, en las madrugadas prepara paquetes alimentarios para los escolares de primeras letras, con todas las medidas de higiene y limpieza, lo que le permite gozar de una sobrevivencia digna, pero sin grandes expectativas. Empero, cuántos más de los centenares que egresan de las aulas universitarias sin un futuro cierto, y se siguen llenando los listados de aspirantes en los famosos exámenes de selección. Por favor.
* UN CAOS EN LA CENTRAL
DE AUTOBUSES CAXA
En la aldea, como advertía el gobernador Agustín Acosta Lagunes, tenía que conformar su mala imagen con su llamada terminal de autobuses de Caxa, otrora cuando se fundó, funcional, cómoda, confortable y con sus accesos bien trazados, como que correspondía al entorno de la ciudad-rancho también y que satisfacía las exigencias y necesidades de sus habitantes y de quienes arribaban a la misma por razones de trabajo o recreación.
Quién sabe cuántos autobuses salen y entran cada 24 horas, pero evidentemente lo hacen varias decenas y esta fue una de las razones que movieron a sus concesionarios a dejar la vieja terminal sobre la avenida Manuel Ávila Camacho y cambiarse a la avenida 20 de Noviembre, pero sin siquiera sospechar y menos calcular sus constructores, que en el lapso no mayor de los 25 años la central camionera resultaría insuficiente y su construcción un adefesio a escasos diez minutos en automóvil del corazón de la otrora Atenas veracruzana.
Sin embargo, para propios y ajenos, la central camionera de Caxa dejó de rendir sus servicios con la funcionalidad anhelada por sus concesionarios.
Obviamente, lo que se ve son sus salas de espera, siempre repletas de usuarios y pasajeros. Sus locales comerciales, que van desde los que expenden café y tés y la farmacia, el alquiler de teléfonos, el que oferta revistas y algunos ejemplares de periódicos nacionales y locales y por supuesto el aseador de calzado, el expendio de billetes de lotería y Melate. Una tortería y el negocio que dice ofrecer productos de una cocina natural.
Los corredores y pasillos suelen ser utilizados por caminantes, que son los propios pasajeros o familiares que llegan a la espera de un familiar o del que acompañó a uno de los suyos, porque va a emprender el viaje hacia alguno de los tantos puntos de la geografía nacional que cubren los autobuses de tres clases o categorías, según se dice en las ventanillas que venden los boletos de pasaje y otros.
Hasta aquí, todo funciona a medias o quizá bien.
Lo deplorable comienza con la imagen de ser una terminal o central de autobuses de rancho. Las enormes colas de taxistas, que intolerantes, abusivos y sospechosos muchos de ellos de ser asaltantes o declarados delincuentes, lo que provoca, sobre todo en las horas de la tarde-noche y madrugadas, conatos de constantes pleitos entre estos dizque prestadores de servicios y los usuarios de los servicios de la terminal.
Lo anterior, obligó a que los concesionarios tomaran cartas en el asunto, colocando cadenas, botes, piedras y alguno que otro policía de las firmas privadas, porque el tránsito en dicha central se torna un severo riesgo y constante peligro. Lo que confirma la imagen de ser una central de aldea o ranchote, y es que taxistas no tolerados arremeten con singular virulencia, siendo zona federal; otros, los que cumplen cabalmente con el requisito de un servicio tolerado, y otro grupo, el de los taxistas sin control que se estacionan sobre la avenida 20 de Noviembre, afuera del edificio de la multicitada central camionera.
Tránsito federal ya no aparece como lo hacía con sus periódicos rondines y poniendo a todos los automovilistas en su lugar. Y el estacionamiento público, medianamente utilizado, porque sus cuotas son altas, a semejanza de cualquier otro aparcamiento vehicular, siendo que uno dedicado para las clientelas de la central, no lo hay en cuatro kilómetros a la redonda.
Xalapa se merece otro trato y la central camionera es un instrumento de servicio público, que como muchas signaturas falla en deterioro sobre todo de los xalapeños y los usuarios de las distintas líneas camioneras que alberga Caxa, con notorias muestras de que ya está siendo rebasada por las exigencias modernas.

