CENTRO DE XALAPA
Por Raúl González Rivera

Una vez que caen las primeras horas de la tarde-noche también una invasión de comerciantes ambulantes o informales se adueña de las principales calles y avenidas de la ciudad, otrora Atenas veracruzana.
Lo malo, que una gran cantidad de esos ambulantes expenden productos comestibles, expuestos a las mil corrientes de la contaminación ambiental, sin que haya autoridad sanitaria o administrativa que haga algo para preservar dichos productos, que a la postre van a provocar los males de rigor en los estómagos de sus consumidores.
El resto de vendedores tienen que ver con productos artesanales, cobertores, rebozos, miel de abeja, frutas, legumbres, quesos, y los cuales hasta parecieran apostarse en estratégicos rumbos de la ciudad, con el fin de abarcar el mayor número de espacios. Y porque aparecen en las tardes-noches, sencillamente porque a esa hora ya no hay inspectores municipales ni sanitarios.
El escenario es muy deplorable, tratándose de la capital del estado, asiento de los tres poderes estatales y por ende centro donde tienen lugar el mayor número de escuelas, facultades universitarias y foros, donde se practica la cultura en sus más diversas manifestaciones, o al menos eso se presume en los boletines de prensa que se libran oficialmente.
Ésta, que sí es una plaga de comerciantes ambulantes, que con sus productos cometen igual atentados contra la salud pública, no tiene para cuándo concluir. Los cuadros de dirigencia gremiales aprovechan sus relaciones y complicidades con funcionarios menores de la esfera pública municipal, ni duda, porque la constante es que se mantiene estricto control de los vendedores ambulantes, sobre todo en el primer cuadro de la ciudad, sin embargo la realidad es radicalmente distinta.
Empero, lo que más afecta la imagen citadina es la proliferación de esta vendimia, sin que sea sometida a ningún control sanitario ni administrativo. Lo que igualmente causa una afectación a la imagen de constituir Xalapa una ciudad, sede del mayor número de foros y centros difusores de la cultura universal, a diferencia del resto del estado de Veracruz.
Pero también de incurrir en la afectación a la salud pública, que es el caso a que se alude y que está haciendo trizas la salud pública y la imagen de Xalapa, por las tardes-noches en la que fuera por excelencia Atenas veracruzana.
* LA HORA MÉNDEZ,
PRIMER INTENTO
Un primer intento para abatir los déficits y estragos que deja el alcohol en las economías domésticas, pero sobre todo en la salud de los veracruzanos, lo hizo el entonces alcalde Armando Méndez de la Luz, cuando la ciudad contaba con más de tres mil bares y cantinas y lupanares de mala muerte y entonces también perfilaban como alcohólicos una buena cantidad de jóvenes y los clásicos borrachines de cantina, sobre todo.
El gobernador Fernando López Arias, famoso porque habría cobrado como fiscal de hierro, siendo procurador de la república, entre sus promesas de campaña estaba la que cortaría con los licores, su consumo y el cierre de los lupanares, la zona roja, sin que ésta se reconociera oficialmente. Un viejo dirigente de cantineros, don Abraham Murrieta, confiaría en que Xalapa albergaba a cuando menos tres mil cantinuchas, algunos bares de sobrada tradición en el corazón de la ciudad y los lenocinios que operaban en lo que hoy es la unidad habitacional de las calles de Pípila.
Obviamente, los giros negros jamás iban a desaparecer, sino todo lo contrario. De siempre, hay más antros que escuelas, sólo que la concurrencia se cifraba en las gentes de mayoría de edad. Los niños y jóvenes menores a los 18 años de edad tenían estrictamente prohibida la entrada a los sitios non sanctos. Y se cumplía.
En la medida que los padres de familia han cedido y tolerado a sus hijitos borrachos, éstos últimos ahora consumen cantidades calculadas industrialmente, amén de significarse, porque derivado del consumo mencionado, la constante de siniestros, accidentes viales y otros se han multiplicado de manera drástica, porque acarrean las consecuencias muchas veces de la muerte.
Cuando el alcalde Méndez de la Luz impuso la llamada «Hora Méndez», se debía a que nadie absolutamente, después de las 2 a.m., podía vender una sola botella de licor. Entonces se redujo sensiblemente la ola de siniestros provocados por el consumo del alcohol y durante varios trienios más se respetó tal consigna, la cual se incluyó en el reglamento que rige las operaciones de comercio dependientes del ayuntamiento municipal de la ciudad.
Hoy, gobierno estatal ha encendido las luces amarilla y roja, debido a la impresionante cantidad de alcohol que se consume no sólo los fines de semana, sino todos los días. Y en todas las ciudades del interior del estado de Veracruz.
La iniciativa se propone cortar de tajo con el consumo indiscriminado de licores, sobre todo por parte de los jóvenes, hombres y mujeres, que los beben de forma alarmante, sin que los papis de los juniors borrachos puedan hacer algo realmente para contener la furia de quienes se han ostentado en súbditos y adoradores del dios Baco.
Sobre la zona de tolerancia, en la avenida Lázaro Cárdenas, varios intentos se hicieron por ejercer su control, sin lograrlo realmente.
Empero, un avance se dio cuando cerraron las tantas casas de asignación y donde se ejercían actividades de lenocinio, allí donde hoy se yerguen las viviendas del fraccionamiento habitacional de Pípila, ya entrados los primeros años del gobierno de Rafael Hernández Ochoa, quien a través del IPE ordenó la edificación de viviendas, que hoy se yerguen todavía en amplia zona de esa parte de la ciudad.
* DONALD TRUMP,
UN LOCO SUELTO
Donald Trump es el clásico gringo, rubio, y quien creyéndose listo y chistoso ha hecho señalamientos de los mexicanos, a todas luces repudiables y repudiados, porque si en algo se cifra el éxito de los gringos es precisamente en la fuerza de trabajo, muchas veces víctima de la burda explotación que los patrones yanquis ejercen sobre los 34 millones de compatriotas que radican en ciudades estadunidenses.
Si el yanqui así quiere ganar las banderas del partido republicano, para suceder al presidente Barack Obama, sin duda la nota reflejará a todo un pueblo adormilado y repleto de ignorantes también, con todo y su poderío armamentista y financiero.
Lo raro no es que le digan a los mexicanos que son delincuentes, que son violadores y mercenarios o terroristas. Lo verdaderamente grave es que las autoridades mexicanas sigan guardando silencio de cara a las burdas acechanzas de Donald Trump, quien así busca ser visto y aprobado por los gringos, para obtener la candidatura y ganarle a Hillary Clinton la presidencia del todopoderoso país del norte.
En la Unión Americana hay 34 millones de mexicanos, que se fueron de su país porque sus gobernantes no han sabido corresponderles, otorgándoles las oportunidades que se les niegan rotundamente sobre suelo azteca.
Mexicanos-migrantes que representan el 65 por ciento de la comunidad latinoamericana sobre territorio gringo y que representa una fuerza demoledora de trabajo, que le permite a sus explotadores percibir ganancias millonarias en dólares, con todo y que los mexicanos destinan como remesas al pueblo azteca la friolera de 35 mil millones de dólares, suma semejante a la que generan los excedentes petroleros.
Donald Trump refleja a un chivo suelto en cristalería, del cual se espera que no goce de mayor atractivo entre sus paisanos yanquis, porque evidentemente con sus advertencias lo único que ha provocado son las oleadas de indignación y rechazo en todas partes del orbe.
La condena se ha generalizado, aunque las autoridades mexicanas continúan preservándose de emitir la menor queja o reclamo, que favorezca a sus connacionales, sobre todo porque si hay fuga de millones de compatriotas, se debe a las deplorables condiciones de vida en que se desenvuelven quienes quedan a radicarse en tierras aztecas.
Para más, Nicolás Maduro, el presidente controvertido de Venezuela, soltó ya de su florido lenguaje la más severa crítica-condena a Donald Trump, en defensa del pueblo mexicano, que sigue como huérfano de que sus representantes políticos enderecen igualmente una respuesta digna y exigente, porque lo que el señor Trump está tratando de hacer es añicos un sentimiento de culpa, cuando no lo hay de nuestros millones de migrantes fugados de México al territorio del vecino coloso del norte.
