* CON PRIISTAS SURGIÓ
EL POPULISMO
Por Raúl González Rivera

El populismo como tal surgió con los presidentes Luis Echeverría Álvarez y José López Portillo.
Ambos personajes fueron altamente protagónicos e inmensamente poderosos. Cuando Echeverría –como le llamaba su esposa, la señora María Esther Zuno de Echeverría– estaba a sólo 24 horas de concluir su mandato, el grueso de la población mexicana enfrentaba sentidos temores de que el mesianismo hubiera anidado en la persona de LEA y pretendiera reelegirse, como lo habrían filtrado numerosos adictos suyos.
Los días del gobierno de LEA fueron de numerosos actos con que arropó su gobierno y culto a la personalidad. Un día de gira presidencial por la cuenca del Papaloapan, el representante de este medio cubría la gira en cuestión, cuando una señora nativa de la tierra que vio nacer al profesor Rafael Arriola Molina, se preguntaba voz en cuello si el presidente también iba al baño.
«Por supuesto, mujer». Le espetó el profesor Arriola Molina, quien para esos días perfilaba como precandidato a uno de los dos escaños a que Veracruz tenía derecho en la cámara alta del Congreso de la Unión. Tocar un hombro, estrechar la diestra del mandatario, se contaba como un privilegio de pocos.
Cuando LEA vino a Xalapa para inaugurar el número un millón de los aparatos telefónicos fijos, allí sobre la calle de Pípila, llegó en el autobús presidencial hasta la avenida 20 de Noviembre y el crucero de Pípila con Insurgentes, descendió de la unidad y desde la portezuela del vehículo alzaría sus dos brazos y escucharía la aclamación de la gente sencilla del pueblo, que al presidente veía como un dios.
Y éste, obviamente, se dejaba querer y adorar como tal. La gente podía tocarlo y quería hacerlo. Vestido impecablemente de traje y corbata, el presidente arengaba a la muchedumbre elevando sus brazos al cielo y externando una sonrisa que iba de oreja a oreja. Los priistas de aquellos días, entre murmullos, repartían los elogios entre la ciudadanía en aras de exaltar la figura presidencial.
Y entre abrazos, alaridos y la gritería que ensordecía a cualquiera, LEA, como viajando en un caballo alado, escuchaba el jolgorio de la gente, que atiborrada avistaba a todos quienes le rodeaban, con el aplauso en su torno. Es el presidente, ¡qué carismático!, ¡qué amable y sonriente!, decía la gente, a la que los priistas arengaban a rendirle más porras y vivas: ¡Viva Echeverría, viva el presidente! Y el coro de ciudadanos parecía delirar.
José López Portillo lo emuló extraordinariamente en la vida cotidiana como presidente, mexicano y ciudadano. Era intocable y sólo cuando incurrió en los actos superficiales es que se acabaron los aires de populistas y mesiánicos.
* CUANDO LAS 8 COLUMNAS
ERA LA PRESEA A ALCANZAR
Cierto es que con la constante de conflictos que socavan cotidianamente la tarea periodística, también se acabaron las conquistas reporteriles de un pasado y que tenían que ver con la noticia de 8 columnas.
En las escuelas de periodismo y después de ciencias y técnicas de la comunicación, la asignatura relacionada con el ejercicio periodístico se distinguía porque en el argot de las redacciones periodísticas, la lucha por conquistar las ocho columnas tenía que ver con la nota exclusiva, la información candente, que nada tenía que ver con el boletín que ahora diariamente se coloca como ocho columnas y puede ser una nota sin contenido social, ajena a la información general o bien relacionada con un hecho de sangre.
Cuando se contaba con los talleres tipográficos en los periódicos, el olor a tinta era lo extraordinario. Complemento cotidiano de las noches-madrugadas para fundir en plomo las versales y versalitas, que más tarde, como el pan en el horno de la panificadora, se formaban las páginas de los rotativos y que muchos, a diferencia de estos tiempos, esperaban para degustar su información en la hora del desayuno. Esta práctica comienza a desvanecerse en días como los que corren.
En las mesas periodísticas prácticamente se trabajaba las 24 horas del día.
Entonces había numerosos reporteros que a temprana hora arribaban a las mesas de redacción para recibir las órdenes de rigor, entendidas éstas como la instrucción para ir a la calle, entrevistar a sus «fuentes», que hoy también se esfuman, porque el control de difundir sucesos y hechos queda bajo los controles de las oficinas de comunicación social.
El periodismo de investigación que ya no existe, era parte importante en los periódicos, la entrevista en «exclusiva» y las giras que realizaban los reporteros con sus anfitriones, que bien podían ser funcionarios públicos o dirigentes sociales, a sus tantos eventos, concentraciones, reuniones de trabajo y visitas a los cuatro costados de la entidad, para conocer proyectos productivos.
Ecos de aquellos ayeres. Nostalgia que en muchos veteranos de la información sigue calando en la memoria de quienes lucieron escribiendo editoriales, artículos de fondo, los reportajes y las crónicas y notas de color, que nacionalmente alguna vez ofertó el periódico Excélsior de don Julio Scherer García y que en la provincia numerosas casas editoriales lo hicieron para una audiencia que gustaba de la lectura temprana de dos, tres y cuatro diarios, a la hora del desayuno, como solía hacerlo ese tipo de periodismo, igualmente desde estas trincheras de la información.
Sin embargo, algo ocurrió que esa vieja escuela periodística quedó rebasada en el espacio y el tiempo, no obstante los adelantos del offset y los sistemas digitalizados, los cuales, para los que vivieron los momentos estelares de aquel periodismo que informaba y formaba la opinión pública, siguen pendientes de su veracidad, su concisión y claridad, para entender los hechos que forjaron en ese pasado luminoso la historia de los días idos y que para no pocos siguen siendo mejores que los del presente, sin una prensa crítica, objetiva y que informe.
Empero, algo debe hacerse para rescatar y devolver al oficio de escribir para informar, en lo que hace a la parte que le corresponde a dicha industria y empresa, en la conformación de la historia contemporánea de nuestros pueblos.
* POR TELECONFERENCIA,
LA CONDUSEF Y LOS BANCOS
En realidad, los titulares de la Condusef nada nuevo dijeron en su conferencia televisada desde la ciudad de México, acerca de la realidad que se vive en lo que hace a los tantos abusos que instancias del poder financiero cometen en contra de usuarios y clientelas, como es el caso de los bancos o instituciones de crédito.
El señor Mario Di Costanzo, titular de la Condusef, dijo que son alrededor de 16 mil las quejas presentadas por particulares en contra de la banca, entre cuyas siglas fijó primeramente a Banamex, Bancomer, Banorte y Santander.
Estos bancos son los más denunciados por cometer atracos y felonía en contra de sus clientelas. Obviamente, la crítica que soltaron tanto el titular de la dependencia en cuestión como Leonardo Jorge Torres Góngora, lo que provocó que la hilaridad llegara a los miles de quejosos, cuyas denuncias las conoce Condusef, pero al final del día nada puede hacer en contra de la banca, porque ésta se defiende y como la sigla anterior carece de un marco de leyes que le permita aplicar correctivos, simplemente se concreta a recibir quejas y hacerlas saber a los banqueros.
Esto también dijo a este espacio un alto funcionario de Banamex, que luego de conocer el robo que cometió dicho banco a un usuario, el servidor de la institución se concretó a decir que la queja podía ser presentada en la Profeco y luego en la Condusef, pero que sus llamadas de atención le hacen lo que el viento a Juárez… nada.
El común robo que cometen las instituciones bancarias a los usuarios y clientelas, no encuentra paralelo.
Pero el estado de indefensión en que son colocadas sus víctimas, tampoco es entendible.
Sin embargo, existe. Y la Condusef se concreta, como es este caso, a difundir el número de quejas, el cual sin duda es ejemplar, pues 16 mil quejas en el lapso de tres meses no tienen perdón. Sin embargo, a los banqueros poco importa esto y, en contrario, arremeten con nuevas supuestas ofertas y bondades que difunden a los mismos cuentahabientes y contribuyentes al realizar la menor de sus operaciones ante las ventanillas de las instituciones bancarias, lo que en realidad molesta horrores a quienes, más por necesidad que por gusto, pisan las instalaciones bancarias existentes.
Claro está que para endulzar el oído de los cuentahabientes atracados por los bancos, la Condusef asegura que en el marco de las sanciones viene aplicando multas que van de los 150 a 200 mil pesos por cada una de las cláusulas que se les detecte, aunque a decir de los funcionarios públicos, lo más costoso para las instituciones financieras es el descrédito o mala reputación que les pueda generar esta constante de quejas elevadas ante instancias oficiales.
Aunque a ciencia cierta, nadie ha informado cuáles bancos son los más multados, por cometer abusos con los cuentahabientes y clientelas obligadas de los mismos.
