* PERSISTE RACISMO Y
ATAQUES A LA PRENSA EN EU

Jorge Ramos está considerado como uno de los periodistas que más influyen en la opinión pública de los Estados Unidos de Norteamérica.
Es un periodista profesional que ha podido realizar su oficio con la más absoluta libertad en la Unión Americana. Su voz encuentra eco en el país más poderoso del mundo, pero también en naciones latinoamericanas y especialmente en México, de donde es originario el personaje al cual a empujones los gorilas de Donald Trump sacaron prácticamente en vilo de una conferencia de prensa, que estaba rindiendo el precandidato a la presidencia de aquella nación.
La mañana del último miércoles fue negra para la profesión periodística, si así puede calificársele, pues a la par de que los orangutanes atacaban a Jorge Ramos, igual un resentido ex colaborador de la firma televisiva donde trabajaba la periodista Allison Parker y el camarógrafo Adam Ward, abatía a tiros a dichos profesionales y a la entrevistada de éstos, en vivo, en una calle de Virginia.
Ambos sucesos nos indican que nadie está a salvo en este oficio, y que los adversarios de la prensa como ejercicio, están alertas y dispuestos a todo, hasta matar, como está visto.
Los dos extremos se produjeron en una mañana de terror en los Estados Unidos. Un alocado precandidato que califica a los mexicanos de traficantes, criminales y violadores, no consintió en ningún momento que el periodista Jorge Ramos lo interrogara y ordenó su inmediata expulsión del recinto donde se celebraba la rueda de prensa. Para mala suerte, Donald Trump encabeza ya en las preferencias de los electores gringos, a los tiradores del partido republicano, en la búsqueda de su nominación como candidato de ese partido a ocupar como su huésped principal la Casa Blanca.
Empero, el periodista Jorge Ramos rememora lo que está ocurriendo en el resto del mundo y particularizó al recordar que en México han sido asesinados más de 80 periodistas y la mayoría de sus casos siguen pendientes de ser esclarecidos por las autoridades policiacas, lo cual, a todas luces, es insoportable, pero existe y hay que persistir en la búsqueda de justicia, objeta el periodista mexicano, quien sufriera la peor afrenta que un comunicador pueda enfrentar, de ser sacado en vilo de una conferencia de prensa.
Esto pasa en el primer mundo, que no en las naciones, que en los programas televisivos y la prensa escrita, se siguen llamando países del tercer mundo, como es el caso que impone este país, tan vapuleado en lo financiero, lo social, lo criminal y la pobreza y con singular virulencia también lo periodístico.
* MARCELINO CAICEROS,
UN PRIISTA MILAGROSO
A Marcelino Caiceros González califican ahora de ser uno de los interlocutores más influyentes de la Sedarpa, por el hecho de sacar la casta y dirigirse a los dirigentes campesinos de la región norte del estado, para instarlos a que cargaran con sus huestes e hicieran el vuelo al estado de Durango, en donde tiene lugar el 77 congreso nacional extraordinario de la Confederación Nacional Campesina.
Líderes de Tuxpan y Tihuatlán acusan al milagroso Marcelino de presionarlos para que sus representados, con todos los gastos pagados, viajen para hacer bulto al evento que concluye mañana 28 en la misma entidad duranguense, hasta donde arribó el presidente de la república y les dijo a los campesinos que su gobierno no se olvida de ellos.
Pero bien, volviendo a Marcelino Caiceros González, le dicen el milagroso, porque siendo todavía un adolescente trabajaba ya en la intendencia del edificio de Moreno y Ruiz Cortines, es decir, la casa de los priistas, y en ese entonces cobraba como su presidente el licenciado Carlos Domínguez Milián.
Tiempos de un absolutismo brutal por parte del sistema priista. El líder Domínguez Milián urgía de un delegado para ir a sacar una convención al municipio de Teocelo y entre los tantos grillos no encontraba a uno solo confiable. El casi niño Marcelino lo escuchó y se apostó frente al ex académico universitario y de enseñanza media, y le espetó: «aquí estoy yo», Carlos dudó por un momento, pero al final del día lo designó delegado.
Marcelino había aprendido los rollos de los priistas, pues a la vez que limpiaba ventanales del edificio de Moreno y Ruiz Cortines escuchaba sus pláticas y sus discursos. Fue a Teocelo, sacó candidato y todo mundo contento. El pequeño gran Marcelino inclusive estaba comisionado en el PRI estatal por parte de la liga agraria. Desde entonces hizo carrera de socio tricolor. Desde entonces habla, gesticula, actúa y arremete, como los priistas de la vieja escuela, por demás impositiva.
Marcelino ha gozado de tener una amplia carrera priista-campesina que ya una vez lo hizo alcalde de Jilotepec, su tierra natal. Nunca ha dejado la ubre de la liga cenecista y ahora al parecer está en las nóminas de la Sedarpa. Y como en la vieja escuela, el joven Marcelino se hizo hombre, pero sigue siendo alegre, dicharachero y ahora especialista en todas las mañas y marrullerías de las grandes ligas partidarias. Es Marcelino Caiceros González, el niño milagroso, como lo bautizaron hace más de 20 años en las lides del partido tricolor.
* PLAN DEL RÍO MURIÓ
CON EL LIBRAMIENTO
El libramiento a Veracruz le atrajo al poblado de Plan del Río también que esté muriendo lentamente como una localidad pujante que fue hasta poco más de quince años.
Al poblado lo cruza la antigua carretera a Veracruz, partiendo de esta capital.
El medio centenar de expendios de refrescos, cocos fríos, los tamarindos y las «recetas» tradicionales para la cura de los riñones, cuyos dueños aseguran que allí se vive la absoluta tranquilidad, refieren que el pueblo poco tiene que hacer para sobrevivir. Los camioneros y algunos automovilistas, en días domingo y festivos, hacen parada, toman su coco o compran algunas frutas y con las mismas se van.
El río que cruza al poblado y que fuera uno de los principales atractivos de la comunidad por decenios, igual, comienza a dejar de tener los caudales que en el pasado, además de que el agua que corre por aquél, se encuentra altamente contaminada.
Los vecinos, de siempre, se lamentan del destino que le espera a su pueblo. Allí las mayorías son agricultores, campesinos en pequeño, uno que otro comerciante de productos básicos y algunos más se dedican al cultivo de las mojarras. El Fuerte es uno de los espacios a los que acude de forma amplia gran número de familias dominicalmente. Allí la mojarra que usted quiera comerse, la sacan de los estanques y se la cocinan con alguna de las especialidades de la casa, según el restaurantero del lugar.
La cercanía que tiene Plan del Río con Puente Nacional, le da la oportunidad de tener a futuro una sobrevivencia regular. El balneario ha sido enriquecido en cuanto a sus instalaciones y mejorada su gastronomía.
Xalapa se encuentra a 25 minutos en un recorrido que se hace por una excelente carretera y bajo condiciones de seguridad como antaño. Obviamente, los habitantes viejos del lugar recuerdan cómo transitaban familias, agentes viajeros y estudiantes y maestros por la población en cuestión. Bebían agua de coco, refrescos de sabor y adquirían las frutas de temporada, además de las bebidas elaboradas con algunos endulzantes y aguardiente.
El edificio que ocupa la iglesia católica es la única construcción espaciosa y perfectamente remozada y pintada. Este sigue siendo el punto de reunión por excelencia los días domingo y en temporada de festividades, tanto regionales como patronales.
El calor es sofocante como en el resto de la zona caliente de la entidad, pero para los lugareños, Plan del Río sigue siendo un sitio en donde con poco dinero se puede vivir tranquilamente. La inseguridad, sostienen los avecindados de esta comunidad, la abaten con la colaboración de todos, quienes están alertas al menor ruido extraño o sobresalto que les provoquen ajenos o gente de paso por la comunidad.
Empero, Plan del Río se mantiene con el orgullo de ser una de las poblaciones que el conquistador Hernán Cortés –cuenta la leyenda– vivió y benefició a sus moradores enseñándoles a sembrar la tierra, cultivar los pescados y mariscos y a sobrevivir con decoro con la comercialización de los productos que la tierra generosamente les brindó por más de 400 años a la fecha.
