De fugas institucionalizadas, túneles y mafiocracia


busRicardo Ravelo en entrevista con Edgardo Buscaglia

Por Ricardo Ravelo, egresado de la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana
Por Ricardo Ravelo, egresado de la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana

Más allá de la farándula mediática, la fuga de Joaquín Guzmán Loera muestra la debilidad del presidente Enrique Peña Nieto. Penetrado por el crimen organizado, carente de fuerza real y desacreditado en el ámbito internacional, su gobierno está bajo la férula de la mafiocracia y los oligopolios, que aprovechan esa debilidad para apropiarse de los recursos estratégicos de México. Así lo observa el analista Edgardo Buscaglia en entrevista con Variopinto. Para él, lo importante no es saber cómo se fugó el capo sinaloense, sino cuál es el futuro de un país que tiene un presidente débil, carente de voluntad para enfrentar el porvenir. Ese es el problema de fondo.         

 

La fuga de Joaquín Guzmán Loera, el Chapo, del penal del Altiplano el pasado 11 de julio, dejó al presidente Enrique Peña Nieto en el descrédito total, sin credibilidad en el ámbito internacional. Hoy son las redes del Estado mafioso y los grupos oligopólicos, ávidos de quedarse con los activos petroleros de México, los que lo tienen maniatado.

Haya sido por un túnel o a través de un helicóptero, la del Chapo fue “una fuga institucional orquestada por la red de complicidades políticas, tejidas durante años por el cártel de Sinaloa con el poder”. Sólo así se explica que durante sus 17 últimos meses de cautiverio el capo haya gozado de libertad financiera. “Esto es tan absurdo y grave como si no se le hubiera capturado nunca”, sostiene Edgardo Buscaglia, asesor internacional en temas judiciales y de combate a la corrupción, y coordinador de varios trabajos sobre la explosión del crimen organizado en México. Además, es director internacional de Law and Economic Development Center e investigador principal de la Universidad de Columbia en EE. UU. Buscaglia habla con Variopintosobre la “mafiocratización de México”. La fuga del jefe del cártel de Sinaloa se anunció desde hacía más de un año, afirma, categórico.

¿Por qué? —se le pregunta al autor de Vacíos de poder en México, publicado por editorial Grijalbo en 2014.

“La forma espectacular, hollywoodense, con la que Guzmán Loera se escapó ha hecho más notoria su persona a los ojos del mundo, que lo percibe como una especie de Al Capone mexicano, quien en su tiempo dominaba a los políticos de Chicago y del Medio Oeste de Estados Unidos. Es más que evidente que el Chapo maneja las instituciones mexicanas.

“Provoca mucha risa y a la vez enojo que durante 17 meses de reclusión no se le haya tocado su poder patrimonial, su poder político y el poder social del cual dispone, y en gran medida es respaldado por las instituciones públicas.

“Hoy, este personaje es visto como el capo de sangre azul de la delincuencia organizada mexicana. En el exterior se le percibe también como una figura emblemática de la corrupción política que sufre México desde hace muchas décadas, y que ha hecho implosión en los últimos 15 años de transición política hacia la nada, hacia un limbo que es la fachada democrática”.

Exprofesor del Instituto Tecnológico Autónomo de México y docente invitado de la UNAM, Buscaglia sostiene que esta transición política “hacia la nada” ha convertido al sistema político en una estructura más débil. En esa medida, el Chapo —hijo pródigo de este sistema, como lo llama— se ha vuelto más fuerte. De alguna manera, él y su organización se han robustecido con la debilidad del Estado mexicano.

Fuga institucional

De ahí parte la tesis de que el Chapo Guzmán es un producto institucional y, por ello, tiene la capacidad de manejar a cientos de personas y hacerse de los millones de dólares que implicó la construcción de un túnel. A esto se suman sobornos, el uso de tecnología satelital y lo que implica en toda su dimensión, pues pone en evidencia una realidad: su fuga, más que un esfuerzo individual o criminal, en realidad es producto del esfuerzo institucional criminalizado. Y añade: “Hay indicadores de esta fuga que debieron llamar la atención de cualquier persona. Él permaneció 17 meses en la cárcel sin que se le hayan tocado sus patrimonios vastísimos —más de mil millones de dólares, según la revista Forbes—, con inversiones en 59 países. Durante ese tiempo no se tocó a sus socios principales, aun cuando la prensa los ha señalado con nombres y apellidos.

“Con esto quiero decir que este hombre ya se había fugado antes de fugarse. Y la evasión física fue simplemente una consecuencia natural de la fuga patrimonial que ya se venía produciendo desde hacía muchos meses”.

Por corrupción u omisión, insiste el entrevistado, la vigilancia del Chapo Guzmán falló totalmente. Cuando un personaje de su nivel es capturado, se le dibuja de inmediato un mapa patrimonial básico y se le decomisan y congelan sus propiedades a través de la cooperación internacional, así de sencillo. Eso lo hubiera debilitado durante su cautiverio y no se hubiera podido escapar con la facilidad institucional con la que lo hizo. Por lo tanto, insiste Buscaglia, este hombre ya se había fugado desde antes del 11 de julio.

Viajero incansable, Edgardo Buscaglia ha asesorado a jueces sobre anticorrupción y crimen organizado. Las redes patrimoniales de Guzmán Loera, insiste, siempre estuvieron a salvo: “En el Altiplano estaba libre, su patrimonio lo manejaba a través del Mayo (Ismael Zambada García, quien lo sustituyó en la jefatura del cártel de Sinaloa tras su detención en febrero de 2014); también intervenían los hijos de Guzmán”.

Con base en la experiencia internacional de Colombia e Italia —dos de los países que han enjuiciado capos y desmantelado redes patrimoniales de la delincuencia—, Buscaglia dice que si en México se hubiera encauzado un maxiproceso judicial a través de la detención de Guzmán Loera, la mitad de la clase política hubiera caído en desgracia. Pero, por suerte para ellos, dice, en México existe y opera un pacto de impunidad entre todo ese sector.

“Se van a necesitar a muchos Giovanni Falcone (en alusión al juez palermitano que llevó a prisión a varios capos italianos, asesinado por la mafia de su país en mayo de 1992) para que se pueda iniciar un maxiproceso dentro o fuera de México”, comenta.

¿Le parece a usted creíble la versión oficial de que Guzmán Loera escapó por un túnel?

“La logística de la fuga es anecdótica. Puede ser un mito y no, lo cierto es que este capo sigue comprando a la clase política, a senadores y diputados. Haya escapado por un túnel o en helicóptero, la logística es lo que menos preocupa. Es tan creíble como la versión de Murillo Karam sobre el caso Ayotzinapa.

“Esta fuga espectacular de Guzmán Loera es un desafío a la lógica: agujeros que se requieren taladrar, ruido, mano de obra que se haga presente en los alrededores del penal donde ningún sensor detectó nada. Para mí esta es una fuga institucional. Y, curiosamente, cuando me preguntaron qué era esta fuga, les dije que era una obra de infraestructura pública. Al diario alemán Süddeutsche Zeitung le comenté que si la obra pública en México funcionase con igual eficiencia, este país se desarrollaría con una aceleración admirable.

“Este túnel y la fuga espectacular hay que verlo como una obra pública ejecutada no para dar servicio público, sino para aparentar que el Chapo Guzmán se fugó como dice la versión oficial”.

Miedo a la extradición

¿Qué pasó con el proceso de extradición del Chapo? ¿No le llama la atención que a poco más de un mes de la fuga no haya rodado una sola cabeza en el gobierno?

“Es probable que al Chapo se le haya prometido lo mismo que a Pablo Escobar en su época: que no se le iba a extraditar. Es claro que no fue un pacto judicializado lo que produjo esta promesa. Aunque, sin duda, lo peor para Guzmán Loera hubiera sido la extradición, porque en EE. UU. el sistema tiene mucha más capacidad de operación para que estos capos brinden información a cambio de proteger sus activos.

“Y si esto se hubiera dado, lo más probable es que se abriera un juicio internacional contra Guzmán Loera y buena parte del sistema político mexicano. Un juicio en Estados Unidos habría puesto fin a este pacto de impunidad que mantiene blindados al presidente y a gran parte de la clase política. Lamentablemente, la fuga de Guzmán Loera extiende ese pacto de impunidad político.

“Ahora bien, ¿por qué no han rodado cabezas después de la fuga? Por una razón: el presidente Peña Nieto ha sido reducido a una mera figura decorativa. Hoy, los oligopolios y la mafia tienen el control del Estado. Por más que él pretenda empujar el cambio de un secretario de Estado, simplemente no se lo autoriza el verdadero poder de México, que es la mafia enquistada en el mismo poder.

“Cada brazo de la delincuencia tiene poder en el gabinete a través de los propios secretarios de estado. Por eso no es tan fácil que los cambios se concreten por la sola decisión del presidente”.

¿Qué opina sobre el sistema penitenciario mexicano? ¿Cumple o no con su función?

“El sistema penitenciario es un eslabón del Poder Judicial, pero nunca estuvo sujeto a una reforma modernizadora que la haya puesto bajo los controles institucionales.

“Hoy en día, el sistema carcelario está fragmentado y se ha transformado en cotos de caza para grupos criminales, los cuales pujan hacia el poder sobre fragmentos de ese sistema penitenciario, y donde el cártel de Sinaloa tiene gran preponderancia sobre una gran parte de las cárceles mexicanas estatales y federales”.

Para usted, ¿qué son las prisiones mexicanas?

“Agujeros negros que jamás han sido revisados ni sujetos a control; luego entonces son escuelas de la delincuencia organizada donde no son los jueces los que dictan las sentencias o liberaciones: son los propios criminales los que deciden cuándo y cómo salir de la prisión. El ejemplo más claro y reciente es el Chapo Guzmán.

Presidente sin credibilidad

Edgardo Buscaglia reitera: el presidente Enrique Peña Nieto termina sepultado en el escenario internacional por su falta de credibilidad y, además, por el colapso institucional al que ha conducido al país en los primeros tres años de gobierno. Y abona su tesis: “Peña Nieto es carne de cañón para los oligopolios internacionales. Nada le conviene más a un oligopolio petrolero, por ejemplo, que negociar con un presidente débil al cual pueden imponerle los términos estructurales, los términos del intercambio.

“Ahora, en cuanto a la posición de México hacia el futuro, resulta toda una pesadilla promover el bienestar no solamente de México, sino de la región, porque el presidente y su administración han perdido toda credibilidad internacional.

“Uno de los grandes problemas que se observan en gobiernos débiles como el de Nigeria o México, es que por más que tengas a la madre Teresa como presidente, la mano derecha del Estado no sabe lo que está haciendo la izquierda. Entonces, negociar con un presidente débil resulta en que se puedan firmar papeles, pero la implementación de lo firmado no se puede controlar; esto equivale a un retraso en la posición geoestratégica mexicana en la región.

“Un presidente que no va a poder generar una política exterior, no funciona: Centroamérica está mirando hacia el sur, Europa y Asia, pero no mira hacia México. Entonces, muchos empleos se van a dejar de crear debido a esta situación: es decir, el efecto multiplicador es nefasto, pero no solamente se concentra en la fuga del Chapo, sino en toda una serie de tragedias creadas por el propio Gobierno: masacres del ejército y desapariciones forzadas de decenas de miles de personas que el Estado no puede resolver. Todo esto no es sólo una mancha más al tigre: es un clavo más al ataúd de la clase política gobernante”.

El escenario que usted pinta es caótico. ¿No ve una salida, un golpe de timón que rescate al país del abismo?

“No. El presidente no puede promover a gente en la medida en que él es un primus inter pares (el primero entre iguales), y en un Estado débil, el presidente no controla ni a su propio gabinete. El poder político del gabinete del presidente Peña Nieto es controlado por los oligopolios mexicanos. Por ello, el poder está muy atomizado en fracciones políticas y ha dejado de estar en el PRI, en el PAN o en el PRD en el sentido tradicional. El control está en los oligopolios y la delincuencia organizada”.

¿Qué va a pasar con el presidente Peña Nieto? ¿Será recapturado el Chapo Guzmán?

“Lamentable y paradójicamente, Peña Nieto y Guzmán Loera, por razones diferentes, son la cara suicida del Estado mexicano. Peña o cualquier presidente que llegue y quiera realmente comenzar una purga contra la corrupción, va a tener que cometer un suicidio, porque tendrá que llevarse por delante a sus hermanas y hermanos en corrupción, como ha sucedido en otros países.

“El presidente que decida hacer eso tiene que cometer un harakiri, pero creo que Peña Nieto no lo va hacer; no tiene vocación para eso”.

¿Ve a alguien que sí quiera emprender ese reto?

“En todo país surgen líderes cuando hay sensación colectiva de hartazgo popular y, a la vez, eso se junta con un sentimiento dentro de la clase política corrupta de que la situación no puede seguir como hasta ahora, porque pueden perder sus puestos en un proceso de inestabilidad política si las cosas siguen así. Cuando eso ocurra, comenzarán los cambios”.

Es un diagnóstico un tanto pesimista.

“Cuando comiencen a surgir nuevos rostros en la política, candidatos presidenciales con nuevas ideas, esos cambios llegarán y se comenzará a purgar el Estado de a poquito. Esto no se puede predecir con día y fecha. Pero va a suceder.

“Esta sensación de hartazgo social hace que surjan muchos nuevos políticos que quizá hoy son parte del problema pero que en algún momento sentirán la urgencia y el deseo, por supervivencia política y personal, de ser parte de la solución”.

 

Publicado en: http://www.revistavariopinto.com/nota.php?id=725&rel=revista&titulo=de-fugas-institucionalizadas-tuneles-y-mafiocracia

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