Siete Párrafos: El ingobernable Fidel, ex gobernador que gobernó al gobernador de Veracruz


Fidel Herrera despedidaPor Rodolfo Calderón Vivar

por Rodolfo Calderón Vivar, egresado de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Veracruzana
por Rodolfo Calderón Vivar, egresado de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Veracruzana

La punta de la madeja fue jalada desde hace días, echando por la borda el calificativo que tenía Fidel Herrera Beltrán en los altos círculos políticos del centro del país, acerca de su ingobernabilidad, pues no respetaba ni al poder federal ni al poder estatal, y ejercía un control total  sobre  su hijo putativo, Javier Duarte de Ochoa, quién efectivamente durante todo el sexenio ejerció de una manera titánica su administración de Veracruz, porque se tiene que ser un titán para seguir caminando con   tremendo boquete que por detrás le dejó su predecedor y otro tremendo boquete por delante, que sus hermanos de camada política le generaron, ya en su sexenio.

A la denominación de ingobernable, término que pululaba en los pasillos del PRI nacional, habría que agregar el reconocimiento de que la intentona de Fidel por crear un estado de Veracruz para los veracruzanos, sin acatar líneas del centro, fue un hecho inobjetable durante los últimos años. Nunca como antes el estado tuvo un núcleo de control tan poderoso como el creado por Fidel Herrera Beltrán, un político con amplia experiencia política y con aguda visión de como debe ejercer el poder sin cortapisas. Aunque claro, dentro del  concepto de Veracruz para los veracruzanos, solo cabían sus allegados, sus aliados por agradecimiento, y quedaban excluidos gran parte de los políticos experimentados de otras corrientes políticas

Ingenioso, dicharachero, echado para adelante, capaz de pisarle la sombra a cualquiera, y para disfrutar los placeres del poder (todos absolutamente todos) pasando incluso por el honor de las familias de algunos que fueron funcionarios durante su administración, el nativo de Nopaltepec es figura singular y ejemplar de lo que fue, ha sido y seguirá siendo, un estilo de hacer política, que caracterizó al PRI a partir de la segunda mitad del siglo pasado. Y es una prueba fehaciente de que la transición democrática que comenzó en el año 2000, quitó el freno que antes tenían los gobernadores de cada estado de la república, sometidos al presidente de la república, para convertirse en nuevos caciques estatales que, como Fidel, parecían que ya se habían ido del poder, acabada su encomienda de gobernadores, pero nomás era la finta, pues la mayoria siguieron gobernando a trasmano, si lograron  dejar a un heredero en el poder, como es el caso de Veracruz.

Con la suerte de ganar con frecuencia los premios mayores de la lotería nacional, su suerte también se extendió al grado de tener una coraza ante los medios de comunicación que,salvo casos muy contados y por deudas de honor familiares, no cejaban de criticar más a su sucesor por decisiones que consideraban desacertadas del gobierno actual, que al verdadero estratega, tras bambalinas, de cada acción y posicionamiento político que se gestó en la administración duartista.

Mientras Javier Duarte siempre estuvo al borde del abucheo, bastaba una sola aparición de Fidel en público para dar pauta a las caravanas de los políticos jóvenes, maduros y veteranos, reconociendo en él al líder, por supuesto si disfrutaban aún de una posición ganada gracias a su desprendida benevolencia, reconocida por sirios y troyanos, siempre dispuesta a salpicar con puestos, negocios y prebendas a quienes se le cuadraba y pedían.

Pero además, es reconocido su papel como maestro, tutor y guía de toda una nueva camada de políticos, la mayoría jóvenes impetuosos y disponibles para entrarle a todo, como fuera y por donde fuera, con tal de conformar el grupo compacto del fidelismo que hoy, sin duda, dado su poder financiero y las posiciones obtenidas en la cartelera política, es el más fuerte de todo Veracruz.

La lucha que hoy  se da por parte de los políticos priistas que pugnan por la gubernatura, no es contra Fidel -ellos, los Yunes buenos,  también son hechura y beneficiarios del fidelismo – sino contra Javier Duarte que, como redentor, carga él solito la cruz del desastre estatal que tuvo su inicio en el mandato de Fidel Herrera Beltrán, en el cual, por cierto,  el bisoño gobernador fue  encargado de las finanzas estatales, pero a las órdenes de su padrino político. El malo ahora es Duarte; el represor es Duarte; el propulsor de la corrupción es Duarte:  el pésimo administrador es Duarte; el perverso político que designa y protege a malos funcionarios es Duarte. Es decir, Fidel no aparece, salvo contadas excepciones, como el causal del desbarajuste actual del estado. Pese a su amplio poder evidenciado en numerosos movimientos políticos, como es el caso reciente del enfilamiento de Alberto Silva hacia la dirigencia del PRI estatal.

Vamos, es tan grande la suerte, fama y admiración que tiene, a estas alturas, entre los políticos veracruzanos (los que no excluyó del ámbito del poder), don Fidel Herrera Beltrán .que no se dude, si todavía fuera la época de los ferrocarriles, y no de los aviones, su despedida  sería un último viaje por tren, a manera de despedida triunfal, antes de partir a Europa, muy al estilo Porfirio Díaz. Sin duda, en cada estación de parada, las banderitas, los pañuelos y las lágrimas enternecidas de los no ya no tan  jóvenes efebos y agraciadas ninfas  barbies, serían un escenario obligado  no en el adiós, sino  en el hasta luego de uno de los más brillantes políticos priistas que ha dado el estado de Veracruz, Tan brillante que quemó al gobierno de su sucesor, Javier Duarte, tiznando sus finanzas, su credibilidad y su fama pública.

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