
* AUTOBUSES DESTARTALADOS
EN EL SERVICIO URBANO
Por Raúl González Rivera

Ya cayeron dos que tres automovilistas en la cuenta de que se pasaron un alto en las calles de Murillo Vidal y les acaban de llegar por correo las correspondientes infracciones que les impone tránsito del estado.
Al igual, les hicieron saber a la hora de pagar su multa respectiva, deberán traer sus automóviles con sus motores bien afinados y portar, sobre todo, sus correspondientes placas. No hacerlo, equivale o podría derivar en más elevadas infracciones.
Sin embargo, hay una flotilla de autobuses urbanos, al servicio de la colectividad, que se desbaratan por lo destartalados que se encuentran sus carrocerías, circulan sin placas ni engomados y con llantas lisas y los sabuesos de la policía vial nomás como el chinito, «milando», pero sin imponer el orden donde no lo hay.
La prepotencia que reflejan algunos de sus conductores es tal, que al llamado de atención por parte de una mujer agente de tránsito, sobre la calle de Enríquez, el chafirete aquél le contestó que hablara con sus jefes, que él no es mecánico y tampoco su papel es cuidar las condiciones de su camión.
Es decir, que ahora no sólo no quieren entrar a las colonias populares de Xalapa por las noches, sino que además, importándoles un bledo el pasajero común y corriente, dejan de cuidar las condiciones de sus unidades, sus neumáticos, el deterioro tremendista de sus unidades y la atención que se merece un público que paga y sostiene a más de cien líneas camioneras que transitan por las calles de la ciudad cotidianamente.
En este contexto, ni la oficina de transporte público ni tránsito del estado dicen algo, sobre todo cuando están siendo bastante severas dichas instituciones para acosar, perseguir y atrapar por el menor rasgo de irregularidad vial, al común de automovilistas y particularmente a los taxistas.
Xalapa sigue siendo un caos en su tránsito habitual. Los operativos que realizan las grúas sólo sirven para embolsarse fuertes cantidades monetarias sus explotadores, pero definitivamente no resuelven ningún problema de congestionamiento vehicular.
Los trazos de la ciudad no lo permiten. Son los mismos de hace 200 años. La falta de un plano regulador dio al traste con la geografía local, lo cual derivó, en días como éstos, en el desorden cotidiano en la circulación y tránsito peatonal y de vehículos de motor, sin que tampoco al momento haya surgido la autoridad que le ponga remedio a un mal añejo y que, por el contrario, alcanza niveles de complicación insospechados.
* QUEDAN SEIS MIL
HECTÁREAS DE BOSQUES
Especialistas en la materia aseguran que hay cuando menos seis mil hectáreas repletas de bosques, pero otras sesenta mil cayeron en la absoluta desforestación.
El Cofre de Perote constituyó uno de los paraísos boscosos más hermosos de este país. A éste arribaban viajeros de todas partes del país y los amantes del montañismo venidos del extranjero, realizaban extraordinarias visitas prácticamente las 24 horas del día.
Lo último, que un xalapeño millonario mantuviera un rancho con búfalos y avestruces.
Subir hasta la peña era un deporte de centenares de xalapeños, que sobre todo en determinadas épocas del año subían a la montaña. El frío calaba profundamente en los huesos, pero era lo de menos, chamacos, jóvenes y adultos se empecinaban en ascender al Cofre, eso sí, cubiertos de swéteres elaborados a base de lana que producían los borregos de la región, incluidos los municipios de Las Vigas, La Joya y Acajete.
Los recursos maderables eran inmensos. Había en la entraña de la tierra millones de árboles y pinos. El bosque era cerrado y por las tardes-noches se nutría el escenario con una niebla densa, blanca en la mayoría de veces, que no permitía ver nada a cinco metros a la redonda.
Entonces, la explotación maderera la ostentaba sólo un nombre: Raúl González Yáñez. En su aserradero –cuentan los biógrafos del personaje– había hasta mil leñadores trabajando todos en los mismos turnos. El saqueo de los recursos madereros era tal, que el mercado nacional se surtió muchas veces de las maderas que se producían en el Cofre de Perote.
Sin embargo, como todo lo que inicia y se explota al máximo, también concluye, el aserradero de don Raúl González Yáñez cerró gracias a una toma de decisión asumida por el gobierno federal que encabezaba Gustavo Díaz Ordaz.
Miles de trabajadores, quemadas sus pieles por el frío y los instrumentos de trabajo que se utilizaban en el saqueo en cuestión, vieron reducir sus años de vida tras de ser contaminados sus pulmones con los tóxicos producidos por la madera y los que se salvaron pudieron irse a sus casas sin recibir mayor indemnización que una patada por el trasero, según contaban leñadores de aquellas épocas.
Fue el gobernador Rafael Hernández Ochoa con quien arrancó una presunta reforestación de los bosques aniquilados por la sierra y la voracidad de los humanos. Jamás volvió a ser lo mismo y los cambios en el clima se dejaron venir, en detrimento de una vida natural y sana, que se había disfrutado en los años de inmensos bosques.
Empero, otra firma perteneciente al grupo Michoacán se instaló en los bosques del Cofre de Perote y, de manera semejante a la época ya ida de González Yáñez, igual se produjo la tala inmoderada de sus bosques.
A ciencia cierta nadie sabe en qué paró, lo que sí se sabe, es que el bosque ya no es aquél y que la siembra anual de arbolitos para el corte en fechas de navidad, es imposible que dé abasto a las exigencias de adquirentes de pinos y otros árboles, porque la producción ya no podrá ir a la par del desarrollo de los jardines naturales con que cuenta todavía la zona perteneciente a la Sierra Madre Oriental.
Las riquezas naturales del Cofre ya no lo son tanto. Pero algo queda que bien harían los gobiernos en tratar de conservar, si se lo propusieran.
* VERACRUZ, UNO DE LOS
5 ESTADOS CON MÁS DENGUE
Ya dijo la secretaría de salud a nivel nacional, que Veracruz se encuentra entre los cinco estados en el interior del país que más se duelen de estar enfrentando dengue y chikungunya.
Lo que más habría querido ocultar el sector salud, ahora se destapa con el sentir generalizado de que la entidad es de las más afectadas por la enfermedad producida por los mosquitos. Todavía se recuerda que acababa de ingresar a su titularidad el afamado doctor Fernando Benítez Obeso y hablaba de un blindaje, que a la postre fue rebasado, para poder evitar la intromisión de la doble enfermedad.
Es decir, que ante los esfuerzos desplegados por las huestes representadas por los agentes sanitarios, su respuesta la dio la arribazón de los mosquitos que inmediatamente infectaron a decenas de veracruzanos, los cuales, o una mayoría de éstos, se restablecen en instituciones hospitalarias y otros en sus domicilios particulares.
Cuando todo eran maquinaciones, porque las enfermedades del dengue y el chikungunya pertenecían o causaban estragos en otras entidades de Centro y Sudamérica, el sector salud del país, todo orondo, advertía que era difícil su entrada en nuestro territorio.
Sin embargo, llegó a Guerrero, a Michoacán, a Chiapas y particularmente a Veracruz. Hay muchos enfermos y a la falta de una amplia discusión sobre el mosquito que las genera, la ignorancia hace que se sigan conservando los sitios en que, por obviedad, el mosquito se reproduce como son los neumáticos y los jardines, sin ninguna vigilancia ni poda.
Aquí en Xalapa hay decenas de predios abandonados, inclusive de los que se ubican en el fraccionamiento residencial de Las Ánimas, repletos de maleza, sin que la autoridad a que corresponda haga algo por evitar la propagación de los mosquitos en cuestión. Llevan años sin sufrir el menor trato o chapeo de rigor. Y es que sus propietarios, o son influyentes y por tanto intocables, o a los agentes encargados de realizar la oxigenación de rigor, como las buenas familias, que el mejor rostro sólo sea en el centro de la ciudad, al resto que se lo carguen los contagios, que es el caso.
