por Luis Velázquez
MADRIZA HISTÓRICA A LA UV

“En la plenitud del pinche poder”, el góber fogoso lo quiso tener todo. El poder absoluto, pues.
Por ejemplo: cada año ordeñó 300 millones de pesos del subsidio estatal y federal a la Universidad Veracruzana.
Y no obstante la lucha tenaz, inteligente y diplomática del rector, el siempre digno, Raúl Arias Lovillo, se trepó en su macho.
Por ejemplo, llegó un momento cuando el fogoso presentó una terna para nombrar al secretario de Administración de la UV, en la que Mauricio Audirac Murillo iba en primer lugar.
Institucional, Arias Lovillo la entregó a la Junta Académica y ellos nombraron al contador Víctor Aguilar Pizarro como titular.
El fogoso se irritó tanto tanto tanto que reclamó.
“Fue la Junta Académica” dijo Raúl Arias.
Por ejemplo, el gobierno federal enviaba recursos etiquetados para programas especiales de investigación y nunca aterrizaban en la cuenta bancaria de la UV.
Eran desviados, quizá a otros programas, a otras regiones, a otros bolsillos, al jineteo bursátil, sabrá Jesús de Nazareth.
Es más, en vez de que de acuerdo con el manual el fogoso creara una cuenta bancaria para cada rubro dispuso una cuenta concentradora para así aplicar la llamada “Operación licuadora”, y por tanto, desviar mejor los recursos federales, y dañar, de paso, a la UV.
Durante varios años, Felipe Calderón Hinojosa, Raúl Arias cabildeó en la ANUIES, que aglutina a las universidades públicas de la nación, que el gobierno federal depositará en forma directa a las casas de estudio el subsidio federal.
Nunca procedió.
Incluso, algún asesor de la presidencia de la república ofreció el diezmo a Raúl Arias a cambiar de intervenir para que el subsidio federal fuera depositado en forma directa a la UV.
Siempre, en repetidas ocasiones, el rector de la UV rechazó la propuesta indecorosa.
Tampoco, claro, podía lanzar “una revolución silenciosa” en contra del fogoso, por ejemplo, porque, primero, podía bloquear por completo el subsidio tanto estatal como federal, y segundo, y/o en todo caso, con el simple hecho de retener el subsidio un mes, un mes y medio, y quedarse la UV sin fondos, ni siquiera, vaya, para el pago a los académicos, ardería Troya.
Y ardería con miles de profes en protesta popular exigiendo la renuncia del rector en turno.
EL MEJOR GOBERNADOR QUE SE SOÑÓ…
Hacia el mes de diciembre, 2010, el gobernador Javier Duarte dijo a Raúl Arias:
“¡Quiero ser el mejor gobernador de Veracruz! ¡Apóyame”!
“¡Apoya a la Universidad!” contestó el rector.
Y el rector se fue a las cuentas que, por supuesto, Duarte conocía como subsecretario y secretario de Finanzas y Planeación del fogoso.
700 millones de pesos por el pago pendiente de impuestos… que uno, dos meses después, Duarte como gobernador absorbió.
500 millones de pesos… que urgían para el pago del gasto corriente, entre ellos, los salarios y los aguinaldos, que días después entregó.
Más 300 millones que nadaron un ratito más por ahí.
En total, unos 1,500 millones.
Pero luego, en el camino, Duarte extravió el rumbo, perdió la dimensión de la realidad, y hacia el mes de agosto, 2013, cuando Arias Lovillo entregó la rectoría a Sara Ladrón de Guevara, la deuda de la SEFIPLAN a la UV oscilaba entre dos mil y dos mil 500 millones de pesos.
Es decir, la historia fidelista se había repetido de nuevo en la relación con la UV.
Tal cual, la deuda ha tenido altas y bajas, pero siempre a la orilla del precipicio, hasta llegar, y por ejemplo, al reality show por todos conocidos en el último trimestre del año anterior.
Mejor dicho, hasta la fecha.
AUTORITARISMO OFICIAL
El subsidio federal, desviado, por ejemplo, no obstante venir etiquetado de manera concreta y específica para la UV con su gasto corriente, pero también, con los programas especiales.
El subsidio estatal, regateado, por más que cada año es aprobado en el Congreso local.
El proyecto de seguir cabildeando ante la Federación para que depositara en forma directa a las universidades, más que a la deriva, en el abandono, pues muchos rectores tienen, por desgracia, “colas que les pisen”, y mejor llevarla ahí, pian pianito, sin someterse a un estricto control fiscal.
El gobernador en turno, en el autoritarismo más canijo, dueño del día y de la noche, imponiendo su voluntad, y de paso, hasta pitorreándose de la UV, como cuando fuera a la rectoría para nombrar una comisioncita encargada de cubrir la deuda pendiente.
La rectora, quien anunció “una revolución silenciosa”, silenciosa quedó ella misma, pues en todo caso, ni modo de “ponerse con Sansón a las patadas”.
El Jefe Máximo del Priismo, sin perdonar a la doctora Sara Ladrón de Guevara por tomar un cafecito en la biblioteca central de la UV con el diputado federal, Miguel Ángel Yunes Linares, su enemigo público número uno, con todo, incluso, que la rectora también invitó a Érick Lagos Hernández, PRI, y Cuitláhuac García, Morena.
El pago, claro, del dinerito para los salarios y aguinaldos, antes de que los académicos se lanzaran a la calle en igualdad de circunstancias que los pensionados a quienes apalearon las fuerzas policiacas, en tanto, y por ejemplo, algunas, muchas instalaciones de la UV se está cayendo solitas, además del abandono por la retención de los fondos públicos.
El centralismo del poder que lleva al autoritarismo oficial recrudecido en contra de la UV en el último año del sexenio, cuando la prioridad es ganar la gubernatura y el Congreso con los 50 diputados como una forma de garantizar la impunidad ante tanto “desorden administrativo, caos financiero y corrupción política”.
Publicado en: http://www.blog.expediente.mx/nota/17440/periodico-de-veracruz-portal-de-noticias-veracruz/lista-de-agravios

