* APARECIERON LOS
MEDICAMENTOS

Como por arte de magia, en sólo 24 horas después de que uno de los titulares mujer del Cecan advirtiera que los medicamentos de patente para sus pacientes sufrían desabasto a partir de este mes de enero, a través de un boletín oficioso de prensa informó el Cecan que ya hay las existencias que permitirán satisfacer la demanda de los pacientes de padecimientos oncológicos y otros.
Charada o realidad, pero el asunto cobra una relevancia muy significativa, porque en el mes de diciembre el presidente de la república anunció una suma millonaria y que se aplicará en la construcción y equipamiento de los hospitales de la asistencia pública, de todo el país.
Sin embargo, aquí en la provincia el clamor se generaliza en el sentido de que no hay tal y que los nosocomios, como aquí en Veracruz, andan a la quinta pregunta, mientras en sus pórticos y salas de espera y consulta reflejan un grave atiborramiento de pacientes en espera de ser atendidos por los galenos y sus administraciones.
Nosocomios que carecen de lo indispensable, como son camas, equipos en sus salas de intervenciones quirúrgicas, amén de los insumos elementales consistentes en sábanas, camas y otros. Un foco, una toalla, lo más indispensable que son los medicamentos de patente. Enfermos de cáncer y de VIH-Sida suelen insistir en que sus ministraciones no llegan.
Mientras a sus puertas tocan decenas de solicitantes de la atención médica en todos los nosocomios de carácter público.
Obviamente, el doctor Fernando Benítez Obeso no se puede partir en mil pedazos para dirigir al sector salud y cuidar las instalaciones de los hospitales. Empero, hay un ejército de burócratas profesionales y los de confianza que se cuidan hasta de respirar en público, siendo que sus obligaciones incluyen precisamente esa parte que estaría faltando en un sector como es el de la asistencia pública a través de nosocomios y clínicas.
Un pueblo sin salud, está muerto en vida.
El secreto para que un estado esté plenamente realizado ha de incluir la satisfacción de los cinco rubros vertebrales o habrá guerra, advertía Fidel Castro Ruz, al iniciar su revolución armada de 1959 y que son educación, salud, empleo, vivienda y recreación, menos no.
* LA LUCHA DE CAMPESINOS,
COMO LA DE GRUPOS MAFIOSOS
Este país guarda en la memoria histórica como la única lucha por la tierra, su producción y reparto entre los hombres que la trabajan, ocurrió con el general Emiliano Zapata, desde antes del estallido de la revolución de 1910 y que se pactó con el presidente, primero de la posrevolución, el señor Francisco I. Madero.
Desde entonces, engañados como han solido estar los campesinos desde hace más de cien años, pues al caudillo de los guerrilleros, el general Zapata, el presidente Madero simplemente le incumplió.
Junto con el general Pancho Villa, los líderes sociales habían conseguido que el gobierno emanado de la lucha armada se comprometiera a hacer la entrega de la tierra a los campesinos. Sin embargo esto no ocurrió. El presidente temió seguramente a los caciques regionales, los terratenientes y a los gringos que amagaban con agenciarse de gran parte del territorio mexicano, como habría de ocurrir conforme trascendió el tiempo.
Sin embargo, todavía el presidente Venustiano Carranza habría de sumar esfuerzos para dictar la sentencia que todavía dura en la letra de nuestra Carta Magna, consistente en promulgar la ley agraria, bajo la cual este país sería productor por excelencia de productos básicos de la dieta del común de los aztecas y un excedente importante para la exportación, no sin dejar asentada la exigencia de atender a quienes laboran en el surco de la tierra.
Lamentablemente, los supuestos dirigentes agrarios, que fueron surgiendo, cambiaron la banqueta por el banquete. No dejaron de saciar sus bolsillos personales y se fueron formando las nuevas legiones de amos y patrones de la tierra, en detrimento de la producción nacional, el abandono del agro y la miseria que también desde entonces arrastran los hombres y mujeres que pretendieron cubrir el viejo anhelo de Zapata, en el sentido de hacer producir la tierra y consolidar al país, por excelencia productor de alimentos de primera necesidad.
Surgieron las supuestas organizaciones en defensa de los desposeídos de todo, pretendientes de los huesos públicos, a costa de un campo, como ocurre con el suelo mexicano, a donde quiera usted verlo abandonado y muchos en la miseria aferrándose a un pedazo de tierra sin producir.
Para vergüenzas no gana México, importador por excelencia de alimentos de los Estados Unidos de Norteamérica.
Por eso, cuando se escucha que va a darse un reparto más de la tierra azteca, la pregunta que de inmediato surge es saber si acaso no fue el presidente Luis Echeverría, quien dijo que el reparto agrario concluía con él y que habría de reforzar con su «alianza para la producción», misma que con cambio de siglas reforzaron sus sucesores hasta el sexenio con Carlos Salinas, la firma del TLC y el éxodo de campesinos al vecino país del tío Sam.
* LAS ENCUESTAS FAVORECEN
A QUIEN LAS PAGA
El menor sondeo de opinión pública va a arrojar algunos numeritos que nadie que se desenvuelve en el quehacer público quisiera saber, como es el hecho de que un pueblo atemorizado, pobre, sin empleo, lastimado, lo menos que quiere saber es de comicios electorales.
Las dos últimas contiendas electorales revelaron que un 50 y pico por ciento de sufragantes registrados en el padrón del Instituto Federal Electoral, en aquel entonces, prefirió no votar, en aras de saber que con o sin su sufragio se sabía quién ganaba la elección.
La memoria popular no falla y, contrariamente a encuestas manejadas por trincheras ampliamente reconocidas, el común de veracruzanos tiene algo que no le deja satisfecho ni mucho menos optimista en relación a quién vaya a ser su futuro gobernador.
Los pactos se rompen, cuando resulta el elegido, así que no habrá mucho que esperar de un acuerdo de la unidad que acaban de pactar cuatro aspirantes a la primera silla de importancia política en Veracruz. Inclusive, se dice o coló la especie en el sentido de que así lo habría pedido Manlio Fabio Beltrones, el actual dirigente nacional de la maquinaria tricolor.
En dicho pacto van las firmas de dos precandidatos muy bien vistos por el régimen que se va y dos más que, aunque pertenecen al mismo partido, han dejado asentadas sentencias que si resulta alguno de ellos el elegido, habrá de cumplir una vez ensillado en el trono del poder estatal, porque la gente que los escuchó y siguió no va a olvidar cada una de sus promesas-anuncios y definiciones para el caso de que la diosa de la fortuna lo reconozca haciéndole entrega de la silla de mandatario.
La historia de las sucesiones sexenales cuenta toda clase de experimentos, sin embargo, cuando el unipartidismo gobernó, el gran dedo presidencial era más que suficiente para designar a los personajes que sexenalmente encabezaron la autoridad del poder ejecutivo. Miguel Alemán, Adolfo Ruiz Cortines, Fernando López Arias, Rafael Murillo Vidal y Rafael Hernández Ochoa, son los ejemplos más significativos.
Inclusive, cuando el «negro» Manuel Carbonell de la Hoz pretendió la gubernatura, bañó de propaganda la entidad toda de Veracruz, como caso salido de la propia aldea, sin embargo bastó la sentencia dictada por don Jesús Reyes Heroles, quien dijo «Yo como veracruzano aún no he votado por él», que inmediatamente dejó de ser candidato. Y en su lugar vendría un ilustre desconocido, para ese momento.
Las condiciones ahora han variado. Hay una pluralidad. Existen los partidos políticos cuyo encono entre sí es muy claro. El sólo mencionar que podrían darse las alianzas les provoca un marcado terror a algunos de los socios priistas y, por demás, se consolida la certidumbre de que hay un público elector, el que vota en ánforas convencido, ya vaya a secundar al viejo régimen o voltee hacia alguno de los abanderados de la ultraderecha o la izquierda. Al tiempo.
