En su libro Nadie les pidió perdón, la periodista visibiliza el sufrimiento de las víctimas de la violencia en México pero también los rostros de la dignidad
Para explicar la necesidad de recuperar las historias de las víctimas de la violencia en México, la periodista Daniela Rea parafrasea al filósofo francés Jaques Derrida: cada muerte es el fin del mundo.
La guerra contra el narcotráfico declarada por el gobierno mexicano hace diez años ha dejado a su paso incontables agresiones a la dignidad de las personas, justificadas siempre por un discurso fundado en el miedo que intenta perpetuar la violencia y el abuso de la fuerza como formas naturales de resolver los conflictos.
Las diez crónicas reunidas en Nadie les pidió perdón: historias de impunidad y resistencia, dan cuenta de las violaciones, las torturas, las ejecuciones extrajudiciales y las desapariciones forzadas producto de una política de seguridad que lanzó al Ejército a las calles a combatir a un enemigo sin rostro y que por lo tanto es cualquiera de nosotros. Pero el trabajo periodístico de Daniela Rea no se limita a describir el horror, su intención es que el lector reconozca como propio el dolor de los otros, despertar la empatía y la compasión.
¿Cuándo comenzaste a escribir las crónicas para este libro?
Estas crónicas empecé a reportearlas entre 2010 y 2015, por separado hasta que fueron encontrándose. No me dediqué exclusivamente al libro, pero todas las historias plantean la pregunta sobre qué es la justicia, otra parte tiene que ver con la forma en que los protagonistas, todos víctimas de la violencia, resuelven su vida cotidiana.
Al leer las historias identifiqué una especie de dualidad, narras el horror de la violencia pero también la humanidad que surge de ella ¿Esa es la intención del libro?
Como reportera nunca me ha tocado ver un caso en donde el Estado sea efectivo, existe una deformación de lo que es y en estas historias queda muy claro. A partir de esa experiencia comencé a preguntarme como le hacen las víctimas para sobrevivir a la violencia, a la impunidad, incluso a la indiferencia social. Me interesaba mucho conocer los mecanismos cotidianos a través de los cuales ellos le daban sentido a eso.
Nosotros podemos decir: Sí, ya sabemos lo que pasa y seguir con nuestra vida. Pero cómo le das sentido a tu vida cuando lo más importante, que puede ser tu hijo, no está, cuando te entrevistas con quienes lo desparecieron y sigues sin encontrarlo.
Cuando comencé a escribir la historia de Miriam, una mujer detenida ilegalmente y violada por el Ejército, escuché a su pareja, me contó que ella le había sido infiel. Desde su perspectiva, la infidelidad de su pareja era una inmoralidad, algunos de sus amigos le dijeron que ella merecía sufrir ese castigo por lo que le había hecho, pero él, un hombre que apenas estudió hasta la secundaria, desde una posición muy humana pensó: nadie, por más malo que sea se merece esto.
A partir de ahí empecé a sentir que son cosas que nos pueden pasar a cualquiera de nosotros y fue cuando entendí cómo los demás pueden conceptualizar el perdón. El caso de los asesinatos entre pandilleros de Ciudad Juárez también me hizo ver que no todo es blanco o negro.
El discurso oficial y que reproducen los medios de comunicación va por otro lado, hacen ver a las víctimas de la violencia como responsables de su propia desgracia.
Así es y a mí me da mucha tristeza que nos sintamos obligados a validar a nuestras víctimas. Qué importa si se trata de un estudiante con buenas calificaciones, si era un empresario intachable o una madre abnegada, tenemos la necesidad de presentarlos como personas inmaculadas por el nivel de impunidad, porque para hacer un reclamo digno al Estado creemos que nos sentimos obligados a decir eso. Una señora que tiene un hijo criminal no se siente con derecho a exigir justicia porque él se lo buscó.
No importa la calidad de persona que uno sea para exigir justicia, pero la impunidad no nos permite reivindicar a las personas como tales. No importa si eran guerrilleros o secuestradores, para eso deben estar los sistemas de justicia que deberían funcionar.
¿Cómo se aprende a hacer este tipo de periodismo que subraya la perspectiva de las víctimas de la violencia?
Existen muchas referencias en América Latina, muchos maestros, desde Martín Luis Guzmán, Revueltas, hasta maestros jóvenes que no dejan de preguntarse por qué pasan las cosas. En lo particular creo que estamos en un momento en el que nos estamos obligando a aprender. Al periodista ya no le es suficiente aprender técnicas de investigación periodísticas, veo a muchos compañeros que estamos ávidos de leer textos filosóficos por si eso nos abre otras perspectivas de entendimiento, hay una vinculación muy fuerte entre el arte y la academia porque la academia por sí misma ya no explica.
Yo me di chance de hacer el último texto de este libro más experimental, pensaba mucho en el rostro de mi hija, escribí mis sueños.
A propósito de tu maternidad, tus crónicas destacan mucho los vínculos familiares, por ejemplo las historias de las madres que buscan a sus hijos desaparecidos ¿Ser madre te hizo escribir desde otra perspectiva?
De alguna manera ser mamá me hizo involucrarme de otra forma y no porque crea que sólo los padres de familia puedan ser sensibles ante estas situaciones.
Viéndolo a la distancia el libro apela a una maternidad en el sentido de cuidar al otro. Se puede ver cuando una chava ayuda a una madre a vestir los restos de su hija, cuando Miriam desde la cárcel piensa si estarán cuidando a sus hijos como lo hizo ella con un niño que se quedó sin mamá o como Liliana que decide criar a su hijo feliz, a pesar de la ausencia de su padre desaparecido en Tamaulipas.
Muchas de las historias han sido para mí misma una lección de maternidad, de dignidad y compasión. Hay cosas que no entendí del todo, faltan muchas respuestas, creo que lo que ha pasado en los últimos años escapa a nuestro entendimiento, nos faltan elementos para explicar las cosas… por eso como periodistas estamos obligados a buscar otras formas de entender la violencia porque es necesario que se sigan contando las historias de las víctimas.
Publicado en: http://elanden.mx/item-Los-relatos-de-impunidad-y-resistencia-de-Daniela-Rea20164233


