
Si algo cala en el ánimo de los veracruzanos, es no solo la inacción del gobierno de Enrique Peña Nieto por los graves sucesos políticos, sociales y financieros que padecen los veracruzanos en los últimos años, que han convertido a la entidad en noticia, para mal, no solo nacional sino también internacional. No sólo eso, también cala el silencio absoluto para referirse, para bien o para mal, sobre la vida del Estado. Como si no pasara nada, el presidente visita el estado y expresa en todos sus discursos, referencias cualitativas y cuantitativas de circunstancias federales, pero nada acerca de lo que atañe cotidianamente a los veracruzanos.
Se cumple un mes de los trágicos acontecimientos de Tierra Blanca y su gobierno, si bien coadyuva con la intervención de la gendarmería, de manera fuerte en la limpieza de la zona donde se dió el secuestro de los jóvenes originarios de Playa Vicente, no da visos de dar un hasta aquí a la grave situación de inseguridad, que vivimos en todos los rumbos del estado, a merced de traficantes, secuestradores, extorsionadores, asaltantes de carreteras y malos policías. Gran parte de nosotros hemos vivido en carne propia un hecho delictivo y constatado el horror de un sistema de seguridad estatal que requiere urgentemente el apoyo de la gendarmería a nivel de todo el estado.
De que sirven sus visitas a nuestro estado si no hay evidencia alguna de que lo preocupe nuestra situación. Al contrario, parece que hay una consigna soterrada contra nosotros para que paguemos quien sabe que culpa, según las perspectiva del señor Enrique Peña Nieto, con nuestros muertos, nuestros secuestrados, nuestras familias aterrorizadas, nuestras finanzas estatales en la quiebra total, nuestros jubilados burlados y golpeados, nuestra universidad estatal vilipendiada y despreciada, y nuestras contiendas políticas sujetas al vaivén de presiones de poder de grupos enquistados para enriquecerse a costa de Veracruz.
Que discurso presidencial puede convencernos en nuestro ánimo como ciudadanos si no hay referencia alguna a nuestra problemática estatal. Si hay el disimulo político para tratar con diplomacia, a quienes poco han hecho para conseguir que de Veracruz crezca como un territorio productivo, lleno de obra pública y de confianza en el gobierno, como sucede en entidades aledañas donde se ve el progreso obtenido a través del correcto ejercicio de las políticas públicas.
Con que ánimo podemos congratularnos de su presencia en nuestro estado, si es una visita de pisa y corre, para hablarnos de logros que son lo menos en un Veracruz que está lleno de pesares, angustia y desconcierto. Aqui, lo esperamos con nuestros periodistas muertos, silenciados por oscuras fuerzas que operan a mansalva en nuestras calles; con estudiantes aterrorizados a punta de machetazos en ataques nocturnos que nadie investiga ya; con nuestros empresarios burlados en las cuentas del gran capital donde no se les pagan adeudos gubernamentales; con jefes de plaza que solo son motivo de persecución policiaca cuando se pasan de las raya de los acuerdos establecidos entre altos funcionarios y bandas; con nuestra universidad pública amenazada para ser intervenida fiscalmente solo por solicitar se le pague un recurso financiero ya etiquetado desde hace años y que se decidió gastar en otros rubros del gobierno estatal; con nuestras calles destrozadas; nuestras carreteras poco seguras y nuestras carencias de ofertas de empleo satisfactorias para nuestros jóvenes que inician la lucha por la vida.
Si a al Presidente de la República, que es depositario de uno de los máximos poderes conferidos por la Constitución Mexicana, el ejecutivo, no parece interesarle lo que está pasando en Veracruz, al borde siempre del caos total y del hundimiento de la fe en las instituciones, que podemos esperar ya en lo que viene de las próximas elecciones por el cambio gubernamental,algunas de ellas llenas de oprobiosas consignas de odio y venganza, o de cinismo o de disimulo de los reales problemas que impiden el progreso de los veracruzanos, o de candidatos independientes que no son más que extensiones de los mismos partidos políticos, o de autoridades electorales con clara preferencia partidista.
¿Qué piensa el señor Presidente respecto a lo que pasa en Veracruz y que acciones puede tomar para remediar la nave que vaga hacia tormentas aún más destructivas? Eso es lo que nos gustaría conocer a muchos veracruzanos que realmente creemos que México marcha hacia una nueva era de progreso a nivel global. ¿Como mantener esa esperanza en pie con el duro ejemplo, tan comentado a nivel internacional, del desastre que está viviendo Veracruz? ¿Qué sentido tiene su presencia en nuestras tierras si no voltea a mirarnos y se refiere a lo que pasa aquí, de manera directa, no diplomática? Los ciudadanos de este terruño, que ha sido tan importante en la historia nacional, esperan de Enrique Peña Nieto, palabras o acciones directas sobre nuestro presente y nuestro futuro. Palabras y acciones que vayan más allá de la retórica política. Evidencias claras de que, al nivel del poder ejecutivo, hay conciencia de los graves acontecimientos que se viven en Veracruz, y de que se actúa para evitar lleguemos a las crisis que viven ya, otras entidades del país.

