HISTORIA DE PLAN DEL RÍO Y SU FORTÍN DE ÓRDENES MILITARES


plan del rio
Pintura «La marcha de la conducta» pintada en 1836 por el artista inglés Daniel Thomas Egerton, con el estilo romanticista neogótico y una perspectiva de Plan del Río desde el gran muro de contención (Fuente: http://fortindeplandelriohistoria.blogspot.mx/)

fuerte

Investigación/Fotografías: L.C.C. Mario Jesús Gaspar Cobarruvias.

Una producción de Mario Jesús Gaspar Cobarrubias, egresado de la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana
Una producción de Mario Jesús Gaspar Cobarrubias, egresado de la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana

A 36.5 kilómetros al sureste de la ciudad de Xalapa y a 71.4 kilómetros al noroeste del puerto de Veracruz en México, a orillas de la carretera federal 140 se localiza la pequeña población de Plan del Río, perteneciente al municipio de Emiliano Zapata. Esta localidad, según el censo de población del INEGI, tenía apenas 1199 habitantes en 2010, una cifra bastante reducida si se toma en cuenta la gran antigüedad que posee el poblado como sitio habitado y que se remonta a siglos antes del periodo de colonización española en el siglo XVI, pues se halla próximo al yacimiento arqueológico de Pangololotlán, que data del Horizonte Preclásico, siendo su periodo de mayor apogeo el Clásico Tardío, entre los años 600 y 900 de nuestra Era. El nombre de Pangololotlán nombre, en opinión del antropólogo José Luis Melgarejo Vivanco (1914-2003), epigrafista del Instituto de Antropología de la Universidad Veracruzana, es una palabra extraña mezcla del náhuatl con elementos lingüísticos de origen posiblemente africano: Panco (puente), lolo (se desconoce su acepción) y tlán (lugar), viniendo a significar Lugar donde se pasa; en referencia a los sitios propicios que existen para cruzar las abruptas barrancas de Plan del Río.

Mapa de la carretera federal 140 entre Xalapa y Veracruz, señalando la posición de Plan del Río (Fuente: https://maps.google.com.mx/)
Entre 1520 y 1530, el español Pedro Maldonado funda una venta o mesón, junto a Pangololotlán, cuya población totonaca casi desapareció por el azote biológico de epidemias. No obstante, la venta continúo dando servicios a los viajeros y arrieros por estar situada estratégicamente a orillas del naciente camino real, que comunicaba Veracruz -situado entre 1525 y 1599 en La Antigua, a orillas del río Huitzilapan- y Xalapa, en su ruta de ascenso hacia la Ciudad de México. Hacia 1600, este mesón era propiedad de Baltazar de la Bezares, después de su hermano Melchor y en 1609 fue vendida a María Nuñez en 400 pesos de oro común, quien en el mismo año, la traspasó a Juan Gallegos por 550 pesos. En 1613, la propiedad pasa a Pedro Ruíz , vecino de la provincia de Xalapa, recuperándola María Nuñez en 1619. Tras pasar por varios dueños, el negocio fue adquirido poco antes de 1640 por don Sebastián de la Higuera Matamoros, quien la arrendó a diversos venteros de Xalapa,
permaneciendo en poder del Mayorazgo de la Higuera durante el resto del siglo XVII.
Durante el siglo XVI, el sitio fue conocido como La Penja, El Plan y la Venta de Arroyo. Será hasta el siglo XVIII, cuando reciba su nombre final de Plan del Río. Un nombre muy bien aplicado ya que el poblado está asentado en una planicie rodeada de elevaciones, cruzadas por dos afluentes del río Actopan, también llamado San Carlos, famoso por sus aguas cristalinas y muy recomendables para el consumo humano. En geografía, un Plan es un terreno que presenta marcadas variaciones en su orografía. Ubicado a 885 metros de altitud y en las últimas estribaciones del volcán Cofre de Perote, presenta un conjuntos de valles, barrancas no muy profundas, cerros muy altos.
En el siglo XVIII, Plan del Río queda encuadrado en el territorio de la Alcaldía Mayor de Xalapa, pues el gobierno indígena de Xalapa obtuvo una licencia para construir en el paraje conocido como Aguascalientes (hoy Plan del Río) una venta para atención y alimentación de los viajeros, con el comercio de los productos de la localidad (miel, madera, verduras y artículos manufacturados), ampliando así el territorio de la alcaldía. Al igual que en otras poblaciones, las ventas fueron elemento para propiciar el crecimiento de la población con un estilo de vida similar al español. Desde el siglo XVI, formaban parte de una ruta llamada Camino de las Ventas, que partía desde San Juan de Ulúa a la venta de Buitrón en la costa, luego por tierra enlazaba con La Antigua, Rinconada, Plan del Río, El Encero, Xalapa y las ventas de Sedeño, Aguilar, Las Vigas y Perote; que con el paso del tiempo se fueron complementando con establecimientos diversos en Cerro Gordo, San Miguel del Soldado, La Joya y Cruz Blanca, que no siempre consiguieron sobrevivir hasta el siglo XIX.

La estrella indica la posición de Plan del Río en el sistema de caminos nacionales de Veracruz a México, en este mapa del servicio de inteligencia norteamericano en 1847 (Fuente: http://www.mappery.com/Invasion-of-Veracruz-to-Mexico-City-Historical-Map)
Miles de viajeros se detuvieron en la venta de Plan del Río o el territorio ocupado por este pequeño pueblo y los mencionaron en sus testimonios escritos, a lo largo de más de 400 años. Un ejemplo, es el brigadier de ingenieros español Manuel de Santisteban, destinado al servicio en la Nueva España desde 1761 y que se encargará del diseño y construcción de la fortaleza de San Carlos, en las afueras del pueblo de Perote. En 1769, el virrey Carlos Francisco de Croix le solicita un reconocimiento y descripción de la ruta Veracruz-Xalapa-Perote a lo largo de 134.08 kilómetros, partiendo de la Nueva Veracruz hacia La Antigua, a orillas del río Huitzilapan. El informe, titulado RELACIÓN DEL CAMINO REAL DE MEXICO, QUE DESDE LA PLAZA DE VERACRUZ SIGUE POR XALAPA HASTA EL PUEBLO DE PEROTE fue terminado de redactar el 16 de marzo y detalla los desfiladeros, ríos, puentes y pasos existentes en el trayecto y se envió toda esta documentación a España para su aprobación, con carta fechada el 20 de mayo de 1769.ް
Menciona lo siguiente, acerca del tramo de La Antigua hasta Cerro Gordo, pasando por el Plan:
“De la Antigua al rancho de Arroyo Seco hay tres leguas y media, se pasa por el de Sn. Francisco, camino bastante incómodo, pedregoso y lleno de atascaderos en tiempos de lluvia.
De Arroyo Seco hasta la Venta de la Rinconada, distante siete leguas de la Antigua, continúa el camino con la misma incomodidad.
Estatuilla hallada en la zona de Plan del Río, antes Pangololotlán, 5 de agosto de 2011 (Fuente: Archivo del Lic. Mario Jesús Gaspar Cobarruvias)

De la Rinconada a la venta del Plan del Río, hay tres leguas con el mismo piso y antes de llegar, se pasan dos puentes de piedra, aunque los arroyos permiten el paso lo más del año. Tiene esta situación una bajada y empinada subida cubierta y cerrada de árboles por ambos costados, siendo posible dificultarla mucho más, con retrincheramientos y cortaduras, y aunque sigue por la izquierda una profunda barranca que facilita excusar dicha subida, se hace respetable su tránsito por la dominación del terreno en toda la distancia, hasta desembocar en el paraje llamado Cerro Gordo y tierra del Coyote, distante como legua y media del Plan, para introducirse en el camino real que pasa al pie del Cerro Gordo.

Este monte, de bastante altura, a manera de cono truncado, formando un dilatado placer en la parte superior y dominando los terrenos inmediatos y con especial la referida subida, sería digno del mayor aprecio para defensa de este importante paso si conviniesen las demás circunstancias de agua y saludable benigno temperamento para un efectivo restablecimiento pero en la ocasión conviene ocuparlo y defenderlo, cuanto lo permitan las operaciones de campaña.”
LOS DOS PUENTES
La población no había experimentado un crecimiento demográfico importante en los siglos XVI y XVII, pero era un sitio de paso obligado para los viajeros y el tráfico de mercancías hacia Xalapa y los pueblos de la zona cercana. El camino era muy difícil de transitar y sufría constantemente las inundaciones de los ríos Actopan y Huitzilapan, lo que obligaba a los pueblos y villas a destinar recursos económicos a la reparación de estos tramos.
Esta situación comenzó a cambiar durante el gobierno del rey Fernando VI (1746-1759), apodado “El prudente”, quien el 13 de octubre de 1749 emite la real instrucción a los superintendentes generales de correos, postas y estafetas, especificando las normas que seguirán en materia de caminos, incluyendo su reparación y apertura. En cuanto a la explotación y conservación de los mismos dice la instrucción:
“Los Intendentes corregidores harán especial encargo a todas Justicias de su provincia y subdelegados de ella para que cada uno en su término procure tener compuestos y comerciables los caminos públicos y sus puentes en que se interesa la causa común; que no permitan que los labradores se entren en ellos; y a este fin pongan sus fitas y mojones, y procedan contra los que ocuparen alguna parte de ellos con las penas y multas correspondientes a su exceso, a más de obligarles a la reposición de su coste, y que si necesitaren de mayor ensanche o reparos de puente o calzada que facilite los pasos y tránsitos den cuenta con la justificación necesaria a mi Consejo para que por él se providencie lo conveniente en lo que no puedan costear los pueblos, en cuyo territorio se deban hacer, interín que por mí no se tome otra regla y providencia; y cuidarán de conservarlos corrientes conformes a las órdenes dadas y las ordenanzas municipales.”

Vista hacia el norte del pueblo Plan del Río en dirección a Cerro Gordo y Xalapa, 27 de septiembre de 2014 (Fuente: Archivo del Lic. Mario Jesús Gaspar Cobarruvias)
Esto marcó un cambio importante en la forma en que la monarquía española veía la cuestión de sus vías de comunicación, asumiendo por primera vez responsabilidades directas en la ejecución y explotación de los caminos principales, que experimentarán un gran auge durante el reinado de Carlos III (1759-1788).

Vista hacia el sur del pueblo Plan del Río en dirección a Rinconada y Veracruz, 27 de septiembre de 2014 (Fuente: Archivo del Lic. Mario Jesús Gaspar Cobarruvias)
En 1757, el virrey Don Agustín de Ahumada y Villalón, marqués de las Amarillas, ordena a Antonio Primo de Rivera, Alcalde Mayor de Xalapa, la reparación del camino real en el tramo de Perote a Veracruz. Este alcalde otorga un reconocimiento al Agrimensor en Tierras, Aguas y Minas, José Miguel de Santa María, por la construcción de los puentes conocidos como Plan del Río y El Encero. Bajo su dirección, en 1758 se construyen dos puentes de mampostería sobre los dos arroyos de Plan del Río y hacia 1760, otro a poca distancia de la venta del Encero (hoy Dos Ríos).
Sobre el arroyo sur o río Chico del Plan, tras dejar la cuesta del camino real que baja desde La Cumbre y Palo Gacho, se hizo un puente de dos arcos, que posteriormente se amplió a tres, y que fue conocido como Puente de la Reina en el siglo XIX, por la idea de tener un real compañero del gran Puente del Rey, construido con 7 arcos entre 1805 y 1807 sobre el río La Antigua, 22.7 kilómetros al sureste del Plan. También se le ha conocido como Puente de San Pedro. Actualmente, mide 56.53 metros de longitud, 5.50 de alto, 8.40 de ancho, varias bocanas de desagüe inoperantes y 4 contrafuertes dispuestos como tajamares y espolones, siendo cilíndricos y gruesos los del lado oriente y más alargados -sin duda una sustitución- los contrarios. Los tres arcos son de medio punto con un vano de 10.3 metros (12 varas) cada uno, notándose un claro ángulo de pendiente en el espesor de las bóvedas de sur a norte. Del lado oriente, también se visualiza un cordón rematado en volutas neoclásicas por ambos extremos, siendo esta ornamentación, la única que se aprecia en los puentes de arco del camino real de Veracruz hasta Perote, que han sobrevivido hasta nuestros días.
En el profundo arroyo norte o río Grande del Plan, a 470 metros del Puente de la Reina y a 51 metros de la venta, se edificó un puente con un solo gran arco arco de medio punto, de 12.53 metros de anchura (15 varas) y con una bóveda excesivamente gruesa de piedra bruta y acuñada. Este puente ya no existe, pues fue volado con pólvora en febrero de 1848, por guerrilleros veracruzanos que trataban de impedir el paso de un convoy norteamericano rumbo a la capital. Aunque la Ciudad de México ya había sido capturada en septiembre de 1847, la guerra continúo, hostilizando con gran éxito por parte de la guerrilla mexicana, a las vías de abastecimiento entre la capital y el puerto de Veracruz, a lo largo del camino real, rebautizado nacional desde 1824. A pesar de que se había ya firmado el 2 de febrero, el Tratado de Guadalupe-Hidalgo, oficialmente llamado Tratado de Amor y Paz, Amistad, Límites y Arreglo Definitivo entre los Estados Unidos Mexicanos y los Estados Unidos de América y que fue ratificado el 30 de mayo. El historiador y funcionario de gobierno, Miguel Lerdo de Tejada, escribe al respecto en el segundo tomo de su obra APUNTES HISTÓRICOS DE LA HEROICA CIUDAD DE VERA-CRUZ, publicada en 1858:
Aunque al concluir el año 1847 el padre Jarauta y su compañero Martínez se habían retirado del camino de Vera-Cruz, dirigiendo sus excursiones por los llanos de Apan y las inmediaciones de Pachuca, (1) y otros de los jefes de las guerrillas se habían cansado ya de la vida errante y en el mes de Febrero siguiente, á pesar de estar ya firmado el tratado de paz, atacaron otro convoy en el mismo punto, donde se apoderaron de mas de ocho mil pesos en sederías; poco despues hicieron lo mismo en la Antigua con unos atajos de muías cargadas, matando é hiriendo á los arrieros, porque llevaban licencia de los americanos para portar armas, y el 20 atacaron en la Soledad á una partida de éstos, quitándoles tres carros, y haciéndole 13 muertos y 13 heridos. Ademas, con el objeto de impedir ó molestar el paso al enemigo por el camino de Vera-Cruz á Jalapa, destruyeron los guerrilleros el puente del Plan del Río, con lo cual no perjudicaron tanto á los americanos como al gobierno mexicano, porque su reposición en 1854 y la construcción de un puente provisional de madera que se hizo allí antes, costaron á la República mas de ochenta mil pesos.”

Camino real que baja desde La Cumbre al «Puente de la Reina», 27 de septiembre de 2014 (Fuente: Archivo del Lic. Mario Jesús Gaspar Cobarruvias)
Entre 1848 y 1851, se hizo un puente provisional de madera para facilitar el cruce. En 1852 se trató de reparar el puente dañado y fracasó incluso una reconstrucción entera del arco, por lo que se ofreció en concurso el contrato de la obra a fines de ese año. La obtuvo y desempeñó en medio de grandes dificultades, de enero a mayo de 1854, el joven ingeniero don Francisco de Garay, cuyo proyecto inicial fue un puente metálico pero se altero a pedido del presidente Antonio López de Santa Anna, a un puente de mampostería y ladrillo. La novel estructura fue llamada Puente Nuevo fue terminada puntualmente el 15 de mayo de 1854, tras las pruebas de rigor, fue abierta al público el 21 de julio, habiendo costado la cantidad de 30.000 pesos y es la que permanece hasta nuestros días. Mide 30.83 metros de largo, 7.67 de ancho y 10 de alto, con altos contrafuertes prismático en el lado que está favor de la corriente. El arco mide 18 metros (21.53 varas) y 7 de sagita, fue formado con ladrillo de piedra caliza local y buena clase, ante la imposibilidad de conseguir piedra labrada o sillería. Al final, se colocó una losa de mármol en uno de los costados y decía en caracteres antiguos:
“Por disposición de S. A . S. el General Presidente de la República Don Antonio López de Santa-Anna, y mandado ejecutar por el Ministerio de Fomento y de sus propios fondos, se reconstruye este puente bajo la dirección del ingeniero Don Francisco de Garay. Año de 1854.
El «Puente de la Reina» construido en 1758, 27 de septiembre de 2014 (Fuente: Archivo del Lic. Mario Jesús Gaspar Cobarruvias)
VENTA Y ERMITA
En la actualidad, Plan del Río se extiende de norte a sur a lo largo de 1.37 kilómetros al borde una barranca poco profunda. Al subir desde Rinconada, se entra por el Puente de la Reina (donde confluye la carretera 140 y el camino real que baja desde La Cumbre) y tras casi medio kilómetro se llega al Puente Nuevo, bordeando un enorme cerro de 70 metros de altura. Cruzando el puente, se llega al núcleo de población de Plan del Río, cuyo crecimiento urbano ha sido siempre en esta área, pues la presencia del gran cerro y la anchura del cauce del río Grande del Plan obstaculizan la construcción de nuevos edificios.
Más adelante -siempre a lo largo de la carretera que antes fue el camino real de Veracruz a Xalapa- se llega al edificio que fue la famosa venta de Plan del Río en el siglo XIX y mencionada por viajeros ilustres y no siempre en buen tono, dependiendo del trato recibido. Tiene una longitud de 27 metros y 9.80 de anchura, con un gran techo a dos aguas de tejas en la sección casa-habitación junto al camino, reforzada con dos pequeños contrafuertes y un alto nicho en el extremo norte. Atrás tiene la parte de huéspedes con patio, pórtico y arcada de estilo neoclásico. Detenerse ahí era indispensable, pues la venta de La Rinconada estaba a 11.59 kilómetros lineales al sur y la del Encero a 22.32 al noroeste de este edificio, que fue restaurado en 2007 y hoy en día se usa como tienda y casa-habitación.
Más adelante, se halla la antigua Ermita de Plan del Río: está dedicada a la Virgen de los Remedios y es una construcción del siglo XVIII con una nave a dos aguas con teja y viguería de madera. El virrey don Manuel Antonio Florez Maldonado, que gobernó en la Nueva España entre 1787 y 1789, aprobó en este último año la solicitud de los habitantes para reedificar su iglesia local. Pero fue hasta 1791, cuando estando presentes 79 vecinos ante don Pedro Gorrindo Palomino, Subdelegado del partido de Xalapa, éstos se comprometieron a edificar una iglesia de 24 varas de largo (20.06 metros) por 8 de ancho (6.68 metros), techada de madera y teja.
Fue terminada a finales de esa década o durante la siguiente, pues aparece ya en la hermosa litografía La marcha de la conducta del inglés Daniel Thomas Egerton (1797-1842) hecha en 1836, aunque con su arquitectura influenciada por el romanticismo y vista como un edificio neogótico. Más fiel a la realidad es Llegada en Plan del Río, del francés Henri Pierre Léon Pharamond Blanchard en 1863, que representa a los soldados del general de brigada Berthier acampados frente a la iglesia, antes de proseguir su marcha hacia Xalapa, durante la Segunda Intervención Francesa en México (1862-1867). La iglesia actual tiene una planta es rectangular, mide por dentro 23 metros de largo y 8 metros de ancho, un poco más que lo estipulado en 1791.
EL CAMINO DEL CONSULADO
Plan del Río experimenta un nuevo auge, muy comprensible, cuando en 1803 el Consulado de Veracruz, erigido el 17 de enero de 1795, inicia por fin, oficialmente, la construcción de su camino real entre Perote, Xalapa y Veracruz, tras recibir la aprobación por real cédula del rey Carlos IV el 19 de febrero, finalizando casi ocho años de pleitos con el rival Consulado de México, que desde 1796 estaba construyendo su camino real pero por el rumbo de las villas de Córdoba y Orizaba. De esta forma, el 18 de mayo de 1803, inician los trabajos con obras en dos puntos que eran cuellos de botella en la ruta: la barranca de Plan del Río y la Cuesta del Soldado.
Se trabajó hasta 1812, durante esos años la Junta de Gobierno del Consulado siguió el proyecto trazado por el ingeniero español Diego García Conde y supervisado por su superior Miguel de Constanzó, contándose con la valiosa participación del arquitecto José Antonio Rincón Calcáneo y su hermano Manuel Joaquín, en la construcción del enorme Puente del Rey con 7 arcos y 1 alcantarilla grande sobre el río La Antigua. El nuevo camino estaba proyectado para una longitud de 143 kilómetros con una calzada de 12.5 metros de anchura en con un piso de capas de tierra apisonadas, cascajo, estando solo empedrados los puntos necesarios como las cuestas o el ascenso al altiplano entre Xalapa y Perote. Para tratar con las inundaciones en las llanuras aluviales facilitando su desagüe en épocas de lluvias, se lograron finalizar en 1812, un total de 223 alcantarillas de arco y diversas dimensiones. Además de 11 puentes nuevos de piedra dotados de 5, 4, 3 y 1 arcos.

El «Puente Nuevo» construido en 1854, 27 de septiembre de 2014 (Fuente: Archivo del Lic. Mario Jesús Gaspar Cobarruvias)
A partir de 1796, el Consulado de Veracruz invirtió también recursos en reparar 4 puentes de mampostería edificados en el siglo XVIII, que ya existían en el camino real: los tres edificados por don José Miguel de Santa María y uno que aún existe sepultado bajo la Carretera Nacional atravesado por el río Santiago en un paraje próximo a la hacienda de Las Ánimas y que pudo construirse entre 1784 y 1797. Se levantaron además, 3 puentes de madera con un arco de 5 metros en Las Vigas, el Paso de Lagartos y el Río Grande. Entre 1803 y 1812 se levantaron los puentes nuevos sobre los ríos y arroyos de Sedeño, La Hoya, Copale, Lagartejos, Atliyac, Tolome, Tula, San Juan, Río Grande y los arroyos de Enmedio y Vergara. La mayoría eran puentes de un solo arco. Quedando todo relacionado en el LIBRO DE NOTAS INSTRUCTIVAS escrito por don Salvador de Alva, contador del Consulado de Veracruz.
En la barranca de Plan del Río, desciende suavemente hasta 38 metros de profundidad con el pueblo en su borde, desde abril de 1803 se inició la construcción de un gran muro de contención en escarpa, con 151.80 metros cúbicos de gruesa mampostería de piedra de río y 17 contrafuertes prismáticos de gran tamaño. Mide de 209 metros de largo, 43 centímetros de pared, 9.40 de ancho total y 5.70 de alto, teniendo en el centro una alcantarilla en talud, cuyo arco de medio punto rebajado mide 1.04 metros de vano. Gran parte de la longitud de esta obra fue reforzada durante la construcción de la Carretera Nacional entre Veracruz y Xalapa en la década de 1930, con un segundo muro de 1.67 metros de espesor. Sobre esta obra monumental y subiendo suavemente una pendiente de transita el que fue llamado Camino Nuevo o Camino del Consulado muy nivelado para las carretas, aumentado el tráfico comercial y sus ganancias comerciales. Además de la seguridad de los viajeros, al abandonar el uso del accidentado Camino Viejo de herradura, siempre en pendiente hasta Cerro Gordo, que se usaba desde el siglo XVI y que comienza en la última calle de Plan del Río antes de enfilar hacia el gran muro de contención. Está delimitado por un muro de cal y canto de hasta 1.70 metros de alto y 45 centímetros de espesor y se extiende durante 4.74 kilómetros paralelo al río Grande del Plan hasta unirse con el Camino Nuevo entre los cerros del Telégrafo y el Atalaya a poco más de un kilómetro de distancia del actual pueblo de Cerro Gordo.
Algo similar se hizo a 45 kilómetros al noroeste, en San Miguel del Soldado, cuyo muro fue conocido como la Muralla Grande y mide 84 metros de longitud, existe otro muy parecido en la Cuesta de la Calera -cerca de Rinconada- del subsisten 78 metros y uno más en Conejos -próximo a Puente Nacional- muy similar al de Plan del Río y del que se conservan aún 40 metros, por hallarse truncado.

La antigua venta de Plan del Río restaurada en el año 2007, 27 de septiembre de 2014 (Fuente: Archivo del Lic. Mario Jesús Gaspar Cobarruvias)
Otra obra secundaria pero muy importante, fue la apertura completa del camino a través del bosque baja desde la localidad de La Cumbre -antes llamada El Alto- donde aun se pueden ver restos de la calzada empedrada con piedra basáltica. Este camino fue iniciado en el siglo XVI por don Alvaro López, a pedido de Hernán Cortés en la década de 1530, para unir la Ciudad de México con La Antigua y San Juan de Ulúa y se fue consolidando a través de los siguientes siglos como un difícil camino de herradura, que se comenzó a modernizar intermitentemente desde el 25 de noviembre de 1776. Desde el actual Rancho Viveros, se extiende por 1.33 kilómetros, con una anchura de 7 metros, un piso con lajas de piedra de río y desciende una suave pendiente de 68 metros hasta unirse con el Puente de la Reina. A partir de ahí comienza la llamada Calzada del Consulado, que vuelve a ascender una suave pendiente de 3 metros, y transita sobre el gran muro de contención y terreno firme 554 metros antes de girar hacia Cerro Gordo. Actualmente, la calzada, que casi llegó hasta Las Ánimas, se halla sepultada bajo la carretera 140 o Nacional, construida entre 1928 y 1938 y que cumplió las expectativas que el Consulado de Veracruz tenía de unir Veracruz, Xalapa y Perote por una ruta que impulsara el crecimiento económico de las regiones por donde cruzara.
LA GUERRA DE INDEPENDENCIA
Las obras del camino real emprendidas por el Consulado de Veracruz se interrumpieron el 20 de mayo de 1812 por el estado de guerra en que entró la Nueva España desde el 16 de septiembre de 1810, con la rebelión emprendida por el padre Miguel Hidalgo en el pueblo de Dolores. Además de la bancarrota económica en que finalmente cayó la corporación porteña debido al pésimo estado del comercio desde la guerra de España con Napoleón, que iniciada en 1808 se prolongó hasta 1814, obligando a la Nueva España a socorrerla con enormes préstamos que drenaron su antes próspera economía. Por otra parte, cuando la guerra se propagó a la provincia de Veracruz en 1811, los ataques insurgentes a los campamentos de trabajadores y bodegas impedían seguir las obras del camino, que se quedó inconcluso en la zona de Santa Fe, a 14 kilómetros de la ciudad amurallada de la Nueva Veracruz, con la que nunca se enlazó a pesar de haberse construido previamente dos puentes de mampostería en los arroyos de Vergara y Río Enmedio, con uno de madera sobre el Río Grande.

La antigua Ermita de la Virgen de los Remedios construida a partir de 1791, 27 de septiembre de 2014 (Fuente: Archivo del Lic. Mario Jesús Gaspar Cobarruvias)
Los rebeldes emprendieron un extenso desgaste a la ya debilitada economía de la zona entre Xalapa y Veracruz se caracterizó por el uso de los accidentes geográficos y pasos estratégicos, destruyendo parte de las obras recién hechas por el Consulado de Veracruz, a fin de impedir el paso de los batallones realistas y apoderarse de los convoyes comerciales que en ambas direcciones, bajaban de México a Xalapa y de ahí al puerto. Para lograrlo, las guerrillas libraron numerosos combates y establecieron parapetos -y más tarde fortificaciones- particularmente en los parajes de Plan del Río, Puente del Rey y San Juan, donde las obras consulares habían creado tres zonas de control estratégico: el espacio entre dos puentes (los de Plan del Río, el Puente del Rey y el río Copal, el río Seco y el rio San Juan).
Este tipo de guerra cerrando los pasos vitales del comercio y el transporte militar, tuvo bastante éxito entre 1811 y principios de 1815, pues a la escasez de recursos económicos y la destrucción de la agricultura en la zona externa a las ciudades, se agregó la llegada de batallones expedicionarios que España, pese a su guerra con el ejército napoleónico, envío como refuerzo al ejército virreinal que luchaba por liquidar la rebelión, que atrajo a sus filas a numerosos desertores de las filas realistas. En 1812 llegaron 3857 hombres de los batallones de infantería de Asturias, Lovera, América, Castilla, Zamora y Fernando VII. En 1813 arribaron a Veracruz 1895 efectivos de los batallones de Extremadura y Saboya. En 1814, no arribaron refuerzos. Estas tropas sobrecargaron la economía xalapeña hasta cerca del borde del colapso y obligó a abrir las cargas de numerario del comercio para pagar sus indispensables servicios, toda vez que, pese al valor desplegado y penurias sufridas, los soldados del rey eran incapaces de doblegar a los insurgentes de Nicolás Bravo, Manuel Rincón, el Chino Claudio y Guadalupe Victoria, entre otros muchos caudillos rebeldes.
Tuvieron bastante éxito, pues casi exterminaron al batallón de Voluntarios de Castilla al mando del bravo coronel Francisco Hevia impidiéndole salir de Veracruz, construyeron sus propios fortines, impusieron contribuciones para autorizar el paso de los convoyes por el Puente del Rey y hacerse de recursos para financiar la rebelión y auxiliarla en otras zonas. También cortaron prácticamente la comunicación entre la capital y la costa durante meses. En contrapartida, pagaron un muy alto precio en vidas humanas, la destrucción de sus rancherías y la quema del pueblo de La Antigua por el batallón de Zamora al mando del coronel Rafael Bracho, pues la guerra en territorio veracruzano se desarrolló con una ferocidad muy superior a la del Bajío donde tuvo su origen.
El 31 de mayo de 1813, el virrey Félix María Calleja del Rey, acérrimo enemigo de la insurgencia y que había batido con éxito al ejército de Hidalgo, además de afrontar sin éxito a Morelos en Cuautla, emitió la instrucción para la creación de un Camino Militar entre Perote y Veracruz, es decir, el control y escolta del camino real que había hecho el Consulado en la década anterior. Este y otros documentos referentes, se hallan en el Archivo de Historia Militar de Sevilla:
“Perote le mandará al Sr. Gobernador de la Fortaleza a las órdenes del general del ejército del sur y su guarnición además de los patriotas armados de su distrito constará de 250 de fuerza de infantería, 50 de caballería y 7 leguas de distancia de un puesto a otro.

Gran muro de contención construido en la barranca de Plan del Río para sostener el Nuevo Camino del Consulado en 1803, 27 de septiembre de 2014 (Fuente: Archivo del Lic. Mario Jesús Gaspar Cobarruvias)
Joya, en ella se situará un puesto militar que proveerá la villa de Xalapa y estará a las órdenes del comandante que de ella se nombre; la fuerza de este destacamento será de 70 de infantería, 30 de caballería y a la distancia de 4 leguas.
Xalapa; además de los patriotas armados de su distrito tendrá una fuerza de 250 de infantería, 50 de caballería a una distancia de 5 leguas y media.
Cerro Gordo; se establecerá en él un puesto militar que dependerá del comandante de Xalapa con la fuerza de 75 de infantería, 25 de caballería y a 5 leguas.
Rinconada, se establecerá en él un puesto militar que dependerá de Xalapa con la fuerza de 75 de infantería, 25 de caballería a 4 leguas y media de distancia.
Paso de Ovejas; se establecerá en él un puesto militar que proveerá el Sr. Gobernador de Veracruz y estará a sus órdenes con la fuerza de 100 de infantería, 50 de caballería a 7 leguas.
Santa Fe; se establecerá en ella un puesto militar que guarnecerá la plaza de Veracruz y estará a las órdenes del Sr. Gobernador de ella con la fuerza de 1200 de infantería, 50 de caballería a 3 leguas de Veracruz.”
No resulta difícil visualizar lo reducido del ejército realista entre Perote y Veracruz, en una zona extremadamente agreste con un clima mortal a los europeos y gente nacida en clima frío, además de una geografía montañosa que proporcionaba numerosos refugios a los insurgentes. Por ello, solo una red de puntos fuertes en zonas escogidas -similar a la estrategia de portaaviones hoy en día- podía sostener el dominio del rey el tiempo suficiente para que España expulsara por fin a los franceses de sus fronteras y volviera de nuevo su atención hacia la más importante colonia de su imperio.

Vista del fortín de Órdenes Militares desde el gran muro de contención, 27 de septiembre de 2014 (Fuente: Archivo del Lic. Mario Jesús Gaspar Cobarruvias)
FERNANDO MIYARES Y MANCEBO
En 1814 la situación en España mejoró con la retirada de los ejércitos napoleónicos y el cuerpo de comerciantes de Cádiz presionó por el restablecimiento seguro de la ruta México-Jalapa-Veracruz. Financiaron el envío del tercer cuerpo expedicionario de reconquista, aprovechando para ello la disponibilidad abundante de tropas por el fin de su propia guerra de independencia.
De esta forma, el 18 de junio de 1815 desembarca en Veracruz el brigadier venezolano Fernando Miyares y Mancebo (1780-1816), considerado uno de los mejores y más capaces jefes que hicieron la guerra contrainsurgente. Bajo un plan rotativo de servicio de 2 años en ultramar, traía bajo sus órdenes 1.749 soldados: el Regimiento de Órdenes Militares No. 33 al mando del coronel Francisco Xavier de Llamas (2 batallones con 1.126 soldados de la infantería de línea) y el batallón de Voluntarios de Navarra al mando del coronel José Ruíz (623 soldados de infantería ligera).
Del brigadier Fernando Miyares y Mancebo, se sabe que era hijo del Capitán General de Venezuela, Don Fernando Miyares y González y Doña Inés Mancebo de Miyares, ambos nacidos en Cuba (durante su estadía en Caracas, doña Inés ayudó a amamantar al hijo recién nacido de su amiga Doña Concepción Palacios de Bolívar, el futuro libertador Simón Bolívar). Esta familia era de ilustre y contaba con numerosos miembros en el ejército español. Nacido en la ciudad de Caracas en 1780, destacaba por ser muy activo y emprendedor.
En 1803 con el grado de teniente de Ingenieros es nombrado ayudante del regimiento real de Zapadores y Minadores. Su historial militar incluye su participación en 1808 como capitán de ingenieros en el Regimiento de la Princesa del ejército expedicionario español en Dinamarca, exigido por Napoleón al monarca Carlos IV de España en virtud del Tratado de San Ildefonso, firmado el 27 de junio de 1796. En abril de 1815 el Ministro de Indias comunica al gobernador de Veracruz la salida de Miyares al mando de casi 2.000 hombres para aquel puerto.
Inmediatamente se trasladó a la zona de Jalapa, siendo investido de muy amplias facultades por el virrey Félix María Calleja del Rey. Estuvo menos de un año en la Nueva España, logrando sucesivos triunfos que le valieron ser nombrado gobernador de Veracruz. Además se distinguió por su trato muy humano hacia los vencidos, lejos de la bárbara guerra de exterminio que hacían otros jefes con beneplácito de los virreyes como Venegas y Calleja. Falleció en 1816 a causa de una lesión recibida durante su campaña en el camino real de Córdoba y Orizaba. En el tomo décimo de su HISTORIA GENERAL DE MÉXICO DESDE SUS TIEMPOS MÁS REMOTOS HASTA NUESTROS DÍAS y publicada de 1876 a 1877, el historiador español Niceto de Zamacois (1820-1885) escribe acerca de Miyares y su desempeño en este virreinato:
“El golpe que había recibido el brigadier Miyares en las inmediaciones de San Andrés Chalchicomula, al caer del caballo, como dejo referido en su lugar correspondiente, llegó á dejarle muy delicado en su salud. Deseando recobrar esta, y disgustado de la rivalidad que notaba en algunos jefes contra el virrey, nacida de la superioridad de conocimientos militares de éste, se volvió á España en Abril de 1816, donde murió á poco. Miyares fue uno de los militares más inteligentes, activos y bizarros que en esa época pasaron de la península á la América. Caracas puede enorgullecerse, con justicia, de contar en el catálogo de sus muchos y distinguidos hijos, á ese pundonoroso militar que reunía al valor y los conocimientos del arte de la guerra, los sentimientos más nobles de humanidad y de justicia”.

Vista del flanco del fortín de Órdenes Militares desde la carretera 140, 27 de septiembre de 2014 (Fuente: Archivo del Lic. Mario Jesús Gaspar Cobarruvias)
Tras un análisis detallado de la zona, viendo los recursos insuficientes en tropas, dinero y que los insurgentes hacían guerra de guerrillas y no batallas campales de estilo europeo; el brigadier Miyares determinó el establecimiento de fortines artillados en puntos estratégicos, que permitieran la mutua asistencia a menos de un día de camino y a los campesinos establecerse cerca de ellos, aprovisionando así a las tropas de guarnición. Además de impedir que los rebeldes se fortificaran en sitios vitales, como sucedió en Puente del Rey, donde fue preciso librar dos batallas en 1815 para asegurar el paso.
Éste plan responde perfectamente a la misión que le fue encomendada desde España, en sus propias palabras:
“El objeto de mi venida a este reino con los regimientos de infantería de Órdenes Militares y Voluntarios de Navarra fue el de establecer un camino militar de Xalapa a Veracruz, asegurándolos con fuertes de campaña o del modo que yo tuviese por más conveniente”
La siguiente tabla muestra los fuertes que se pudieron establecer hasta marzo de 1816, siendo construidos algunos y otros descartados como grandes obras, pero manteniendo guarnición:
Consideraba suficientes para custodiarlos 520 soldados expedicionarios relevándolos cada 15-20 días a fin de que disfrutaran del descanso y de su trabajo. Así otros 940 estarían disponibles para escoltas y perseguir bandidos). El plan original de Miyares de 1815, terminó concentrándose en 1816 en solo 5 fuertes: El Lencero, Órdenes Militares, Fernando VII y dos tendientes a construirse en Santa Fe y San Juan. Todos ellos estarían comunicados por telégrafos ópticos de brazos mecánicos, de San Juan de Ulúa hasta Puente del Rey y de éste a Xalapa.
Aunque no todos los fuertes se terminaron de construir en su totalidad y la seguridad nunca fue completa durante el tiempo que Miyares dirigió las operaciones, el tránsito de Veracruz a Jalapa se agilizó y podía recorrerse en solo 5 días con la escolta de los regimientos expedicionarios. Algunos de esos fuertes fueron demolidos o incendiados en 1821 por los patriotas veracruzanos que abrazaron la causa de Agustín de Iturbide y que no deseaban estos obstáculos en su lucha, como el fortín de La Antigua que fue incendiado el 31 de mayo de ese año. El fortín de Órdenes Militares sobrevivió casi intacto y fue el más importante de este camino militarizado, pues era el modelo de arquitectura militar a seguir para construir los demás.
LA BATALLA DE PUENTE DEL REY
¿Por qué se escogió Plan del Río para construir este fortín? Durante su primer viaje de Veracruz a Xalapa, Miyares escribió notas de todo cuanto veía para formar su plan de campaña contra los insurgentes. Estudió la zona de Puente del Rey y la de Plan del Río, reflejando esto en el DIARIO DE LA PARTE TOPOGRÁFICA Y ESTADÍSTICA DEL TERRENO QUE RECORRE LA DIVISIÓN AL MANDO DEL BRIGADIER D. FERNANDO MIYARES Y MANCEBO, QUE DA PRINCIPIO EL DÍA 21 DE JUNIO DE 1815 Y FINALIZA EN EL DÍA DE LA FECHA. Salió de Veracruz a tres días de haber arribado, para alejar a sus soldados de las epidemias características de la zona en los meses de verano y que habían diezmado a otros cuerpos expedicionarios. A diferencia de Hevia, siguió el camino por la playa hasta La Antigua, pues la bóveda del puente de Río Enmedio había sido destruido desde 1812 y el camino por el rumbo de Paso de Ovejas, estaba infestado de insurgentes. El 23 llegó al Puente del Rey dando un día entero de descanso a su tropa. El 24 enfila por el camino real pasando por La Nevería, La Rinconada, El Organo y baja a Plan del Río por el sendero desde La Cumbre. Lo describe así:
“El Plan del Río es un pequeño valle comprendido entre dos ríos, llamados Grande y Chico del Plan. Por la derecha del camino termina el valle en la confluencia de los dos ríos que toman el nombre de él, y por la izquierda en unas lomas y alturas en anfiteatro que le dominan. Militarmente visto, es un paraje sumamente expuesto para tropas que marchen por el camino real si no se toman de antemano las alturas de la izquierda, pues si algún cuerpo de tropas se empeñase en el Plan sin esta precaución no tendría más arbitrio que atacar de frente la posición, que no puede flanquearse ni por derecha ni por la izquierda en razón de la profundidad del cauce de los ríos, cuyas orillas son altas, escarpadas y casi inaccesibles. Los puentes por donde se pasan los expresados ríos son de piedra, bien construidos y capaces de pasar artillería de todos los calibres”.

Vista del fortín de Órdenes Militares desde su camino de ascenso, 27 de septiembre de 2014 (Fuente: Archivo del Lic. Mario Jesús Gaspar Cobarruvias)
La posición era inmejorable, ya que un fuerte artillado en la cima del cerro estaría a salvo de ser flanqueado por los obstáculos naturales por tres de sus lados y tendría la ventaja de la altura, desde la cual cañones con disparos de trayectoria parabólica podrían batir los dos puentes, el Camino Real e incluso el gran muro de contención distante 900 metros directamente al frente.
Tras su llegada a Xalapa, reforzó su tropa con 350 soldados locales y comenzó su campaña el 24 de julio de 1815 desalojando a la guerrilla de Guadalupe Victoria de su formidable posición en Puente del Rey en su viaje de regreso a Veracruz. Luego se trasladó a la zona de Córdoba y Orizaba y regresó a Xalapa. Durante estos meses no desarrolló su campaña pues la temporada de lluvias impedía un buen desempeño de las operaciones militares. No obstante avanzó en la administración de Xalapa quitando el impuesto que los anteriores jefes militares habían cargado sobre la población y se construyó el fuerte del Encero, fortificando los dos edificios que componían la venta, a fin de controlar el paso del puente muy próximo y la subida del camino real desde Corral Falso y Cerro Gordo.
El 1 de diciembre apareció sorpresivamente por el rumbo de La Ventilla con una división realista de 1.500 soldados de las tres armas, que será reforzada al día siguiente por una fatigada tropa de 700 hombres al mando del coronel Joaquín Márquez Donallo, venida desde Perote. Su plan era desalojar definitivamente a los rebeldes, que habían recibido refuerzos en armas y habían aumentado sus números a 1.500 hombres con 7 piezas de artillería, con parapetos en los cerros próximos al Puente del Rey y un fortín en la cima del cerro de la Derecha, que posteriormente se conocerá como de La Concepción. Su movimiento clave será apoderarse del cerro de la Izquierda, antes de cruzar el gran puente y establecer ahí su campamento y una batería que construye a gran prisa en la ribera para bombardear el fuerte insurgente, mientras sus batallones cruzan el río y rodean por atrás, construyendo trincheras que estrangularán la defensa y los obligarán a rendirse.
Tras establecer un sitio de una semana, en la noche del 8 de diciembre, la trampa está a punto de cerrarse en torno al fortín al privarsele del agua que corre por el arroyo Copal junto al cerro de la Derecha. Mientras Miyares quema la masa de cornezuelos que bloquean del Puente del Rey para unirse al coronel José Ruíz, quien manda el batallón español de Voluntarios de Navarra, en la calzada de Chipila. A las 20.30 horas se oyen gritos desde lo alto del cerro sitiado que dicen «¡Viva el rey, viva el general y viva Navarra!», señalando que los cazadores de esta tropa han capturado la fortificación insurgente, gracias al aviso de tres hombres fugados de ahí que indican que han sido abandonada por los defensores, huidos unos hacia la barranca de Acazónica y otros hacia la base insurgente de Tehuacan.

Vista del sótano con muros en escuadra en el interior del fortín de Órdenes Militares, 27 de septiembre de 2014 (Fuente: Archivo del Lic. Mario Jesús Gaspar Cobarruvias)
En la mañana del 9 de diciembre, Miyares ocupa formalmente el fuerte mientras Márquez persigue a los fugitivos hasta la barranca de Acazónica, donde tiene un duro encontronazo con los insurgentes, que no genera mayores consecuencias.
Miyares informa enseguida al virrey Félix María Calleja de su victoria y detalla las abundantes provisiones y excelente artillería abandonados por los rebeldes. En su informe señala que ha mandado bajar 2 cañones de lo alto del cerro de La Derecha, cuyo fortín ha rebautizado como Atalaya de la Concepción en conmemoración del día en que lo capturó (8 de diciembre). Es la primera mención que se conoce de este hecho y cuyos documentos originales están en el Archivo General del castillo de Simancas, en España.
Los insurgentes reconocen que la perdida de tan importante posición y pertrechos se debe a la inexperiencia militar del jefe insurgente, frente a la pericia profesional de hombres como Miyares, Márquez y Rincón que comandan tropas con una moral alta debido a las victorias conseguidas en 1815.
El día 10 se comienza a construir el fortín de campaña del Rey Dn. Fernando VII en lo alto del cerro de La Izquierda, que a partir de entonces se llamará San Fernando en los planos del siglo XIX y del Nopo en el XX. El día 13 la división realista captura el fortín insurgente de La Antigua, junto al río Chico y el 19 regresa a su base en Jalapa finalizando su exitosa campaña, que cambia la marea de la guerra a favor de los realistas, que continuarán su imparable ofensiva hasta diciembre de 1819; cuando Guadalupe Victoria desaparecerá, ocultándose en selvas y cuevas; de las que emergerá hasta 1821.
EL FORTÍN
Vista del entrepiso con el pilar que sostiene el sistema radial de viguería, 27 de septiembre de 2014 (Fuente: Archivo del Lic. Mario Jesús Gaspar Cobarruvias)

No se conoce la fecha exacta de inicio de construcción del fortín de Órdenes Militares, pero según el DIARIO DE LAS OPERACIONES CONTRA PUENTE DEL REY, escrito por Miyares a don Francisco Xavier Abadía, inspector general de Indias, reportando su campaña militar entre el 1 y el 22 de diciembre, ya se había iniciado antes del día 12. Miyares aprovechó la gran desorganización insurgente, resultado de sus victorias, para acelerar la conclusión del fortín de Órdenes Militares en Plan del Río. Escribió al respecto:

“Día 11. Llegó la división de Márquez y salió el regimiento de Navarra a explorar los pasos de Rinconada y Cuesta de la Calera a fin de que el 2º. batallón de Órdenes, que debe llegar en este día con un gran convoy de víveres y municiones, lo verifique con felicidad, como con efecto ha sucedido.= He dado la orden para que el 2º. batallón de Órdenes marche mañana a Xalapa, llevándose los heridos, balerío suelto, alguna artillería y demás objetos que no sean necesarios aquí.= He providenciado también lo conveniente para que se conduzcan al Plan del Río los efectos necesarios, y con los que debe concluirse totalmente el fuerte de Órdenes Militares establecido en aquel punto.= Día 12. Marchó el 2º. batallón de Órdenes Militares en cumplimiento de la orden que se le dio ayer.= He resuelto marchar contra el fuerte de la Antigua, que se halla guarnecido por la gavilla del “Chino” Claudio, y a este efecto he dado mis órdenes para verificarlo en el día de mañana.”
No obstante, en su extenso INFORME A SU SUCESOR EN EL GOBIERNO DE VERACRUZ SOBRE EL ESTADO DE LA PROVINCIA, fechado 8 de abril de 1816, Miyares informa al mariscal don José Dávila lo suficiente para situar el periodo inicial de construcción alrededor del mes de noviembre de 1815:
«El objeto de mi venida a este reino con los regimientos de infantería de Órdenes Militares y voluntarios de Navarra fue el de establecer un camino militar de Xalapa a Veracruz, asegurándolos con fuertes de campaña o del modo que yo lo tuviese por más conveniente.= Esta operación estuvo suspensa desde el mes de junio del año pasado en que yo llegué a Veracruz, hasta el mes de octubre próximo anterior en que se principió, a causa de que el temperamento no permitió que se ejecutase en el intermedio del tiempo citado.= Las facultades que yo traía tuvo a bien ampliarlas el excelentísimo señor virrey de este reino, y en consecuencia de ellas empecé a operar sobre el camino real haciendo construir casi a un mismo tiempo los fuertes del Encero y de Órdenes Militares, situado en el Plan del Río. Seguidamente se arrojó a los rebeldes de los fuertes que construyeron en Puente del Rey, y lo mismo se verificó con el que habían hecho en La Antigua, los cuales se ocuparon por más tropas, y con ellos y los anteriormente citados del Encero y Órdenes Militares juzgué que estaba bastante bien apoyado el camino militar, aunque de un modo provisional.»

Vista de la terraza y una de sus cinco cañoneras, 27 de septiembre de 2014 (Fuente: Archivo del Lic. Mario Jesús Gaspar Cobarruvias)
Tampoco se conoce el día exacto en que se terminó de construir, pero sí que fue en el mes de febrero de 1816. El día 18, Miyares informa al virrey Calleja que el Órdenes Militares ya se encuentra operativo, por lo que se estima el tiempo en levantar el fortín entre 60 y 75 días aproximadamente. Los trabajos, a un costo estimado de 2.600 pesos, fueron dirigidos por los hermanos y capitanes José Antonio y Manuel Joaquín Rincon Calcáneo, mismos que también habían trabajado en la edificación del Puente del Rey y el camino real entre 1805 y 1811, a las órdenes del ingeniero militar Diego García Conde. Por su conocimiento de caminos, puentes y trabajos de zapadores, habían sido reclutados en 1814 por el coronel Luis del Águila y después por Miyares.
También informaba del estado en que se encuentran las demás fortificaciones, algunas de las cuales debieron suprimirse por la imposibilidad de obtener agua para sus respectivas guarniciones.
En su informe del 8 de abril de 1816 al mariscal Dávila, Miyares describe el fortín de Plan del Río y su potencia de fuego:
“El fuerte de Órdenes Militares está construido en una montaña situada a tiro de cañón de la confluencia de los ríos Grande y Chico del Plan, que bañan muy próximamente las faldas de la indicada montaña. Este fuerte es de la figura y proporciones que se indican en el plano que acompaño a vuestra señoría, construido según el citado sistema del general Montalemberg.= Este fuerte está dominado por un crestón de la misma montaña en que se halla establecido, cuyo defecto, aunque conocí, lo desprecié en razón de que desaparecería luego que se concluyese la obra, pues debiendo establecerse en ella un telégrafo situado en el centro de la azotea y apoyado en el robusto pilar, que con este objeto se construyó, es también necesario, después de situada la máquina a la altura que convenga, construir a su pie una casita o habitación que sirva para el manejo de ella, y en consecuencia esta casa o habitación hace los efectos de un espaldón con el cual queda desenfilada la obra y nula la dominación.= En este fuerte hay en el día situadas una pieza corta de a 4 con otra de a 6, y el piso en donde están puede muy bien resistir piezas de a 12.”
Reconstrucción 3D del aspecto exterior del fortín (Fuente: tesis de maestría del arquitecto Alfonso García y García)

Arquitectónicamente, se trata de una robusta torre poligonal de 7 lados irregulares, de casi 9 metros de altura y 3 niveles (sótano, entrepiso y terraza) sobre roca caliza ligeramente nivelada. Los muros están en escarpa. El fortín ocupa un área total de 46.67 metros cuadrados. Su entrada era mediante un puente levadizo en el cuerpo medio, práctica muy seguida en la época para evitar el fácil asalto por tropas enemigas. Fue construido con piedra caliza, arena y madera de la región. El techo de madera y vigas radiales, está sostenido por una maciza columna central que se ve en el entrepiso.

No se trataba de una fortificación de traza irregular, sino armoniosa que se adapta a los accidentes del terreno. Sus lados miden según su orientación, 3.42 metros al oeste/este, 8.30 metros al sur/sureste/suroeste. 9.80 al noroeste y 9.60 al noroeste. Formando una punta de diamante, como la que se aprecia en la traza irregular del baluarte de Santiago en el Centro Histórico de Veracruz. Este modelo diseñado por Miyares, era geométricamente proporcionado, buscaba el perfecto equilibrio y armonía en la arquitectura, que además debía ser eficiente y resistente.
La forma se debe a la aplicación del sistema de fortificación de Defensa Perpendicular propuesto por el francés marqués Marc René de Montalembert (1714-1800), quien proponía una defensa exitosa basada ya no en baluartes grandes (cuando predominaba aún la fortificación abaluartada inspirada en los principios del marqués de Vauban, mucho más costosa y dilatada de construir, desde su origen en el siglo XV) sino en sólidas casamatas complementadas por trincheras.
El marqués de Montalembert nació en Angoulême el 16 de julio 1714 y murió en París 28 de marzo 1800. Fue un hombre de letras en general y un ingeniero francés, especializado en fortificaciones defensivas, autor de un importante tratado sobre fortificaciones militares y tres comedias. La Defensa Perpendicular, que constaba de cinco volúmenes publicados entre 1776 y 1784, consistía básicamente en lograr varias maneras de fortalecer la línea recta, triángulo, cuadrado y todos los polígonos, ampliando los lados según lo exigiese el terreno, dando así a la defensa una dirección perpendicular (la condición de perpendicularidad se da entre dos entes geométricos que se cortan formando un ángulo recto). Sus ideas fueron despreciadas por sus contemporáneos pero aplicadas por todas las naciones europeas a partir de 1850, cuando la necesidad de economizar recursos y hacer frente a la artillería de proyectiles explosivos, se impuso y su uso se prolongó hasta el siglo XX, en la forma de casamatas, torres y bunkers.

Reconstrucción 3D de los componentes internos del fortín (Fuente: tesis de maestría del arquitecto Alfonso García y García)
Adoptaba las siguientes características:
1. Se confiaría a la torre un papel central en la defensa de toda plaza.
2. Se usarían recintos poligonales capaces de adaptarse a las irregularidades del terreno.
3. La base de la torre está formada por ángulos cuyos lados se flanquean recíprocamente a 90° con el fin de garantizar la defensa cercana.
4. Las casamatas se sitúan a los lados y la artillería de tiro lejano en los entremedios, inspirados en las baterías de los buques de guerra de tres puentes de la época.
5. Las torres alojan numerosos cañones destinados a la acción lejana.
6. La torre permite una gran potencia de fuego al concentrar los cañones, que pueden disparar en todas las direcciones.
7. En montaña, donde los cañones de gran calibre tienen dificultades de acceso, la torre conserva muchas ventajas a pesar de su relativa debilidad.
8. Al contrario de lo que era habitual hasta entonces, los cañones se colocan en casamatas abovedadas a prueba de bombas, quedando protegidos del tiro enemigo, y más particularmente de los tiros de rebote.
Miyares adoptó este sistema para reducir el número de tropas destinadas a cubrir los fuertes y escoltas del camino real. Indicaba que no bastarían 800 hombres, pero que aplicándose este sistema, bastaría con la mitad e incluso podría reducirse más. Los los soldados estarían bien guarnecidos y casi nada expuestos al daño. La comprobación de los beneficios de la Defensa Poligonal se hizo precisamente en el fortín de Órdenes Militares, bajo este criterio:
“Propuse que los fuertes se construyesen bajo este sistema que prescribe el general Montalemberg, por considerarlos yo los más a propósito para la especie de guerra que se hace en este país”.
Miyares estaba versado en el arte de la fortificacion, pues había sido ayudante de ingeniero en 1801, justificaba la elección de su diseño en los siguientes términos, en su correspondencia al virrey:
“El indicado sistema tiene en sí, como se sabe, las ventajas siguientes: 1ª. La guarnición de estos fuertes puede aumentarse o disminuirse considerablemente, sin perjuicio de su buena defensa; 2ª. Quedan encerrados en ellos los víveres, municiones y demás efectivos, sin que puedan jamás deteriorarse, ni por las lluvias ni por los ardores del sol, y por la razón expresada se precave a sus guarniciones de las enfermedades que son consiguientes en este país a todo individuo que sufre la intemperie; 3ª. En los expresados fuertes no hay que hacer sino el primer gasto y puede asegurarse que su duración, sin hacer en ellos composición ninguna podrá ser la de 50 años; 4ª. Para apoderarse de cada una de ellas, si son medianamente provistas y defendidas, se necesita de un sitio formal, pues los ataques bruscos, y aún los sorpresa, están muy distantes de tener lugar en esta especie de obras, si en ellas hay la décima parte de la vigilancia, que se requiere en cualquiera otra fortificación; 5ª. Su elevación proporciona ventajosamente el establecimiento de telégrafos, circunstancia que no he olvidado.”

Vista transversal del fortín destacando la gran columna central que sirve de soporte a todo el edificio (Fuente: tesis de maestría del arquitecto Alfonso García y García)
Situado en un cerro cuya altura es de 70.26 metros, surgía la preocupación sobre la capacidad de cobertura que podría brindar la fortificación a sus defensores. A esto Miyares suscribe:
“El único defecto que se pone a las torres de Montalemberg, es que sólo tienen en sí una defensa directa y que los defensores no registran el pie del muro de la obra que defienden, pero este defecto ha desaparecido en Órdenes Militares, habiendo yo hecho construir escapes o ladroneras en todos sus frentes, desde las cuales ya con el fusil, ya con granadas de mano, queda todo perfectamente visto y defendido, esto es desde el pie del muro hasta la distancia de tiro de cañón no hay un paraje en donde el enemigo pueda establecerse a pecho descubierto, sin que sufra daño, cuando los defensores están tan cubiertos que es muy causal pueda haber en ellos la menor desgracia”.
Entraba en los planes de Miyares y, más tarde, del virrey Juan Ruíz de Apodaca, establecer casamatas con cañones y obuses de a 6 y 4 libras lo largo del camino real. Los obuses a diferencia de los cañones, tenían más calibres y disparaban esferas de hierro huecas rellenas de pólvora que explotaban en un momento predeterminado por el artillero, gracias a un fusible ajustable que se encendía en el instante del disparo. Recortando el fusible, podía estallar en el aire encima del enemigo arrojándole metralla.
En 1784, el mayor general inglés Henry Shrapnel (1761-1842) inventó la caja esférica (spherical case), luego bautizada con su propio apellido; se usó por vez primera en 1804. Su envoltura se parecía a la de un proyectil común, pero en realidad transportaba una carga explosiva de pólvora rodeada de balas de mosquete. Ajustando debidamente el fusible, el Shrapnel lanzaba una lluvia de balas, desde arriba, sobre la tropa enemiga, cubriendo un diámetro aproximado de 225 metros. Aunque teóricamente podía alcanzar a muchos hombres, al parecer las heridas infligidas no eran de consideración, excepto que se usara en grandes concentraciones de cañones (baterías masivas).

Planta de traza poligonal del fortín y el sistema externo de trincheras que le rodea (Fuente: tesis de maestría del arquitecto Alfonso García y García)
Esta arma fue muy usada por el ejército británico en la Guerra de Independencia Española (1808-1814) y en la gran batalla de Waterloo en 1815, con efectos devastadores para detener asaltos de infantería y caballería con metralla. Su efectividad hacia imprescindibles los cañones en las batallas de la época. Sirve de ejemplo, que en la batalla de Puente de Calderón, se usaron 95 piezas insurgentes de diferentes calibres contra 10 del ejército realista. La bala Shrapnel se usó prácticamente hasta la Primera Guerra Mundial (1914-1918) y fue base para los proyectiles explosivos cilíndricos que aun se usan.
Todos estos factores proporcionaban a Órdenes Militares las siguientes ventajas tácticas:
1. DEFENSA DE LARGO ALCANCE: con el fortín dotado de obuses de ese calibre disparando en ángulos de elevación relativamente altos, se podían alcanzar objetivos entre 450 y 1.600 metros de distancia. La eficacia de la artillería aumentaba por la altura del cerro y tener dos de sus flancos cubiertos por los ríos Grande y Chico del Plan.
2. DEFENSA PASIVA: la Defensa Perpendicular se adaptó a las irregularidades del terreno donde está construido el fortín, permitiéndole regular la longitud de cada muro y cubrir así los ángulos más adecuados por las armas de fuego.
3. DEFENSA EXTERIOR: las trincheras de 1.25 metros de profundidad protegen de ataques sorpresivos y permiten un camino seguro para las patrullas, que de verse superadas, pueden replegarse hacia el fortín.
4. DEFENSA DE CORTO ALCANCE: el fuego de fusilería protegido por paredes y desde los remates almenados del techo, permitían a pocos defensores bien armados sostenerse por largo tiempo.

Vista de una ladronera de diseño abocinado para defensa con fusil y granadas de mano, 27 de septiembre de 2014 (Fuente: Archivo del Lic. Mario Jesús Gaspar Cobarruvias)
Estas consideraciones fueron tomas en cuenta por Miyares para calcular el máximo y el mínimo de soldados que podría tener el fuerte, en una época en que las tropas realistas siempre eran insuficientes para cubrir todas las misiones y España enviaba regimientos cuyo efecto militar era absorbido por la inmensidad del territorio a cuidar y la extrema movilidad de los insurgentes:
“Aunque he dicho que la guarnición de este fuerte debe ser de ochenta hombres, como también he significado que una de las primeras ventajas que en sí encierra es que esta guarnición pueda sufrir alteraciones en su fuerza, sin perjuicio de su buena defensa, he determinado que en el día solo haya un oficial con veinte hombres, y siendo estos los únicos que lo guarnecen, estoy bien seguro que el punto está perfectamente bien guardado”.
Las bodegas del nivel inferior tenían gran capacidad según expresa la correspondencia de Miyares al virrey cuando informa del término de su construcción:
“El fuerte de Órdenes Militares [Plan del Río] puede contener ochenta defensores. En su almacén de víveres pueden encerrarse treinta mil raciones, en su almacén de municiones he tenido yo depositados doscientos treinta mil cartuchos de fusil, quinientos tiros de cañón y seiscientas granadas, quedando aun un gran espacio para que los arrieros transeúntes puedan depositar en ellos lo que gusten y entreguen con cuenta y razón”.
La gran capacidad de almacenamiento que menciona, se debía a las estimaciones sobre los alimentos para las tropas. Miyares era un jefe previsor, buen administrador y preocupado por el bienestar de sus solados. Sus cálculos señalaban que se podían almacenar en Xalapa y en los fuertes construidos víveres para 4 meses, consumiéndolos a razón de 2.000 raciones diarias: sus dos regimientos expedicionarios y las tropas auxiliares de Xalapa, ascendían en 1816 a más de 2.000 hombres. Se daría así, tiempo para reponerlas reduciendo su consumo en proporción a que las guarniciones fueran cada vez menores. Consideraba muy costoso este sistema, mientras no se hubiera logrado avecindar un número suficientes de rancheros en torno a los fortines y estos pudieses abastecer con sus productos agrícolas a los soldados destinados a la guarnición.
Las raciones se destinarían preferentemente a las tropas que separándose de los fortines, se adentraran en terrenos donde no pudieran comprar provisiones. El 8 de abril de 1816, informaba a su sucesor José Dávila en el gobierno del castillo de San Juan de Ulúa, sobre las provisiones acumuladas en Jalapa y los fuertes del Camino Real militarizado:
“7º. Cuenta vuestra señoría también con 76 268 raciones de galleta, 310 863 de menestra. 243 716 de jamón y manteca. 109 050 de chile. 65 672 de sal. 12 040 de aguardiente, y 80 cargas de cebada que quedan depositadas en los almacenes de Xalapa y del camino militar, como podrá vuestra señoría verlo por el estado que le incluyo con el número 17.”

Representación del Telégrafo de Chappel de 1793 y el modelo simplificado de Francisco Hurtado usado en 1805 (Fuente: https://en.wikipedia.org/wiki/Claude_Chappe)
Uno de sus logros en esta materia militar tan delicada, fue conseguir que los rancheros que vivían en las inmediaciones del Camino Real se avecindaran cerca del fuerte de Puente del Rey, tras la dispersión de las fuerzas de Guadalupe Victoria en diciembre de 1815. En el cuidado de sus tropas, el brigadier tomaba las medidas que consideraba necesarias para la supervivencia de la fuerza puesta a su mando, soldados de primera linea, difícilmente reemplazables tanto por su entrenamiento y experiencia adquirida en la guerra contra los ejércitos napoleónicos. En su primer viaje de Veracruz a Xalapa en junio de 1815, informaba al virrey sus observaciones al respecto:
“Este país, tierra caliente, es sumamente malsano en los meses de junio, julio, agosto, septiembre en términos de que un aguacero es lo bastante para destruir una división europea en estos meses, y en los restantes del año no es sano, de forma que es necesario tener el mayor cuidado para conservar la salud de las tropas. Yo he dado la orden para que todos los que se mojen por algún accidente o por la lluvia se laven inmediatamente con aguardiente las palmas de las manos, plantas de los pies, corvas, cogote y los hombros, y anotaré los resultados de esta medida que he tomado con el parecer de algunos facultativos experimentados”.
El 18 de febrero de 1816, informaba de sus recomendaciones para la salud de sus soldados puestos de guarnición en los fuertes:
“A cargo de estas tropas debe quedar proveer a los fuertes de todo lo necesario, como también atender cada 15 0 20 días al relevo de las guarniciones, a fin de que todos los soldados disfruten del trabajo y del descanso. Para evitar en lo posible las enfermedades que causa lo malsano del país, me ha enseñado la experiencia que el aguardiente preserva infinito, y así soy de opinión que nunca debe dejar de darse una ración, pareciéndome muy conveniente que si los soldados se mojan se les duplique la ración de aquel día, dándosela dos veces. No hay duda que esto es algo costoso, pero es infinitamente más barato gastar en aguardiente para preservarlos de una enfermedad, que en medicinas para curarlos de sus males”.
Todas estas consideraciones, revelan la vital importancia de que los fortines tuvieran una gran capacidad para almacenar pertrechos y alimentos si querían sobrevivir con éxito a la muy difícil guerra para la que fueron diseñados.

Cañón para proyectiles de a 12 libras, son las piezas de mayor peso que puede montar el fortín de Órdenes Militares en su terraza (Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Cañón_de_a_12_libras)
LA TELEGRAFÍA ÓPTICA
Hacia enero de 1816, Miyares planeaba complementar sus fortines con una rápida comunicación de telégrafos desde Jalapa hasta Puente del Rey. Posiblemente pensaba usar el telégrafo óptico (conocido como Telefre en Xalapa, hasta nuestros días), que transmitía sus señales formando letras a través de un semáforo de brazos mecánicos, en lo alto de torres en puntos elevados y separadas 10 kilómetros una de la otra. Debían mirarse de frente con pequeños telescopios.
El diseño original lo hizo el francés Claude Chappe, siendo la primera demostración práctica en 1791. Era el primer sistema de telecomunicación funcional del mundo. En 1792 se construyó la primera línea con 15 torres a lo largo de 120 kilómetros, comunicando las ciudades de París-Lille. Los mensajes llegaban en 20 minutos, superando en velocidad a los correos a caballo, los sistemas de banderas y señales luminosas.
España adoptó el sistema en 1799. Su mayor éxito fue el telégrafo militar de la bahía de Cádiz, usando un modelo perfeccionado por el del teniente general de Ingenieros don Francisco Hurtado. Funcionó de 1805 a 1820. El teniente de fragata Bonifacio de Tosta y Montaño, especialista en comunicación marítima, propone este modelo en 1811 al virrey Francisco Javier de Venegas, pero no lo autoriza. En 1813 lo intenta con su sucesor Calleja, quien lo aprueba dada su utilidad en la feroz guerra con los insurgentes. Fue hasta 1819 cuando se construyeron 4 torres de prueba en el cerro Macuiltépetl, los parajes de Pajaritos, Corral Falso y en la cima del Cerro Gordo), pero no existe constancia escrita de que hayan sido operativas.
Consumada la independencia, el nuevo gobierno no se interesó en continuarlo y montar su propia red de comunicaciones. La telegrafía óptica con sus torres, tuvo éxito comercial y militar en Europa hasta 1853, en que fue reemplazada por la de transmisión eléctrica.
La torre del cerro Macuiltépetl tenia base cuadrada y era el mismo fortín que don Manuel Rincón construyó en noviembre de 1816. Fue demolida para construir el Mausoleo a los líderes Agraristas hacia 1930. Las otras tres torres repetidoras aun existen y tienen estas características:
Para que en Europa una torre pudiera ser usada o diseñada específicamente el operar sistemas de telegrafía óptica, debía cumplir determinados requisitos. La siguiente tabla muestra cuáles de ellos se daban en el fuerte de Órdenes Militares.
¿Qué ventajas se perseguían con su instalación? En su carta del 20 de octubre de 1811 al virrey Francisco Xavier Venegas, antecesor de Calleja, Bonifacio de Tosta menciona lo siguiente:
“Vuestra Excelencia sabe cuán ventajoso será en este Reino tal establecimiento y la utilidad que se sacaría poniendo una línea desde esta Capital a Veracruz, pasando por Puebla y Xalapa.
Yo no tengo otro interés Señor Excelentísimo, que el deseo de proporcionar a Vuestra Excelencia y Comercio, la gran satisfacción de saber en pocos minutos, las noticias y ocurrencias de Veracruz y en la extensión de la línea telegráfica, como si estos puntos estuviesen a la vista.
Su costo es corto y el Comercio gustoso se brindará por suscripción a facilitar su importe, como que a él le resulta la mayor ventaja, pues si Vuestra Excelencia cree que en el día hay obstáculos para poner en planta el plan propuesto, podré dirigir la construcción de los dos primeros para que ejecutándose los ensayos y presentándolos Vuestra Excelencia quede satisfecho de su veloz ejecución y utilidad, sabiéndose a cuánto ascenderá su costo y sirven de modelo para hacer los demás en época favorable que Vuestra Excelencia determine”.
Las torres de prueba se hicieron pero el ensayo telegráfico, si acaso se realizó, no fue documentado ni registrado. Se desconoce por qué llamaron Telefre a la torre de señales. La palabra se forma del griego Tele o lejos y Prhen o mente o mensaje. Quizá quisieron significar Mensaje a distancia. O se trata simplemente de una degeneración fonética de la palabra Telégrafo. Desde 1962 se llama así a la torre más próxima a Xalapa y al predio donde se encuentra. El sistema levantado por Bonifacio de Tosta recibe actualmente este nombre también.
La puesta en marcha del Telefre al completo exigía construir 47 torres repetidoras de señales a lo largo de 378 kilómetros entre Veracruz, Jalapa, Puebla y la capital del país. Un mensaje así podría llegar en 63 minutos y no en los 10 o 12 días por el correo a caballo por terrenos hostiles controlados por los insurgentes.

Distintivo honorífico otorgado a los soldados del regimiento de Órdenes Militares en 1921 (Fuente: http://www.militariabcn.com/catalogo/8515/insignias-de-cuello-del-regimiento-de-ordenes-militares-n-77-tropa-1921-epoca-alfonso-xiii-pareja)
Fernando Miyares no dejó constado en sus partes de guerra si estaba al tanto de estos esfuerzos o colaboraba con ellos, pero no se descarta que fuese verdad, dado que sus fortines se diseñaban pensando en eso y trabajaba en estrecha coordinación con su superior en la capital, quien también conocía al capitán de Tosta. El 8 de abril de 1816, escribe al virrey realizando un juicio crítico de sus fortines ya terminados o en planes de construcción. Al mencionar el fuerte de Plan del Río, señala las ventajas de su posición en la cresta de la montaña, el número de cañones que posee y la intención de dotarlo de un telégrafo:
“Pues debiendo establecerse en ella un telégrafo situado en el centro de la azotea, y apoyado en el robusto pilar, que con este objeto se construyó, es también necesario, después de situada la máquina a la altura que convenga, construir a su pie una casita o habitación que sirva para el manejo de ella, y en consecuencia esta casa o habitación hace los efectos de un espaldón con el cual queda desenfilada la obra y nula la dominación”
Con esto aclara cuál es la función de la robusta columna central de base cuadrada que sostiene los pisos del sótano y techo con el sistema radial de vigas de recia madera. Igualmente explica porque la sección de soporte del techo es más fuerte que la otra: para soportar el peso máximo de los cañones de a 12 libras y de la maquinaria del telégrafo óptico. El fortín se diseñó también entonces, en torno a la idea de funcionar como una estación de señales desde el momento mismo de su planeación. En el mismo comunicado, expuso su propio plan para establecer una línea telegráfica con mayor precisión.
“Restándome sólo decir a vuestra señoría que para cumplir con el artículo 5o. de las instrucciones que traje de la Península, el cual previene entre otras cosas que se establezca una línea telegráfica para que se comuniquen diariamente la plaza de Veracruz con la Villa de Xalapa, hice construir cuatro telégrafos, y estas máquinas, con los diccionarios, tablas y demás que corresponde a su manejo e inteligencia están en poder del digno teniente coronel D. Manuel Rincón, capitán de zapadores naturales de Xalapa.
Mi determinación fue establecerlos primeramente desde aquella villa al Puente del Rey, situándolos en el cerro de Macuiltepec, Cerro Gordo, Órdenes Militares y la parte alta de la Cuesta de la Calera, pero en el día, supuesto que la residencia de vuestra señoría debe ser en esta plaza y que el Puente del Rey debe considerarse como el centro de las operaciones militares, soy de opinión que el primero se establezca en la atalaya de la Concepción, el segundo en el fuerte de la Antigua, como indiqué cuando hable de su construcción, y el tercero en la Loma Criolla, que se comunicará con el castillo de San Juan de Ulúa, en donde podrá establecerse el cuarto”.
El sistema completo diseñado por Miyares hubiese comenzado inicialmente con una torre en lo alto del cerro Macuiltépetl que se comunicaría con otra en el paraje llamado Pajaritos, cerca del fortín del Encero, luego con las de Corral Falso, Cerro Gordo, fortín de Órdenes Militares, la parte más alta de la Cuesta de la Calera, una torre cerca del Atalaya de la Concepción en Puente Nacional, el fortín de La Antigua junto al río Chico, la Loma Criolla y la fortaleza de San Juan de Ulúa.

Esquema de granadas Shrapnel con su fusible de tiempo y cargadas con balas de mosquete, para devastar contingentes de infantería (Fuente: http://iantalling.blogspot.mx/2011_05_01_archive.html)
Los esfuerzos del capitán Bonifacio de Tosta y del brigadier Miyares nunca se realizaron en su totalidad, ya que la precaria situación económica de la Nueva España a causa de la Guerra de Independencia, la muerte prematura del segundo en 1816 y el relevo de Calleja como virrey por Juan Ruíz de Apodaca, quien apoyó el Telefre comprando y trayendo consigo sus máquinas y utensilios desde La Habana en 1816; hicieron fracasar estos intentos que hubieran dotado a la Nueva España y después a México de la primera línea telegráfica de Latinoamérica. De Tosta promovió el Telefre en Xalapa hasta 1821 y después de unirse a los insurgentes, no queda constancia escrita de más trabajos suyos en esta área.
Al no instalarse los telégrafos, el 31 de agosto de 1816, el virrey Apodaca ordenó a los comandantes de los puertos, en un comunicado muy reservado, que la comunicación se realizará con cañonazos en la siguiente forma:
En caso de emergencia, se dispararían dos cañonazos haciendo que los fuertes cercanos auxiliarían al atacado con sus fuerzas y sin desamparar su propia posición.
Las 10 ubicaciones de las estaciones del Telefre fueron localizadas, estudiadas y documentadas por el autor de esta investigación en el transcurso de su trabajo de campo en los antiguos caminos reales de Veracruz a México. Este periplo comenzó con un ascenso solitario a la torre de Cerro Gordo el 18 de septiembre de 2011 y culminó en el arenal de la Loma Criolla el 31 de mayo de 2014, dirigiendo una expedición de 4 personas. Se contó con la ayuda de los ingenieros Luis Manuel Villanueva Garza y Emilio Borque Soria, continuando el trabajo de investigación del ingeniero José Emilio Vázquez, quien dio a conocer la historia del Telefre en 2011, apoyado por los investigadores Carmen y William Boone Canovas, Emilio Borque y Sergio Vargas, a partir del punto donde se habían detenido.
Se determinó que actualmente solo sobreviven 4 de las estructuras planeadas por Miyares en 1815, las levantadas entre Pajaritos y Plan del Río, la de Xalapa fue demolida en la década de 1930, el fortín de La Antigua fue incendidado en 1821, en San Juan de Ulúa no se implementó el dispositivo y en los demás sitios no se pasó de la etapa de proyecto.
También se detectó que la línea telegráfica seguía un modelo escalonado influido por la altitud del muy accidentado territorio central de Veracruz y determinando, el número de niveles arquitectónicos de las estructuras. Otro aspecto interesante, hallar que el fortín de Plan del Río se diseñó desde el principio como una torre telegráfica -a semejanza de las españolas- con implementaciones de casamata del modelo Montalemberg, para una mejor autodefensa. También se comprobó que sí existe visibilidad entre el Cerro del Telégrafo y el fortín Órdenes Militares, descartando las objeciones que limitaban la línea de Xalapa hasta Cerro Gordo. En el caso del desaparecido fortín de La Antigua, se examinó el cerro de la actual colonia José Ingenieros, no lejos del sitio donde el brigadier Miyares decidió reubicar el fortín original construido por el líder insurgente, el Chino Claudio, en 1814.
Los resultados se dieron a conocer en las conferencias EL FORTÍN DE PLAN DEL RÍO Y LA PRIMERA LÍNEA TELEGRÁFICA DE MÉXICO e HISTORIA DEL CAMINO REAL VERACRUZ-MÉXICO entre noviembre y diciembre de 2014.
UNA GUARNICIÓN ILUSTRE
El edificio recibió el nombre del regimiento de infantería Órdenes Militares, cuyas tropas lo custodiaron. Este se formó cuando el rey de España Carlos IV solicitó a las corporaciones reales alistar más tropas para combatir la naciente Revolución Francesa. El Real Consejo de las antiguas órdenes de la caballería medieval Santiago, Calatrava, Alcántara y Montesa; ofreció y aprobó el 12 de abril de 1793 que con las rentas de sus encomiendas se sostuvieran los gastos de un regimiento de élite (3.000 hombres según la ordenanza española del siglo

Retrato del general de división Manuel Joaquín Rincón Calcáneo, uno de los constructores del fortín de Órdenes Militares en 1815 (Fuente: Museo Nacional de las Intervenciones)
Su primer jefe fue el coronel Manuel Antonio Fernández de Córdoba y Pimentel, duque de Arión, quien también costeaba en parte esta fuerza militar. Comenzaron con 3 batallones de 1.403 soldados fusileros y granaderos, que se distinguían por llevar uniformes blancos (en 1793) o celestes (1805-1812). Eran voluntarios en tiempos de guerra, pero que después quedaron unidos al ejército regular.
El regimiento llevaba como sobrenombre Defensor de la fe y de la ley y como patrona augusta a la Inmaculada Concepción. Sus primeros oficiales fueron caballeros de las cuatro órdenes y militares profesionales de los regimientos de León y Soria.
El primer regimiento matriculado como No. 40 combatió en España distinguiéndose en la Guerra del Rosellón (1793-1795) y la defensa de Bailén (1808) a pesar de estar reducido a solo 700 hombres. En los próximos años fue aumentado mediante nuevos reclutas y rearmado, conforme lo permitían las difíciles condiciones de guerra contra Francia.
En 1812 se le cambió la matrícula a No. 25 y en 1814 sus dos batallones se integran en el Tercer Cuerpo Expedicionario en Nueva España. Cambiando su nombre a Regimiento de Veteranos de las Órdenes Militares. Esta es la fuerza que vino con el brigadier Fernando Miyares en 1815 a dar apoyo al ejército organizado por el virrey Calleja. El mando del regimiento lo ostentaba el coronel Francisco Xavier de Llamas, militar hábil y dedicado al bienestar y disciplina de sus hombres.
En 1815 se crea en Castilla La Vieja, una tropa llamada popularmente El gemelo o Segundo Regimiento de Infantería Órdenes Militares No. 37 y después No. 33. El de Nueva España se renombra también No. 33. Todo esto en virtud de una orden de 1812 que establecía que por cada regimiento destinado a ultramar, existiría uno con el mismo nombre en España (idéntico caso es el Regimiento de Voluntarios de Navarra).
En algunos escritos de la época, se suele llamar erróneamente a este regimiento con los nombres de Batallón de Cuatro Órdenes o simplemente De Órdenes.
Estos soldados de élite vinieron a América sorteados entre los regimientos que estaban disponibles y sin tener en cuenta su voluntad, ya que quienes decidieron su destino, utilizaron la formula más simple que siempre les había funcionado y propia de la monarquía absoluta: servicio obligatorio al rey en España o en ultramar, como si no bastarán los años de lucha por expulsar a los franceses de la península Ibérica. Se les prometió relevo a los 2 años pero nunca se les cumplió. Sostuvieron 7 años en combates, patrullas volantes, convoyes y guarniciones muy difíciles como la de Plan del Río y Cerro Gordo.
Fernando Miyares nombró a dos de los cinco fortines que construyó en el Camino Militar entre Veracruz y Xalapa, con el nombre de los lugares donde estaban ubicados. Solo hizo excepción con 3: los de La Concepción y Rey Dn. Fernando VII en Puente Nacional. El de Plan del Río recibió el nombre dela fuerza que lo custodiaba, esta excepción posiblemente procede del intento de honrar al espíritu religioso que inspirara la formación de esta tropa, compuesto de soldados de primera calidad, bien armados y con amplia experiencia adquirida en la Guerra de Independencia Española.
Pese al valor desplegado al servicio del rey, su contribución a la guerra no fue relevante y solo sirvió para alargarla sin resultados decisivos. El inmenso territorio absorbía el pequeño número de soldados, que nunca fueron suficientes para realmente reconquistar el país. La división de una tropa en fracciones o formar una con soldados de muchos cuerpos diferentes, traía problemas en la cadena de mando, cosa que Miyares consideraba como monstruoso:
“Porque si un regimiento o batallón cualquiera se divide en tres, cuatro o más trozos, como ordinariamente ocurre, ni los jefes naturales de los cuerpos pueden responder como deben de su instrucción, disciplina y entrenamiento, ni es posible que los oficiales que mandan los pequeños trozos tengan todo el interés que se requiere y que probablemente tendría su coronel, si su regimiento estuviese reunido.”
Escudo de armas del regimiento de Órdenes Militares con las cruces de Santiago, Calatrava, Montesa y Alcántara en el siglo XVIII (Fuente: http://www.spend-in.com/articulos/nsencia/cruz-de-calatrava.aspx)

En 1816 el regimiento de Órdenes Militares fue reforzado con nuevos reclutas escogidos de la Nueva España a fin de mantenerse en un número aproximado de 1.200 hombres, por orden del virrey Juan Ruíz de Apodaca.

La pacificación del camino real lograda finalmente en 1819, fue solamente un espejismo, pues la economía estaba destruida tanto en Jalapa como en Córdoba, escaseaban los víveres y los soldados expedicionarios dejaron de recibir su paga regularmente. Se sentían abandonados en un país extraño, donde muchos de ellos comenzaron a establecerse, emparentando con los mexicanos y más aún, uniéndose a los rebeldes con la esperanza de formar parte y ascender rápidamente en el nuevo ejército que se formaría una vez consumada la separación política con España.
En 1821, muchos militares españoles en México se rebelaron por las medidas del nuevo gobierno liberal, cuya insistencia en aplicar la constitución de 1812 fue muy impopular en la Nueva España. Los de Órdenes Militares se mantuvieron fieles al virrey Juan Ruíz de Apodaca cuando se proclamó el Plan de Iguala. Resistieron hasta el final, agotando sus municiones y tuvieron que ser desarmados a la fuerza.
A mediados de 1822 y tras muchas peripecias, solo 591 sobrevivientes regresaron a España unificándose los dos regimientos No. 33 en la ciudad de Pamplona. Participaron en la Guerra Constitucional, hasta que finalmente fueron dados de baja el 18 de septiembre de 1823 durante una nueva reorganización del ejército.
¿Qué reputación logró en Nueva España este valiente regimiento? El 1 de julio de 1817, el virrey Apodaca recomendaba ampliamente al coronel Llamas para su ascenso a brigadier, en su carta al señor Secretario de la Cámara de Guerra. Detalla su magnífico desempeño en Veracruz:
“Y en dos años consecutivos que estuvo en aquella provincia, ya cubriendo dichos puntos, ya conduciendo convoyes; cuyo mérito se realza con haber mantenido a su regimiento casi en la misma fuerza de 1 200 hombres con que fue de España, y de los naturales, cuya vida salvó en la mortífera provincia de Veracruz a esfuerzos de su cuidado; a los que ha vestido y uniformado con sus económicos arbitrios a un punto de lucimiento, que duda haya en otro ejército cuerpo más lúcido; siendo tal la disciplina de los soldados, tan exacta y cabal la instrucción de los oficiales, y tan bien establecida la subordinación en unos y otros, que se han hecho respetar y amar en aquella capital.”
El historiador y periodista Carlos María de Bustamante, en su obra CUADRO HISTÓRICO DE LA REVOLUCIÓN DE LA AMÉRICA MEXICANA, publicada en 1823, realiza el siguiente juicio sobre el coronel de Llamas:
«Aquel gefe muy amado por sus excelentes prendas y economías de cuartel”
No opinaba lo mismo de su compañero, el coronel José Ruíz, comandante del batallón de Voluntarios de Navarra:
“Éste detestado por su abominable manejo, del que en otras partes hemos dado idea: testigos abonados son la villa de Orizava y pueblo de Zongolica, y si puede añadirse el fuerte de S. Miguel situado en la barranca de Villegas, donde desarrolló este monstruo su malignidad”.
Estampa que muestra un fusilero del regimiento de Órdenes Militares con el uniforme de 1805 (Fuente: http://www.aulamilitar.com/pagiht13.htm)

A pesar de haber cambiado su configuración original de soldados voluntarios a militares regulares por las necesidades de la guerra en ambos continentes, este regimiento constituía una unidad de combate prestigiosa y se contaba entre las mejores unidades del ejército realista en la última década de existencia del virreinato de la Nueva España.

El regimiento renació posteriormente y se distinguió en numerosas acciones en los siglos XIX y XX. El 9 de octubre de 1920, el rey Alfonso XIII honró al regimiento al entregarle la bandera Insignia de la Patria, por mediación de su coronel D. Ángel Morales Reynosa. Este acto fue una iniciativa del Real Consejo de las Órdenes Militares, al saber de la nueva reorganización que estaba afectando a su regimiento.
El 23 de enero de 1921, se dispone también que los soldados de esta fuerza usen un distintivo honorífico en forma de rombo, dentro del cuál estarían encerradas las cruces de las cuatro órdenes militares. La tropa lo usaría en metal dorado y los oficiales con esmaltado en blanco.
Participaron en la Guerra de Marruecos (1909-1927) y al acabar la Guerra Civil Española (1936-1939), la base del regimiento se estableció en Plascencia. Finalizó su existencia con el nombre de Regimiento de Infantería Órdenes Militares No. 37.
El 31 de diciembre de 1992 se cerró su último cuartel, La Constancia, en medio de una polémica ceremonia, considerada por muchos como deshonrosa y mal pago para estos soldados, últimos herederos de la tradicional caballería militar medieval en España.
LA GUERRA DE 1846-1848
El 11 de abril, Plan del Río fue ocupado por el ejército invasor en su camino a Jalapa y el fortín capturado sin combatir. Los mexicanos entretanto fortificaban el paso entre esta población y Cerro Gordo, concentrando las fuerzas bajo el mando del presidente Antonio López de Santa Anna, quien imprudentemente desoyó el consejo de sus generales de librar la batalla en Corral Falso, para aprovechar la ventaja de su caballería, factor en que eran numéricamente superiores a los norteamericanos.
El 17 y 18 de abril se libró la terrible batalla de Cerdo Gordo. En una demostración de táctica magistral, las tropas del general Winfield Scott rodearon y desalojaron a los mexicanos situados en los cerros de La Atalaya y del Telégrafo. Murieron 417 estadounidenses y 459 mexicanos, además de 3.000 prisioneros tras la caída del Telégrafo, donde murió el valeroso general Ciriaco Vásquez.
Los pocos regimientos de infantería regular que sobrevivieron se desbandaron, dejando libre el paso hacia el valle de México al ejército invasor. Días después, cayeron sin resistencia Xalapa y la fortaleza de San Carlos en Perote. La derrota de Santa Anna en Cerro Gordo y la dispersión de las tropas de línea dejó la defensa del país en manos de las inexpertas guardias nacionales y de las guerrillas.
Ante la proximidad del ataque a la ciudad de Veracruz en marzo de 1847, las fortificaciones de Puente Nacional, Plan del Río y Cerro Gordo fueron reforzadas por orden de Juan Soto, gobernador del estado de Veracruz. Tras la capitulación del puerto y San Juan de Ulúa, el ejército invasor se decidió a seguir la ruta de Cortés por Jalapa, ya que estaba en mejores condiciones y seguía siendo más transitada que la de Córdoba.
A partir de ese momento, los mexicanos hostilizarían los convoyes de suministros enemigos usando la táctica que Victoria, Bravo y otros héroes les habían enseñado 20 años antes: rápidos ataques de caballería aprovechando el conocimiento del terreno y sus accidentes geográficos.
Plan del Río se vio envuelto en la guerra de convoyes, ahí se detenían antes de llegar a Jalapa y Puente Nacional se convirtió nuevamente en el sitio ideal para asaltarlos. Mediante esta forma de hacer la guerra, los estadounidenses sufrieron 431 bajas entre septiembre de 1847 y agosto de 1848, en los estados de Veracruz y Puebla. Los guerrilleros continuaron sus ataques hasta que la última unidad extranjera se retiró de Veracruz.
Estampa que muestra un soldado del batallón de Voluntarios de Navarra con el uniforme de 1794 (Fuente: http://www.aulamilitar.com/pagiht13.htm)

El fortín cesó su actividad militar en 1867 tras el fin del imperio de Maximiliano de Habsburgo. Abandonado por el gobierno se fue deteriorando

paulatinamente. Fue restaurado en 2007 por el entusiasta equipo de la Universidad Veracruzana dirigido por el arquitecto Alfonso García y García, siguiendo planos originales. El rescate tuvo un costo de aproximadamente un $ 1.100.000 pesos. Una las dificultades más notables fue traer desde Canadá las enormes vigas de madera que sostienen el techo radial del entrepiso.
El 25 de marzo de 2011 se llevó a cabo en el fortín el espectáculo escénico Sobre la Cruz de su Espada dirigida por la actriz jalapeña Adriana Duch y los alumnos de la Facultad de Teatro de la Universidad Veracruzana.
La idea es, según el maestro Daniel Acevedo:
“Hacer del edificio el protagonista del espectáculo; darle voz para que cuente los hechos de los que fue testigo, convertirlo en el guía de un emocionante viaje al pasado y a la vez llenarlo de vida recreando las vidas de las personas a las que estuvo ligado por diferentes razones, entre quienes destacan: el brigadier Fernando de Miyares y Mancebo, responsable de su construcción y el insurgente Guadalupe Victoria, quien combatió a las fuerzas realistas a lo largo de todo el territorio de lo que hoy es el estado de Veracruz.”
Actualmente está abierto al público y se construye el museo de sitio con piezas coloniales halladas y prehispánicas totonacas del yacimiento cercano de Pangololotlán.
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Ilustración de Henri Pierre Léon Pharamond Blanchard en 1839, representando el puente y el cerro del fortín de Órdenes Militares (Fuente: cortesía de José Humberto Rodríguez)
El autor de esta investigación impartiendo la historia y arquitectura del fortín durante la visita de estudiantes y profesores de la Facultad de Geografía de la Universidad Veracruzana el 27 de septiembre de 2014 (Fuente: Archivo del Lic. Mario Jesús Gaspar Cobarruvias)

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