
Pasaron los festejos del Día de la Libertad de Expresión que desde la óptica de la violencia acontecida en todo el país, por sus resultados trágicos, poco o nada se podría conmemorar o celebrar. Menos en nuestro estado proyectado por la imagen de ser una entidad, a nivel nacional, de mayor peligro para ejercer el quehacer periodístico.
Recuerdo con nostalgia las andadas de los reporteros, por los años ochenta, preocupados por informar de primera mano. Buscando la “primicia” para la principal de la primera plana. Respetados por los funcionarios por su calidad estilística y su posición como periodistas. Sin utilizar calificativos, sólo refiriendo los hechos, dejando al lector la labor de interpretarlos y asumir la posición, en base a su criterio.
El periodismo ha sufrido una trasformación en aras de las nuevas formas de informar. La tecnología brinda con las redes sociales un reto. Los tiempos vuelan y las noticias se viralizan en el ciberespacio.
El esfuerzo por estar en el momento de los hechos y subirlos inmediatamente a los portales y páginas de los periódicos impresos, obligan a los trabajadores de la información a mayor arrogo y agudeza.
Pero, también hay que llamar la atención de los productores de las noticias. Un día expresan una certeza y al siguiente momento se desdicen. Utilizando un lenguaje cantinflesco. Como fuentes de información debería de ser prudentes. Asegurar en primera instancia, lo que desean dar a conocer a la población.
Una colega periodista llamó a la reflexión al gremio para poner en el tapete de la discusión este nuevo enfoque. No dejar fuera la ética pero si retomar el paradigma de la verdad después de llevarla a los filtros de Sócrates. Obligar a los que gobiernan apegarse a los mencionados filtros del pensador griego.
A qué me refiero.
El filósofo griego Sócrates marco en la política una frase que debería ser recordada por todos los que ejercen el poder e inclusive para cualquier ciudadano que se diga buen hombre. “más vale sufrir una injusticia que cometerla”. Bajo tal paradigma también le demostró al mundo lo que significa utilizar la palabra sin una reflexión primero
Va la anécdota.
Un día un conocido se encontró con este hombre de saberes y le dijo ¿sabes lo que escuché acerca de un amigo tuyo? Espera un minuto replicó, antes de decir, cualquier cosa querría que pasaras un pequeño examen. Sorprendido replicó cuál. Sele le llama el del triple filtro. ¿Triple filtro? Exacto. Antes de que me hables sobre mi amigo, puede ser una buena idea tomarte un momento y filtrar la información.
El primer filtro es la verdad: ¿estás seguro que lo que me vas a decir es cierto? No, dijo el hombre, realmente sólo escuche sobre eso y ……
Muy bien, dijo Sócrates, entonces realmente no sabes si es cierto.
Segundo filtro el de la bondad: ¿es algo bueno lo que vas a decirme de mi amigo? No, por el contrario…. Entonces tú deseas decirme algo malo sobre él, pero no estás seguro de que sea cierto.
Por último, el tercer filtro: el filtro de la utilidad: ¿será útil para mí lo que vas a decirme de mi amigo? No, realmente no. Bien, finalmente señaló Sócrates. Si lo que deseas decirme no es cierto, ni bueno e inclusive inútil, ¿para qué decírmelo?
Una lección para los que utilizan las palabras sin saber que siempre se tendrá respuesta. Pero, esperando que esa contestación lleve a mejorar la calidad, no sólo de la labor del periodismo, sino de la misma sociedad.
En los últimos meses, a razón de las elecciones, los medios de comunicación son el reflejo de olvidarse lo que manda la filosofía de Sócrates. Retomarlo sería un aliciente y alivio para los lectores. Sin embargo, tal sugerencia sería aplicable a los que producen las noticias, ellos tiene la misma responsabilidad que los reporteros quienes reproducen sus palabras.
En manos de los medios de comunicación y autoridades está el brindarnos noticias: ciertas, buenas y útiles.

