* LO QUE ES LA CREDIBILIDAD,
GANADA POR UN POLÍTICO

Lo que es la credibilidad ganada por un político –no mexicano, desde luego–, congruente con lo que dice y hace.
Nomás hizo el pronunciamiento en favor de Hillary Clinton y la sociedad yanqui en un 70 por ciento provocó el derrumbe en la popularidad del señor Donald Trump.
Esto no es fácil que ocurra en sistemas como el nuestro. La confianza pública surge precisamente de la credibilidad que no es una presea que los políticos puedan conquistar porque lo son. Una mayoría acaba siendo demagogo, farsante.
En el mundo son muy pocos los jerarcas políticos que se impongan por su credibilidad, la cual tiene que ver con su honradez, su talento, carácter, congruencia, repetimos, entre lo que se dice y hace.
Seguramente la credibilidad es lo más exigible en los políticos, sobre todo en una época en las que a los políticos se les identifica más por sus mentiras, traiciones y falsedades.
La señora de Clinton, hasta antes de que algo dijera en su favor el presidente Barack Obama, no podía tener segura la candidatura del partido demócrata. Después de que el presidente estadounidense hizo su pronunciamiento en favor de Hillary, la dama subió sus bonos hasta las nubes y se cae la popularidad de Trump en un 70 por ciento.
A diferencia de los Bush, padre e hijo ex presidentes también, se ha advertido que la personalidad de Obama está entre la reciedumbre de un John F. Kennedy, la inteligencia de Bill Clinton y la sagacidad de un Ronald Reagan.
Y en consecuencia la alegría y satisfacción de los gringos se eleva en tanto la de sus adversarios republicanos se va a pique. Y lo que más quisieran quienes son libres de pensamiento y con una ideología consumada, como es el caso de Obama, es que ya acabe esta campaña de denostaciones y que la próxima presidencia quede en manos de una dama, que es el caso de Hillary Clinton.
* VA PARA ATRÁS LA
REFORMA A LEY DEL IPE
No podía ser de otra forma.
El IPE quedará a salvo de una iniciativa de reforma que afectaría esencialmente a los derechohabientes, maestros en activo, jubilados y pensionistas del Instituto de Pensiones del Estado.
Una reforma que de antemano afectaría a sus afiliados, simplemente estaba condenada a morir en la puritita inanición.
Por voz del cardenal de la secretaría de gobierno, Flavino Ríos Alvarado, se hizo el anuncio que devuelve la tranquilidad a un puñado de afiliados, entre quienes se destaca a los pensionistas y jubilados y maestros en activo.
Se consideraba un atentado a un importante núcleo de la sociedad veracruzana, que tras de cumplir con 30 años de ejercicio docente se vieran sometidos al rigor de una ley, que colocaría de hinojos los derechos más sensibles de los trabajadores, sobre todo porque sigue sin saberse el rastro de los saqueos realizados por políticos en diferentes momentos y cuyos nombres y conductas han quedado en la absoluta impunidad.
El IPE merece a todas luces ser encabezado por alguien con mente abierta, pero con talento, honestidad a prueba de bomba y la creatividad suficiente para crear, desarrollar nuevas acciones que le permitan la oxigenación que demanda de los funcionarios públicos, el organismo en cuestión.
Hace mucho que un sólo titular del Instituto de Pensiones vio por el fortalecimiento de su patrimonio y arca de tesoros. Lo consiguió. Fortaleció y nutrió su reserva técnica, pero amplió y enriqueció el patrimonio de la misma institución con nuevos hoteles, panteones, tiendas de autoservicio. Otros le siguieron en esa ruta, como don Octavio Mijares Álvarez, don Francisco King Hernández, y los que condenaron a su declive a la institución, de ingrata memoria.
Empero, la buena nueva del momento acaba de rendirla no Octavio Gil García, sino el dos de palacio de gobierno, Flavino Ríos Alvarado, a quien los más antiguos pensionistas, golpeados, humillados, vejados y afectados por elementos de la SSP, responsabilizan de aquella paliza registrada en la plaza Lerdo.
Más aun, gobierno no debe olvidar que los maestros en activo, pensionistas y jubilados no son ladrones, sólo ex trabajadores que al final del día cumplieron con Veracruz y con México, los cuales tienen derecho a disfrutar de una pensión obtenida por derecho, con decoro y pagada en tiempo y forma.
* LOS CRÍMENES SOCIALES,
SIN RESOLVERSE
El caso de los 43 jóvenes desaparecidos y posiblemente masacrados de Ayotzinapa, va a quedar en el olvido.
No existe el menor viso de que se vaya a esclarecer su paradero, menos que se sepa con veracidad en dónde se encuentran sus restos mortales, si los jóvenes normalistas fueron secuestrado, asesinados y reducidos a la nada.
El señor Roberto Campa Cifrián, con numerosas medallas obtenidas a lo largo de su carrera en materia de seguridad nacional, dice que las investigaciones siguen abiertas en el caso de los muchachos normalistas, como también acerca del asunto en que desaparecieron cinco jóvenes y que fueron presuntamente asesinados en inmediaciones de Tierra Blanca.
Sobre este último evento, aseguró el señor Campa que se agotó la investigación, que hay cuatro detenidos, quedando pendiente la aprehensión de un quinto autor de este suceso que enlutó necesariamente a todo Veracruz.
Cuando ocurren ataques armados en París, Francia, en Bélgica, o como hace unos días en Orlando, Estados Unidos de Norteamérica, en cuestión de días la comunidad sede de estos atentados en el vecino coloso del norte, como en Europa Occidental, sabe todo, quién mató, nexos familiares de los criminales y filiación ideológica, amén de que el o los autores del bárbaro ataque de que se trata, fueron aniquilados en el lugar de los hechos.
Es decir, a la sociedad se le cumple de alguna forma, con el resultado final de esa criminal aventura, pero aquella queda satisfecha.
La justicia como concepto llevado a la práctica, tiene sus diversas connotaciones, según sea el país de que se trate. En el caso mexicano las cosas son diferentes, y si no, allí fuera del caso Ayotzinapa, que de los asesinados de Tlatlaya, los masacrados de Acteal y por supuesto los estudiantes ejecutados del 68 y que siguen a la espera de que se haga la justicia, según desde el lugar que se le quiera ver. ¿No le parece?
