Por José Luis Ortega Vidal


Del yo
despierto en el sueño
y dormido al alba
Sin el no soy
Sin él no existo
Pero él tampoco existe
si su propio reconocimiento
Para que yo sea yo
requiero de su voz
Para que él sea él
necesita de su olvido
Finalmente,
del encuentro
contradictorio
entre ambas
búsquedas
-de existir las tales búsquedas-
Surge la posibilidad de la existencia
De otro modo somos nada
Acaso un brindis sin sabor
Un recorrido
de cuerpos
sin deseo
Una multitud
agazapada
bajo un árbol
de sombras
imposibles
Una sinfonía
no escrita y,
por tanto,
jamás
interpretada
O lo que resulta peor:
una sinfonía interpretada
sin haber existido y.
por tanto, silente,
poderosa,
suicida
como
ola
del invierno
Parto,
parto,
parto…
En
la
búsqueda
del
yo,
habitante
del
otro
que
se
alimenta
de
sí
mismo
Soy
apenas
una
antropofagia
sin palabras
