60 Segundos: Equilibrio de poderes, en duda


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A la protesta en la calle, la demanda pública, los diputados están lejos de darle el seguimiento de rigor. Luego entonces, la gente se repite, en dónde queda la función de un legislador, que a la gestión social no quieren ni acordarse

* AMBULANTES A LA
ALZA EN XALAPA

 Por Raúl González Rivera
Por Raul González Rivera, egresado de la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana
Por Raul González Rivera, egresado de la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana

El colmo es que los propios ambulantes hagan la denuncia pública de que en sus actividades comerciales los obstaculizan también los vendedores informales.
La protesta registrada anteayer –por enésima ocasión– frente a las puertas del palacio municipal, pareciera más una contradicción, pues además acusan de solapar las autoridades, sin autorización de los titulares del comercio, los espacios que vienen ocupando y ampliando en el casco histórico de la ciudad.
En su protesta, con pancartas y la voz en cuello y que transmitieron a través de los megáfonos, los ambulantes acusan que los vendedores informales se han apoderado de importantes calles como Atletas, en el popular barrio de El Dique, los pasillos y corredores del Paseo de los Lagos y por supuesto de la calle de Enríquez, un tramo de Doctor Lucio.
Esta que podría considerarse la pelea de Kramer vs Kramer, no tiene para cuándo terminar.
En tanto se sigan dando las complicidades entre autoridades y los comerciantes, la contienda seguramente se hará más grande. Inclusive puede aventurarse que la ciudad cuenta con más comercio informal que el organizado y establecido supuestamente bajo la norma en la materia.
El derecho a ocupar un espacio en la calle no es de nadie, les dicen funcionarios del área de comercio municipal a los ambulantes, los cuales hacen como que no los oyen, porque dicen que otros hacen caso omiso de las orientaciones de servidores públicos, además de que no temen a represalias, pues la única vez que se ejerció mano dura contra informales se dio con el alcalde Ignacio González Rebolledo, cuando el director de comercio, José Luis García, levantaba canastas y vendedores de la arteria pública y los echaba fuera de la vista de los habitantes de la ciudad y los visitantes.
En otro orden de ideas, sobre el mismo tema, en el mercado Galeana, allí sobre las calles de Poeta Jesús Díaz y Francisco I. Madero, llegó medianamente el orden, pues repararon los interiores de lo que fuera el parquecito de diversiones infantiles, lo pintaron y repararon el chiquero en sus alrededores, aunque no deja de persistir el amago de los locatarios para introducirse en los pasillos y volverlos a convertir en viles mugreros.
De momento, los ambulantes que no alcanzaron alacenas en el interior del mercado Galeana, ocupan sendos espacios en la calle de Abasolo, lo que ha erizado los cabellos de nueva cuenta de quienes realizan el comercio establecido legalmente, además de que los transeúntes vuelven a tener que cruzar entre montones de costales de frijol con gorgojos y bultos de azúcar y otros comestibles que exponen a la vista de todos en dicha zona.
Empero, la titular del área de comercio sigue sin remediar uno de los males sociales que se añejan por el paso del tiempo de manera indiscriminada, sobre todo debido a las mentiras de unos y las presiones de otros. Todo esto, mientras brilla por su ausencia la autoridad que imponga el orden, donde no lo hay.

* EL PROBLEMA DE LA
PRIVATIZACIÓN HOSPITALARIA

De privatizarse los servicios médicos en hospitales y clínicas dependientes del sector público, igual miles de pacientes quedarán a la deriva, estarán condenados a preferir la muerte, como también los mercenarios de la medicina aprobarán, para cobrar con tarifas fuera de los bolsillos de las mayorías, la atención que precisamente les retiró en su oportunidad la medicina social.
Cuando el Estado como institución asumió el compromiso justamente social de atender la salud pública como uno de sus fines sustanciales, se supuso que además de ser una conquista de la Revolución de 1910, la institución estatal había entendido que así como la paz social, el fin del estado es proporcionar a sus súbditos o gobernados, según sea el caso, una excelente calidad de vida.
Los servicios médicos que prestaban los particulares fueron cortados de tajo, precisamente con la apertura del IMSS, el ISSSTE y la secretaría de Salubridad, instituciones que en principio acabaron los mercenarios de la medicina privada, que a la manera de los políticos, no tenían llenadera, nomás que en este contexto afectaban sobremanera la salud humana.
Esos mercenarios médicos indudablemente saquearon los bolsillos de sus pacientes –recuerda un galeno muy respetado en el medio de los hombres de bata blanca– que por caso una intervención con laparoscopía para extraer una vesícula biliar, debiendo tener un costo de ocho mil pesos como máxima cantidad, ahora se cobra por los adinerados galenos en 25 y 30 mil pesos.
Los rumores se acrecientan, la centralización de los servicios médicos, ese propósito tienen, sin embargo, los titulares, todos grillos del ISSSTE, dicen que no será así.
Inclusive el régimen ha pedido a una voz sensata, la del ex rector de la UNAM, José Narro Robles, para que niegue sistemática y contundentemente que los servicios médicos en México se vayan a privatizar, contrariando toda expectativa en contrario y lanzando su condena contra todos aquellos que hacen circular hasta el monto de las tarifas por enfermedad a tratar y las especialidades que quedarán fuera de la atención a los pacientes.
Y cómo contener el temor de la gente, es la tarea a seguir por parte de las instituciones si usted quiere.
Y es que hay un fuerte número de pacientes que tocan a las puertas de los hospitales y clínicas de medicina familiar y de enfermedades especializadas, dentro del universo de las más de mil existentes, que la atención a quienes buscan la consulta de rigor se dispersa por semanas y hasta meses, no hay camas, no hay medicamentos suficientes de patente y el instrumental quirúrgico prácticamente se acabó.
Lo verdaderamente lamentable, que sea o no que se dé la privatización, en los derechohabientes cunde la incertidumbre y hasta vierten comentarios tan convincentes, los cuales discrepan de todas las voces oficiales que, en un país de mentiras, una mentira más, repetida mil veces, se convierte en una verdad que en este rubro puede acarrear consecuencias inclusive fatalistas.
Cabría entonces preguntar a las instituciones, hasta dónde es la verdad de lo que se dice sobre el tema y en dónde comienza la mentira. Esperemos.

* EQUILIBRIO DE
PODERES, EN DUDA

Mucho más allá de la duda sobre la existencia de los tres poderes estatales, en relación a la conducción por parte de uno de ellos está la incertidumbre que se genera con la presencia de un legislativo, al paso de los años, dócil, adicto al régimen de turno, cuando los grandes ideólogos Voltaire, Montesquieu y más tarde Nicolás Maquiavelo, afirmaban la presencia de un estado fortísimo, siempre y cuando se diera el equilibrio de poderes, en base a una independencia y soberanía entre sí de cada uno de ellos.
Adujeron los estudiosos de la materia entonces, que sólo así podría considerarse que un jefe de gobierno, además, fuera necesario, creíble y confiable, considerándose que cada poder tiene su marco de funciones respectivas, amén de conservar su autonomía, necesarísima para conseguir a la postre el estado en toda su plenitud, en favor de una sociedad plena, satisfecha y desarrollada.
Precisamente, de ese equilibrio de los poderes estatales se va a diferenciar a un estado plural, demócrata y con alternancia de uno extremista, intolerante, dictatorial y totalitario, al cual seguramente las bases sociales van a repudiar, como ha sido demostrado a lo largo de la historia en diferentes regiones de este planeta tierra.
Sin embargo, es en la época contemporánea en que el conflicto de intereses suele hacer perder su objetivo muchas veces al poder legislativo, seguramente el más cuestionado de los tres, por su objetivo sometimiento o el de los componentes del partido adicto al régimen que gobierna, lo que le hace perder la confianza pública y la credibilidad como el poder que debiera legislar y realizar la gestión social, antes que todo.
Una pregunta que se hace la sociedad frecuentemente, es saber, a ciencia cierta, si sus diputados ejercen sus funciones pensando en el bienestar de la sociedad, o simplemente se trata de camarillas super bien pagadas, al servicio de los grupos de poder a los que se deben. Porque queda como muestra para las noticias periodísticas, que cuando uno sólo se rebela a los mandatos, que son más impositivos que para la sugestión legislativa, dichos personajes suelen sufrir las consecuencias bajo el acoso de mil formas, a efecto de nulificarlos como un ser pensante.
Para qué sirve un diputado, es la interrogante que suele hacerse la gente y de la cual quisiera tener una respuesta, porque la idea generalizada sobre la identidad, al menos en nuestra provinciana aldea, que salvo excepciones bien identificadas, una mayoría de los señores diputados suelen ser personajes ajenos al sentir popular, soslayan el interés social y revelan pobreza intelectual a la hora de conformar iniciativas de leyes y en sus respuestas a la sociedad a través de ordenamientos que emanan precisamente del poder legislativo.
Cuando se trata de desechar medidas que afectan sobremanera al grueso de la sociedad, simplemente los diputados las soslayan. La autoridad de los llamados padres conscriptos no se da fácilmente. Y como estos ejemplos, que son menores, el común de ciudadanos se pregunta por qué los diputados hace mucho que hicieron de lado las causas sociales.
A la protesta en la calle, la demanda pública, los diputados están lejos de darle el seguimiento de rigor. Luego entonces, la gente se repite, en dónde queda la función de un legislador, que a la gestión social no quieren ni acordarse. ¿Usted qué dice?

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