
La hilera de noticias sobre la situación del gobernador Javier Duarte, que apuntan hacia un derrumbe total en lo penal, lo político y lo social en Veracruz, apuntala la figura de Miguel Angel Yunes, quien no dejó de arreciar sus señalamientos sobre el gobierno del ahora ex priista, a fin de cumplir parte de sus promesas de campaña. Buena parte de los votos que obtuvo a su favor en las elecciones fueron porque la gente confiaba en que cumpliría una primordial encomienda: encarcelar a Duarte y socios. Todo parece indicar que así será.
Por el otro lado, el PRI veracruzano se destartaló completamente. Héctor Yunes terminó de mostrar el cobre apartándose del pacto de honor. signado entre él y Pepe Yunes, con referencia a las próximas elecciones, empeñado en conservar el control de un partido que no supo, o no ha querido, sortear una derrota causada precisamente por una mala administración gubernamental priista. La traición de Héctor a Pepe, es la cereza del pastel de la traición en que se convirtió finalmente el priismo veracruzano.
Es pues la hora del PAN, bajo el liderazgo de Miguel Angel :Yunes, un político que llega en plenitud de experiencia política y con una energía desmedida en los meses previos a su toma de posesión. Ni duda cabe que se ha movido por todos los núcleos de poder veracruzano para amarrar hilos y políticos que habrán de ser aliados favorables en los dos años que tiene de periodo de gobierno.
A su favor cuenta un evidente valor: es hombre de palabra. No se arredró ante el embate de los priistas en el poder que escarbaron hasta en los negocios de familia a los que está ligado, para inculparlo también de responsabilidad penal. Una de las acusaciones, la más grave, tiene indicios que fue apuntalada por fuertes intereses del poder central en México, Se trata de la presentada por la sección 32 del SNTE por enriquecimiento ílicito del que fuera director general del ISSSTE. Es la más grave de todas. Sin embargo, de no pasar un ex abrupto, podría solventarla finalmente.
La caída de Duarte se debe sumar a la causa panista encabezada por Miguel Angel Yunes. Los priistas veracruzanos dudaron en pedir, también cuentas claras al gobernador en turno. No tienen ahora escapatoria posible. El barco ya se hundió con ellos dentro. Algunos de ellos intentan negociar con Yunes algunas posiciones. No son los más. Y los que se quedan en el área de la oposición priista no tienen un líder que se salve de haber sido complíce, por omisión o por conveniencia, de los malos manejos administrativos de Javier Duarte. Es decir, a todos los besó el diablo fidelista-duartista, y carecen de estatura moral para enfrentar al nuevo gobierno panista.
¿Quién de los priistas que pasarán a ser de la oposición puede enfrentar al nuevo gobernador y su gabinete? Héctor Yunes, el más bragado de todos, quedará siempre en la sospecha de que en realidad jugó para perder, es decir, se echó un clavado en el penúltimo asalto, con la consabida recompensa millonaria que ya en algunos medios se ha filtrado. Pepe Yunes, el muchacho alegre, fue descobijado ya por la salida de Luis Videgaray del gabinete presidencial. De todos los Yunes, es el menos dotado en los artilugios de la política. Su único mérito era su cercanía a funcionarios de alto nivel federal y una bonhomía que se le reconoce pero que no alcanza para las próximas contiendas electorales. A no ser que la rueda de la fortuna de un giro, muy, pero muy, fuera de lo habitual. Los demás priistas, andan con el amparo en la bolsa. Queda solo la esperanza de un candidato que venga del altiplano.
Es pues la hora del PAN que logra llegar, triunfante, a uno de los estado más importantes de la república mexicana. Miguel Angel Yunes ya mostró oficio tejiendo una especie de alianza con la Universidad Veracruzan para situar ahí el lanzamiento de su próximo plan de gobierno. De ahí saldrá también el Contralor General del Estado, previa aprobación del congreso. De ahi pueden salir muchos más programas de impacto social. Seguramente, a partir de diciembre, le llegará un fuerte respaldo presupuestal del gobierno federal, que le fuera negado inmisericordemente a Javier Duarte, pese a que su gobierno tenía opción de ser rescatado mediante asignaciones financieras provenientes de una partida federal especial destinada a gobiernos en desastre. Tiene la mesa puesta el nuevo gobierno panista para arrasar en las próximas contiendas municipales y llegar con un candidato fuerte para la próxima gubernatura de seis años. Pero habrá factores en contra desde el seno del propio PAN, presto a dividirse en tres para la próxima candidatura presidencial. Y hay otra amenaza latente, en el terreno político, que podría surgir desde el CEN del PRI si deciden ponerle a un gallo muy fuerte enfrente, como líder de los priistas a nivel estatal, un gallo a su misma altura, con los mismos espolones y en la misma tesitura de golpeo tozudo que caracteriza al nuevo gobernador. Ese gallo lo entretendría en una lucha constante los próximos dos años. ¿Se atreverán las altas esferas nacionales a enviar a ese viejo gallo de espolones filosos para que vuelva nuevamente a Veracruz? Si es así, son cruelmente romanos.

