Barandal: Incalculable daño moral


gabinetePor Luis Velázquez

•Grave la deuda pública
•Más grave la zozobra de vivir

 

Por Luis Velázquez Rivera, egresado de la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana
Por Luis Velázquez Rivera, egresado de la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana (Desde el puerto de Veracruz)

PASAMANOS: El daño moral y social de Javier Duarte, JD, a Veracruz es incalculable.
Por ejemplo, a 55 días del fin del sexenio, el ciudadano común ignora si es peor la deuda pública (que rebasa los 55 mil millones según el ORFIS) o peor la inseguridad (con los últimos seis jóvenes secuestrados).El contribuyente, ignora, si ha de angustiarse más con la certeza de que hasta los sueldos de los burócratas quedará a deber, y ni se diga a los proveedores y prestadores de servicios, o si por el contrario, seguirá la pesadilla de los carteles y cartelitos disputando la jugosa plaza Veracruz.
La población electoral podría, digamos, resignarse a la pobreza y la miseria, que en resumidas cuentas, jodida ha estado siempre.
Pero nunca se cruzará de brazos para aceptar el secuestro y el asesinato de los suyos.
Cuantioso, cierto, como dice el ORFIS, Órgano de Fiscalización Superior, el daño patrimonial causado por el duartismo en las finanzas públicas, pero al mismo tiempo, jamás se perdonará la peor pesadilla de la vida, como es el plagio de un hijo, de un pariente, de un vecino, de un conocido.
El llamado sexenio próspero resultó una calamidad. JD abusó de todos los órdenes de la vida pública.
Saqueo de las arcas, más impunidad, más la frivolidad que ha caracterizado al duartismo, descarrilaron a Veracruz.
Pero cuando además del enriquecimiento ilícito y el peculado, JD permitió que la delincuencia organizada se adueñara del día y de la noche en la tierra jarocha, secuestrando, desapareciendo y asesinando a la población civil, entonces, ni siquiera merece el perdón de Jesús Nazareth, en cuyo nombre los evangélicos bendijeron su oficina en palacio.
Y lo peor es que a unas cuantas semanas de concluir el sexenio, el Fiscal General elegido por 9 años sigue tan campante tirando la pelota al peñismo y diciendo que la PGR atraerá el caso de los jóvenes recién desaparecidos, 4 en total, en el puerto jarocho del indolente Ramón Poo Gil.
Y más, porque a la tragedia anterior se añaden los cinco jóvenes de Playa Vicente levantados en Tierra Blanca por elementos policiacos estatales y los 3 jóvenes desaparecidos en Playa Vicente y entregados, en ambos casos, a los carteles y cartelitos.

BALAUSTRADAS: Grave que el gabinete duartista haya “metido las manos al cajón”.
Grave que en el transcurso del sexenio cero pública.
Grave que los hospitales hayan quedado igual que como los dejó Fidel Herrera. Inconclusos. Sin equipo. Sin material básico para trabajar todos los días. Contratando laboratorios externos a quienes adeudan cantidades millonarias.
El caos en la educación. El caos en la salud pública. El caos en la migración a los campos agrícolas del norte del país y a Estados Unidos.
Pero más terrible, el secuestro.
Y como en el caso del Solecito, decenas, cientos, miles de familias buscando a sus hijos desaparecidos para cuando menos poder sepultarlos y tener donde llevarles flores y veladoras y rezos.
Se recuerdan con horror y coraje las fanfarronadas del Fiscal Luis Ángel Bravo Conteras, quien cuando tomara posesión asegurara que los malandros habían huido en automático, despavoridos, temerosos, a las cuevas de otras entidades federativas.
Por el contrario, hasta crearon un Estado Delincuencial, donde ellos mandan y establecen la vida pública.
Actuando con toda la impunidad del mundo. Y más, ante un Fiscal que “se lava las manos” y cacarea que como los capos están atrás de los plagios, entonces la PGR atraerá el asunto. Allá ellos “con la víbora chillando”.

ESCALERAS: Lo más grave es el daño a la población civil. Niños y mujeres, ancianos enfermos, incluidos.
JD llegó a la gubernatura, igual que parte del gabinete legal y ampliado (los Lagos, los Carvallo, los Silva, los Benítez, los Tarek, los Spinoso, los Mota, los Deantes, etcétera) con un solo objetivo: saquear el erario, creyendo que vivían en el siglo pasado cuando la corrupción priista alcanzara la dimensión estelar.
Tiempo aquel cuando la fama pública registraba que en cada sexenio aparecían nuevos ricos, nuevas fortunas.
Y al mismo tiempo que se enriquecían… descuidaron la seguridad, quizá, porque de igual manera, significaba otra fuente de ingresos, digamos, como en Tamaulipas, donde la DEA, agencia antinarcóticos de Estados Unidos, tiene denuncias penales en contra de Eugenio Flores Hernández y Tomás Yarrington, los priistas gobernadores que dejaron hacer a los carteles… a cambio de tajadas millonarias.
En cada secuestro que se está dando en Veracruz hacia el final del sexenio, igual, igualito que al principio en el año 2011, JD se vuelve un kamikaze contra sí mismo.
Primero, su filosofía política consistió en dejar hacer y dejar pasar. Y cuando, digamos, quiso recomponer los hechos era demasiado tarde. Los carteles ya eran dueños absolutos del día y de la noche.
Fue el mismo caso cuando en el fidelato desaparecieron al arquitecto Cristhian Morales Carreto en Xalapa, frente a un antro.
Según las versiones, el góber fogoso encargó a Érick Lagos le diera un calambre.
Y cuando el padre de Cristhian armó un revuelo con protestas, bambalinas y declaraciones, el fogoso ordenó a Lagos que lo devolvieran.
Ya era tarde. “Los carteles se lo echaron” informó Lagos a Fidel Herrera.
Hoy, los malandros siguen gobernando el territorio jarocho. Javier Duarte no pudo, no quiso, estaba demasiado comprometido y/ de plano fue rebasado.

Publicado en: http://www.blog.expediente.mx/nota/21763/portales-de-noticias-de-veracruz/incalculable-dano-moral

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