por José Luis Ortega Vidal

Usted la prístina evidencia
Mi queja un dolor sin menoscabo
Enterré con fuerza el tercer clavo
Sin llanto cobarde en la prestancia
Cuánto la amé, por Dios, cuánto la amo
Si alguien cuidó de mí fue su osadía
Por ello sus recuerdos embalsamo
¿Decir adiós? Jamás me atrevería
Vida, ese compás que traza penas
Llueve igual la siembra de alegría
Uno será dos y tres el tiempo
Rayos habría respira horas serenas
Sola no estás, la dualidad porfía
Apurad don amor, no va el destiempo

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