por Adolfo González Riande

Un hombre piensa en un automóvil, como remedio a sus males. Él tiene la idea de que su vida se puede construir mejor arriba de un auto.
Hace hasta lo imposible por hacerse de un auto, pero su escaso margen económico lo orilla a comprar una charchina.
Y así, una mañana, nuestro personaje o mejor dicho Pepe el “Onapafo», se convierte en «el hombre más importante de su barrio”. Cada día pasa accionando el claxón todas las mañanas y echando miradas de presunción a las chicas de la colonia.
Pero su presunción es efímera, como efímera es la vida útil de su auto, que se derrumba junto a las esperanzas del joven.
Los días se desprenden fugazmente de las hojas del calendario. Ahora el Pepe camina como cualquier otra persona del barrio. El auto fue una ilusión pasajera, un momento de brillantez en su vida, un minuto fugaz que se fue como la esperanza de querer cambiar su vida.
Ahora su ilusión ha quedado arrumbada, como el automóvil que se empolva en el solar junto a su casa. Un hombre piensa en un automóvil, como remedio a sus males. Él tiene la idea de que su vida se puede construir mejor arriba de un auto.
Hace hasta lo imposible por hacerse de un auto, pero su escaso margen económico lo orilla a comprar una charchina.
Y así, una mañana, nuestro personaje o mejor dicho Pepe el “Onapafo», se convierte en «el hombre más importante de su barrio”. Cada día pasa accionando el claxon todas las mañanas y echando miradas de presunción a las chicas de la colonia.
Pero su presunción es efímera, como efímera es la vida útil de su auto, que se derrumba junto a las esperanzas del joven.
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Los días se desprenden fugazmente de las hojas del calendario. Ahora el Pepe camina como cualquier otra persona del barrio. El auto fue una ilusión pasajera, un momento de brillantez en su vida, un minuto fugaz que se fue como la esperanza de querer cambiar su vida.
Ahora su ilusión ha quedado arrumbada, como el automóvil que se empolva en el solar junto a su casa.
Un hombre piensa en un automóvil, como remedio a sus males. Él tiene la idea de que su vida se puede construir mejor arriba de un auto.
Hace hasta lo imposible por hacerse de un auto, pero su escaso margen económico lo orilla a comprar una charchina.
Y así, una mañana, nuestro personaje o mejor dicho Pepe el “Onapafo», se convierte en «el hombre más importante de su barrio”. Cada día pasa accionando el claxon todas las mañanas y echando miradas de presunción a las chicas de la colonia.
Pero su presunción es efímera, como efímera es la vida útil de su auto, que se derrumba junto a las esperanzas del joven.
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Los días se desprenden fugazmente de las hojas del calendario. Ahora el Pepe camina como cualquier otra persona del barrio. El auto fue una ilusión pasajera, un momento de brillantez en su vida, un minuto fugaz que se fue como la esperanza de querer cambiar su vida.
Ahora su ilusión ha quedado arrumbada, como el automóvil que se empolva en el solar junto a su casa.
Un hombre piensa en un automóvil, como remedio a sus males. Él tiene la idea de que su vida se puede construir mejor arriba de un auto.
Hace hasta lo imposible por hacerse de un auto, pero su escaso margen económico lo orilla a comprar una charchina.
Y así, una mañana, nuestro personaje o mejor dicho Pepe el “Onapafo», se convierte en «el hombre más importante de su barrio”. Cada día pasa accionando el claxon todas las mañanas y echando miradas de presunción a las chicas de la colonia.
Pero su presunción es efímera, como efímera es la vida útil de su auto, que se derrumba junto a las esperanzas del joven.
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Los días se desprenden fugazmente de las hojas del calendario. Ahora el Pepe camina como cualquier otra persona del barrio. El auto fue una ilusión pasajera, un momento de brillantez en su vida, un minuto fugaz que se fue como la esperanza de querer cambiar su vida.
Ahora su ilusión ha quedado arrumbada, como el automóvil que se empolva en el solar junto a su casa.
