Lo grave del doble discurso


por Celia Rosado Romero

Por Celia Rosado Romero, egresada de la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana

En medio de la crisis de incredulidad y desprestigio, más el enojo nacional por el millonario subsidio asignado a las partidas políticos que otorgo el INE y que pagamos todos, andan buscando con la linterna mágica, el bueno para las próxima elecciones del 2018.
Se habla de estrategias y plataformas dentro de los tres partidos que se proclaman de mayoría, PRD, PAN, PRI, para la designación de sus posibles candidatos. MORENA se da por hecho que será Andrés Manuel López Obrador.
De los organismos satélites están en espera de las ofertas para sus conveniencias de supervivencia.
En consecuencia germina la euforia partidista.
Entonces, levantan la mano personajes de la vida política para ser considerados dignos representantes de la voz de sus agremiados, entre ellos, José Narro Robles ex rector de la UNAM y actual secretario de Salud, asegurando que el PRI es el preferido de los futuros electores, contando con ello, para llevar al triunfo en las próximas elecciones del 2018, sobre todo en el panorama nacional.
Tal afirmación es osada. ¿Por qué?
La sucesión presidencial es la preocupación de Enrique Peña Nieto, de ahí, la masiva difusión de su asamblea nacional, tratando de que se olvide su accionar en relación a sus compañeros de partido, que han demostrado no ser honesto, lo que pareciera no le ha importado gran cosa, volteando la cabeza hacia otro lado para no ver, ni oír.
Bajo el panorama sombrío que envuelve a los priistas y en la esperanza techada por la desesperación, buscan un candidato que les brinde la posibilidad de continuar reinando en el territorio mexicano.
De repente surge un nombre, José Narro Robles, actual secretario de Salud, que hace un año ni siquiera se mencionaba entre las huestes priistas.
Pero, por qué me refiero a Narro Robles. Es por su discurso externado a las féminas priistas (ONMPRI). Algunas salpicadas en su arenga fueron, el PRI no quiere el poder por el poder, sino como una vía para abatir la desigualdad y la pobreza.
Sin embargo, si apoya su campaña en tales argumentos, dudo mucho que se le crea, la realidad que permea en el país bajo la mano priista no refleja la abolición de la pobreza ni la inclusión. Es más las pasadas elecciones fueron la muestra clara de su rechazo.
Otra más “hay problemas, pero hay avances. El cambio se tiene que dar en quienes hacen política. Hay que tocar el tema de los valores, porque es ahí donde vamos a ganar la batalla”.
Una retrospectiva de los “valores priistas” de anteriores gobernadores y funcionarios de primer nivel, que día a día se publican en los medios masivos de comunicación y en el ciberespacio, son comparados con corrupción, impunidad y prepotencia.
Más de lo mismo “hay algunos que solo quieren buscar culpables, pero los priistas busca soluciones”. Las soluciones reales fueron el enriquecimiento de cuentas particulares con los consabidos escándalos de corrupción.
Con sus dos periodos, frente a la rectoría dirigiendo la vida de más de 200 mil mexicanos, estudiantes, docentes y trabajadores de la Universidad Nacional Autónoma de México, relatan sus distinciones, investigaciones, la defensa de la autonomía, haber tenido estabilidad institucional, en fin una larga y fructifica actividad, pero, enmarcada en la vida académica.
En esos tiempos, sí se hubiera uno preguntado alguna afinidad partidistas, lo menos que se imaginaria era que fuera de afiliación tricolor, sin embargo, desde que era rector ya había demostrado, con discreción, su acercamiento con el PRI, además de señalarse su afecto con el Peña Nieto.
Para los analistas políticos es un viejo priista que se conecta con la juventud, por su mandato en la UNAM, con sello de izquierda pero funcionando en el esquema del sistema político, lo que demostró durante sexenios anteriores, al haber ocupado otros cargos.
En sus añejos discursos siempre mencionó la pobreza y la desigualdad, hoy retoma esa arenga, lo lamentable es que pareciera doble perfil, porque ambos vocablos imprimirlos en un texto priista, dejan mucho que desear.

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