por Rodolfo Calderón Vivar

En la ciudad de Córdoba, la de los Treinta Caballeros, la policía está concentrada en impedir el paso a vendedores, sobretodo indígenas, al centro histórico. Lo hacen con lujo de violencia y con gala de autoritarismo, sobre todo con las personas humildes. En las esquinas de las calles de acceso, los vehículos policiacos están estacionandos a la caza de vendedores, en lugar de vigilar e impedir el libre tránsito de bandas criminales y maleantes por las calles cordobesas.
Muchas de esas personas que hoy no pueden vender sus productos en el centro, sobretodo las conocidas vendedoras que llamamos «Las Marías», dependen de su subsistencia con base a ese esfuerzo diario de vender en las calles.
¿Qué no hay la posibilidad de diálogo y alternativas para no reprimir su vendimia, punto medular de su sostén familiar? ¿Está la policía entrenándose solo para limpieza cosmética de las calles de Córdoba, arrasando con los pobres desheredados que al no encontrar trabajos dignos se van a las calles a vender diversos productos?
¿Ese es el sentido del bien común que aplican las autoridades panistas, encabezadas por Tomás Ríos Bernal, en sus últimos meses de administración municipal? Ser compasivos y procurar el apoyo social para la gente trabajadora, son valores que el partido azul, de grandes y nobles panistas como Manuel Gómez Morín, José Angel Conchello, Carlos Castillo Peraza y Manuel Clouthier; debiera promover entre sus políticos. La riqueza, señor Tomás Ríos Bernal, no solo se acrecienta con la acumulación de bienes y la justicia selectiva para una sola clase social, sino también en buscar alternativas de subsistencia para los que menos tienen, haciéndolos productivos.
Demuestre imaginación, comprensión del otro y sentido común para dar alternativas viables, antes de aplicar la ley del garrote como regla para hacer del centro una zona exclusiva, sin pobres trabajadores que luchan por la vida.
Y deje que la policía persiga delincuentes, no Marías ni vendedores ambulantes. No obligue a muchas mujeres y hombres desesperados por no poder vender sus productos en el centro, a tomar el rumbo de la delincuencia también, ante el evidente hecho de que eso no se castiga ni se persigue por las autoridades municipales y policiacas en la ciudad de los treinta caballeros…
Cito a Carlos Castillo Peraza, un extraordinario político del Partido Acción Nacional, para ver si algo le dice a usted, lo que contienen sus palabras, en relación a lo que está haciendo en Córdoba contra esa pobre gente humilde. Dijo el político mencionado:
«Acción Nacional, creo yo, tiene que pensarse como partido interclasista al servicio de los más necesitados, de los que más tiempo han esperado, de las víctimas de siempre. Acción Nacional, estoy convencido, no puede pensarse a sí mismo como instrumento de presión en manos interesadas para defender privilegios. El partido no necesita verdades sexenales que le sirvan, sino una verdad permanente a la cual servir: la dignidad de la persona humana.»
Así que aplique la regla de tratar con dignidad a esos pobres vendedores y no envíe a la policía a reprimirlos. Muchos de ellos, estoy seguro, votaron por usted. No los decepcione ni sea un ejemplo de lo que es un mal gobernante panista.
