El terremoto de la conciencia


por Celia Rosado Romero

Por Celia Rosado Romero, egresada de la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana

Tras lo acontecido con el sismo del 19 de septiembre no sólo se cimbro la tierra enlutando a muchas familias sino que saco a flote la corrupción que se permitió en la autorización de los permisos para la edificación de edificios.
El caso del Colegio Rebsamen con el resultado que dio la vuelta al mundo, por las circunstancias que lo envolvieron, nos remonta a la necesidad de los sexenios pasados de darle apertura a escuelas privadas, en lugar de asumir los gobernantes su responsabilidad de brindar enseñanza de calidad a la población estudiantil.
Para el periodistas, escritor y académico, Ricardo Raphael, en su columna de El Universal redacta acertadamente: “Cuando la tierra tiembla no solo nos agitamos físicamente porque también ocurre un terremoto en nuestra conciencia “.
Cuanta razón.
Desde sexenios pasados la proliferación de escuelas, sin los mínimos requisitos de seguridad, requeridos para cumplir las normas que rigen las edificaciones ha sido cosa cotidiana.
Basta poseer una casa habitación para que se convierta en un centro educativo con una adecuación de fachada. Recamaras, comedor, salas, son las aulas. De los espacios sanitarios ni siquiera mencionar. Una población por mínima que esta sea, sólo se cuenta con un servicio sanitario. De espacios de esparcimiento para educación física, es el patio o el estacionamiento el que se utiliza.
Poco a poco le construyen aulas sin siquiera pedir permiso a las autoridades para que constaten si es posible que cumpla las funciones educativa. No hay supervisión de ingenieros encargados de los departamentos asignados para ello de los tres niveles.
Nadie se preocupa.
Un recorrido bastaría para detectar todas las anomalías que presentan esas escuelas.
Día adía los vecinos de esos colegios claman por poner orden en la vialidad, pocos o casi ninguno cuenta con lo que se requiere para que los infantes o jóvenes puedan entrar y salir con las debidas precauciones, para evitar accidentes.
¿Me pregunto?
Cuántas de ellas tienen permiso, en un área habitacional, para construir una institución educativa. Qué no existe un reglamento para autorizar en el área conveniente, una edificación educativa.
Lamentable que con la muerte de tantos infantes de una escuela, ahora si se preguntan ¿por qué se permitió construir el colegio en ese terreno?
No sería mejor haber prevenido.
Otra interrogante ¿quién o quiénes son los culpables?
Hay un mar de fondo en ese caso.
Aprenderemos la lección.
Mientras, todo México llora por los infantes.

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