por Celia Rosado Romero

En medio del caos que viven el país con el sismo de septiembre, ahora inicia otra sacudida, la lucha para encumbrarse en el poder a través de las próximas elecciones que habrá de ser en el 2018, para diputados, senadores y al que habrá de ocupar “Los Pinos”, con la novedad de la fórmula de candidatos independientes. Contabilizamos hasta ahora seis deseos de ocupar la silla principal del país, que levantaron la mano y todavía existe tiempo para que otros la levanten.
En base a lo establecido en el artículo 35 fracción II de la Constitución Mexicana que nos brinda a todos los ciudadanos la prerrogativa, “poder ser votado para todos los cargos de elección popular, y nombrado para cualquier otro empleo o comisión, teniendo las cualidades que establece la ley”, y apegados a la reforman política electoral que aprobó la figura de “candidato independiente”, le dio la posibilidad, a la ciudadanía a interesarse en participar en la contienda.
Sin embargo, ayer cuatro de octubre venció el plazo para quienes aspirarían a una diputación para inscribirse en la Vocalía Ejecutiva de la Junta Distrital que le corresponda, y para los que desean postularse para una senaduría, todavía tienen tiempo ya que el límite de su registro, marcado por el Instituto Nacional Electoral, es el nueve de octubre.
En el pasado, en el estado de Veracruz con sus 202 ayuntamientos, no hubo respuesta para esas candidaturas, salvo en tres lugares San Andrés Tuxtla, Tlacotalpan y Coahuitlan, las alcaldías las ocuparon candidatos independientes. A nivel federal seis de los independientes fracasaron. La ciudadanía no respondió a su proyecto al no haber una estrategia gubernamental que garantizará mejora de calidad de vida de los electores.
Será, seguramente pronto, cuándo se dé a conocer la lista de los que bajo esa premisa mostraron, tiempo atrás, inquietud de soñar con ser parte de la toma de decisiones, en todos los niveles del país, como también representar a la entidad veracruzana, que se han mantenido en perfil bajo ante la problemática que enfrenta Veracruz con el cambio de partido en el poder.
Existe en la población un descontento generalizado de las estructuras partidistas tradicionales, que han permeado por decenas de años en nuestro país, a pesar de que en ese trascurrir hubo un cambio de partido, a nivel federal, al asumir el poder ejecutivo Vicente Fox, posteriormente Felipe Calderón, y también en algunas estados como fue con “El Bronco”, que no mostraron, a ojos de la ciudadanía, una personalidad, ni acciones, acorde con su discurso de campaña
Desafortunadamente el resultado no fue un cambio de opinión sobre las instituciones oficiales. Se sigue teniendo en mente el paradigma de corrupción como estigma a todos aquellos funcionarios que pulula en la esfera gubernamental. Ni siquiera el cambio de partido en el poder eliminó la huella, por el contrario, hartaron a la población de los políticos con sus corruptelas, anexando la poca popularidad de Peña Nieto y sus cuentas pendientes de enriquecimiento de su familia.
Si hay que remontarse al caso Castañeda Gutman que llevó a la Corte Interamericano de Derechos Humanos, el tema de las candidaturas independientes, que a través del Tribunal Regional determinó delegar a cada país la elección de su sistema político, en función a sus necesidades y requerimientos, hoy puede decirse que fue el inició de lo que culminó con la reforma electoral, naciendo la “candidatura ciudadana”.
Así, bajo esa novedosa forma de lanzarse a la política, un sector de mexicanos que añoraron por años, escalar escaños en la Cámara de Diputados, Senadores o en las Gubernaturas y en el futuro a la Presidencia, se aseguraban de hacer cambios y formar parte de una nueva era en la democracia de nuestro país. Así como, disfrutar de las prerrogativas en lo económico y político que asumirían.
El descrédito que tienen los actuales legisladores: diputados, senadores, así como, gobernadores, cuerpos policiacos, partidos políticos, etc., a los que se les ha dado calificaciones reprobatorias en las encuestas que se realizan cada que se avecinan las elecciones, es en lo que se apoyaron, los futuros candidatos independientes, para pensar en poder asumir el poder. Pero, o desengaño, no ha cambiado el país, los que prometieron no cumplieron.
Recordemos, qué es un candidato independiente, ciudadano o cívico, como se le quiera denominar. Si se apega a definir un postulante en esa categoría, es aquel que no pertenece a un organismo partidista, es decir un partido político existente en el lugar donde se presenta la candidatura, más específicamente que nunca haya militado en un uno de ellos.
Por ello, se le califica como candidato independiente, pues se ha mantenido al margen de los partidos políticos. A lo que ellos se han enfrentaron, para estar en la boleta electoral, es en conjuntar las firmas de su distrito, en el porcentaje de la lista nominal que el OPLE, exigió para ser reconocidos.
Otros dos retos, los recursos que habrían de reunir para hacer frente a los gastos de una campaña política; posteriormente pensar en una estructura de apoyo en defensa de su voto .A diferencia de los partidos políticos los apoyos financieros fueron abismales, en la pasada elección para diputados, es por ello, que el ánimo decayó en muchos de ellos y se retiraron.
Lo que surgió es que esos candidatos independientes que permanecieron tenían una trayectoria partidista que no han podido negar. Su historial, rascando un poco la historia, salta a la vista que si fueron en una época parte de esa estructura organizacional, desertando cuando no les cumplieron sus deseos de ser candidatos en alguna elección. Así que, hablar de candidatos independientes, resulta casi, casi imposible.
Lo del financiamiento es un aspecto muy espinoso. La población rechaza seguir manteniendo a miles y miles engarzados en los organismos partidistas, por lo que darle ahora a candidatos independientes dinero, no es lo que más guste a los votantes. Existe un rechazo total a la autorización de otorgar dinero a los partidos. La demanda popular es la desaparición de esos satélites que viven engarzados a los de mayor militancia, cuya supervivencia cuesta mucho capital.
La ciudadanía suplica, no más financiamiento a los que después nos roban.
