Una anécdota ciudadana


por Celia Rosado Romero

Por Celia Rosado Romero, egresada de la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana

En un país cómo México, cuya mayoría de habitantes no votan, de un día para otro la efervescencia política se desata. De tal suerte, que ya 86 ciudadanos pretenden sentarse en la silla que dejará Peña Nieto, bajo la nomenclatura de “candidatos independientes”.
De los cuales sólo basta rascar un poco en su historial para asegurar que no todos reúnen el requisito de no haber sido militantes de algún partido político en su pasado.
Apenas inicia el proceso para asegurar las candidaturas para la Presidencia de la República, a gobernar a partir del primero de diciembre de 2018. Ciento 28 Miembros de la cámara alta del Congreso de la Unión, tres por cada entidad federativa, por un periodo de seis años a iniciar el primero de septiembre del 2018. Con las características de votaciones de las dos maneras marcadas por la legislación electoral. 500 diputados federales de la cámara baja del Congreso de la Unión, asumiendo su cargo el primero de agosto del 2018 con la posibilidad de ser reelectos.
La zanahoria que representa en forma de aliciente para un conejo en una carrera, así parece que son los 6 mil millones de pesos que aprobó el Instituto Nacional Electoral (INE). Además, se le agrega lo destinado a cada entidad federativa que sumaran al presupuesto, convirtiéndose en su totalidad en 11 mil 904 millones de pesos. Cantidad nada despreciable para darle una pequeña mordida, si se les acepta como aspirantes.
Pero, para que ellos puedan ser registrados habrán de sortear lo que marca la ley. Primero, en el caso presidencia, el apoyo de casi 870 mil firmas. Formar una organización civil para registrar una cuenta bancaria cumpliendo lo demandado por el SAT, en el control de sus gastos. Luego interesar a sus seguidores para que los acompañen en las urnas y defiendan el voto que se les otorga.
Bajo tal escenario la esperanza de cumplir lo demandado, en la posibilidad que tiene para organizarse antes del 13 de febrero, a vencerse en el plazo fijado, es muy bajo, por no decir imposible. Si se les prohíbe promoverse en radio y televisión, lo complica aún más.
Retrocedamos en la historia.
En el 2015 cuando inicio la polarización de la necesidad de buscar otra forma de gobernar, por el desprestigio de los partidos políticos, se inventaron el concepto de la “ciudanización de la política”, a lo que los analistas llamaron tomadura de pelo.
La razón. Por qué, un pequeño olvido, quien hace la política son los ciudadanos. Sin embargo, la población se lo creyó, asumen que es el resultado del hartazgo demandando cambios.
En ese contexto lo que se pide es que mejor los integrantes de un organismos partidista que deseen ser sus candidatos en las elecciones, mejor sean más responsables en su actuar, democráticos al interior de su organismo, y sobre todo, verdaderos representantes de las necesidades de los que depositaron la confianza en ellos.
Con honestidad ser candidato independiente es una falacia. No contar con un respaldo financiero y una estructura, termina por baja el ánimo de todos los aspirantes.
Una experiencia.
En las pasadas elecciones a las diputaciones en Veracruz, un profesional se me acercó con las intenciones de participar. Nunca fue militante de un partido. Su patrimonio era lo que durante años había ahorrado de su trabajo.
Por lo tanto, no era un millonario. No contaba con recursos personal para inyectar en la campaña. Para formar la asociación, fueron sus amistades quienes le dieron el sí, pero ninguno era o fue militante de partido.
El gusto le duro escasos meses. Sí pudo recabar las firmas que le pidieron. Sus partidarios, no contaban con la posibilidad de apoyarlo económicamente. Se comprometieron, de palabra, en ser sus representantes en las urnas, pero eso fue todo.
Se negaron acompañarlo en campaña por la zona que pretendía, todos tenían tareas que cumplir, en consecuencia, nadie se ofreció para organizar mítines, reuniones o recorre las calles y avenidas, casa por casa, solicitando el voto.
El ir y venir a Jalapa para tratar de inscribirse fue una odisea.
Sus palabras eran “voy en la fecha calendarizada y me suspenden sin avisar. Regreso y me piden otros requerimientos que no me dijeron al inicio”.
Lo que si le sucedió fue que se le acercaron líderes de las colonia populares pidiéndolo 20 mil pesos para que ellos les llevaran votos a las urnas.
Otros, ofreciendo el manejo de su imagen, por 50 mil pesos.
Y así sucesivamente.
La sorpresa se la llevo cuando el monto asignado por el INE fue de 33 mil pesos.
Al hacer cuenta le costaba la campaña un millón de pesos, lo que él no lo tenía.
Ahí se finalizó su interés por participar.
Se retiró.
Ayer al reunirme con él. Le pregunte “te interesa participar como candidato”.
Ni siquiera dudo.
Respondió con un “nooo” rotundo.
Fin de la historia.

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