
Texto/Imagen:
L.C.C. Mario Jesús Gaspar Cobarruvias *
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Ilarione da Bergamo conocido en español como Hilarión de Bérgamo por haber nacido en esta ciudad italiana hacia 1726, un hermano lego de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos que viajó al virreinato de la Nueva España en el siglo XVIII y escribió una crónica de su viaje y estancia, dando a conocer a sus correligionarios, las costumbres, tradiciones y modos de pensar de los habitantes, así como algunas de las plantas, frutos y flores, las cuales ilustró profusamente en su libro manuscrito y que para los bergamascos eran desconocidos.
A los 20 años hizo su profesión como hermano lego dentro de su orden en el convento de Sóvere, Bérgamo. En 1761, pidió ser inscrito en el libro de los postulantes para las misiones. Originalmente sus superiores lo habían destinado a la misión del Tíbet pero, por la muerte de otro capuchino, le cambiaron el destino enviándolo a México como limosnero de la Congregación de Propaganda Fide para financiar con lo recabado por él a través de las limosnas de los fieles novohispanos, la misión capuchina en el Tíbet.
Partió para ese destino el 8 de julio de 1761 cuando tenía 34 años de edad y regresó a su ciudad natal el 5 de octubre de 1768. Vivió desde entonces en el convento de Bérgamo, y que ahí murió el 13 de octubre de 1778, a los 51 años.
Su crónica de viaje titulada «Viaggio al Messico nell’America Settentrionale fatto e descritto da fra Ilarione da Bergamo, religioso cappuccino con figure Anno MDCCLXX» se conserva en la Biblioteca Cívica Angelo Mai, de la ciudad de Bérgamo y fue escrita en la variante del idioma italiano que se utilizaba en esa región en el siglo XVIII. Su traducción completa al español se publicó en 2013 bajo el título «El Viaje a México de Hilarión de Bérgamo. Paleografía, traducción, estudio introductorio y notas», siendo obra del profesor Martín Clavé Almeida, investigador y ceramista mexicano por la Escuela de Artesanías, diseñador industrial por la Universidad Autónoma Metropolitana y maestro en historia por la Universidad Iberoamericana; quien ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional en Italia y México. Países donde ha trabajado en proyectos de diseño para medianas y grandes industrias.
VIAJE A VERACRUZ
Debido a diversas circunstancias fuera de su control, hasta el 2 de enero de 1763 pudo embarcarse en la fragata San José que partió del puerto de Cádiz y arribó al puerto de la ciudad amurallada de Veracruz hasta El 10 de mayo de 1763 desembarcando al día siguiente. El suyo había sido un viaje muy difícil pues habían enfrentado constantemente el mal tiempo en altamar:
«Me fui a alojar en una hostería, en tanto que se me proporcionaba un alojamiento más decente; me reposé todo aquel día y probé con la experiencia cuánto es más sabroso y sano dormir en tierra de cuanto sea sobre el mar, donde siempre se acuesta uno a dormir con algún temor de que suceda cualquier desgracia; el día siguiente era destinado para dar cumplimiento al voto que hicimos
en la gran tempestad; por tanto, en la mañana todos aquellos de nuestra nave que estaban en tierra se prepararon en el muelle, y yo con ellos, y vino de a bordo el padre capellán con el capitán, piloto, y otros trayendo con ellos la vela del trinquete, y nos dirigimos procesionalmente descalzos a la iglesia de la Divina Pastora, donde fue del dicho capellán cantada la misa, y entregado el trinquete; después todos se fueron a sus negocios.» (Clavé Almeida 2013:102)
Encontró alojamiento en el convento de Nuestra Señora de Belén gracias al padre Jerónimo de Jerez, quien pertenecía también a la orden de los Capuchinos y había llegado diez años antes como Procurador de Propaganda:
«La ciudad descansa sobre una planicie pero es muy irregular; no hay nada de bueno, más que gran cantidad de sandías, las cuales sirven de refrigerio en los grandes calores; también hay muchos otros frutos y abundancia de peces, y en ocho días que estuve hospedado por los padres betlemitas, todas las noches, por cena, me daban una buena porción de pescado grande cocinado en
cierta manera que me gustaba mucho.» ((Clavé Almeida 2013:104)
Después considerando que ya estaba suficientemente repuesto, decidió continuar su viaje hacia la Ciudad de México, por el camino real cuya ruta pasaba por La Antigua, Rinconada, Plan del Río, El Lencero, Xalapa, Las Vigas y Perote, antes de dirigirse hacia Puebla y Tlaxcala.
«Desde aquel día en que llegué a Veracruz, fui informado del pésimo clima de este lugar; por lo cual me di prisa de disponer mis cosas para trasladarme a México lo más pronto que me fuera posible, y habiendo buscado y hecho buscar un caballo en renta, no hubo modo de encontrarlo, por lo cual resolví partir a pie aun cuando trataban de disuadirme los dichos padres de Betlem y otros; pero, como yo creía viajar como en Italia, así no hice caso de sus disuasiones, y muy pronto me arrepentí.
Entregué, entonces, mis baúles y otras cosas a un mercader con orden de enviarme todas las cosas a México; me hice cambiar en oro aproximadamente 200 pesos que tenía; me despedí de los padres betlemitas, y provisto en la bolsa de la comida queso y una botella de aguardiente, con mi bastón salí solo de Veracruz al abrir de las puertas el 17 de mayo, encaminándome hacia la Antigua Veracruz, llamada vulgarmente La Antigua.» (Clavé Almeida 2013:104)
El camino real de Veracruz a México en 1763 salía por la Puerta México (hoy en el cruce de la calle de Constitución y la avenida 5 de mayo, a poca distancia de la iglesia de la Divina Pastora), se dirigía a las playas de la Caleta y caminando a unos 80 metros de la orilla del Golfo de México, se cruzaban los arroyos de Vergara, Río Medio y Río Grande, antes de que el sendero se fuera alejando de las aguas e internándose tierra adentro, poco antes de avistar la desembocadura del río La Antigua, llamado Huitzilapan o de las Canoas en el siglo XVI.
En el mes de mayo cuando Fray Hilarión de Bérgamo inició su marcha, ya se encuentra muy avanzada la estación de primavera, las temperaturas se elevan bastante desde los 28 a los 40 grados pues la región se prepara para recibir las primeras lluvias del año. Esto explica en parte las penalidades que sufrió y que él mismo admite se debieron a su inexperiencia y no escuchar los consejos que recibía, tal como todavía sucede con muchos caminantes nacidos en clima frío o templado, al adentrarse en la Tierra Caliente del centro del actual Estado de Veracruz:
«Antes de proseguir mi viaje pongo la presente pequeña carta geográfica, la cual contiene parte del reino mexicano, habiéndola yo diligentemente copiado de otra en cobre. Caminé, por tanto, muchas millas, siempre a la orilla del mar, muy gustoso hasta que el calor del sol era soportable; pero acercándose el mediodía era tan grande el calor que sentía por arriba y por debajo de los pies que aquella arena parecía arder en fuego, que no podía más seguir mi camino sintiéndome quemar, mucho más por haber bebido aguardiente para tomar fuerza para caminar.
Por tanto fuego por dentro y fuego por fuera estaba medio frito; cuando quiso Dios que encontrara en el camino un pequeño río que desemboca en el mar [posiblemente el Río Grande], pensé inmediatamente en refrescarme y observando todo el horizonte no vi persona, así que me desnudé y me extendí sobre el agua y cuando salí de ésta después de un rato, comí cualquier cosa, y retomado mi camino en breve fue tanta la debilidad que me sorprendió y por el gran calor que ya no podía más dar paso, y verdaderamente me encontraba en gran trabajo no sólo por el cansancio, sino también por la gran sed que me acongojaba, no habiendo encontrado después de haber pasado el pequeño río otro de agua dulce, y ciertamente, si hubiera encontrado cualquier choza, me habría parado; así que me vi en la necesidad de proseguir con mucha fatiga y pena el viaje, tan lentamente que parecía tener una gran fiebre; después de un rato el camino comenzó a alejarse del mar; ya libre de aquella arena de fuego que tanto me quemaba los pies, comencé a entrar al interior, y después de un breve tramo de camino entré en una pradera donde había algunos arrieros, a los cuales les pedí agua y me la dieron cortésmente, pero estaba muy caliente, y yo les di a cambio aguardiente; me informé por ellos mismos del camino y entendí faltarme todavía mucho por caminar para llegar a La Antigua, por tanto, me esforzaba de avanzar lo más posible pero en el primer árbol que me encontré (porque hasta ahora no había visto ninguno) me recosté a la sombra del mismo, me reposé y dormí bastante; despertando, fui avanzando pero muy lentamente.» (Clavé Almeida 2013:105-107)
A semejanza de muchos senderistas y viajeros itinerantes de la actualidad, el hermano lego Hilarión de Bérgamo se adentró en el país sin tener la debida preparación e información del territorio. Su estilo de viaje personal lo alejó de hospedarse en los conventos de San Francisco, a la que estaba vinculada la Orden de los Capuchinos y donde él hubiera sido bien recibido, eligiendo en cambio, quedarse en las casas de la gente de las poblaciones, sin importar si eran indios, españoles o criollos.
La práctica de caminando a pie solo con su mochila de viaje y su bordón, como hacían también los franciscanos debido a sus votos de pobreza, le permitió mayor libertad de movimientos, conocer más de cerca la tierra y a sus habitantes, añadiendo 45 hermosas ilustraciones a color a las descripciones de su obra y que le dan un valor añadido invaluable, tratándose de un país a donde las primeras cámaras fotográficas harían su aparición hasta 76 años después:
«Finalmente encontré una pequeña casa de indios hecha de cañas y cubierta de paja; entré en ésta donde había solamente algunas indias: les pedí cualquier cosa de comer (entendían el español), que todo lo habría pagado; me hicieron rápidamente cocer huevos, y con eso me repuse un poco; y repuesto de fuerzas, quise proseguir mi viaje, y aunque las dichas indias me disuadían y me convidaban a quedarme en su casa hasta el día siguiente; les pagué aquello que me habían dado y, prosiguiendo mi camino con mayor vigor, hacia la noche llegué a La Antigua.
Antes de narrar nada de La Antigua Veracruz, diré la gran diversión que tuve en aquel poco trozo de camino, es decir de la casa de las indias a La Antigua, y aunque me encontraba no con mucha fuerza, por el cansancio, la novedad del lugar, la variedad de los pájaros y de las plantas, me parecía [estar] (como en efecto así era) en un nuevo mundo: pero, por llegar esa noche al lugar de mi destino no tuve tiempo de detenerme a considerar cada cosa: solamente digo que por la grandeza y la multitud de los árboles con fruta nunca vistos, permanecía grandemente maravillado, y comprendí ser el país por sí mismo muy fértil.
Entre otros árboles que me produjeron mayor asombro, muchos fueron de una especie, de los cuales, aparte el tronco grande que se levanta a la altura de dos hombres, da ramos, de los cuales se bajan perpendicularmente hasta la tierra otros troncos menores de la rama; y todo eso alrededor del tronco mayor, que parece como una palizada, no produce ni lores ni frutas, y se llama mangle; pongo la figura.» (Clavé Almeida 2013:107-109)
CONOCIENDO LA ANTIGUA
«Hacia el anochecer llegué a La Antigua y fui a alojarme en casa de gente india, porque no está habitada por ningún español; pasé una noche malísima, no habiendo para dormir otro que ciertas como tablas de trozos de carrizo unidos entre sí, como son también las casas, y sin cabecera, ni con qué repararme de los mosquitos, porque por el frío no se necesitaba, siendo el clima todavía caliente.
Al día siguiente, sea para reposar que para observar el lugar (siendo este el sitio donde desembarcó Cortés, el conquistador), me detuve y noté ser un terreno pequeño con pocas casas de piedra y la mayor parte hechas de carrizo habitadas solamente por gente india: está a 18 grados y 40 minutos de latitud septentrional.
Por en medio de esta tierra pasa un río, alguna vez navegable hasta aquí, La Antigua, viniendo del mar; y para ir a México se pasa el mismo con el puerto muy bien hecho y airoso, y siendo aquí el río grande y rápido. Alrededor de este lugar vi muchas plantas selváticas de limón, cargadas de frutos, y no observé ningún otro particular.» (Clavé Almeida 2013:110)
El pueblo de La Antigua que Hilarión de Bérgamo conoció en 1763, era una población bastante pequeña que pese a ser cabecera de la alcaldía mayor de Veracruz La Vieja y del corregimiento de Misantla -que se le añadió después de que parte de su territorio fuese cedido al corregimiento de Nueva Veracruz en 1609-, se estaba recuperando del despoblamiento de sus habitantes europeos sufrido en el siglo anterior. Estaba habitada por unos cuantos centenares de indios y negros libres, el capuchino visitante no logró encontrar algún español en cuya casa alojarse o tomar informes.
MITOS Y VERDADES
Hacia la segunda mitad del siglo XVIII los habitantes de Veracruz La Antigua ya habían olvidado el verdadero origen de su población y lo habían reemplazado por una versión errónea, tal como todavía se insiste en difundir en el siglo XXI, atribuyendo a Cortés el haber entrado al río Huitzilapan con sus naves a fundar La Antigua, a pesar de que nunca se ha presentado un documento histórico que confirme o describa tal suceso.
El famoso científico prusiano Alexander von Humboldt visitó el virreinato de la Nueva España entre el 22 de marzo de 1803 en que arribó al puerto de Acapulco y el 7 de marzo de 1804 en que continuó su viaje por La Habana hacia los Estados Unidos. En 1811 se publicó su gran obra ENSAYO POLÍTICO DEL REINO DE LA NUEVA ESPAÑA y en su Tomo II desmiente esa versión y da el crédito al autor novohispano, sobre cuyo trabajo sustenta sus afirmaciones:
«La ciudad de Vera-Cruz se llama muchas veces Veracruz Nueva, para distinguirla de Veracruz Vieja, situada cerca del embocadero del rio Antigua y que casi todos los historiadores consideran como la primera colonia que fundó Cortés. El abate Clavigero [jesuita Francisco Javier Clavijero] ha probado la falsedad de esta opinión. La ciudad llamada Villarica, ó la villa Rica de Veracruz, que se empezó en el año 1519, estaba situada á tres leguas de Cempoala, lugar principal de los Totonacos cerca del puertecillo de Chiahuitzla, que con dificultad se conoce en la obra de Robertson ser el que llama Quiabislan. Tres años después quedó la Villarica inhabitada, y los españoles fundaron al sur otra villa, que ha conservado el nombre de la Antigua.
En el país se cree, que esta segunda colonia se abandonó de nuevo á causa de la enfermedad del vómito, que ya en aquella época arrebataba mas de dos tercios de los españoles que desembarcaban en la estación de los grandes calores. El virrey conde de Monterrey, que gobernó el reino de Méjico á últimos del siglo XVI, hizo echar los cimientos de la Nueva Veracruz ó de la ciudad actual, frente del islote de San Juan de Ulúa, en la playa de Chalchiuhcuecan, en el mismo paraje donde desembarcó Cortés el día 21 de abril de 1519.» (Humboldt 1827:61-62)
El jesuita Francisco Javier Clavijero -considerado el padre de la historia en México- también es quien determinó la fecha del desembarco de Cortés en el Jueves Santo del año de 1519, la única fecha existente para situar este hecho en el tiempo y en el espacio, en el puerto de San Juan de Ulúa -no donde se localiza La Antigua- y que fue proporcionada por el soldado-cronista Bernal Díaz del Castillo en su HISTORIA VERDADERA DE LA CONQUISTA DE LA NUEVA ESPAÑA:
«En Jueves Santo de la Cena de mil quinientos diez y nueve años llegamos con toda la Armada al Puerto de San Juan de Ulúa, y como el Piloto Alaminos lo sabía muy bien desde cuando vinimos con Juan de Grijalva, luego mandó surgir en parte que los navíos estuviesen seguros del Norte, y pusieron en la nao capitana sus estandartes reales y veletas.» (Díaz del Castillo 2014:104)
Clavijero determinó lo siguiente calculando acorde al calendario Juliano vigente hasta 1582, cuando se adoptó el calendario Gregoriano que se usa hasta la fecha. En el Tomo III de su obra STORIA ANTICA DEL MESSICO publicado en 1780 cuando ya se encontraba exiliado en Italia:
“… entró nel porto di S. Giovanni d’Ulua nel Giovedí Santo, 21 Aprile.” (Clavijero 1780:15)
Siendo el desembarco al día siguiente como refiere Díaz del Castillo, la fecha del desembarco de Cortés y sus hombres en las playas de la región costera de Chalchicueyecan o Chalchihuecan, quedó fijada como el 22 de abril de 1519 y se comenzó a usar ya con frecuencia a partir de la década de 1820.
En 1969 fue propuesta al H. Ayuntamiento de Veracruz por el doctor Ernesto Lemoine Villicaña el 22 de mayo de 1969 en el salón de actos del Museo de Veracruz, con motivo del 450 aniversario de la fundación de la ciudad de Veracruz. A pesar de que ya estaba comprobado por todas las fuentes del siglo XVI que el 22 de abril de 1519 no se realizó fundación alguna por parte de Cortés y sus hombres, la propuesta de Lemoine se basó en el siguiente argumento:
«Ahora bien, que sepamos, ninguna otra fecha, entre estas extremas, indican las fuentes históricas para determinar con exactitud los acontecimientos que ocurrieron en los intervalos de las arriba indicadas. Trataremos de llenar los vacíos que más directamente incumben al nacimiento y primeras vicisitudes de Veracruz, interpretando, sobre todo, a los imprescindibles Bernal y Gómara; más al segundo que al primero. El Viernes Santo, 22 de abril de 1519 es, sin lugar a dudas, la fecha clave que debe consagrarse como la de la fundación real de esta ciudad. Cierto que Cortés le dio al asiento el carácter de provisional, que en ese día no se levantó acta que testificara, jurídicamente, el suceso, y que a poco la localidad mudó de sitio. Pero, en apoyo de nuestro aserto, enunciamos las siguientes circunstancias, todas ellas de peso: el paraje de San Juan de Ulúa ya nunca más se despobló a partir de aquel 22 de abril; aquí, en fecha que puede localizarse hacia el fin de la tercera semana de mayo (según Bernal), o hacía mediados de junio (según Gómara), se erigió el ayuntamiento, se creó el primer poder político-administrativo de Nueva España, y se institucionalizó el organismo municipal; o sea, de una situación de hecho, se pasó a una de derecho. Aunque la Villa se trasladó al norte, pocos días después de su instauración legal, al sitio de Quiahuiztla, el paraje del primitivo asiento, ya con el nombre de “San Juan”, o con el de “Ulúa”, o con el de “San Juan de Ulúa”, siguió considerándose como “puerto” de la Villa Rica. Por último, es decisivo el hecho de que, luego de trashumancias que se prolongaron ochenta años, la Veracruz errante, en su doble carácter de burgo legal y comunidad material, volvió a su punto de origen, a las playas de Ulúa, para ya no desprenderse más de este lugar.
En consecuencia, es legítimo historiar, sin interrupción, la vida de esta Veracruz- Ulúa, que es la que realmente cumple ahora su 450 aniversario; y considerar, como incidencia accesoria, la etapa peregrina (tan bien analizada por Lerdo de Tejada, Orozco y Berra y Paso y Troncoso) que en un lapso de ochenta años se sintetiza en los nombres de Veracruz-Quiahuiztla y Antigua Veracruz.» (Instituto de Investigaciones Humanísticas 1974:72-73)
La fecha del 22 de abril se adoptó desde entonces como oficial para festejar la fundación de la actual ciudad de Veracruz. Aunque desde 1939 se conoce por el historiador y cronista de la misma ciudad, Manuel B. Trens, el documento de Provisión Real emitido por el virrey conde de Monterrey el 28 de marzo de 1600 para fundar y dar Título de Ciudad a la Nueva Veracruz frente a San Juan de Ulúa. Lo que está en concordancia con las informaciones que recibiera Humboldt en 1804 y que prueban que la actual ciudad de Veracruz cumplió en 2019 solo 419 años de antigüedad y que fue el pueblo de La Antigua el que cumplió 500 años por ser lo que queda de aquella Villa Rica de la Vera Cruz fundada hacia el 20 de mayo de 1519 y en su segunda ubicación geográfica desde diciembre de 1525, renombrada con el nombre de Ciudad de Veracruz.
Hacia el 15 de diciembre de 2025 se cumplirán 506 años de existencia ininterrumpida de la población que ha llevado los nombres de Villa Rica (1519-1525), Veracruz (1526-1609), Veracruz La Vieja (siglo XVII) y La Antigua (desde el siglo XVIII), Y 500 años de haberse reubicado la misma población. abandonando la bahía frente a Quiahuiztlan para situarse sus pobladores a través de una emigración terrestre, en la margen izquierda del río Huitzilapan.
DE LA ANTIGUA A XALAPA
Hilarión de Bérgamo solo permaneció una noche en la población:
«El 19 salí de La Antigua siempre solo, andando hacia Xalapa y no noté nada de consideración; excepto variedad de pájaros muy diferentes de los nuestros, de los cuales en su lugar diré alguna cosa; y como de cuando en cuando encontraba alguna casa de gente india, así tuve la comodidad de comer cada vez que necesitaba, porque toda esta gente tiene gallinas y por tanto huevos, de los cuales me alimenté solamente hasta Xalapa, porque de aquellos platillos condimentados a su manera, sobre todo carne con chile, hasta entonces no me gustaban, siendo algo muy picante (pero con el tiempo me acostumbré a todo).
Tuve al mismo tiempo otro calmante para la sed, que fue el haber encontrado en varios lugares y huertas de esos indios sandías, de las cuales comí diversas.
Pero en la diversión de mi viaje tuve una incomodidad no prevista porque no fui informado, y se contrae al caminar bajo aquellos árboles, y es que por todo el cuerpo me sentía una comezón y constantemente me estaba rascando, ahora por aquí, ahora por allá, como si tuviera la roña; al principio lo atribuía al calor, y para asegurarme me observé los brazos y las piernas y vi que se me habían introducido bajo la piel muchos pequeñísimos animales que tienen su nombre propio, pero que ahora no me acuerdo, aunque es algo diferente a las niguas de Puerto Rico; estaban pegados tan fuerte que algunos no totalmente escondidos, con mucha dificultad podía sacarlos con las uñas, así que retirado en un bosque me desvestí, y con la punta de un cuchillo me quité todos los que pude; el resto tuve que dejarlos para otro tiempo más cómodo.
Ahora caminando casi solo y cansado, permitió el Señor que me encontrara con ciertos arrieros o cabalgantes, a los cuales moví a compasión y me ofrecieron una mula para cabalgar hasta Xalapa, a donde me encaminaba; acepté la cortés invitación y en dos días llegué felizmente a Xalapa, es decir el 21 de mayo: fui a alojarme a una hostería y al día siguiente, por ser la solemnidad de Pentecostés, a buena hora me dirigí al convento de los padres observantes que allí se encuentran, a llevar a cabo mis devociones.» (Clavé Almeida 2013:104-111)
EL PLANO DE 1763
Entre 1756 y 1763 estalló la Guerra de los Siete Años que enfrentó a dos alianzas de países liderados por Inglaterra y Francia. En agosto de 1861 España se sumó a los franceses e inició las hostilidades el 15 de enero de 1762. Una flota de invasión inglesa compuesta por 19 navíos de línea, 18 fragatas y 10 000 soldados procedentes de su base en la isla Martinica, alcanzó las costas de Cuba el 5 de junio. Los españoles presentaron una dura resistencia que causó 2 764 muertos en combate o por fiebre amarilla, heridos y prisioneros, además de hundirles 3 navíos de línea a los ingleses. Mismos que se vieron reforzados por tropas procedentes de sus colonias en Norteamérica. El 11 de agosto la flota devastó La Habana con un bombardeo marítimo y entre el 12 y 13 se firmaron las capitulaciones. El 14 los invasores ocuparon La Habana y permanecieron en ella hasta julio de 1763.
La perdida de su más importante puerto en el Mar Caribe, a donde arribaban para entrar y salir de América, las flotas comerciales de la Carrera de Indias, despertó la alerta en el Imperio Español y se reforzaron las defensas en las islas y en tierra continental. Para ello se enviaron más ingenieros militares, muchos de ellos procedían del Real Cuerpo de Ingenieros y estaban graduados en la Real Academia Militar de Matemáticas y Fortificación de Barcelona fundada el 15 de octubre de 1720. Cuando no estaban ocupados en su trabajo en las fortificaciones, realizaban proyectos de cartografía y obras públicas como caminos, puentes, polvorines, iglesias y otras estructuras necesarias para el buen funcionamiento y desarrollo de las poblaciones, aprovechando su experiencia en una época en que las profesiones de ingeniero y arquitecto no estaban bien diferenciadas. Mucho de lo que se conoce sobre el territorio novohispano con cifras, planos y mapas se debe a la labor de estos hombres que también hicieron ciencia e historia.
Uno ellos y de los más conocidos en realizó obras en Nueva España, llamado Manuel de Santistevan o Santisesteban, arribó al puerto de Veracruz en 1763. Llevaba 38 años al servicio de la corona, había sido profesor de la Real Academia de Barcelona durante 13 años a partir de 1739 y tenía el grado de coronel y de ingeniero-director. Se le encargó cuidar de las fortificaciones novohispanas, residiendo en la ciudad amurallada de Veracruz. Desde 1763 se comenzó a ocupar del proyecto de construcción de la fortaleza de San Carlos en el pueblo de San Miguel de Perote, mismo que se realizaría entre 1770 y 1775. Pero para que fuera factible era preciso reparar los viejos caminos que desde el siglo XVI comunicaban a Veracruz con la Ciudad de México, tanto para fines comerciales como para el trasporte y despliegue de batallones de infantería, escuadrones de caballería y piezas de de artillería.
Dado que el camino real por la ruta de Xalapa y Perote pasaba por el pueblo de La Antigua y que el cruce de su río se hacía mediante barcas entre ambas orillas, Santistevan retomó un proyecto anterior del ingeniero Agustín López de la Cámara Alta en 1762 y lo perfeccionó, para construir un puente de vigas de madera permanente que facilitara el tráfico, pues desde 1726 los viajeros y comerciantes pagaban el derecho de peaje y barcas del río de La Antigua para cruzarlo en barcas, a partir de 1766 con el apoyo del visitador José de Gálvez se hicieron barcas del gobierno especiales y diversos proyectos de puentes, hasta que se suspendió definitivamente el servicio de barcas en febrero de 1806 por la construcción del Puente del Rey por el Consulado de Veracruz, a 16 kilómetros río abajo de La Antigua. Esta obra se abrió al público el 10 de enero de 1808 y el tráfico comercial se desvió de pasar por La Antigua a ir por el rumbo de Santa Fe y Paso de Ovejas.
Este proyecto se plasmó en un plano firmado por Santiestevan el día 6 de octubre de 1763. Años más tarde, en 1769 realizaría una relación bastante detallada desde el punto de vista militar, del camino real entre Veracruz, La Antigua, Xalapa y Perote. Referente al pueblo de La Antigua, este plano orientado en eje oeste-este, permite apreciar que en 1763 se componía esencialmente de dos grandes cuarteles de casas, siendo las del lado oriental las más numerosas. Santiestevan en su relación de 1769 informará que La Antigua poseía alrededor de 300 habitantes.
Marcada con la letra B se identifica la hoy llamada iglesia parroquial del Cristo del Buen Viaje, iniciada en 1582. A su lado superior se sitúa el grueso de la población en los terrenos que hoy ocupan la erróneamente llamada «Casa de Cortés», que en realidad fuera la Casa de Contratación iniciada en 1533 para el control aduanal. También se situaba ahí el cuartel de la caballería que custodiaba el pueblo en el siglo XVIII. En el limite de la zona arbolada, se localiza con la letra C una casa llamada La Boticaria, posiblemente la sede de algún médico o almacén de medicinas.
Tal como se conoce hoy en día, la orilla del río La Antigua llegaba a tan solo una cuadra después de la iglesia, teniendo un ancho original de aproximadamente 224 metros, que se han reducido a solo 84 metros. El proyecto del puente se situaba más allá del pueblo, justo enfrente del paso del camino real antes de cruzar el río San Juan o Chico, y en el área donde en el siglo XVI habrían estado los embarcaderos del comercio recibiendo a los lanchones de fondo plano y pequeñas embarcaciones que lograran entrar a la barra del río. Un sendero abierto permitiría trasladas las mercancías hasta su destino en el pueblo.
En la parte inferior se ve una menor concentración de casas. Básicamente el pueblo de La Antigua seguía el mismo trazo que otras poblaciones del siglo XVI, creciendo a lo largo del camino real de Veracruz a México. Es posible que la mayor parte de casas fuesen chozas de madera con techo palma y hubiesen varios edificios de mampostería de piedra, siendo uno de ellos la sede del alcalde mayor cuando habitara en La Antigua, dado que su cabildo no se volvió a reunir después de 1607.
En el plano se aprecia además una gran isla arbolada frente al pueblo y que formaba un canal con la orilla opuesta, cuando menos se tiene registrada su existencia en documentos hasta 1815, pues actualmente esa extensión de tierra ya no existe. De igual forma y en distintos colores, se aprecian una zona de terreno lo suficientemente firme para los cimientos del puente y otra de terreno arenoso.
EN LA ACTUALIDAD
La ruta seguida por el lego capuchino Hilarión de Bérgamo el 18 de mayo de 1763, fue seguida, mapeada y documentada por el Lic. Mario Jesús Gaspar Cobarruvias el día 9 de octubre de 2009. Esta travesía sucedió con diversos paralelismos: se hizo el viaje sólo sin compañía ni apoyo alguno, se cruzaron los arroyos de Vergara, Río Medio y Río Grande, se experimentaron las altas temperaturas debido al calentamiento de la arena en los grandes médanos y se pudo arribar a La Antigua el mismo día después de caminar más de 20 kilómetros con varios lapsos para descansar y comer.
El autor es originario de la ciudad de Veracruz, tiene el título de Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Veracruzana, Técnico en Informática por el Centro de Estudios en Computación y Diplomado en Historia del Arte Prehispánico, Colonial y Mexicano por el Instituto Veracruzano de la Cultura entre otros estudios. Ha sido profesor en varios colegios de educación media superior en Veracruz, Soledad de Doblado y la Universidad Empresarial en Boca del Río. Se tituló con honores en 2003 y entre muchos reconocimientos a su trayectoria profesional, ha sido galardonado dos veces con el Diploma de Honor y la Medalla de la Institución de la Superación Ciudadana del H. Ayuntamiento de Veracruz en 2014 y 2016, el título de “Hijo adoptivo del pueblo de Tolome” en 2020, en 2023 recibió el reconocimiento del Conservatorio Nacional de Historia y Civismo en el Estado de Veracruz, del Ilustre Instituto Veracruzano y por segunda vez el Premio Nayo del grupo ARTVER. Está propuesto para recibir la Medalla General Emiliano Zapata Salazar y el doctorado honoris causa por el Consejo Académico Mundial de la Academia Internacional del Centro de Capacitación y Certificación Científico Tecnológico Laboral. Actualmente es conferencista nacional e internacional, investigador independiente en 25 municipios de Veracruz, asesor municipal en historia militar y civil, artista audiovisual, diseñador y escritor, explorador de rutas históricas y guía-senderista. Trabaja en el rescate de la memoria histórica de las poblaciones de Tolome, La Antigua, Piletas, Tlalixcoyan, Fortín, Soledad de Doblado, Chocamán, San Pancho y en la ruta de la Embajada Hasekura y el camino real de Córdoba y Orizaba. Desempeña los cargos de director-fundador del equipo de Exploración y Estudio del Camino Real Veracruz-México, presidente-fundador de la Real Academia de las Artes por la Hispanidad, director de Investigación, Análisis y Proyección Históricas del Proyecto Ruta de Cortés del Consorcio Constructor de Empresas Mexicanas, coordinador-estatal de cultura del Estado de Veracruz en la Promotora Nacional de Economía Solidaria, representante de Veracruz en la Directiva de México Hispano, A. C. y presidente del Comité Veracruz-Boca del Río de la A.P.N. Profesionales por México. Es miembro historiador en Cronistas de Veracruz, A. C., del Patronato de la Casa de la Cultura de Ciudad José Cardel, miembro del grupo AMIGOS DEL MUSEO COMUNITARIO DEL COCUITE – DONADORES DE ANTIGÜEDADES y en los comités “Conmemoración Batalla de Tolome 1832”, “Festejos 180 años del Ilustre Instituto Veracruzano” y “80 años de la escuela primaria Salvador Díaz Mirón”.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Clavé Almeida, Martín. EL VIAJE A MÉXICO DE HILARIÓN DE BÉRGAMO. 1a. Traducción en español, Universidad Autónoma Metropolitana, Azcapotzalco, México, 2013.
Humboldt, Alexander de. ENSAYO POLÍTICO SOBRE LA NUEVA ESPAÑA. Tomo Segundo, 2a. Edición, Casa de Jules Renouard, librero, calle de Tournon No. 6, París, 1827.
Díaz del Castillo, Bernal. HISTORIA VERDADERA DE LA CONQUISTA DE NUEVA ESPAÑA. Tomo I, Biblioteca Saavedra Fajardo de Pensamiento Político Hispánico, 2014.
Clavigero, Francesco Saverio. STORIA ANTICA DEL MESSICO. Volumen 3, Gregorio Biasini all’ Insegna di Pallade, 1780.
Humanidades anuario, Volumen 1, México: Instituto de Investigaciones Humanísticas, Universidad Iberoamericana, 1974, pp. 67-82.
REERENCIAS ELECTRÓNICAS
M.A. Manuel Martin Clave Almeida, Profile. Dirección de Apoyo a la Investigación, profesorado de la Universidad Autónoma Metropolitana:
https://investigacion.uam.mx/en/index.php/listado-catalogo/69595
