El elefante y los periodistas, una anécdota con Francisco Ignacio Taibo Lavilla, en la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicacion de la Universidad Veracruzana


por Rodolfo Calderón Vivar, egresado de la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana

En alguna ocasión significativa para la historia de la Facultad de Periodismo de Veracruz, después transformada en Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana, tuvimos la oportunidad, cuando éramos estudiantes, de aprovechar la presencia de Paco Ignacio Taibo Lavilla, destacado comunicador de origen español que, por aquellos años, alrededor de los años setentas del siglo pasado, era impulsor de noticieros, conducidos por jóvenes, en canales de televisión de importancia nacional, primero en Televisión Independiente de México (TIM) y después en Telesistema Mexicano (Hoy TELEVISA).

Allá por el año de 1975, en el edificio de la facultad en Arista y Zaragoza, el maestro Paco Ignacio visitó la facultad y, como siempre, no para dar solamente una conferencia sobre el periodismo televisivo que lo destacaba, sino para organizar un taller de práctica con los estudiantes de la facultad que, emocionados, pasamos de espectadores a integrantes de un equipo de trabajo con el periodista y escritor asturiano. Supimos, antes, su historia de vida marcada por dos exilios de España, en corto tiempo; uno, tras el fracaso de la Revolución de Asturias, en la década de los treintas, y el segundo, en la década de los cincuentas, cuando por su ideología izquierdista ya no tenía cabida en la España gobernada por Franco.

En esa visita trajo a parte de su equipo de jóvenes periodistas, entre los que recuerdo, Juan Ruiz Healy, Ricardo Rocha, Talina Fernández, Cecilio García Cruz (egresado de la facultad y el que hizo posible la visita de Taibo), entre otros. Y ahí estábamos, un grupo de estudiantes de Periodismo y de la naciente carrera de Ciencias y Técnicas de la Comunicación, codo con codo con el maestro y su equipo, en un ejercicio práctico de preproducción, producción y posproducción de una noticiero universitario.

Y aquí viene la anécdota que da el nombre a este artículo. Resulta que durante esa visita a la facultad, surgió una discusión sobre la importancia de que el periodista planteara la verdad, ante todo, en la redacción de sus notas informativas, pasara lo que pasara, y privilegiándola antes que a la técnica periodística. La discusión subió de tono y, recuerdo bien, cuando el Mtro. Paco Ignacio Taibo, mesando su prominente bigote, que destacaba en su rostro redondo y picaresco, nos dijo:

«Muchachos, en eso de la verdad tienen que ser concientes de que para nosotros los periodistas aplica la parábola del elefante y los ciegos. Esa que cuenta como un grupo de ciegos, situados alrededor de ese mastodonte, tuvo que describir cómo era ese animal, tras palparlo con sus manos, en la parte que les quedaba más cercana. Y verán, el que palpó la trompa dijo que el elefante era un extraño ser con forma de un tubo aguado, que siempre estaba moviéndose, con una humedad notable en su boca. El que estaba cerca de una pata, lo describió como un tronco grueso como el de un árbol. Otro más, cerca de una oreja, dijo al tocarlo, que era, como una delgada lámina de carne que se batía al viento, de vez en vez. Y uno más, cerca de un colmillo, que era duro y frío y sin movilidad alguna, por lo que dudaba que fuera un ser vivo»

Entonces remató:

«Resulta, muchachos, que así vamos por la vida, muchas veces, porque no conocemos ni podemos palpar al elefante completo, como no pudieron hacerlo los ciegos, que contaron solo lo que alcanzaron sus manos a palpar de ese animal, sin poder describirlo en su totalidad»

Hubo un silencio, y si, quizás, algunas risas, entre su juvenil auditorio.

Fue entonces cuando alcé la mano para hacer un comentario y Paco Ignacio Taibo me dijo «¡Adelante!», esbozando una sonrisa oculta tras el bigote que le tapaba parte de los labios.

Con voz temblorosa, a mis 19 años años le dije:

«Maestro Taibo, yo creo que por eso venimos a estudiar la carrera en la universidad, para que que nos enseñen a conocer el elefante completo y así podamos describirlo en su totalidad»

Paco Ignacio contestó:

«¿Cuál es tu nombre, compañero?»

Se lo dije.

Y agregó:

«Mira, Calderón, efectivamente, para eso estudian en una universidad y gracias a esos aprendizajes conocen mucho sobre diversos temas. Y digamos que si, llegan a conocer el elefante completo. Pero, resulta que, en muchas ocasiones, ya en la realidad, aunque conozcamos la totalidad de todas las partes del paquidermo, no podemos más que hablar o de una pata, o de su cola, o de sus colmillos, o de sus orejas, o su panza. Tal vez hasta de tres de sus partes, si bien nos va, pero no del elefante completo. Eso lo sabrás cuando ya estés trabajando en los medios»

Me quedé desconcertado. Hubo risas en el auditorio.

Paco Ignacio, amablemente, me dijo:

«¿Sabes qué?…Me caes bien, Calderón»

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