
No debe soslayarse lo dicho por la presidenta electa de México, la Dra. Claudia Sheinbaun, durante la Convención Nacional de Morena, donde hubo cambio de dirigencia partidista porque el decálogo ahí expresado es clave para establecer criterios de evaluación de lo que realice su gobierno, y el partido que lo llevó al poder, en el próximo sexenio por comenzar.
Llama la atención que lo que tiene enfrente este partido es el compromiso de echar adelante un propósito de revolución pacífica que incluye un cambio radical institucional, como el logrado hasta el momento con la reforma al poder judicial, tan controvertida principalmente en el sector más afectado que es el de los abogados ligados a una tradición juridica que se hace a un lado para emprender nuevas rutas, aún ignotas, de un poder judicial sometido al pueblo, como sus militantes pregonan.
Sin embargo, el sustento ideológico del nuevo movimiento revolucionario, si es que lo consideran así, es muy limitado. Se limita a consignas de luchar a favor del pueblo, contra la exclusión social y el ya manido fraseo de: «no robar, no mentir, no traicionar», que en el caso de algunos políticos, inclusos algunos gobernadores -incluso el propio presidente-, no se cumple cabalmente del todo, como se puede corroborar en algunos sucesos de la vida pública nacional donde participan los actores políticos emanados de MORENA.
En esencia, la postura ideológica de MORENA gira en torno a núcleos éticos que se contraponen a lo que marcó ideológicamente a los gobiernos neoliberales que lo antecedieron, donde la corrupción, el cinismo político y el despilfarro en proyectos ostentosos, fueron la marca de la casa para sostener una imagen de modernidad de México ante el mundo, a costa de un sistema político decadente y sin perpectiva de mejora social más allá de creer en las bondades del libre mercado que nos llevó a una riqueza mal repartida y peor administrada por políticos que se hicieron inmensamente ricos, durante ese periodo.
El solo propósito de establecer la consigna de primero los pobres, marca ya un distanciamiento de régimentes anteriores, marcados por el individualismo y la lucha por el poder entre políticos emanados de partidos donde cada vez se cerraba más el acceso a nuevas caras y nuevos propósitos bienhechores reales en el ejercicio de la función pública mexicana.
Se afirma que lo que se vive es un retroceso en la política mexicana para remitirnos a los tiempos de Luis Echeverría pero a mi juicio no es así. Esos tiempos fueron marcados si por el autoritarismo pero en contra de los movimientos sociales lidereados por la izquierda de entonces, con movimientos marginales como el de Valentin Campa y otros líderes conectados a los propósitos del Partido Comunista, o por Carlos Madrazo, quien desde el nacionalismo revolucionario de izquierda que pretendió primero, reformar el PRI y después hacer conciencia entre los universitarios de la necesidad de un cambio de índole social en México, entre 1965 y 1968.
Si se pudiera decir que nos regresamos a tiempos anteriores, es sin duda a los marcados por el ascenso al poder gubernamental de esa izquierda revolucionaria que tuvo su máxima oportunidad en el sexenio del General Lázaro Cárdenas. Que estuvo precedido de un marcado autoritarismo y represión en contra de los movimientos de izquierda radicales, sobretodo en el ámbito obrero, que fueron poco a poco excluídos de la vida institucional del país entre la mitad de la década de los veintes hasta finales de la década los treintas.
En el sexenio actual, denominado izquierdista pero conformada por una diversidad de facciones lidereadas por un nacionalista revolucionario, López Obrador, a semejanza de aquella época postrrevolucionaria, se enaltece un movimiento en pro de luchar por el bien del pueblo, pero excluyendo a aquellos que pertenecen a la izquierda radical, dentro de sus propias filas, tal y como que lo hizo el gobierno de Calles hasta el del «izquierdista revolucionario» Lázaro Cárdenas, que fueron frenando a las organizaciones derivadas de los batallone rojos, los grupos anarco sindicales y hasta a los miembros del partido comunista que, por cierto, se habían sumado a la propuesta de Elias Calles para las elecciones presidenciales de 1924.
Lo que estamos viendo ahora es un retorno a la etapa interrumpida del cardenismo, que duró seis años de gobierno entre 1934 y 1940, que también tenia como propósito fundamental el enaltecer la función de un gobierno al servicio de los pobres y del pueblo, con lineamientos sociales en algunos programas sociales extendidos en toda la república mexicana, permitiendo incluso la participación de algunos miembros del Partido Comunista en su gobierno, contraviniendo hasta cierto punto la línea gubernamental impuesta desde la década de los veintes por los gobiernos postrrevolucionarios, para excluir a los izquierdistas radicales de la vida publica del país. Línea gubernamental que tuvo su dureza más aciaga con el fusilamiento del gobernador izquierdista de Yucatán, Felipe Carrillo Puerto, en 1923, así como de numerosos líderes obreros izquierdistas asesinados o excluidos por órdenes del mandamás de la CROM, Luis N. Morones.
Los izquierdistas vuelven a aparecer en un gobierno de tintes sociales, como el de Cárdenas, en este nuevo siglo XXI, con la llegada al poder del político tabasqueño, Andrés Manuel López Obrador, pero de una manera desdibujada entre su clase dirigente, donde se mezclan izquierdista no tan radicales y ex miembros del Partido Revolucionario Institucional y ahora, en la nueva era presidencial, con la aceptación de notables ex panistas. Y, al igual que su momento lo hiciera Lázaro Cárdenas, arrasa tanto en las urnas como en la preferencia de los electores mexicanos a niveles de religión. Bien pudiera decirse que si hubo ya un Tata Lázaro, hoy estamos presenciando la presencia de un Tata Andrés.
Pero hasta en esta izquierda actual desdibujada y en mezcolanza con miembros de otros partidos, se debe dar paso a una serie de pautas ideológicas, quizás de lo más simple, para normar, desde la ética partidaria a la nueva administración presidencial, ahora al mando de Claudia Sheibaun, integrante de la izquierda radical de la UNAM en sus tiempos de estudiantes, y hoy fiel seguidora del nacionalismo revolucionario, revivido por López Obrador en este sexenio, con un propósito de radicalizar, mediante una revolución soterrada, el cambio de régimen político, recuperando el impulso fallido de Cárdenas, apuntando hacia el surgimiento de lo que él llama el humanismo mexicano.
Independientemente de que se quiera o no creer en la autenticidad de este nuevo modelo de régimen que está introduciéndose al sistema político mexicano, se deben reconocer algunas evidencias de que algo nuevo está sucediendo tras la exclusión notable de la mayoría miembros de la clase política que le antecedió, que dejaron de ser partícipes del reparto de los puestos públicos gubernamentales y de la toma de decisiones de cambios en la función pública nacional. López Obrador se propuso cambiar en serio el status quo imperante y marcó su raya frente a esa clase política dominante, excluyéndola de toda posibilidad de participar en la videa política nacional, como lo habían hecho en los últimos treinta años.
¿Qué es lo que Claudia Sheinbaun, para su gobierno y el partido mayoritario que lo sustenta, y que puede de ser objeto de seguimiento para ver si se cumple o no durante su administración presidencial?
1.- Propone que se anteponga ante todo el valor de la unidad en torno a los principios de de la Cuarta Transformación. (Observación: Las evidencias respecto a este principio deben hallarse en acciones relacionadas con los procesos preelectorales, durante la repartición de candidaturas; en la fidelidad de pertenencia en cargos de representación popular; y en el voto solidario en iniciativas del partido en las cámaras)
2.- Propone que todos los militantes de Morena deben comportarse con honestidad y sencillez porque la parafernalia del poder es del pasado de corrupción y de privilegios; no caer nunca en la frivolidad del consumismo, y en la ambición por el poder y el dinero. morena es el instrumento del pueblo de México morena, es pueblo. (Observación: las evidencias de no seguir este principio son aquellas acciones donde el uso de prendas de vestir de alto costo; nivel de riqueza de funcionarios evidenciado en propiedades muebles e inmuebles y gastos suntusos de funcionarios públicos)
3.- Propone que nunca se permita el amiguismo, el influyentismo y el nepotismo ni tampoco el sectarismo o el exceso de pragmatismo sin principios. Morena debe ser luz de honestidad y ejemplo para toda la sociedad (Observación: las evidencias deben hallarse en la relación de quienes detentando un cargo público no influyan en el otorgamiento de cargo alguno a amigos o familiares; asi también en no realizar acciones de exclusión para solo morenistas en acciones de gobierno con participación ciudadana; así como evidencias de falta de probidad y honestidad en el ejercicio de la función pública)
4.- Propone que Morena no debe ser un partido de Estado. el Gobierno de la República cumple sus tareas para la transformación del país y el partido cumple las suyas para ello nuestro partido debe fortalecerse, sin caer en el burocratismo. La fuerza de Morena es la organización, desde abajo. Sus comités de base su contacto permanente con el pueblo como lo sabemos hacer todas y todos casa por casa entregando el periódico Regeneración
(Observación: Las evidencias deben hallarse en que todo inmueble, uniforme, acción de gobierno y documentación oficial del mismo, deben carecer de cualquier elemento de identidad ligado a la imagen del partido. Otra evidencia es la ausencia de declaraciones a favor del partido durante campañas electorales o entrega de obra pública)
5.- Propone mantener fuerte y sólido el instituto de formación política para que consolide el humanismo mexicano como nuestro pensamiento y que continúe con la revolución de las conciencias. Que no se pierda el aprendizaje de la Historia de México y de nuestro movimiento y que se consolide nuestros principios en la militancia para que puedan proyectarse en la sociedad (Observación: Hallar evidencias de que dicho instituto político tenga un programa congruente y permanente para capacitación de sus miembros, de manera periódico y permanente, con contenidos referentes a los conceptos planteados en la propuesta)
6.- Propone seguir siendo partido y seguir siendo movimiento. La movilización social para defender los derechos del pueblo de México y la consolidación de nuestro pensamiento debe seguir siendo nuestra fortaleza en esa movilización. (Observación: Las evidencias es que haya un programa de constantes movilizaciones entre la población en pro de defender dichos propuestas, en primera instancia.
7.- Propone garantizar que los candidatos y candidatas sean decididos por el pueblo, a través de las encuestas. Ésta ha sido una de nuestras grandes fortalezas. Que se fortalezca la Comisión de Elecciones y que se garantice que la Comisión de encuestas realice con transparencia y rigor metodológico la selección de todos los candidatos y candidatas mientras sigan existiendo las y los candidatos plurinominales garanticen que sean emanados de las tómbolas en el marco de las estatutos de nuestro partido que todos y todas tengan una oportunidad (Observación: Hallar evidencias de que toda la selección de candidatos por elección directa surgan de un proceso de selección mediante encuestas con trasparencia y coordinado por una Comisión de Elecciones con probidad en los antecedentes de sus integrantes)
8.- Propone que los gobiernos emados de Morena deben garantizar austeridad republicana, honestidad y la cercanía con el pueblo, y el principio de que por el bien de todos primero los pobres. (Observación: Hallar evidencias de todos los programas de la función pública sean diseñados con presupuesto austero y con objetivos de impacto social entre poblaciones más necesitadas del país)
9.- Propone que no puede haber colusión con la delincuencia ni organizada ni con la de cuello blanco. (Observación: La evidencia de cumplimiento de esta propuesta es que ningún miembro sea hallado culpable en tales términos expresados por la propuesta)
10.- Propone que luche siempre siempre contra la discriminación, el racismo. el clasismo, el machismo, que se tenga la certeza de que somos un instrumento del pueblo para seguir empoderandolo y con ello garantizando la transformación de México para alcanzar, siempre más justicia y democracia en nuestro país. (Observación: Existencia de campañas permanentes sobre esas temática entre la población mexicana)
Tomemos en consideración que este decálogo debe ser aplicable a partir del inicio del nuevo periodo gubernamental, una vez conocido por la militancia de Morena el pasado domingo en voz de la presidente electa, Dra. Claudia Sheinbaun. A partir de ese momento comienza su vigencia, por decirlo de algún modo. El carácter propositivo del mismo queda cómo una lista de buenos propósitos. Si se aplicara hacia atrás, en el tiempo, muchas transgresiones habrían sucedido en contra de su cabal cumplimiento. Pero no se barre hacia atrás. Habra que estar pendiente de su cabal cumplimiento, a futuro. Sin perder de vista que, todavía, no hay un sustento ideológico sólido para este nuevo régimen, más allá de las invocaciones éticas que han caracterizado a dos de sus principales líderes: Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaun.
