
Mi abuelo, Sabino Calderón Mendoza, oriundo de Huajapan de León, donde nació en 1900, fue soldado de la revolución mexicana a partir de que se integró al destacamento militar del Gral. Guadalupe Sánchez, en 1914, en un campo de reclutamiento de la División Oriente, acampado junto a la estación de ferrocarril de Santa Rosa (Ciudad Mendoza), Veracruz.
Después fue fundador de sindicatos en la región donde estaban las fábricas de telas en esa misma ciudad, participando en la creación de la CROM, en la etapa más difícil de la fundación de los mismos, cuando los empresarios y caciques regionales contrataban a pistoleros, denominados guardias blancas, para asesinar a los activistas del sindicalismo veracruzano. Ese fue el primer contacto que tuvo con las diferentes huestes izquierdistas que estuvieron activas en la Revolución Mexicana, a través de los batallones rojos. Años más tarde, sería miembro fundador del Partido Nacional Revolucionario.

El papel de las agrupaciones de izquierda en el avance de leyes con énfasis en la justicia social que fueron plasmadas en la Constitución de 1917, fue relevante. Sin embargo, muy pocos de ellos trascendían a puestos en el gobierno de la nueva casta de dirigentes polítocs que se estaba integrando con miembros de la revolución triunfante. Los izquierdistas nunca pudieron cohesionarse en un solo grupo con presencia sólida en el México post revolucionario. Siempre tuvieron una tendencia a dividirse en facciones contrapuestas, que iban desde el extremismo más radical, a la moderación social y hasta el franco colaboracionismo con el gobierno en turno.
La intervención de los presidentes de México en turno, prohijó absurdo tales como el de apoyar soterradamente a un mercenario estadounidense, Lin A. Gale para que, con algunos allegados, fundara el Partido Comunista Mexicano, sin ser realmente un seguidor convencido de dicha ideología. El presidente Venustiano Carranza le pagaba para dividir y confundir a los activistas de izquierda que había en el país, para encauzarlos hacia el camino de una izquierda institucional domesticada. De esa manera, después del asesinato de Carranza, dicho partido es el que impulsa la candidatura de Plutarco Elías Calles a la presidencia del país, en 1923, y, otra vez, en 1928, el PCM se suma a la candidatura de la relección del General Alvaro Obregón, como candidato presidencial, y más tarde, por indicaciones de la Internacional Socialista, se adhiere a los programas del presidente, Gral. Lázaro Cárdenas, en el periodo sexenal 1934-1940, con la esperanza de que un destacado de su partido, el Gral. Francisco G. Mújica, fuera el siguiente presidente de la república.
Sabino Calderón, como miembro de la Confederación Regional Obrera Mexicana, me contaba como luchaban entre si las diversas corrientes de la izquierda sindical, con el afán de tener de su lado al mayor número de afiliados. De esas manera, se enfrentaban entre sí los anarcosindicalistas (CGT), contra los comunistas (Partido Comunista Mexicano), los socialista (verbigracia partidos socialistas de Yucatán y Tamaulipas) y la filación socialista reformista (CROM)
Entre los recuerdos de Sabino Calderón Mendoza estaba el como, en reuniones presididas por el líder de la CROM, Luis N. Morones, éste se refería de manera despectiva a los líderes de las otras corrientes ideológicas con el mote despectivo de comunistas de barriga, definición que aplicaba a a aquellos que con el pretexto de luchar por el pueblo, para alcanzar la redención social y el comunismo, no eran más que políticos demagogos que una vez llegados al poder, e hinchada su barriga, disfrutaban de las prebendas de poder vivir ya como burgueses, a costa de sus ilusos seguidores que los tenían como luchadores íntegros por el bien del pueblo.
Poco a poco, la organización comandada Luis por N. Morones, que tenía el apoyo de Plutarco Elías Calles, fue imponiendo su poder en la mayoría de los sindicatos del país, quedando fuera de su influencia algunos sindicatos todavía radicales en estados como el de Yucatán, donde el gobernador de izquierda, Felipe Carrillo Puerto, todavía mantenía protegidos a organizaciones radicales en su entidad. Eso se terminó con el fusilamiento del mencionado político yucateco.

También supe de labios de mi abuelo, que en Veracruz, todavía hubo un grupo de sindicalistas que se rehusaron a plegarse al liderazgo de Luis N. Morones, conservando su identidad comunista como fue el caso de la agrupación textilera de la fábrica de San Bruno, que pertenecía a la Confederación Sindical de México (CSUM), enemiga de la CROM. Ellos llegaron al extremo de expulsar a todos aquellos trabajadores que tuvieran alguna filiación moronista, para que solo fueran comunistas los que permanecieran en su grupo sindical.
En el año de 1932, esa agrupación que se autodenominaba célula comunista, se negó a que hubiera un reajuste de personal en la fábrica de San Bruno, como ya lo había acordado Luis N. Morones con el gobernador “izquierdista” Adalberto Tejeda. No solo se negaron a cualquier reajuste en su lugar de trabajo sino también organizaron marchas en la ciudad de Xalapa por la defensa de sus derechos laborales en peligro. Los dueños de la fábrica suspendieron el servicio médico y el pago de medicina y salarios extras, para todos los obreros. Entonces vino una huelga que duró 48 horas, ganando, al final los trabajadores de la fábrica.
Fue el principio del fin para los sindicalizados de la fábrica de San Bruno en Xalapa. De manera directa, mediante exhortos presentados ante la clase trabajadora por parte de la policía, e indirecta, apoyando soterradamente a que un grupo de pistoleros reprimiera a líderes de la organización sindical de la fábrica de San Bruno, considerada una organización sindical comunista perteneciente al CSUM, el gobierno de Adalberto Tejeda, a sangre y fuego, allanó la llegada de la CROM para que tomara el control sindical de dicha factoría.
Sabino Calderón que siempre guardó un resentimiento interno por esta manera de acabar con líderes sindicales que él conoció personalmente, tuvo la oportunidad de desquitarse del General Adalberto Tejeda en la convención nacional para elegir candidato a la presidencia de la república, organizada por el PNR en el año de 1933.
Al terminar su discurso, hubo un aplauso generalizado y desde distintas partes del lugar de la convención se comenzó a corear el nombre de Cárdenas para presidente de la república, en tanto varios destacados tejedistas trataban de alcanzar a Sabino Calderón Mendoza para golpearlo, situación que no se dio, porque Manlio Fabio Altamirano había dispuesto un cerco de 20 guardias personales que acompañaron al líder hilandero hasta la salida del recinto, llevándolo a un lugar seguro en la ciudad de México, donde permaneció varios meses, hasta que se lograron acuerdos para no ser afectado en su regreso a Veracruz. Todos debieron comprender, salvo algunos tejedistas obcecados, que la aprobación de la intención de ese discurso correspondió a Manlio Fabio Altamirano, político ligado fuertemente a Plutarco Elías Calles.
Después vendría el gobierno del primer presidente socialista, Gral. Lázaro Cárdenas del Río, periodo en el cual, Sabino Calderón Mendoza fue expulsado de la CROM, que fue sustituida en el control de los trabajadores por la CTM, en 1936, agrupación que había sido fundada 3 años antes por el líder socialista, Vicente Lombardo Toledano, en tanto Plutarco Elías Calles y Luis N. Morones fueron exiliados del país. En el mismo año de 1936 fue asesinado en el Cafe Tacuba, el gobernador elector, Manlio Fabio Altamirano. . Al terminar el sexenio cardenista, lejos de apoyar al general Francisco G. Mújica, político identificado con la mas acendrada ideología izquierdista, el presidente manifestó públicamente que no intervendría en la selección del candidato presidencial, quedando como candidato el General Manuel Avila Camacho, con el respaldo de los militares y, de manera singular, por el Partido Comunista Mexicano.

Sobre la presencia de la izquierda en los conflictos sindicales del México post revolucionario, se puede leer el siguiente texto.
Sobre la relación de los movimientos izquierdistas en Veracruz y el General Adalberto Tejeda Olivares, leer el siguiente texto:

