Siete Párrafos/// Preguntas en el aire del caso del affaire México-Estados Unidos sobre el combate a la delincuencia organizada y los cárteles mexicanos denominados como terroristas


por Rodolfo Calderón Vivar, egresado de la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana

En las noticias del acuerdo sobre una pausa de la aplicación de aranceles a México por parte de Estados Unidos, logrado recientemente mediante una llamada telefónica entre el presidente Donald Trump y la presidenta Claudia Sheinbaun, quedaron muchas preguntas en el aire y algunas confusiones. Por ejemplo, el despliegue de tropas de la Guardia Nacional en la frontera norte de México es manejado cómo una estrategia para detener el cruce de inmigrantes y fentanilo a través de esos territorios, sin embargo nada se dice de la estrategia para combatir a los grupos criminales que surten y distribuyen esa droga hacia el país del norte.

Todo se redujo al cumplimiento de esa meta, controlar la frontera, para obtener resultados concretos y contables en el plazo de un mes sobre inmigración y traspaso de droga, dejando una pregunta sin respuesta: ¿Qué acordaron en cuanto a estrategias de la lucha que tarde o temprano emprenderá el gobierno de Estados Unidos contra esos cárteles señalados como terroristas que, sin duda, buscarán otras vías, más allá de la frontera terrestre, para surtir de droga al vecino país. ?

Tampoco hay una respuesta en cuánto a las opiniones contradictorias entre Trump y Sheinbaun sobre la afirmación del presidente norteamericano de que el gobierno mexicano tiene alianzas con el narcotráfico, lo cual obligó a la mandataria mexicano a calificar esas declaraciones. ¿Que acordaron sobre esa temática con base a la información que ambos mandatarios tienen al respecto en sentidos contrarios?

Sobre este tema, por la contundencia de la acusación de Trump, los miembros de la oposición mexicana se habían ilusionado de que ahora si el grupo morenista en el poder correría en desbandada porque no tardaban en venir los norteamericanos para capturar a sus principales políticos involucrados en el tema de tener pactos personales con los principales cárteles mexicanos. Sin embargo, el tema se diluyó en un inesperado acuerdo entre presidentes, que no dieron mayor información sobre esas alianzas, pero que si debieron haber sido tratadas en la reunión Sheinbaun-Trump, sin agravio alguno entre ambas partes, para pesar a la oposición que ya casi se veía de vuelta al poder, nuevamente. tras la intervención norteamericana.

La contención de inmigrantes, el cese de distribución del fentanilo hacia Estados Unidos y el déficit comercial entre Estados Unidos y México, son tasuntos que deben solventarse de manera favorable a los deseos manifiestos de Donald Trump en su relación con su vecino del sur, para que la magnitud del castigo de los aranceles no atosigue a la economía mexicana. Es una medida dura para devolver a sus socios mexicanos a la nueva realidad de más cercanía y control en el eje imperial del gigante del norte. Son temas, indudablemente, económicos que fluirán favorablemente desde México para amoldarse a ese nuevo esquema.

Pero queda el tema político, y de seguridad nacional según lo recalcó el propio Trump, de esa sanación que requiere el gobierno mexicano para deslindarse del calificativo de aliados del narcotráficos, del cual poco se manejó información pese al tono del discurso polarizador entre ambos países. ¿Que acordaron Trump y Sheinbaun al respecto? Hay analistas que afirman que pronto habrá detenciones en el área política que significarán respuestas a esa acusación norteamericanas y corre la versión de que uno de los primeros detenidos sería el controvertido gobernador Rubén Rocha. Quizás. Son rumores.

Lo que si tendrá que suceder, y eso podría ser parte de los acuerdos no explícitos, es que quien traerá muchas de las respuestas a las preguntas que ahora quedaron en el aire, será el nuevo embajador de Estados Unidos en México, Ronald Johnson, un veterano miembro de la CIA, experto en misiones de seguridad y antiterrorismo, que ayudó, en su anterior puesto, al presidente del Salvador, Nayib Bukele, a reducir la violencia extrema en que estaba sumido el país por la presencia de los maras salvatruchas y otros delincuentes, que alteraban la tranquilidad de sus ciudades a lo largo y ancho de ese país. También con experiencia en la detención de personas acusadas de crímenes de guerra en los Balcanes, durante la década de los noventas. Es un diplomático acostumbrado a labores y estrategias encubiertas de inteligencia, con años de contacto con la cultura regional de varios países latinoamericanos donde ha vivido, casado con una descendiente de cubanos, y del cual poco se ha hablado en los últimos días.

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