BIOLUMINISCENCIA MARINA EN LAS PLAYAS DE SAN JULIÁN EN 1940


por Mario Jesús Gaspar Cobarrubias, egresado de la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana

Dado que heredé su amor por la historia, mi señora madre la maestra en educación física Aúrea Covarrubias Mata, desde mi infancia me ha contado muchas de sus experiencias de vida. Y a mediados de este mes de mayo de 2023, le hice una entrevista en profundidad, sobre uno de ellos que siempre me llamó la atención.

Ella nació el 24 de agosto de 1933 en el municipio de Medellín de Bravo y aproximadamente en 1940, ella vivía en la congregación de La Pureza, municipio de La Antigua, con su tía la señora Manuela Covarrubias González, cuya memoria aún se recuerda. Me comenta que en esos años de su niñez, doña Manuela gozaba de una buena posición económica, ayudaba a mucha gente y le encantaba viajar con su esposo el capitán mercante Raymundo Noriega Torres.

Un viaje que hacían dentro de la región, era ir hasta el pueblo de San Julián, distante unos 20.5 kilómetros en la actualidad, pero que en aquellos años en que no se había construido todavía la carretera federal 180 entre Veracruz y Cardel, seguían una ruta más corta: salían de La Pureza por el camino paralelo a la vía del Ferrocarril Interocéanico, luego pasaban por el cementerio del Hatillo y por veredas de herradura, podían llegar no solo a San Julián y a su laguna, sino hasta los arroyos Río Grande y Río Medio en el vecino municipio de Veracruz. Para regresar hacían el mismo camino. En ocasiones iban por la playa hasta la ciudad de Veracruz y regresaban por la noche.

LUCES MARINAS EN LA RUTA DE CORTÉS

Usando esta ruta que conozco y corresponde tanto a la Ruta de Cortés como al camino real de Veracruz a México entre el puerto de Veracruz y La Antigua, un día de primavera de 1940 fueron a San Julián a comprar sandías. Me comenta que recuerda muy bien ese día: junto con doña Manuela y su esposo, les acompañaron don Ismael Gómez Plata (alias «Don Mayo» y quien fuera su padrino de bautizo) y dos peones del rancho de doña Manuela, don Eusebio Sánchez alias «El gato» y don Juan Sánchez alias «Juan Gallina».

Para mi madre, de apenas 7 años de edad, era un viaje muy alegre y esperado. Recuerda que venían con dos caballos y varios burros cargados de jugosas sandías. Ese día fueron hasta San Julián (donde compraron sandías y ciruelas moradas, verde y amarillas, a estas les decían «cabeza de cotorra» por su forma) y después hasta el Río Medio. Antes de volver comieron pescado asado, refresco, cerveza y tortillas. Por la madrugada regresaron por la playa para evitar las altísimas temperaturas en los médanos de arena y bajaron por una loma hacia La Pureza.

Así, recuerda que ella que iba en el caballo sujeta a la cintura de doña Manuela y dormitando. Su sueño se vio interrumpido porque la señora le despertó para que viera un fenómeno poco común. Mi madre describe emocionada que sucedió entre 5 y 6:00 AM, que a unos 10 metros de la orilla del mar, oyeron unos tronidos muy fuertes y en medio de las olas, una serie de muy brillantes luces como cohetes que se disparaban alto y se abrían como flores de colores rojo, verde, azul y amarillo.

Después de avanzar un poco y con la claridad inicial del sol, se detuvieron a desayunar. Pusieron algunas sandías en unas hojas grandes antes de rajarlas y disfrutaron del espectáculo marino un par de horas. Ella calcula que los brotes de luz alcanzaban hasta 3 metros por encima del agua, que la mancha brillante frente a la playa de San Julián en el Golfo de México tendría unos 2 kilómetros de longitud y que el agua al llegar a la orilla venía brillante con innumerables puntos de luz de todos colores.

Fue una experiencia inolvidable para ella recorriendo esta ruta, que yo hice a pie 69 años después y que después supe, que era parte de la Ruta de Cortés y del primer camino real de la Nueva España.

NO SON FLORES NI AURORAS

¿Qué fue realmente lo que vio mi madre en esa ocasión?

El capitán Noriega le dijo era la «aurora boreal» y doña Manuela llamaba a este hermoso fenómeno con el nombre de «flores del mar». Por la descripción que ella me hace, sabemos perfectamente que sobre la superficie del mar no crecen flores terrestres ni ninguna otra pues necesitan del soporte de una capa de tierra orgánica. «Flores del mar» era solo un nombre metafórico y poético por la forma adoptada por los estallidos de luz.

Y tampoco era una aurora boreal, pues este fenómeno no es una luminiscencia de origen marino sino celeste: las luces en forma de brillantes bandas en movimiento son causadas por perturbaciones en la magnetosfera por el viento solar. Alteran las trayectorias de partículas cargadas en el plasma magnetosférico. Estas partículas, principalmente electrones y protones, se precipitan en la alta atmósfera. La ionización resultante y la excitación de los constituyentes atmosféricos emiten una luz de color y complejidad variables.

Por otra parte, México se localiza demasiado al sur del Polo Norte y es muy raro que se perciba una aurora boreal. Algunas personas por desconocimiento de la naturaleza de estos fenómenos naturales, le llaman aurora boreal a las nubes de colores iridiscentes que embellecen los ocasos en el Estado de Veracruz con formas y colores de increíble belleza. La última ocasión que se registró una aurora boreal en México fue en febrero de 2012 y ocurrió en el Golfo de México, de acuerdo con la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA). Este fenómeno ocurrió entre el 29 de enero y 3 de febrero, e incluso llegó a ser visible en ciudades de Texas, Estados Unidos.

No fue la única ocasión, pues el 1 de septiembre de 1859, alumnos de Astronomía del Colegio de Minería apreciaron también estas luces en el cielo, en medio de una de las tormentas solares más potentes registradas en la historia de la humanidad. El primer registro de una aurora boreal en México data de 1789, de acuerdo con una publicación de La Gaceta de México. Donde se relató que dicho fenómeno fue visible en los cielos de los ahora estados de San Luis Potosí, Puebla, Zacatecas, Oaxaca, Guanajuato, Jalisco y Veracruz.

El capitán Raymundo Noriega, me refiere mi madre, navegó mucho por el mundo y era una persona muy ilustrada. Sin duda sabía que lo que vieron en la playa de San Julián no podía ser una aurora boreal y le dijo este nombre a mi madre como una referencia visual porque lo que veían y la verdadera aurora boreal, solo tienen en común la brillante luminiscencia de vivos colores. Este 2023, ella cumplirá 90 años de vida y hasta hace días que le expliqué detalladamente -cosa nada fácil pues perdió su vista desde 1986-, vivió creyendo que la aurora boreal son luces brillantes que aparecen en el mar y no en el cielo.

LA BIOLUMINISCENCIA

Lo que mi madre y sus familiares contemplaron ese amanecer de 1940, fue lo que se conoce como Bioluminiscencia Marina.

La bioluminiscencia es un fenómeno que consiste en la producción de luz por ciertos organismos vivos, la mayoría marinos. Esta luz de origen orgánico se considera «fría», es decir, genera en el proceso apenas un 10% o menos de calor, por lo que su generación no es peligrosa para la forma de vida que la activa.

La bioluminiscencia se puede producir de varias formas:

  1. La intracelular que es generada por células especializadas del propio cuerpo de algunas especies pluricelulares o unicelulares (como dinoflagelados) y cuya luz se emite al exterior a través de la piel o se intensifica mediante lentes y materiales reflectantes como los cristales de urato de las luciérnagas o las placas de guanina de ciertos peces.
  2. La extracelular se da a partir de la reacción entre la luciferina y la luciferasa fuera del organismo. Una vez sintetizados, ambos componentes se almacenan en glándulas diferentes en la piel o bajo esta. La expulsión y consecuente mezcla de ambos reactivos en el exterior producen nubes luminosas. Este tipo de luminiscencia es común a bastantes crustáceos y algunos cefalópodos abisales.
  3. La simbiosis con bacterias luminiscentes, que se conoce solo en animales marinos tales como los celentéreos, gusanos, moluscos, equinodermos y peces. Parece ser el fenómeno de luminiscencia de origen biológico más extendido en el reino animal. En diversos lugares del cuerpo los animales disponen de pequeñas vejigas, comúnmente llamadas fotóforos, donde guardan bacterias luminiscentes. Algunas especies producen luz continua cuya intensidad puede ser neutralizada o modulada mediante diversas estructuras especializadas. Normalmente los órganos luminosos están conectados al sistema nervioso, lo que permite al animal controlar la emisión lumínica a voluntad.

De todos los grupos de organismos luminosos conocidos más de cuatro quintas partes viven en el mar. Un 76% de los animales marinos son bioluminiscentes, se sabe que al menos 1.500 especies de peces lo son, como tiburones y peces demonio. Los científicos descubren nuevas especies bioluminiscentes frecuentemente.

Siendo la de ellos una bioluminiscencia intracelular, se produce como resultado de una reacción bioquímica en que interviene el oxígeno, el ATP, una proteína llamada luciferina y una enzima llamada luciferasa. La luciferasa es la molécula que hace que reaccione el oxígeno y la luciferina, y al hacerlo se emite energía produciendo la luz. La temperatura óptima de la reacción de la luciferasa es de 25 grados centígrados, ya que a temperaturas mayores la enzima se inactiva, y a temperaturas menores la velocidad de reacción disminuye.

Los animales que tienen bioluminiscencia son bacterias, fitoplancton como los dinoflagelados, animales como los ctenóforos, algunos peces y calamares, algunas medusas y camarones. La bioluminiscencia la utilizan los animales marinos para camuflarse, distraer, defenderse, comunicarse y encontrar presas.

Uno de los organismos que más producen bioluminiscencia marina son los dinoflagelados, que son un grupo de microalgas unicelulares. Este grupo existe desde hace 1600 millones de años y durante ese tiempo ha evolucionado y sobrevivido a las adversidades y a las grandes extinciones. Pueden producir tóxinas pero también luz.

Uno de ellos es Noctiluca scintillans, conocido comúnmente como «chispa de mar».​ Es un dinoflagelado marítimo de vida libre, que exhibe bioluminescencia producida por un sistema de luciferina y luciferasa situado en miles de orgánulos esféricos o «micro-fuentes», ubicados en todo el citoplasma de este protista unicelular. Registra una gran distribución en todo el mundo, a menudo a lo largo de la costa, en los estuarios y las zonas poco profundas de la plataforma continental, que reciben mucha luz que promueve el crecimiento del fitoplancton.

La luz que producen es principalmente como respuesta a estímulos mecánicos como pueden ser las olas rompiendo cerca de la costa. Una cascada de señalización celular transforma dicho estímulo en la producción de luz. Las diferencias estructurales de Noctiluca scintillans con respecto a otros dinoflagelados son notables, lo que sugiere que la conocida como “chispa de mar” es un dinoflagelado primitivo que se separó muy pronto evolutivamente del resto en el árbol de la vida.

La función de la bioluminiscencia en los dinoflagelados parece ser la de repeler a los depredadores. De forma que cuando rozan con los depredadores, es decir, un estímulo mecánico, se activa el mecanismo luciferina-luciferasa y los destellos emitidos intimidan a los copépodos o pequeños crustáceos, que son sus principales depredadores, interrumpiendo sus hábitos alimenticios.

Las altas concentraciones de su principal fuente de alimento, el plancton, y diversos factores estacionales, provocan la proliferación de Noctiluca scintillans y consecuentemente del fenómeno conocido como «marea roja», que es tóxico para la vida marina. Pero de igual forma, estas manchas de algas (también llamadas «floraciones») generan bioluminiscencia, pues lanzan una chispa luminosa cuando se les molesta. Esto le da a Noctiluca scintillans entre otros muchos otros nombres populares, los de «Fantasma de Mar» y «Fuego de Mar».

Los colores de su luz se encuentran en la sección visible del espectro y siempre va del verde al azul neón, aunque ocasionalmente se ha encontrado alguna especie de alga que la emite en rojo. La radiación bioluminiscente se compone habitualmente de entre un 69% y un 90% de luz fría y entre un 10% y un 20% de emisión de calor, aunque hay ciertos estudios que hacen estimaciones cercanas al 100% de luz fría.

Debe destacarse que la bioluminiscencia no es lo mismo que fluorescencia, siendo la diferencia fundamental la fuente de donde se obtiene la energía. Mientras que en la bioluminiscencia la fuente de energía son las reacciones químicas, en la fluorescencia -como la de la proteína verde fluorescente la energía se obtiene de una fuente de luz previa, que posteriormente es re-emitida como otro fotón.

EVENTOS BIOLUMINISCENTES

Lo que mi madre pudo contemplar aquella alborada de 1940, fue precisamente una bioluminiscente causada por una enorme concentración de algas Noctiluca scintillans. Actualmente en el siglo XXI, el mismo fenómeno se produce anualmente en el mes de marzo en la playa Chalchihuecan, en la misma línea de costa donde mi madre lo vio en 1940, pero unos 13.2 kilómetros más al noroeste, pasando la desembocadura del río La Antigua.

Ahí se le conoce como la «Lluvia de estrellas» porque parece que los astros caen al mar. Para muchos aunque hermoso, nuevamente el término está erróneo. Porque no se trata del fenómeno celestial causado por el ingreso a la atmósfera de rocas espaciales o meteoros que se queman por la fricción con el aire, conocidos como «estrellas fugaces». Sino de la luminiscencia marina causada por floraciones de dinoflagelados en las aguas de baja profundidad y a una temperatura óptima para producirla. Un nombre correcto sería en todo caso, el «Mar de estrellas».

Hay muchos sitios en el mundo donde se la bioluminiscencia marina y constituye un fenómeno cultural, artístico, turístico y místico para los humanos. Si bien se trata de algo que nada tiene de sobrenatural y que es perfectamente explicable por la ciencia, cada nación la asocia a sus creencias, anhelos e ideas ancestrales y actuales. Mientras los sitios donde se produce se conserven limpios de contaminación y se respete a los organismos bioluminiscentes, el ser humano seguirá disfrutando de los mismos.

La «Lluvia de estrellas» en Chalchihuecan es muy promocionada actualmente y genera un evento multitudinario. Pero hasta donde estoy enterado, no hay noticias de que la bioluminiscencia se siga produciendo en las playas de San Julián como durante la niñez de mi madre. Quizá sí exista aún, pero dada la soledad de esa zona, la falta de estudios específicos y las duras condiciones para habitar las playas y médanos, hacen difícil determinarlo.

Para que puedan apreciar la belleza de este fenómeno, les comparto el video EL MAR DE ESTRELLAS, donde la bioluminiscencia resalta en las playas de una de las islas de la República de Maldivas al sur de la India y en el Océano Índico:

Me despido deseándoles una muy feliz y bioluminiscente semana final de mayo y que si descubren o visitan sitios con luz marina, los cuiden y nos compartan sus fotografías y videos para disfrutar junto con ustedes.

¡Benditos sean todos!

  • El autor es originario de la ciudad de Veracruz, tiene el título de Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Veracruzana, Técnico en Informática por el Centro de Estudios en Computación y Diplomado en Historia del Arte Prehispánico, Colonial y Mexicano por el Instituto Veracruzano de la Cultura entre otros estudios. Es conferencista nacional e internacional, investigador independiente en 25 municipios de Veracruz, asesor municipal en historia militar y civil, artista audiovisual, diseñador y escritor, explorador de rutas históricas y guía-senderista desde hace 15 años. Ha sido galardonados dos veces con el diploma de honor y medalla de la Institución de la Superación Ciudadana del H. Ayuntamiento de Veracruz, por el Conservatorio Nacional de Historia y Civismo además de numerosos ayuntamientos que han reconocido su trabajo. Actualmente es director-fundador del equipo de Exploración y Estudio del Camino Real Veracruz-México, presidente-fundador de la Real Academia de las Artes por la Hispanidad, director de Investigación, Análisis y Proyección Históricas del Proyecto Ruta de Cortés del Consorcio Constructor de Empresas Mexicanas, coordinador-estatal de cultura del Estado de Veracruz en la Promotora Nacional de Economía Solidaria, presidente del Comité Veracruz-Boca del Río de la asociación política nacional Profesionales por México, presidente de la asociación cultural México Hispano, A. C. y de la asociación cultural española Héroes de Cavite en México. Es miembro historiador en Cronistas de Veracruz, A. C., del Patronato de la Casa de la Cultura de Ciudad José Cardel, de los grupos culturales Arte, Ciencia y Cultura, Amigos del Museo Comunitario del Cocuite y en los comités “Conmemoración Batalla de Tolome 1832” desde 2020, “Festejos 180 años del Ilustre Instituto Veracruzano” y “80 años de la escuela primaria Salvador Díaz Mirón”.

REFERENCIAS ELECTRÓNICAS:

La última vez que hubo una Aurora Boreal en México… ¿puede haber otra? Grupo Radio Fórmula, noviembre 10 de 2022:
https://www.radioformula.com.mx/nacional/2022/11/10/la-ultima-vez-que-hubo-una-aurora-boreal-en-mexico-puede-haber-otra-739597.html

¿Qué es la bioluminiscencia? Anellides Serveis Ambientals Marins: https://anellides.com/es/blog/que-es-la-bioluminiscencia/

Noctiluca scintillans, la chispa de mar. Javier Martín Gallardo, Universidad de Sevilla:
https://www.hidden-nature.com/…/noctiluca-scintillans…/

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