Siete Párrafos: Despedida

Este es el último Siete Párrafos que escribimos por razones de una ausencia en los medios motivada por tareas académicas pendientes que tenemos que realizar en nuestra vida profesional. Lo hacemos en el marco de una incertidumbre general que empieza a apoderarse de nuestro país y una serie de escenarios que empiezan a embrumar las circunstancias presentes que se están convirtiendo en historia.

En un maremágnum de noticias encontradas y de rumores crecientes, filtrados como notas escuetas, lo que sucede en el país no es lo que aparenta ser. Sin embargo hoy las lecturas no son posibles desde todas las miradas. Algunas no ven más allá de las apariencias, pocas son las que vislumbran cual es la verdadera causa de algunas tendencias informativas que están estableciendo estados de ánimo alterados.

Hoy más que nunca necesitamos líderes con estrategias visionarias, no denuestos  y descalificaciones. Las visceralidades surgidas de la frustración y el egoismo partidario solo pueden conducirnos al caos y la anarquía. Percibo, a mi pesar, destellos de un prefascismo en muchas de las actividades que se están gestando como incipientes movimientos de grupos sociales. Ojalá me equivoque.

Si las miras de los actuales grupos en disputa por el control del país solo están enfocadas al mantenimiento de privilegios de cotos de poder y no de levantar al país del desánimo y la corrupción imperantes, negros horizontes habremos de alcanzar muy pronto para un país que necesita certidumbre en tres rubros: liderazgo, crecimiento económico y seguridad pública.

Estos tres puntos son los que más estamos soslayando al analizar las propuestas de los candidatos. Se apunta más hacia la persona que hacia la ideología y el documento de propuestas que integra sus lineamientos de acción si se llega a la presidencia. No estamos analizando y discutiendo sobre las ventajas y desventajas de dichas propuestas; estamos peleando al grado de imponer como criterio la descalificación de las personas o de los partidos antes que analizar la viabilidad de lo que realmente conviene a México.

Percibimos un empobrecimiento ideológico en el debate político que es lamentable de alguna manera, porque son los idearios y fundamentos de cada partido los que deberían asumirse como compromisos aspiracionales de los candidatos. Hoy la utopía no aparece como motor de búsqueda de un mejor futuro, sino la estratagema burda del enfrentamiento y la persistencia del engaño como fórmulas para convencer a los votantes hacia una de las opciones.

Los escenarios negativos rondan como expectativas de un futuro funesto. No estamos conciliando ideas ni actuando en una democracia limpia y con sentido ético. Hay la insistencia en el golpe agazapado, en la repetición de la mentira y en la cuasicalumnia como formas de atacar al contrario. Se está optando por el aniquilamiento del adversario, no en el convencimiento para motivar a elegir a quien tiene mejores propuestas de solución para la realidad nacional. Nos ausentamos  pues en estos momento críticos de la vida nacional, desapareciendo la columna Siete Párrafos, por razones personales y de trabajo pendiente en otros ámbitos. Ojalá y cuando estemos de vuelta, la tormenta que viene ya haya pasado.