
La pantalla brillaba, iridizante, sobre el rostro de Camila. Habían transcurrido dos horas de estoica lectura, pegada al sillón de playa habilitado para estar frente a la computadora, mañana, tarde o noche. Hacía frío pero tenía abierta la ventana. No supo ni como, pero si cuando, sus ojos se fueron extendiendo más allá de su rostro y se impactaron, gelatinosos sobre el vidrio del monitor. Sin dolor, sin sorpresa porque estaba cansada para sorprenderse, dejó de ver sin ellos y se contempló a la distancia desde lo alto del cuarto, como quien ve una inusitada obra de teatro. Pensó que era un sueño -¡tenía que serlo, vamos; era inaudito!-, pero el tiempo pasaba y la conexión de sus ojos con el aparato proseguía, entonces descubrió que podía moverse en el aire, al mínimo movimiento de sus extremidades, como un globo flotante, iba y venía lentamente por el plafón de la habitación, rebotando a veces, otras dando vueltas sobre si mísma, otras avanzando en ziz zag, de allá para acá. Lo hizo hasta que se empezó a angustiar. Eso no era un sueño…¿Había muerto? ¿Pero cómo?…si cada vez que atisbaba hacía abajo de ella, seguía ahi su cuerpo, pegado al televisor por sus alargados ojos, un par de tripas cuasiumbilicales en aparente succión de la pantalla encendida. Tuvo una idea -¿gritar?-, pero descubrió que no tenía cuerpo, se veía si, pero aquello no era un cuerpo sino una especie de nube que envolvía su pensar y sentir. Si no tenía cuerpo -razonó-, no tenía voz. Hizo el intento de gritar. Ni un soplo. Nada. Es más su pensamiento no ligaba con ningun sonido. Solo era capaz de verse desde lo alto -¿pero como si sus ojos estaban allá abajo, como alargadas sanguijuelas ocupadas en sorber luces incesantes del cuadro del monitor?-.Empezó a dar vueltas, y vueltas, y más vueltas. Quería desaparecer, morir así como un torbellino. Se empezó a marear. No veía más que manchas diversas a su alrededor que podían ser su cama, la silla de playa, el computador, las luces, unas cortinas grises…Cuando despertó, estaba enmedio de una página publicitaria, sonriente. Sostenía una latita de maquillaje en la mano, frente a una gigantesca ventana en donde se veía un rostro grande, estático y atento…el suyo.
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