
Con el simple título de su conferencia “La pasión de la lectura”, el escritor español Fernando Savater definió lo que para él significa la lectura.
El también periodista se encontró con una sala repleta de estudiantes el pasado martes como parte de una ponencia organizada por la Universidad Veracruzana (UV).
Fue imposible presenciar su participación completa, las circunstancias del trabajo lo impidieron, escuchamos apenas los últimos 20 minutos de su intervención.
Como pocas veces, académicos y universitarios se encontraron en un lugar neutral que no era el aula. Se vivió una atmósfera de cordialidad y encanto por la literatura.
Muy poco importó el calor en la sala central de la Unidad de Servicios Bibliotecarios de Información (USBI), el cuórum lo confirmaba así.
Al platicar con los periodistas supe que una hora antes, Savater en rueda de prensa decía a los compañeros que para ser lector no hay clave, pócima o fórmula mágica.
Lo anterior fue porque las interrogantes de cómo ser un buen lector eran insistentes, y es que el autor afirmó: si yo tuviera la clave, la realidad sería otra.
Para el escritor de 65 años la lectura es una pasión, un gusto que se adquiere. “No es una obligación, es devoción y placer”.
Recordó que esa pasión literaria la heredó de su madre cuando en su infancia veía como cada dos años ella esperaba con ahínco las obras de Agatha Christie, autora inglesa del género policiaco y romántico. Después de eso, dijo, no existí nada más importante que su lectura.

Confesó que en su juventud fue admirador de la obra del mexicano Octavio Paz, especialmente de su trabajo “El arco y la lira”, ensayo reflexivo de la poesía, su lugar en el tiempo y en la vida misma.
Viéndose quizá en la mirada de la juventud presente, comentó que fue a partir de leer ese escrito que decidió -a los 20 años- escribirle una carta al autor de “Piedra de sol” para hacerle comentarios favorables de su obra.
Su sorpresa más grande fue cuando Paz le respondió la carta y años más tarde lo invitó a cenar a su casa, seguramente en su departamento, porque su hogar en Coyoacán fue su última morada.
Entre risas recuerda que el escritor mexicano le abrió las puertas de su casa no sin advertirle que compartiría la mesa con un “señor francés”.
Ya en el interior, con asombro, pronto se dio cuenta de que era Levi-Strauss, uno de los máximos intelectuales del siglo XX y especialista en la antropología estructural.
Después de esa carta y el encuentro personal de ambos escritores, inició una relación epistolar que continuó hasta la muerte del autor mexicano.
La última vez que se vieron fue cuando siendo reportero del diario El País, de España; Savater convence a su editor de viajar a México para entrevistarlo sobre la importancia de su poesía.
Tres meses después de ese encuentro Paz se murió, fue la despedida de quien Savater considera hasta hoy: “un conversador extraordinario”.
Conocer a quien parecía imposible para el escritor español no fue coincidencia o suerte, fue pasión y persistencia al soñar con sus autores favoritos.
Y es que Fernando Savater está seguro de que las instituciones y los promotores literarios deben ocuparse y apostar por quienes están interesados en la lectura.
Mientras que los lectores por su parte tendrán que aceptar a la literatura en su pluralidad, pues no hay literatura buena o mala, según el autor de “Ética para Amador”.
El filósofo español recomendó al público que cuando se encuentren con un libro o autor que no es de su agrado, “simplemente piensen que ese libro no es para ustedes, que el autor no escribió para ustedes”.
Destacó que las posibilidades, la diversidad de temas y autores permiten al lector ampliar su capacidad de elección y conocimiento. Y volvió a recordar que la lectura no es de obligaciones sino de gustos.
Incluso, indicó que las librerías deberían ser como las farmacias. ¿Qué le duele? ¿Cuál es su mal? Y entonces recomendarles libros que les den respuestas a sus necesidades de conocimiento e inquietudes, pues la seducción dijo, es el mejor remedio para procurar lectores.
“La palabra leer no debe tener una voz imperativa. Los libres deben contagiar al lector”.
Savater puede ser viejo en apariencia pero muy moderno en pensamiento, considera que la televisión es una herramienta útil para promover la lectura.
Se confiesa en desacuerdo con quienes dicen que no ven televisión por que la tecnología idiotiza; “creo que la televisión es un instrumento excelente de comunicación pero desaprovechado en la lectura”.
El autor español invitó al púbico a ver algunos programas de corte cultural que grabó con un productor argentino.
Dichas producciones se encuentran en internet, en youtube, con los nombres de “Lugares con genio”, en el que liga al autor y el lugar en el que nace, y “La Aventura de Pensar”, que se refiere a las flexiones de los autores abordados.
Mis 20 minutos se evaporaron en un instante. La ponencia terminó. Los presentes se levantaron de sus asientos convirtiéndose en una multitud amorfa que se abalanzó sobre la humanidad de escritor.
Muy poco atendieron a Liliana Betancourt, Vice-Rectora de la UV, quien ofrecía unas palabras de agradecimiento al invitado.
Algunos estudiantes descendieron del primer piso de la USBI para verlos de cerca, mientras que otros se afanaban en ordenarse en una fila con hasta cinco libros del escritor para su dedicatoria.
Parecía que todo estaba permitido al finalizar la ponencia, pero hubo una advertencia que tomó por sorpresa a los asistentes: está prohibido saludar de mano al maestro.
Casi nadie sabía que el autor del “El jardín de las dudas” tenía lastimada su mano derecha.
Horas antes un “jarocho” apasionado por la literatura de Savater le había estrechado la mano tan fuerte, que terminó por acrecentar su dolor.
Y es que la mano de Savater esa tarde-noche debía estar utilizable, no sólo por lo que le falta de escribir luego de medio centenar de libros y ensayos hasta entonces, sino porque debía dedicar cada uno de los ejemplares que sus lectores esperaban impacientes en una interminable fila de jóvenes y adultos.
