Expediente 2013: Demagogia pura


El primer hombre en la historia que habló de demagogia fue Aristóteles. Y desde entonces “es una forma corrupta y degenerada de la democracia” ejercitada por un tirano

Por Luis Velázquez Rivera

Por Luis Velázquez Rivera, egresado de la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana
Por Luis Velázquez Rivera, egresado de la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana (Desde el puerto de Veracruz)

En el tercer informe del gobierno de Veracruz leído en la cárcel porfirista del castillo de San Juan de Ulúa hablaron del populismo y también de la demagogia en varias ocasiones.

Y aun cuando el concepto demagogia fue súper utilizado en el siglo pasado, más, mucho más a partir del sexenio de Luis Echeverría Álvarez, y ahora ha sido resucitado, habría, entonces, de revisar la hemeroteca para detectar algunos casos de demagogia pura.
Por ejemplo: demagogia es decir que “yo, como secretario de Desarrollo Social (Alberto Silva) tengo el secreto para sacar de la pobreza a dos millones de veracruzanos en dos años”.

Demagogia también es, por ejemplo, lanzar un programa (efímero, además) llamado “En este taxi… yo sí leo”, y todavía el ken Adolfo Mota y la tía de las barbies, Elizabeth Morales, treparse a un taxi, bien perfumaditos, para tomarse la foto leyendo un libro.

Demagogia es decir, por ejemplo, como el cacique magisterial, Juan Nicolás Callejas Arroyo: “Soy un peleador callejero… que tiene fortuna, porque nunca asiste a cantinas”, cuando, bueno, sus borracheras se las ponía (¿se las pone?) en sus ranchos.

Demagogia, claro, es decir que se pone al servicio de los ocho millones de veracruzanos el teléfono celular para que Érick Lagos, secretario General de Gobierno, lo conteste las 24 horas del día y de inmediato solucionar cualquier efervescencia social.

Demagogia es, por ejemplo, decir, como Carolina Gudiño, alcaldesa jarocha, que “desde hace 30 y 40 años, ningún presidente municipal había realizado tanta obra pública’’… como ella, ay, Dios mío, tanta petulancia y frivolidad.

Demagogia, por supuesto, es decir, como Juan Antonio Nemi Dib, que en la secretaría de Salud existía “una mafia de médicos y burócratas” y hasta la fecha, nadie ha sido denunciado por la vía penal en la Procuraduría de Justicia.

Más, mucho más demagogia, oro molido, la esencia de la demagogia, es decir, por ejemplo, como Nemi Dib y Marcelo Montiel Montiel en su tiempo de titular de la SEDESOL, que en Mixtla de Altamirano se acabó la pobreza y la miseria, cuando cada semana parten seis hombres, jefes de familia e hijos, a Estados Unidos como migrantes.

Demagogia ofensiva y humillante es decir como el alcalde de Tlacotalpan, Hilario Villegas, luego de que tres policías asesinaran a madrazos y patadas a un joven, que desde un principio pidió cursos de capacitación al general Arturo Bermúdez, secretario de Seguridad Pública, para evitar tales desaguisados, y como nunca le contestaron, ni modo, “la violencia es inevitable” que ya lo decía Agustín Silvestre Acosta Lagunes.

SAMANTHA AGUILAR, LA DEMAGOGA

Demagogia es decir que en Veracruz se gobierna al lado y cerca de la gente, cuando 30 mil, 40, 50 mil personas entre maestros, estudiantes de la UV y padres de familia se amotinaron frente a palacio de gobierno de Xalapa y clamaron diálogo, simple y llanamente, diálogo.

Demagogia claro, ranking mundial, récord Guiness, es decir como el subprocurador de Justicia, Lezama Moo, que en Veracruz, nunca, jamás, en los últimos tres años han existido desaparecidos, porque los hombres huyeron con la amante y las mujeres con el amante.

Demagogia, por supuesto, la alcaldesa de Alvarado, Sara Luz Herrera, diciendo que quería a Michel, su secretario, como un hijo y dormían juntos, cuando, bueno, la procuraduría la ha acusado de homicida intelectual, mientras “La chupadedos”, directora de Comercio, fue su operadora.

Demagogia es decir, como Samanta Aguilar Alegre, secretaria en la oficina del gobernador, que “los maestros son mugrosos” y “los campesinos apestosos, feos e infelices” y mantener a la modelito y edecán en la misma dependencia.

Demagogia es hablar con la mamá de Ámbar Nayeli (Érick Lagos Hernández), secuestrada el 2 de octubre, y ofrecerle que “antes de que el gallo cante tres veces” su hija será localizada por el secretario de Seguridad Pública, general Arturo Bermúdez, y devuelta a casa.

Demagogia es entregar la medalla Veracruz al secretario de Marina por el Veracruz seguro, cuando hay decenas de pueblos de norte a sur del “estado ideal para soñar” dominados por los carteles, con un Estado de Sitio de hecho y derecho.

Demagogia es decir que el Túnel Sumergido y la autopista de Tuxpan a México, por fin, oh Dios mío, será terminada, cuando como en el caso de la autopista ya van seis sexenios con el mismo rollo populista.

Demagogia, claro, es el estado de la deuda pública en Veracruz, donde cada quien tiene sus cuentitas, y nadie se las cree, mientras el ciudadano solo sabe que los políticos duartistas repiten como loros que “no hay dinero” y todavía se anuncia que Shakira moverá las caderitas en el carnaval jarocho.

Demagogia: cacarear que Veracruz “será una potencia turística mundial”. Cacarear que “Veracruz será una potencia económica en América Latina”. Cacarear que “Veracruz ya es campeón en turismo de aventura en América Latina”. Cacarear que “Veracruz es la ciudad más bella del país”. Cacarear que “Veracruz salió muy bien en Prueba ENLACE”. Demagogia, pues, decir que el presidente Enrique Peña Nieto quiere mucho, muchísimo a Veracruz. Ajá.

¡Ay, demagogia, cuántos crímenes políticos se han cometido en tu nombre!

“MUERA EL PASADO. MUERA EL POPULISMO. MUERA LA DEMAGOGIA”

Y, bueno, Aristóteles fue el primero que en la historia acuñó el término, y desde entonces, la definió como ‘’una forma corrupta o degenerada de la democracia’’… ejercida por un gobierno tiránico, a partir de falacias, mentiras, manipulaciones, despistes y demonización de los otros, los contrarios, los enemigos, los adversarios, los incómodos, los críticos, etece, etece.

¡Bienvenidos, pues, jarochos, al mundo de la demagogia barata y ramplona!

Y más, porque si se habla de populismo y demagogia en el sexenio anterior, el señor JD, como en el cuento de Tito Monterroso, estaba ahí, y en un sexenio fue subsecretario y secretario de Finanzas y Planeación, diputado federal, candidato a gobernador y gobernador.

En 1913, el Ejército Constitucionalista imprimió una moneda que decía: “Muera Huerta”. Ahora, podría imprimirse en Veracruz una medalla de aniversario, con el fondo del castillo de San Juan de Ulúa, y que con el visto bueno de la presidenta de la Mesa Directiva del Congreso, Anilú Ingram, dijera: “Muera el pasado. Muera el populismo. Muera la demagogia”.

Así, cuando menos, el espíritu renacería a una nueva vida, los últimos tres años de gobierno sin el señor FH…¿Fidelismo sin Fidel?

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