Por María Guadalupe Rico Martínez
“La pobreza no es natural, es creada por el hombre y
puede superarse y erradicarse mediante acciones de los seres humanos.
Y erradicar la pobreza no es un acto de caridad, es un acto de justicia”.
Nelson Mandela


Ya no sorprenden las aseveraciones vertidas posteriores a serias investigaciones, “El abuso en el ejercicio del poder público y la corrupción continúan devastando a sociedades en todo el mundo”… Y México no logra moverse de entre los países donde la percepción de la corrupción es muy alta, ya que ocupamos el sitio 106 dentro de 177 Estados evaluados y el último lugar, como parte de la OCDE, según datos aportados esta semana por Transparencia Internacional (TI).
La encuesta Barómetro Global de la Corrupción 2013 de la misma ONG, en el mes de julio colocó sobre la mesa en México: el 91% de de la población piensa que los partidos políticos son extremadamente corruptos, seguidos por los policías, funcionarios públicos, poder judicial, diputados y senadores, medios de comunicación, sector privado y empresas, sector salud y finalmente el ejército.
En México se cometen cerca de 200 millones de actos de corrupción al año, equivaldría a unos 32 mil millones de pesos. Pareciera que estamos haciendo habitual nuestra tolerancia al abuso de poder, al nepotismo, al tráfico de influencias, etc.
Una de las recomendaciones para solucionar el problema según TI es el acceso a la información, pero ¿hasta dónde están comprometidos los funcionarios públicos en esta tarea? No debemos caer en el juego de la ingenuidad, sin transparencia ni rendición de cuentas, seguiremos siendo testigos del desenfreno, la voracidad y la corrupción. Quienes están o han estado al frente de nuestras instituciones han fallado en transparentarlas, hoy carecen de autoridad moral para ostentarse tutelares de los intereses públicos.
MANDELA.- La globalización que ha dado pie a la creciente privatización de los sectores económicos, junto al auge de empresas multinacionales y el decaimiento de las empresas locales llevan a un mundo más dividido, pobres y ricos lo cual aleja en todo sentido al pensamiento de justicia social que el líder sudafricano sugería a la humanidad.
