Crónicas del LX Aniversario: Recordando a Alfonso Valencia Ríos con motivo de los 60 años de la FACICO


Por Gonzalo López Barradas

  Por Gonzalo López Barradas, egresado de la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana
Por Gonzalo López Barradas, egresado de la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana
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Durante un festejo, varias alumnas de la facultad de Periodismo rodean al maestro Alfonso Valencia Ríos, en una partida de pastel

Finalizando el mes de diciembre de l968, me aventuré para trabajar en la ciudad de México. La invitación la tenía por parte del reportero Ignacio Ramírez quien meses atrás había venido a Veracruz con un grupo de estudiantes de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García en un intercambio de estudios. Era en ese entonces, presidente de la Sociedad de Alumnos de la Facultad de Periodismo. Muchos años después diserté una conferencia en el IVEC a invitación del joven escritor Carlos Cruz Meza y escribí lo siguiente:

“A lo largo de mi vida, conocí y conviví con tres hombres ilustres que fueron mi inspiración para forjar ese innato deseo de escribir, aunque no sea una excelsa prosa digna de premios. Tres grandes periodistas y escritores que de la mano me llevaron a adentrarme en los vericuetos y en las tácticas necesarias para poder dominar la creación de artículos y reportajes (reyes de todas las disciplinas periodísticas), así como la realización de entrevistas, crónicas y editoriales. De ellos tres (Alfonso Valencia Ríos, Martín Luis Guzmán y Julio Scherer García), aprendí lo más elemental: la ética.

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El gobernador Rafael Murillo Vidal felicita a Alfonso Valencia Ríos, después de que éste concluyera su discurso en un homenaje que le organizó el gobierno del estado

Don Alfonso Valencia fue mi maestro en la Facultad de Periodismo. El único periodista que durante toda su vida trabajó con pasión renovada siempre en el mismo rotativo, durante cincuenta años, consagrados por entero a El Dictamen. Reportero de la ciudad y redactor de noticias frente a su vieja máquina Rémington.

El maestro Valencia fue un excepcional ejemplo, porque no hubo ningún otro caso en el mundo de un reportero que, a su edad, siguiera como empezó, todos los días, desde hacía 50 años. Jamás cedió ni a las tentaciones del poder, ni a los juegos de los políticos en turno. Era infatigable. Lo recuerdo lleno de vitalidad, tanto en el aula como catedrático de la materia de Redacción, como en la calle, buscando la noticia del día, con paso firme y siempre de prisa y con urgencia, exclamando con su saludo “¡De maravilla!”, cada vez que se le preguntaba por su salud.

Estaba casi siempre rodeado de sus mismos amigos en el Bar Manolo de la calle de Zaragoza (era de rigor tomarse dos whiskys cada tarde-noche). Se hablaba de tú con el gobernador y ponía en aprietos a los Secretarios de estado con sus preguntas, no sólo hábiles, sino informadas. De una memoria extraordinaria, gustaba exhibirla, sin alardear de ella. Disciplinado en su vida y en su trabajo, más que un militar. Los Presidentes de la República siempre lo buscaron.

Era dueño de una honestidad insólita, la cual demostró durante medio siglo, todos los días, uno tras otro, sin descansar nunca. Siempre estaba en el periódico desde las siete de la mañana, tecleando las primeras notas. A las 9 en punto, salía de El Dictamen a tomarse un café acompañado por su esposa, en La Parroquia, donde, de paso, aprovechaba para reportear un poco. Diez en punto, nunca antes, ni después, volvía a entrar a su oficina para seguir escribiendo hasta las doce del día; luego salía a seguir reporteando para después irse a su casa y, a las tres en punto, volvía otra vez a su oficina para seguir escribiendo.

A las cinco de la tarde iba otra vez a La Parroquia con su esposa y reporteaba los últimos sucesos. Una hora después, de vuelta a la redacción, seguía escribiendo notas y editoriales, traducía los pies de foto del inglés al español y daba las órdenes de información a los reporteros. Finalmente, a las nueve o diez de la noche, don Alfonso se retiraba de El Dictamen a vivir, intensamente, su vida privada con los amigos…

Así lo conocí cuando cursaba mi segundo año en la Facultad y, muchos años después, don Alfonso Valencia Ríos seguía siendo el mismo con la misma disciplina, el mismo trato, la misma pasión  y enjundia. No tomaba vacaciones, y hasta en los días de descanso obligatorios, llegaba a las siete de la mañana a escribir (increíble), los tres, cuatro, cinco libros que fueron naciendo en la Sala de Redacción del Dictamen, quitándole tiempo a las notas y robándoselo al descanso, el que todo ser humano necesita para vivir.

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Foto arriba: Alfonso Valencia Ríos a su llegada al canal local televisivo de Veracruz, donde sería entrevistado. Primera foto abajo: El legendario periodista y ex director de la Facultad de Periodismo, en el momento de la entrevista. Segundo Foto abajo: Tres destacados alumnos y seguidores del estilo de Valencia Ríos en el periodismo: Miguel Angel Cristiani, Manuel Rossete y Gonzalo López Barradas

Don Alfonso ya murió, según lo han dicho los medios; pero pienso que éstos son muy mentirosos, y están publicando algo que no es cierto. Don Alfonso Valencia camina conmigo y con muchos egresados, porque de él aprendí  (aprendimos) lo necesario para formar una vida profesional que me llevó hasta la ciudad de México, para  enfrentarme y abrevar  de otro grande del periodismo y las letras: Martín Luis Guzmán, dueño y director de la revista Tiempo….

(Continuará…)

2 Comentarios

  1. Alfonso Valencia Ríos fue el primer director que tuve en la facultad de periodismo de la U.V. Me dio clases de Periodismo Informativo. Eran sus últimos años en la Facultad allá por 1972-73. Un recuerdo grato para un maestro de muchas generaciones que sigue vivo en nuestros corazones…

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