Crónicas del LX Aniversario: El Mural de Delgadillo en la Facultad de Periodismo de la UV


Por Magdalena Mulia Cabrera

Magdalena Mulia Cabrera
Magdalena Mulia Cabrera, egresada de la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana, desde Chetumal, Quintana Roo

1972: El ambiente político nacional era convulso, opresivo, opaco, atemorizante. La participación de los estudiantes universitarios en las luchas políticas y sociales abarcaba todo el abanico posible de matices ideológicos, desde la derecha recalcitrante hasta la izquierda radical, ubicándose en su centro un amplísimo sector ajeno a cualquier interés de participación política. En el microcosmos de la ciudad de Veracruz, y en el aún más micro de la Facultad de Periodismo, este panorama se reflejaba tal cual.

La masacre del Jueves de Corpus, el 10 de junio de 1971 fue el principio de lo que sería una de las más cruentas etapas de asesinatos políticos contra opositores y luchadores sociales de izquierda que desde entonces se denomina “La guerra sucia” y cuyo saldo sangriento nunca pudo esclarecerse. Asesinados, torturados y desaparecidos políticos fueron el macabro pan de cada día de casi toda la década de los años 70.

1972 comenzó su calendario de sangre con la muerte de Genaro Vázquez Rojas, el 2 de febrero de 1972, y, el 20 de junio, el de Joel Arriaga Navarro, catedrático de la UAP y dirigente del Partido Comunista Mexicano, cayó también, asesinado, en la capital poblana.

Mural de José Hernández Delgadillo, conservado en la Escuela Superior de Economía del Instituto Politécnico Nacional

Uno de esos días aciagos, invitados por el Movimiento Sindical Ferrocarrilero, un grupo de artistas plásticos que se autonombraba “Arte Colectivo en Acción”, encabezado por el poeta Leopoldo Ayala, realizó en el salón sindical un performance con un alto contenido de denuncia política contra el régimen de sangre que enlutaba a México. Mendo y yo estuvimos presentes en el acto, e invitamos al grupo a presentarse en la Facultad, al día siguiente.

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Mural de José Hernández Delgadillo, conservado en la Unidad de Humanidades de la Universidad Veracruzana, en Xalapa

Aceptaron, y a la mañana siguiente convocamos a los compañeros que quisieran asistir al entonces pequeño auditorio ubicado al final de pasillo del primer piso de la facultad. Ante un público poco numeroso integrado por la evidente minoría del alumnado de Periodismo que se interesaba en la lucha y la participación política de izquierda, mientras Leopoldo Ayala interpretaba algunos de sus poemas incluidos en su más reciente libro, “Vivirás América”, apoyado por dos actrices y un actor, el pintor José Hernández Delgadillo tatuó en el muro frontal del auditorio un mural alucinante reivindicando la urgencia de la lucha de obreros, campesinos, artistas, estudiantes por la libertad y la justicia.

Fue tal la intensidad de lo acontecido, el poderío de su aliento, la dureza pétrea de lo expuesto, que El mural de Delgadillo, desde entonces, se convirtió en nuestro patrimonio, un elemento con múltiples significados, todos gigantescos e incontrovertibles.

No nos planteábamos el valor estético de la obra ni la preponderancia de su autor, pues Delgadillo, como artista plástico, recién había ganado una bienal latinoamericana –no recuerdo cuál – sino su significado inmediato, tan caro para aquellos jóvenes que entonces éramos.

El Mural de Delgadillo pasó a formar parte del patrimonio cotidiano de la facultad. A los más les era indiferente, si acaso, feo. Otros más lo respetaban como obra de arte o como mensaje político, y no se metían con él…ni con nosotros. A unos pocos les molestaba por ser el símbolo de aquello con lo que no estaban de acuerdo. Y los otros pocos que éramos nosotros, los izquierdosos radicales, lo defendíamos. Al director de la facultad, el ínclito Gutiérrez, claro, le revolvía el estómago, pero en aras de mantener la calma en la comunidad, no abanicaba el avispero.

Egresamos de la escuela y cada quien agarró su camino; el mural se quedó. Permaneció ahí, sin que le hicieran mucho caso. En algún momento le clavaron un pizarrón en medio…hasta que, sin fecha cierta, sin memoria de alguien y sin defensa alguna, desapareció. El muro fue blanqueado por orden de algún director, y después fue demolido al realizarse alguna obra de ampliación del recinto.

En verdad era un mural algo estridente, muy al estilo de Delgadillo. Hermano de tantos otros murales suyos que reivindicaron el mismo grito de justicia y libertad en tantos otros muros de aquel México, algunos apreciados y conservados, otros perdidos, como el nuestro. Ingenuo, a lo mejor, pero puro, limpio, como éramos entonces…

(Nota de Editor: Para conocer más de la obra del fallecido pintor y muralista, José Hernández Delgadillo, cuyo mural pintado en la antigua Facultad de Periodismo de la Universidad Veracruzana fue finalmente destruido, les recomendamos hacer clik en este enlace:

http://artistaagitadordemexico.blogspot.mx/      )

2 Comentarios

  1. Querida Male ,
    Las manos que derribaron la obra será imposible de ubicarlas, pero las voces de quienes alentaron a esas manos, esas vivirán por siempre con la ignominia.
    Esas voces, que por cierto, son las que no se dejan oir en estas páginas. Las que han enmudecido en vida.
    Un abrazo,
    Adolfo.

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  2. Male querida,
    Las manos que aplaudieron esta decisión, seguramente han permanecido en la ignominia.
    Estas voces que, por cierto, no se escuchan en estas páginas, en su compromiso espurio de alentar decisiones irreprobables, habrán de llevar consigo este lastre ignominioso, más allá de las fronteras de la existencia.
    Un abrazo,
    AG

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