Siete Párrafos: Ahora sabremos quién es Enrique Peña Nieto


Por Rodolfo Calderón Vivar

 

Rodolfo Calderón Vivar, egresado de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Veracruzana
Rodolfo Calderón Vivar, egresado de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Veracruzana

Una vez que todas las reformas perseguidas, confrontadas, discutidas y consensuadas fueron aprobadas en los espacios del Congreso de la Unión, Enrique Peña Nieto enfrenta el panorama de las consecuencias de lo propuesto y acordado. Ya no hay marcha atrás y casi, casi, se queda solo con la responsabilidad mayor de lo que viene en los siguientes meses. No hay ni pretextos ni explicaciones que justifiquen la inacción del país o la baja percepción de los indicadores financieros. Todo lo que quería obtener su gobierno para arrancar hacia el cambio del pais lo consiguió en un plazo récord de 2 años. Ya están las reformas estructurales. ¿Ahora que sigue?

Con un país confrontado desde hace décadas o, siendo un tanto exagerados, desde hace siglos, sobre la visión de futuro del país, Peña Nieto demostró una habilidad singular para ponerse de acuerdo con poderes políticos institucionales que le permitieron sacar avante sus once reformas: la energética, la de telecomunicaciones, la de competencia económica, la financiera, la hacendaria, la laboral, la reforma educativa, la nueva ley de amparo, el código nacional de procedimientos penales, la reforma política y la de transparencia; y si, como lo dice su propaganda para su Segundo Informe de Gobierno, los ciudadanos mexicanos nos preguntamos: ¿Ahora que sigue?

Sobretodo porque quedan tremendas dudas sobre la manera en que se manejara la reforma energética, en un país acostumbrado a la corrupción, abuso y baja productividad en las áreas estratégicas de dicha industria. ¿Será ahora botín de la clase gobernante y empresarial nativa, en sociedad con los inversionistas extranjeros, parados sobre una estructura laboral de obra de mano barata? No basta con las cuentas alegres de buenos agoreros de los cuerpos legislativos y gubernamentales, en el sentido de que viene una época de ampliación de empleos si estos siguen la ruta miserable de sueldos no equiparables con los de otros países. ¿Como afrontar esta situación con las empresas norteamericanas, rusas, canadienses, chinas y de otros países que vengan a contratar a mexicanos, pensando en que un plus de la sociedad mexicana es la mano de obra barata? ¿Como capotear a grandes tramposos internacionales que existen en dichas industrias, como ya lo advirtió Jerry Brown, gobernador de California, quien en reciente visita a México dijo que nos pueden comer vivos a la hora que ingresen dichos inversionistas petroleros en el país?

Graves dudas hay al respecto, sobretodo ante las recientes declaraciones del presidente Enrique Peña Nieto, en un programa televisivo , que registró por cierto muy bajo rating -según especialistas del tema-, donde justificó la existencia de la corrupción en nuestro país, como un asunto difícil de erradicar porque es un tema cultural, incluso arraigado desde tiempos ancestrales de la humanidad. Declaración riesgosa que enfrentó ya a la crítica de numerosos analistas nacionales, que precisamente señalan el hecho de que las grandes naciones industrializadas y de superior estado de bienestar en el mundo, se caracterizan precisamente por su radical control para disminuir los índices de corrupción, precisamente en los ámbitos del poder del Estado, núcleo fundamental por cierto de donde emana gran parte de nuestra corrupción nacional.

¿Cómo podremos regular con rigor, como sugiere el gobernador Jerry Brown, el trasiego de las compañías petroleras en nuestro país si los usos y costumbres nacionales de la corrupción en México hacen factible el disimulo, la impunidad, los acuerdos ocultos y los beneficios personales de políticos y empresarios en los ámbitos de las áreas energéticas nacionales? ¿Como se va a ejercer ese control, incluso de la corrupción, si el propio presidente ya declaró que es un punto difícil de atacarse porque se trata de un factor ancestral y cultural que permea a nuestra sociedad mexicana?.

Terrenos difíciles de caminar son los del presidente Enrique Peña Nieto en sus siguientes cuatro años de gobierno, sobretodo porque la economía nacional no camina y no bastan los pretextos de Luis Videgaray para explicar el derrumbe del PIB, como una consecuencia  de factores internacionales. Panoramas inciertos los de su gobierno si la inseguridad sigue siendo caótica en gran parte del territorio nacional, donde las bandas delictivas prosiguen traficando, extorsionando, asesinando y acordando con gobiernos estatales, en algunos casos evidentes de control territorial de cárteles, para los que no bastan las cifras de disminución estadística manifestadas por la Secretaría de Gobernación.

Y qué decir del descrédito nacional de una clase politica que se sigue moviendo en ambientes de corrupción, ineficiencia e ineficacia en sectores específicos de las legislaturas federales y locales, gobiernos estatales y municipales. ¿Cómo enderezar ese gran árbol torcido de la política nacional en donde, por cierto, los partidos políticos han perdido sus sustentos ideológicos orgánicos fundamentales porque hoy todos se parecen en lo que persiguen y no tienen diferenciado claramente hacia que tipo de país apuestan, más allá de los esquemas neoliberales del libre mercado, la competitividad y la endeble democracia en la que se mueven? Si, ahora sabremos quién es Enrique Peña Nieto en capacidades, liderazgo y estrategia, porque lo que quería ya lo consiguió, las once reformas estructurales, y lo que sigue son las acciones de beneficio que prometió, del cual una gran mayoría del país duda, sobretodo si no actúa sobre los factores contextuales negativos que hemos mencionado en párrafos anteriores.

 

1 comentario

  1. Excelente tu visión de la problemática en todos los sentidos de nuestro país, desde el punto de vista en tu artículo… Ante las justificaciones bárbaras que esgrime la máxima autoridad sobre la corrupción. Si eso piensa el «presidente» y justifica los atropellos, que esperamos de sus seguidores políticos de todos los partidos que se regodean de su máxima hazaña, al aprobar al vapor reformas que sólo ellos ven y les convienen que se aprueben… No se a donde vamos a ir, ante tanta torpeza, pero pregunto como mexicano, que ahora hasta vergüenza me da decirlo, prefiero ser de otro planeta, ante tanta barbaridad, atropello, injusticia, violencia, que el «nuevo estado» promueve. y lo escribo sin mayúsculas porque hasta ello los políticos han degradado…

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