
Compilador: Mario Jesús Gaspar Cobarrubias

Bautista Antonelli fue el menor de cinco hermanos y cuando nació en 1547 en Gatteo, su hermano mayor, Juan Bautista, ya tenía casi veinte años. Bautista fue el único de los cinco en viajar a América; las tres hermanas siempre se quedaron en Italia y el hermano mayor, Juan Bautista, tampoco cruzó el Atlántico. Estaba demasiado entregado a los proyectos de navegación fluvial de los ríos de España.
El hecho que Bautista tuviese un hermano mayor de nombre Juan Bautista y luego un hijo con el mismo nombre, ha facilitado la confusión entre los historiadores que se dedicaron a investigar las obras vinculadas al apellido Antonelli. A mayor abundancia, los sobrinos Garavelli Antonelli se hacían llamar sólo Antonelli a fin de beneficiarse del prestigio de ese apellido.
Tuvo la suerte de recibir una buena formación profesional durante los nueve años (1570-1578) que trabajó al lado de Vespasiano Gonzaga Colonna, duque de Sabbioneta, virrey de Valencia y notable en la corte de Felipe II. En ese lapso pudo escuchar, observar y aprender, en las obras que Vespasiano Gonzaga y su hermano Juan Bautista estaban planificando y construyendo en la costa levantina, en Valencia, Cartagena de Levante, Peñíscola, Alicante y en los puntos estratégicos de Mazalquivir y Oran en la costa africana. Cuando Vespasiano Gonzaga regresó definitivamente a Sabbioneta en 1578, Bautista Antonelli tenía casi treinta años y, lo más importante, una buena formación teórica y práctica de arquitectura militar, ingeniería y técnicas constructivas.
Vespasiano Gonzaga, considerado como un experto en el arte militar de su momento, se había formado en la escuela de los Sangallo, Sanmicheli, Cataneo y otros; sus conocimientos los transmitió a Bautista Antonelli quien los aplicó en varias fortificaciones abaluartadas de planta irregular. Lo de la planta irregular, como ya se dijo, es una de las características de la escuela italiana y comenzó a manifestarse en varias fortificaciones de finales del siglo XV. Por ejemplo, en Ostia, Civita Castellana, Verruca, Pisa, etcétera.
En 1580, cuando Felipe II incorporó Portugal a su reino, Bautista, su hermano Juan Bautista y el sobrino de ambos, Cristóbal de Roda Antonelli, estaban trabajando en obras de acondicionamiento del terreno y caminos para facilitar el movimiento de las tropas y el transporte de pertrechos hacia la frontera portuguesa. Fue en Lisboa cuando Felipe II llamó a Bautista Antonelli para confiarle una importante misión en el continente americano. El joven que se presentó al monarca era todo un hombre de 34 años y dueño de una buena formación. La misión consistía en viajar hasta el estrecho de Magallanes para construir dos fuertes a cada lado del canal a fin de controlar el único paso navegable conocido en ese entonces entre los océanos Atlántico y Pacífico.
Años más tarde, de regreso a Madrid, Bautista Antonelli enfrentó un largo periodo de amargura y decaimiento a raíz de su primera e infeliz experiencia americana. Poco sabemos de sus actividades en Madrid desde 1583 hasta 1586 año de su segundo viaje al continente americano.
En 1585 nació su hijo Juan Bautista Antonelli pero casi nada sabemos de la mujer que le dio su único heredero. Por documentos testamentarios sabemos que se llamaba María de Torres.
El secretario de la corte y su protector, Juan de Ibarra, fue quien lo animó y ayudó para alistarse en el viaje programado para realizar el primer proyecto defensivo del Caribe. Era el momento de los saqueos en las incipientes ciudades hispanoamericanas, de los atracos a los barcos que regresaban cargados de riquezas y de las exploraciones y observaciones que ingleses, franceses y holandeses venían adelantando con el propósito de determinar cuáles islas, territorios y costas podían ocuparse con el fin de proporcionar a sus respectivas monarquías cuota de poder en esa parte del mundo.
El 15 de febrero de 1586, Felipe II emite la real cédula que nombra a Bautista Antonelli como su ingeniero “…para que vaya a examinar las costas y puntos de América donde convenga levantar fuertes y castillos…”. Fue el primer plano de defensa concebido por Felipe II y entre las varias obligaciones asignadas a Antonelli, se le encomendaron las inspecciones y propuestas de proyectos para Cartagena de Indias, Panamá, Chagre, Portobelo, La Habana, Santo Domingo, Puerto Rico y La Florida.
El 23 de noviembre de 1588 otra real cédula encarga a Bautista Antonelli, después de haber revisado y aprobado sus planos, la ejecución de las fortificaciones de Puerto Rico, Santo Domingo, Florida, La Habana, Cartagena de Indias, Santa Marta, Nombre de Dios, Portobelo, Panamá y Río Chagre. Además, debía viajar a Veracruz, en México, para inspeccionar la fortificación de San Juan de Ulúa, estudiar la ruta de un camino de Veracruz a México y reconocer la bahía de Fonseca a fin de compararla con la de Portobelo. Una tarea realmente ciclópea para un solo hombre si se toman en cuenta las distancias, lo abrupto de la geografía y los medios de transporte. Eso de las distancias merece un comentario aparte.
El español que llegó a América quedó asombrado de la escala de la nueva geografía; nunca había visto ni recorrido distancias tan grandes, ríos tan anchos, forestas tan inmensas ni montañas tan altas. El concepto de “dimensión” era totalmente diferente al de la geografía peninsular y quien no lo había experimentado personalmente, no podía siquiera imaginar lo que significaba ir por tierra, caminando y a caballo, desde Ciudad de México a la bahía de Fonseca.
Los encopetados señores de la corte no tenían idea del “tamaño” del Nuevo Mundo y, por eso, ordenaban con facilidad un viaje al estrecho de Magallanes como si se tratara ir de Sevilla a Madrid. Las cosas cambiaron a partir del siglo XVII cuando el conocimiento y las “proporciones” entre la península y América comenzaron a ser más familiares. Conociendo la actividad de Bautista Antonelli en el Caribe y los pocos años que estuvo en dicha área, no deja de asombrar la capacidad de atender tantas obras en tantos sitios diferentes.
La década que Antonelli estuvo en el Caribe, desde 1589 hasta 1599, fue la década de su gloria. El historiador Diego Angulo Iñíguez dice: “…Por la categoría de las obras que se le encomendaron, y el momento en que le cupo la suerte de vivir, momento crítico en la historia de las fortificaciones americanas, prestan a su labor relieve verdaderamente excepcional, le convierten en el gran ingeniero del siglo XVI en Indias. Antonelli es una personalidad cuya importancia urge subrayar para el mejor conocimiento de la historia de América…”
A los siete meses de encontrarse en La Habana, Bautista Antonelli tuvo que viajar para ir a reconocer las fortificaciones de San Juan de Ulúa en México, observar la ubicación de la ciudad de Veracruz, estudiar el camino entre Veracruz y Ciudad de México, evaluar el aprovechamiento de la bahía de Fonseca y opinar acerca de un camino entre ésta y Puerto Caballos. Embarcó el 26 de diciembre de 1589 acompañado por don Francisco Valverde y don Diego López de Quintanilla.
Antes de dejar La Habana, dejó instrucciones muy precisas de los trabajos que debían ejecutarse durante su ausencia a sabiendas que estaría alejado de la obra unos cuantos meses. En efecto, estuvo afuera cerca de siete meses, aproximadamente hasta el mes de agosto de 1590. Bautista Antonelli y compañía llegaron al puerto de San Juan de Ulúa el 18 de enero de 1590. Por una carta de Valverde al rey, fechada el 28 de febrero de 1590 en Ciudad de México, sabemos que Antonelli inspeccionó las escasas defensas de San Juan de Ulúa y comenzó a ver cómo podía satisfacer las exigencias del virrey Luis de Velasco que “…habiendo considerado la poca defensa de aquel fuerte, ordenó a Bautista Antonelli que trazase alguna defensa con que ayudase a lo hecho, que fuese poco costosa y breve…”.
La fortificación de San Juan de Ulúa que encontró Antonelli era un lienzo de muralla con argollas para amarrar los barcos y, en cada extremo, una torre cúbica que servía de alojamiento. Es decir, una construcción totalmente alejada de cualquier principio del arte militar y de obra defensiva. Una situación adversa que Bautista Antonelli, su hijo Juan Bautista Antonelli y su sobrino Cristóbal de Roda Antonelli, tuvieron que enfrentar y aguantar en varias oportunidades. Respecto a esto, escribe en carta al rey el 1 de marzo de 1590:
“…Convendría mucho al servicio de V.M. al beneficio de su real hacienda y al provecho de estas fortificaciones que V.M. me mandase dar una provisión, que libremente yo pudiese mandar lo que conviene a su real servicio tocante a las dichas fortificaciones, que sé que en esto sería de mucho provecho por lo que he visto en estas partes. Y si ha costado el fuerte de La Habana, que agora de presente está hecho, doscientos cincuenta mil ducados, lo ha causado no haber habido persona que tuviese zelo á su real servicio, y también los ministros de V.M. haber mandado cada uno gastar su real hacienda á su gusto; y si esto no esta á cargo de la persona ó ingeniero que asista en las dichas fortificaciones dudo yo que se acierte, porque los dichos ministros de V.M. ó gobernadores muchos de ellos no entienden qué es fortificaciones, y piensan acertar, y muchas veces yerran. De todo esto me ha parecido dar razón a V.M. como tengo obligación. Mi zelo es acertar en el servicio de V.M., y caminar por las pisadas de mi hermano Juan Bautista Antonelli…”
El hecho de enfrentar rechazos, opiniones desfavorables, críticas y modificaciones a los proyectos, soportar personal incompetente impuesto “desde arriba” y otros abusos, ha sido una constante que tanto los Antonelli como otros ingenieros tuvieron que aguantar durante el quehacer de sus actividades profesionales. El que ocupaba un cargo relevante, era Dios en una sociedad donde el indio nunca logró subir al primer peldaño y el mestizo al segundo. En la jerarquía político-administrativa colonial, el poder era sinónimo de competencia. “¡Lo que yo digo es correcto porque yo soy el jefe!”. Fue una constante que ha tenido vigencia a lo largo de tres siglos y que aún hoy no ha desaparecido de Hispanoamérica.
El proyecto de Antonelli para el fuerte de San Juan de Ulúa, con los dos baluartes hacia el Frente de tierra, hecho el 27 de enero de 1590 y el traslado de la ciudad de Veracruz al sitio que hoy ocupa, fueron muy criticados. A pesar de ello, la ciudad se mudó y el castillo, que casi dos siglos después aparece en los planos de Agustín López de Cámara (1762), tiene una gran similitud formal con la idea de 1590.
También es del 1 de marzo de 1590 la solicitud de Bautista Antonelli al rey para que “…sea servido enviarme mi sobrino Cristóbal de Roda para mi ayudante, porque cada día se van ofreciendo más obras, y como están tan apartadas las unas de las otras no puedo yo acudir á ellas como quisiera y teniéndole aquí acudirá él a unas partes y yo a otras…”. La solicitud fue atendida y Cristóbal de Roda Antonelli comenzó a desempeñarse en La Habana desde 1591.
En una detallada relación al rey, fechada el 10 de marzo de 1590, redactada en Ciudad de México, Antonelli hace un extenso análisis de la situación del puerto de San Juan de Ulúa, de la necesidad de mudar la ciudad de Veracruz al lugar denominado Ventas de Buitrón, frente a la isla de San Juan de Ulúa de las ventajas del Camino Nuevo entre Veracruz y México que había comenzado el doctor Palacios.
En España se pensaba que la ejecución de obras defensivas en la ciudad de Veracruz podían convertirse en un error táctico si estas caían en manos enemigas, pues convenientemente defendidas se establecerían en el lugar, presentarían una resistencia capaz de impedir su expulsión y, por tanto, interrumpir el puente comercial e incursionar sobre la capital del virreinato, la ciudad de México. Aún en 1590, el asentamiento definitivo de Veracruz era incierto. Y fue el primer estudio integral que culminó con los inicios del sistema defensivo español en el Caribe, el que determinó su destino como ciudad.
Tras la propuesta del ingeniero Antonelli, Veracruz retornaba a los arenales fronteros de San Juan de Ulúa, entonces llamadas Ventas de Buitrón, lugar donde originalmente había sido fundada. Paraje no muy aceptable por su geografía, pero el más apropiado para establecer la mejor conexión entre los barcos de la ilota y los caminos de acceso a la capital del virreinato que facilitaban el flujo comercial y los cargamentos de metales preciosos. Esta realidad y la argumentación en torno a la protección defensiva que recibiría la población desde la isla, persuadió a la Corona que era la mejor opción. Pero debieron de cursar siete años para que una Real Orden autorizara el traslado, que fue ratificado en 1615.
Unos años antes de la llegada del ingeniero italiano, en 1584, fray Alonso Ponce, luego de visitar San Juan de Ulúa, hizo una descripción del estado en que se encontraba la fortaleza:
“…La fortaleza tiene dos torres, una al oriente y otra al poniente, y entre torre y torre un lienzo o adárabe adarve muy largo, labrado todo de cal y canto con mucha fortaleza, por la cual se pasa de una torre a otra; la que está al poniente es pequeña y de no muy buena piedra, que el salitre del agua del mar va comiendo poco a poco, aunque con todo esto es fuerte, la de oriente es mayor y más capaz, tiene una sala de armas muy grande, un caballero y un gran aljibe, una mazmorra y otras piezas, y en las torres y caballero y otras partes hay muchas y muy gruesas piezas de artillería.”
El proyecto de Antonelli consistía en lo fundamental en dos baluartes. Éstos reforzarían las defensas de los ya existentes, el de Santiago, junto a la torre Vieja, y el de San Felipe, delante de la torre Nueva.
Por su parte, Veracruz durante el siglo XVII experimentó una lenta expansión. La ciudad preservaba su función casi fundamental de lugar de carga y descarga de mercancías. Y le correspondió a sus vecinos emprender su defensa que radicó en una muralla y apenas un par de baluartes: el de Nuestra Señora de la Concepción al norte y el de Santiago al sur, que no estuvieron listos hasta 1635 y sin estar unidos por una muralla, que es lo que dictaba el arte de la fortificación, conocido por cualquier ingeniero militar competente.
Antonelli básicamente realizó un levantamiento de su puerto y proyectó las obras necesarias para mejorar su defensa.
Dejó fundamentalmente cuatro planos que representan la isla de Ulúa con el reparo que podría hacérsele; otro describe simplemente el fuerte y el reparo. En otro más, la perspectiva del reparo del fuerte y de la población que existía en UIúa. Pueden verse las naos amarradas a gruesas argollas empotradas en el muro. Es curioso notar que esas argollas aparecen todavía en las vistas del siglo XIX de la vieja fortaleza. Finalmente tenemos la planta de San Juan de Ulúa con su fortificación y el reparo de las naos.
No faltaron críticas a los proyectos de Antonelli, en especial las esgrimidas por el capitán Pedro Ochoa de Leguizamón. Según Pedro Ochoa la construcción de obras defensivas era urgente y según Antonelli, en cambio, necesitaban de unos diez años para realizarlas. Dada por terminada su visita en México, Bautista Antonelli y su comitiva emprendieron viaje, por tierra, hasta la bahía de Fonseca donde llegaron el 14 de junio de 1590.
Después de varios viajes al Caribe, Antonelli se instaló en España, trabajando en fortalezas en Gibraltar y en otros lugares. El 11 de febrero de 1616 murió en Madrid en la calle de la Espada y fue enterrado en la iglesia del convento de los Carmelitas Descalzos. El famoso cronista Antonio de Herrera fue nombrado testamentario por el propio Bautista.
La herencia dejada por Bautista Antonelli fue repartida entre los Carmelitas Descalzos de Madrid y los pobres de su pueblo natal en Italia: Gatteo. Bautista Antonelli ya había ayudado en la construcción de la iglesia de los Carmelitas Descalzos inaugurada el 8 de diciembre de 1615 y hoy conocida como la iglesia de San Ermenegildo. Donaciones testamentarias semejantes fueron muy frecuentes en esa época y varias órdenes religiosas y parroquias se beneficiaron de ellas para construir iglesias, conventos y obras asistenciales. La generosidad de Bautista Antonelli hacia la iglesia de los Carmelitas debe entenderse también con su deseo de recibir en ella una sepultura digna y permanente.
Más extraña, en cambio, resulta la institución del Monte Frumentario Antonelli en Gatteo, dedicada a los pobres de su pueblo natal y creada con el propósito de que siempre pudiesen contar con sus raciones de trigo cuando, por enfermedades, vejez o falta de recursos, no tuviesen la posibilidad de conseguirlas. La acción generosa de Bautista pone en evidencia que, a pesar de los casi cincuenta años de ausencia de Gatteo, nunca olvidó su terruño natal.
Viajó por tres continentes, cruzó océanos y dejó muestras de su talento en un sinnúmero de obras; sin embargo, en el fondo de su corazón, su pequeño pueblo romagnolo ocupó un lugar que siempre mantuvo vivo en el recuerdo.
Tuvo una de las más ilustres carreras de arquitectura militar en el Nuevo Mundo.
BIBLIOGRAFÍA:
Gutiérrez Ramón, FORTIFICACIONES DE IBEROAMÉRICA, Colección Biblioteca Mundo Hispánico de la Fundación Iberdrola, Editorial Ediciones el Viso, España, 2005.
FUENTES ELECTRÓNICAS:
LOS ANTONELLI, ARQUITECTOS DE GETTEO
Bautista Antonelli, Gatteo 1547 – Madrid 1616
http://www.provincia.fc.it/…/StoriaA…/BattistaAntonelli.html
LOS ANTONELLI, UNA SAGA DE ARQUITECTOS E INGENIEROS AL SERVICIO DE LA CORONA ESPAÑOLA
Manuel Morato Moreno (Universidad de Sevilla. Departamento de Ingeniería Gráfica)
http://personal.us.es/mmorato/Ingegraf%20Valencia.pdf
ENSAYO SOBRE LOS PLANOS DE LA CIUDAD DE VERACRUZ
Manuel Toussaint
http://www.analesiie.unam.mx/pdf/15_19-43.pdf
VERACRUZ Y LA HABANA EN LA CONCEPCIÓN ESTRATÉGICA DEL IMPERIO ESPAÑOL EN AMÉRICA
Francisco Pérez Guzmán (Instituto de Historia de Cuba)
http://cdigital.uv.mx/bitstr…/123456789/…/sotav6-Pag9-17.pdf

El apellido es Battista Antonelli, no bautista
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En diferentes fuentes consultadas, el apellido que se maneja es Bautista.
Efectivamente, originalmente, en italiano originalmente el apellido es Battista, pero el nombre fue castellanizado como Bautista en los países de habla hispana, tal y como, seguramente, le nombraban en su época en las tierras americanas.
La prueba fehaciente de que su apellido se había castellanizado está en el Archivo General de Indias, en donde hay documentos oficiales de la época, donde se anota su nombre como Juan Bautista Antonelli, como es el caso en este documento del siglo XVI, que puede verse en este enlace, donde en la página 3 se puede leer el nombre completo del arquitecto, que no da lugar a dudas que el así era nombrado en España. Ver por favor la hoja 3 de esta serie de copias de ese documento original que se guarda en dicho Archivo General de Indias:
http://pares.mcu.es/ParesBusquedas20/catalogo/show/125186
Ese documento oficial autorizado del arquitecto es la prueba evidente de que él usaba ya el apellido Bautista en sus labores de trabajo en España.
Como también se le menciona como Bautista se le nombra en las siguientes fuentes.
Por ejemplo asi se le nombra en:
http://www.dipalme.org/Servicios/IEA/edba.nsf/xlecturabiografias.xsp?ref=23
También así aparece su apellido en:
https://www.ecured.cu/Juan_Bautista_Antonelli
Y también así se le nombra como Bautista, en el siguiente enlace haciendo mención de que en italianos es Battista:
http://fortalezas.org/?ct=personagem&id_pessoa=347
Desconocemos por qué no se mantuvo el nombre en su idioma original, como debería ser, y se optó por su traducción al castellano (battista es igual a bautista en español), pero el uso castellanizado si está generalizado en diferentes fuentes históricas, razón por la cual el autor de este artículo optó por respetar la fuente consultada, sin ánimo de cambiar, por voluntad propia, el apellido del arquitecto.
A propósito, la Universidad Nacional de Educación a Distancia de España así también lo nombra, como Bautista, en el siguiente programa de radio:
En el sitio de la Enciclopedia Británica también lo mencionan por el apellido Bautista:
https://www.britannica.com/biography/Bautista-Antonelli
Así como en otras obras históricas referidas a él, como en: https://onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.1111/j.1540-6563.1988.tb00756.x
Así también estudios de Antropología e Historia de México, el nombre de Bautista se mantiene, como es el caso siguiente:
http://www.dimensionantropologica.inah.gob.mx/?tag=bautista-antonelli
En diversos lugares especializados del mundo, sobretodo en España, el nombre preciso del arquitecto mantiene su apellido como Bautista:
http://www.todolibroantiguo.es/noticias-libro-antiguo/2011/04/regresan-a-toledo-los-escritos-de-juan-bautista-antonelli/
Por todo lo antes dicho, Mario Jesús Gaspar Cobarrubias no se equivocó en utilizar el apellido de Bautista en este texto, puesto que solo está citando tal cual se le conocía al mencionado personaje histórico, como se puede constatar en las fuentes que hemos puesta a disposición de usted, estimado lector.
Le agradecemos su interés por comunicarse con nosotros. Le enviamos un cordial saludo.
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