EL REVELLÍN DE SAN JOSÉ


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El Revellín es también llamado Baluarte de la Media Luna

fexto y fotos de  Mario Jesús Gaspar Cobarruvias

Mario Jesús Gaspar Cobarrubias, egresado de la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana
Mario Jesús Gaspar Cobarrubias, egresado de la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana

Cuando se recorre la fortaleza de San Juan de Ulúa, frente a la ciudad de Veracruz, su edificio más visitado es el que contiene las antiguas celdas penales y que es llamado el Baluarte de la Media Luna o Revellín de San José. Para alguien con curiosidad sobre la historia arquitectónica y militar del lugar, puede llamarle la atención la extraña forma de esta construcción y de los dos baluartes que le acompañan sobre el agua, separados del cuerpo principal de la fortaleza. Podrían plantearse varias interrogantes: ¿Por qué se le llama Revellín o a qué se refiere esa palabra de escasísimo uso? ¿Por qué se le llama Media Luna si su forma no es semicircular sino triangular como una aerodinámica Ala Delta? ¿Por qué está acompañado de un baluarte en cada extremo? ¿Por qué estos y el Revellín están conectados por puentes y no por un camino construido y permanente con el fuerte?

Para responder a estas preguntas, es preciso remontarse a la historia constructiva del poblado, puerto, castillo y defensas exteriores de San Juan de Ulúa, la cual se realizó a lo largo de 311 años (de 1535 a 1846), no evolucionando a partir de un plan bien definido, sino de acuerdo a los avances de la artillería, la economía en la Nueva España, los numerosos diseños para puerto comercial y/o fortaleza militar y a las constantes alertas con que la política internacional del rey afectaba a las colonias.

Ubicado en el antiguo islote de Tecpan Tlayacac, las primeras construcciones comenzaron de 1541 a 1544 con el muro de amarre y la torre de vigía. La construcción de su puerto para la flota de Indias y dirigida por el coronel Cristóbal de Erazo, se realizó de 1560 a 1580. Después siguieron los trabajos y proyectos de ampliación de los ingenieros Juan Bautista Antonelli (1590-1591), Adrian Boot (1621-1623) y Marcos Lucio (1663-1670) por mencionar a los más conocidos.

La instalación militar adquirió su forma de fortaleza abaluartada debido a las obras del ingeniero Jaime Frank entre 1687 y 1691: fue cerrada por los 4 extremos y en su interior el hospital, iglesia, casa del gobernador, polvorín y rastro; además de una sola puerta en la cortina o muralla oriental, solo accesible por lanchas que amarraban en una dársena interior. Hasta este momento, las obras de fortificación se suscribían mayoritariamente al área del castillo -como lo llamaba Frank- y el Revellín y sus baluartes compañeros aun no existían.

La defensa por el lado de mar

En su obra Construcción de la fortaleza de San Juan de Ulúa (Colección Historias de San Juan de Ulúa en la Historia Volumen VI), el arquitecto Francisco Martín Muñoz Espejo (asesor en la Dirección del Centro Histórico del Ayuntamiento de Veracruz), menciona un episodio que dio relevancia a la inquietud sobre construir defensas exteriores para prevenir un ataque desde el lado del mar:

“Al carácter sorprendente de la nueva fortaleza de San Juan de Ulúa debemos agregarle el de polémica, pues en 1695 don Manuel Joseph Cárdenas, sobrestante de Frank en la obra de Ulúa rechazó las obras realizadas y diseñadas por el mismo Frank, considerando que la fortaleza carecía de defensa en la parte que colinda con la isla La Gallega, ya que por esta área se podría asaltar el recinto.

Para demostrar lo contrario don Juan Siscara, ayudante de ingeniero de Frank, elaboró dos perspectivas de la fortaleza en las que demuestra con proyecciones la dirección de los fuegos para defenderse de un ataque enemigo por los colindantes bajos e islas que conformaban La Gallega, demostrando el buen funcionamiento de la fortaleza.” (Pág. 56)

Los argumentos de Cárdenas eran los siguientes: 1) mal diseño de las bóvedas del baluarte de Nuestra Señora de la Soledad (en la esquina sureste) y propuso reubicar las casamatas para defender el arrecife. 2) Que debido a su tamaño de la isla arrecifal de La Gallega, una gran extensión de terreno quedaba al descubierto al bajar la marea y expuesto durante 6 horas, permitiendo el avance de enemigos desembarcados a una distancia muy cercana como de un tiro de cañón; pudiendo establecer en su avance trincheras, campamentos y baterías de cañones.

El castellano de Ulúa, Juan Fernández de Velasco, fue el arbitro de esta cuestión a través de un informe secreto –que unido al del sabio mexicano Carlos de Sigüenza y Góngora a favor de Frank- fechado el 18 de diciembre de 1695, rebatió la acusación de Cárdenas al señalar que la instalación de trincheras, plazas de amas y baterías enemigas en La Gallega era inviable, pues serían inundadas inmediatamente por el agua imposible de contener.

Las baterías exteriores

Durante el siglo XVIII, las importantes ciudades portuarias y comerciales en América fueron sometidas a acosos, bombardeos y asaltos por parte de la Royal Navy (real marina de guerra británica) en el transcurso de las numerosas guerras entre España, Portugal, Francia, Inglaterra y los Países Bajos. Bajo estas condiciones de alarma, el ingeniero italiano al servicio de la corona hispana, Felix Prosperi, construyó en 1741 la batería de cañones bajos o rasantes (no estaban montadas en lo alto de los baluartes sino al nivel del mar) llamada Guadalupe en la banda norte. Estaba artillada con 24 cañones (22 de ellos de a 36 y 34 libras). En 1742 se concluyó la de San Miguel en la del sur, ambas comunicadas por medio de un andén.

Prosperi también construyó en 1742, frente a la hoy entrada a la fortaleza, una tercera batería de 15 cañones llamada San José. Muñoz Espejo señala lo siguiente sobre esta construcción:

“La batería de San José construida por Prosperi, recuerda a las obras de Chevalier de Ville con el empleo de un baluarte exento, ubicado en el área central sobre el camino cubierto, y en el centro del frente defensivo de Ulúa y en sus baterías bajas se pueden observar las influencias tipológicas de las contraguardias en baluartes utilizadas por el tratadista Francois Pagan.” (Pág. 68)

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Blaise Frangois de Pagan, Comte de Mervéilles y de Pagan (1604-1665)

Se refiere a que se construyó en una fortificación separada del cuerpo principal de la fortaleza, tal como se puede apreciar en el Revellín. Felix Prosperi fue no solo un gran ingeniero militar, sino también autor del tratado de fortificación La gran defensa, obra que influiría mucho en los siglos venideros la arquitectura poligonal Montalembert y rivalizaría en importancia con Vauban. Siendo hombre de vasta erudición, no es raro que hubiese aplicado lo aprendido del mariscal francés Blaise Francois Pagan (1604-1665), conde de Maravillas, quien en 1640 había publicado Las fortificaciones del conde de Pagan. En este libro, exponía un sistema donde las fortalezas mantienen un plan defensivo separado del cuerpo principal: es decir, se refuerza el exterior con fosos, revellines, las medias lunas y contraguardias.

Esta aportación es importantísima, ya que procede de uno de los máximos tratadistas militares del siglo XVII. Así lo manifiesta el doctor en historia de la Universidad Complutense de Madrid, José Enrique García Melero, en su investigación Los tratados de arquitectura militar publicados en España durante el reinado de Carlos III:

“Blaise Frangois de Pagan, Comte de Mervéilles y de Pagan (1604-1665) es, en realidad, el auténtico inventor de los tres sistemas defensivos de Vauban, que éste llevó a la práctica y perfeccionó, adaptándoles a las circunstancias. Ingeniero militar y Mariscal de Campo, en 1643 perdió la vista debido a una serie de heridas. Desde entonces cambió su actividad eminentemente práctica por el quehacer teórico, publicando en París en 1645 su Traite des Fortifications (B. N.: 3/45,195) y en 1647 el Traite des planétes. Ideó el escalonamiento de la defensa en profundidad, organizando los «caminos-cubiertos» en el exterior y los baluartes.” (Pág. 32)

El baluarte de la Media Luna

Entre 1759 y 1760, se realizan obras de mantenimiento en la fortaleza bajo la dirección del ingeniero director y brigadier Lorenzo de Solís. Se amplían los andenes y se trabajan extensamente los baluartes de Santiago y de La Soledad, situados al noreste y sureste respectivamente. La muerte de Solís en noviembre de 1761 y su reemplazo por el ingeniero segundo Agustín López de la Cámara Alta, no detienen los planes para unir las baterías de Guadalupe, San Miguel y San José mediante la adición de elementos arquitectónicos nuevos.

La captura de la ciudad de La Habana en 1762 por la marina inglesa provoca un estado de alarma que determina que los trabajos para defenderse de un muy posible ataque desde el mar –tal como planteara Cárdenas en su alegato de 1695- tengan prioridad. Por ello la antigua batería de San José sufre transformaciones estructurales: en el Plano de una porción del Castillo de San Juan de Ulúa realizado por Solís en 1759, se aprecia su forma rectangular en dirección orientada a la entrada de la fortaleza. Entre 1762 y 1763 se edifica sobre la batería un baluarte exento o separado del cuerpo principal del fuerte, y a partir de entonces se le llamará baluarte de la Media Luna en muchos planos. Muñoz Espejo lo describe:

“El baluarte de la Media Luna tenía dos niveles, el bajo que alojaba la artillería y el alto que disponía de batería con parapetos y banqueta; se subía a esta batería por rampas y escaleras, comunicando la media luna con el recinto abaluartado por medio de una caponera o camino terraplenado mediante un puente levadizo que obstaculizaba el acceso directo a la fortaleza.” (pág. 70)

Para comunicarse eficazmente con las baterías de cañones del norte y del sur, se construyó un Camino Cubierto o de vigilancia con parapetos y banquetas a lo largo del perímetro exterior o bordeando totalmente este baluarte por el lado oriental de San Juan de Ulúa. El nombre de Media Luna proviene de que el fuerte así denominado posee dos lados en forma curva dotados de orejones. Estos son prominencias en la estructura, pensados para cubrir y proteger los cañones que disparan desde un flanco. Esta característica era propia del estilo de fortificación italiano.

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Señalización sobre el plano realizado por el Ing. Agustín López de la Cámara Alta en 1762

El 2 de mayo de 1762 llega a Veracruz el virrey y teniente general don Joaquín Juan de Monserrat, marqués de Cruilles, quien gobernara la Nueva España entre el 5 de octubre de 1760 y el 14 de agosto de 1766; venía desde la ciudad de México con la intención de dirigir personalmente los trabajos de fortificación. Tras un reconocimiento completo de las obras existentes, preside una Junta de Guerra con el ingeniero Cámara Alta, quien recién había trazado un documento dimensionado de 73.5 x 116 centímetros que hoy se titulaPlano Parcial del Castillo de San Juan de Ulúa en el Archivo General de la Nación. Se determinaron los cambios que describe el doctor en derecho y filosofía José Antonio Calderón Quijano en su obra Historia de las fortificaciones en la Nueva España:

“Levantar dos varas (1.67 metros) el baluarte de San José y sus flancos curvos y orejones, en cuyas baterías se habían de situar los morteros poniéndose una estacada al pie.” (pág. 149)

No obstante, Cámara Alta no dejaba de señalar que la Media Luna presenta defectos defensivos para el baluarte de San José y que por lo tanto era imprescindible construir un revellín que le protegiese. El diseño arquitectónico de la Media Luna tiene larga historia para cuando se aplica en San Juan de Ulúa en el siglo XVIII. Era creencia aceptada entre quienes escribían tratados de fortificación, que era un invento de origen holandés seguido de cerca por los españoles. El doctor en historia Juan Manuel Zapatero y López Anaya, en su obra La fortificación abaluartada en América, analiza su historia y características:

“Zastrow cree que el origen se debe a los ingenieros italianos que la emplearon en la primera mitad del siglo XVI. Consistía en un revellín doble o con flancos, situado delante de los ángulos capitales o flanqueados de los baluartes, esta posición y no delante de las cortinas diferenciaba a esta obra de los revellines. La curvatura de la gola, adoptando la forma de media luna le dio tan diferenciada designación.” (Pág. 194)

Para 1762, en vista de los avances de la artillería y tomando en cuenta que en caso de atacar los ingleses lo harían con fuerzas mayores a 10.000 hombres y cañones suficientes, el diseño de la media luna ya no era efectivo. El recelo de Cámara Alta como ingeniero director y la alarma del virrey (que había solicitado vinieran desde España seis ingenieros más por considerar imposible continuar la fortificación sólo con Cámara Alta y el enfermo Pedro Ponce) también se debían a que la captura de la Habana el 14 de agosto de 1762, había revelado la debilidad de las defensas españolas en el Mar Caribe. Siendo Ulúa el protector de Veracruz, la llave de la Nueva España para la salida de las riquezas y del comercio hacia Europa, su fortificación no podía ser tomada a la ligera. Zapatero en su análisis, explica más claramente el problema:

“No era obra tácticamente muy recomendada las Medias Lunas que se colocan delante de los ángulos flanqueados, están ya reprobadas en la Arquitectura Militar. Su primordial defecto consistía en que el foso secundario no podía ser flanqueado por parte alguna de la fortaleza, lo que contravenía a la Máxima I que especialmente recomendaba que TODAS LAS PARTES DE LA FORTIFICACIÓN DEBEN SER VISTAS Y FLANQUEADAS LAS UNAS DE LAS OTRAS.

 

Durante el siglo XVI los ingenieros españoles que procedentes de los Países Bajos regresaban a la metrópoli, ensayaron pero sin mucha aceptación esta clase de obras.” (Pág. 194)

El baluarte de la Media Luna de San Juan de Ulúa presentaba el problema de escasa altura como para poder dominar el Camino Cubierto en el perímetro de la fortaleza, que constituía el primer frente de combate contra la infantería que asaltara el borde oriental de la fortaleza. También necesitaba proteger su entrada con bóvedas a prueba de bombas.

No obstante estos aspectos desfavorables, Zapatero menciona que el diseño sí funcionó en el caso de la Puerta de Media Luna de Cartagena de Indias, levantada por el gobernador Francisco de Murga entre 1625 y 1631, siendo hasta antes de ser demolida en 1924, el único ejemplar existente de este tipo en América. A diferencia de la de Ulúa, era cóncava y no convexa, y se le construyeron los baluartes de Santa Bárbara y Santa Teresa a sus lados. Aunque no se trataba técnicamente de una verdadera media luna, esta curiosa configuración demostró su valía al servir en 1697 para rechazar los ataques y el bombardeo del almirante francés Jean Bernard Desjeans, conocido como el Barón de Pointis. La resistencia ahí ayudó a demorar la conquista de esta plaza fuerte.

Esto demostraba que los ingenieros españoles aplicaban el Arte de la Fortificación europeo en las construcciones americanas dotándolas de modificaciones nacidas del medio geográfico y del sentido común de cada constructor para hallar soluciones eficaces.

El ingeniero Cámara Alta muere en 1763 y lo reemplaza como director el brigadier Manuel de Santiesteban, quien inicia trabajos para reformar la forma de media luna dándole ángulos más agudos. En 1764 concibe proyectos para regularizarla pero en 1766 se procede a demolerla, para construir en el mismo sitio un auténtico revellín reforzado que defienda a Ulúa aplicando el segundo sistema defensivo de Vauban.

Actualmente ya no existe como tal el baluarte de la Media Luna, pero ha sobrevivido el nombre de su tipo arquitectónico-militar a través de los planos de la segunda mitad siglo XVIII.

El revellín de San José

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Vista frontal del revellín de San José.

El historiador Manuel Bartolomé Trens Marentes, en la página 272 del Tomo II de su obraHistoria de Veracruz publicada entre 1947 y 1950, informa que el proyecto completo de transformación del baluarte de la Media Luna en revellín (que además incluía otras obras secundarias) había comenzado en 1764 con un importe calculado de $ 34,476.4 reales (rs) de la época. Las obras en tal sentido comenzaron el 28 de enero de 1766 y concluyeron en 1771.

Calderón Quijano, señala que en mayo de 1769 se terminó el revellín propiamente dicho, estando listo para montársele su correspondiente artillería.

Previamente, el ingeniero Santiesteban había presentado 2 versiones del proyecto tituladoPlano del Castillo de San Juan de Ulúa con el Revellín en el frente que mira al bajo de la Gallega en los días 26 de enero y 3 de abril de 1765, diferenciándose en que el segundo se asignaba a la forma triangular un ángulo más agudo en sus lados y perfeccionaba mejor las defensas.

El proyecto final está representado en el Plano del Castillo de San Juan de Ulúa en el actual estado con el Proyecto Acordado por la Junta de Generales en Octubre de 1765 que se ejecuta, y el aumento que se propone como esencial y preciso para su vigorosa defensa. Excluyendo sueldos y jornales, su costo ascendía a 183.709 pesos, 5 reales y 2 tercios. Se aplicó inmediatamente tras su aprobación por el rey Carlos III de Borbón.

Santiesteban pertenecía al Real Cuerpo de Ingenieros Militares fundado en 1711 y había sido catedrático de la Academia de Barcelona, su proyecto de dotar a San Juan de Ulúa de un revellín con un camino emplazado y un glacis, demuestra no solo su erudición sino su interés en aplicar las últimas técnicas y máximas en el arte de la fortificación. Todo para reconfigurar la fortaleza al formato de un frente defensivo único y no fraccionado como había sido hasta 1759. Hacia diciembre de 1767, la Media Luna ya había sido totalmente demolida, se construía el foso defensivo alrededor y se estaban elevando los cimientos de la nueva construcción, que era mucho mayor en tamaño que la antigua batería de cañones y el reducto originales. Muñoz Espejo proporciona detalles interesantes sobre su construcción:

“Puesto que en la zona donde está localizada la fortaleza no existía material pétreo, como ya se señaló, se utilizaron los corales de la zona en la cimentación del revellín, pero el reemplazo de la piedra por este material ofrecía diversas limitaciones: la principal era que encarecía la obra por el costo de su extracción, aunque en muchas ocasiones esta labor fuera realizada por forzados, gente que cubría su pena legal con trabajo forzado sin goce de sueldo; en otras era extraído por buzos que en algunos casos realizaban esta tarea en el entorno inmediato de la fortaleza, por lo que en ocasiones encontramos reportes de que se retiraron porciones de madrépora que apoyaban estructuralmente a la cimentación de la fortaleza.” (Pág. 85-86)

También menciona que en la construcción de San Juan de Ulúa se utilizaron 7 de las 10 especies del poroso coral esclaractinio existentes en la zona arrecifal de Veracruz; destacando la Montastrea Anularis de poro cerrado y por ello utilizada para dar resistencia a los cimientos. El revellín incorpora sillares de piedra de otras regiones: caliza de Peñuela y Roca Partida, además de contemplar usar las de Campeche y La Habana, como había presupuestado el ingeniero Pedro Ponce desde 1764. Muñoz Espejo resume las obras del revellín de San José:

“Dentro del revellín se construyeron bóvedas a prueba de bombas y su figura cobró la forma de un revellín moderno, con proporciones y estilo del modelo del tercer sistema defensivo de Vauban, que propone la construcción de un reducto central al revellín, que se ocupaba de batería en la cubierta y almacén de pólvora interior. El reducto del revellín de San José funcionaba igualmente como el almacén de pólvora por estar fuera del recinto abaluartado, se ventilaba por ventanillas indirectas que dificultaba al enemigo incendiar el almacén; algo muy característico de los revellines dobles son la fosa que se forma en la separación del revellín y el reducto que evita que sea tomado por el enemigo.” (Pág. 88)

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interior que separa el revellín del reducto

Para comprender esto último, es preciso remontarse a la historia de lo que se llamaba Revellín en el siglo XVIII. Esta extraña palabra en el Diccionario Enciclopédico 2009 Larousse significa Saliente que sirve de vasar en la campana de la chimenea. Pero en arquitectura militar hace referencia a una estructura que sirve para superar el grave defecto que poseían las fortalezas abaluartadas: la larga muralla o cortina que unía dos baluartes y cuya morfología era ineficiente para repeler los proyectiles de artillería. Los revellines eran estructuras especializadas muy bien definidas de forma triangular (no curva como las medias lunas ni lineal como las cortaduras) que se construían frente a las grandes entradas a fin de desviar los tiros en ángulos muy abiertos en forma de V.

Componentes del Revellín de San José

Se construían con paredes muy gruesas y bóvedas a prueba de bombas (esto se conseguía interponiendo entre la bóveda y la terraza un gran cuerpo de tierra batida capaz de absorber la onda expansiva de las explosiones). La parte inferior del triángulo correspondía a la gola o línea de entrada al edificio y curiosamente no estaba amurallada, ni cerrada como ocurría con las paredes laterales. Esto se debía a 2 razones: la altura del revellín siempre era más baja que la de la muralla a la que protegía, a fin de no obstaculizar el disparo de sus cañones, mismos que, si caía en manos del enemigo (que además dirigiría la artillería capturada contra la fortaleza), podían destruirlo aprovechando las ventajas de la cercanía y la altura.

Juan Manuel Zapatero menciona 3 tipos de revellines: sencillos, con flancos y dobles:

  • Los primeros tienen forma de triángulo agudo con los 3 lados casi iguales y los cañones superiores concentrados en el vértice.
  • Los segundos tienen 2 pequeños flancos entre la base y los lados a fin de proteger el interior a la vez que apoyan al Camino Cubierto.
  • Los terceros tienen un pequeño reducto triangular inserto dentro del revellín y separado de él por un foso (por ello se les llamaba también Cortados), si los extremos eran abatidos, la guarnición se retiraba al reducto y prolongaba la lucha sin abandonar el triángulo amurallado, retardando su destrucción total. De hacerlo, se retiraban a la fortaleza por galerías subterráneas o puentes levadizos.

El revellín de San José era del tipo con flancos y doble. Siendo el reducto el edificio que está a un lado del puente de mampostería y que por una calle están separados de las casamatas que en una época se usaron como celdas penitenciaras. En 1792, el ingeniero Miguel del Corral escribió la Relación circunstanciada del estado de las fortificaciones existentes en la plaza de Veracruz, conocía muy bien la fortaleza pues había sido quien finalizara sus obras de fortificación en el siglo XVIII. Al referirse al revellín menciona que había en él 12 bóvedas (3 al costado de la escalera usadas como aljibes, 3 usadas como calabozos a un lado de la rampa artillada, las otras 7 en el perímetro fueron destinadas como almacenes y maestranzas) y el reducto situado en la gola disponía de 3 bóvedas para guardar pólvora. En ese año, el San José montaba 16 cañones en la terraza superior y 6 en la del reducto.

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Rampa para elevación de los cañones al revellín

La fortaleza de San Juan de Ulúa solo posee como tal un único revellín, aunque desde la segunda mitad del siglo XX, algunas personas y libros como Ulúa, último reducto de la dominación española (primera edición en 1975) llaman incorrectamente Revellín de San Fernando a la cortadura o muro de 14 bóvedas construido junto a la Plaza de Armas interior. San Fernando es parte de un proyecto que mencionado en el Plano que manifiesta el proyecto de la cortadura en el frente de tierra del castillo de San Juan de Ulúa (27 de enero de 1771) consiste en un refuerzo de la cortina occidental de Ulúa con una batería alta y continúa de 16 cañones. Esta circunstancia defensiva y el prolongado desconocimiento arquitectónico en que había caído la fortaleza, pudieron haber dado origen a la confusión de tipologías entre ambas construcciones.

Las lunetas

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Componentes del Revellín de San José

En 1771 asume el gobierno de la fortaleza de San Juan de Ulúa el ingeniero Agustín Crame, llegado de la gubernatura de La Habana en Cuba. Entre este año y 1778 se realizaron proyectos que dieron a Ulúa una actualización arquitectónica militar de sus defensas internas y externas, levantando obras de una tipología más moderna, donde se aprecia el profesionalismo de los ingenieros Manuel de Santiesteban y Miguel del Corral; este último dirigió las últimas obras coloniales del castillo.

Entre 1778 y 1779 se construyen los dos pequeños baluartes independientes llamados lunetas, que situados a los costados del Revellín de San José, reciben los nombres de Nuestra Señora del Pilar (al norte y frente al baluarte de Santiago) y Santa Catarina (al sur y frente al baluarte de Nuestra Señora de la Soledad). En 1792 estaban artilladas con 7 cañones-2 morteros y 6 cañones-2 morteros respectivamente. Están construidas con muros mamposteados de coral y reforzados con coral duro en las esquinas, además de un relleno para lograr el terraplén sobre el que se instalan las baterías de cañones. También están separadas del Camino Cubierto (hacia donde observan los garitones situados en sus vértices) y de la misma fortaleza por un foso.

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Emplazamientos artilleros en el revellín

La luneta de Nuestra Señora del Pilar –la única que se puede visitar en 2012- se distingue porque el puente levadizo y la rampa dan acceso a estéticas portadas barrocas de medio punto y tímpano curvo. El arte Barroco español se dirige hacia las sensaciones y emociones, antes que a la razón, porque tras la pérdida de la imagen de gran imperio en sus guerras con Francia e Inglaterra y, además, con una monarquía decadente, España utiliza el arte como argumento de convicción y persuasión del poder católico, ya sea en lo civil o religioso.

La luneta de Santa Catarina estaba y continúa estando conectada con el costado derecho del revellín a través de un puente dotado de sistema de elevación de la puerta. De ahí se pasa por el puente de mampostería al puesto de guardia y después a la única puerta en la muralla oriental. Antiguamente se llegaba a Ulúa desembarcando en las rampas de la batería de San Miguel y desde allí un puente de mampostería conectaba con Santa Catarina.

Muñoz Espejo describe las características y función militar de una luneta:

“Es un reducto terraplenado, que en su cubierta funciona como batería de artillería pesada –cañones, morteros-, protegida con un robusto parapeto desde donde cubre y protege a los baluartes del recinto. Su nombre proviene del corte que recibe el camino cubierto para adaptar la estructura en forma de media luna (luneta).” (Pág. 92)

Juan Manuel Zapatero expone los antecedentes de este tipo de fortificación:

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Componentes de las defensas exteriores de San Juan de Ulúa

“Parece ser, que primera aplicación o construcción, se debió a los ingenieros italianos de la antigua escuela y que fue Tartaglia quien entre 1546 y 1554, perfeccionó la estrada encubierta y conformó estos ángulos salientes hacia la explanada. Así se comprende que los ingenieros italianos que vinieron a España, traídos por Felipe II, como los famosos Antonellis, prodigaron en sus proyectos y obras de fortificación estas lunetas o plazas de armas.” (Pág. 197)

La función de la luneta o plaza de armas atrincherada era múltiple: alojaban a las tropas para el servicio de seguridad fuera de la fortaleza, flanqueaban el Camino Cubierto con fuego de fusilería, reforzaban con sus cañones los tiros desde los baluartes, a la vez que los protegían bajo el mismo principio con que el revellín protege la cortina o punto débil de una fortaleza abaluartada. Puede considerarse que el trinomio revellín-lunetas constituía un gran escudo para la larga muralla oriental de más de 100 metros.

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Luneta de Santa Catarina, también llamada Plaza de Armas
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Luneta de Nuestra Señora del Pilar

La idea de las lunetas en Ulúa comienza en 1773 y puede verse en el documento tituladoProyecto de dos tenazas como defensas en los frente de vos este, oeste, cortinas paralelas y dos lunetas al frente y a los lados del revellín y del cual hay dos versiones realizadas por los ingenieros Crame, Santiesteban y Segismundo Font. Posteriormente se realizaron más obras bajo la dirección del ingeniero del Corral, quien finaliza la construcción de la fortaleza colonial el 3 de mayo de 1786.

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