LA PIEDRA MÚCARA Y EL RECUERDO
*Fortaleza y presidio
*Desaparecieron tinajas, cañones y balas en salmuera
-II-
Por Irene Arceo

Los gruesos muros de la fortaleza situada en el arrecife de la Gallega muestran escoriaciones magníficas donde se asoma el encaje intrincado de la piedra múcara. Las bardas y los locales que aún permanecen en pie guardan el silencio en sus minerales calcáreos, y en esas bóvedas de cañón que alcanzan un espesor hasta de tres metros, hay cicatrices, estalactitas y estalagmitas; poca luz y demasiada humedad y oscuridad.
San Juan de Ulúa, rodeado de un mar azul índigo y ondulante es sin embargo, un recuerdo doloroso, porque tiene la huella de la violencia, de la custodia furiosa, de la agresión y el castigo. Es el fantasma solitario que cuida al puerto y que lo mira largamente con la nostalgia salitrosa del abandono y la pena.
Pareciera que San Juan de Ulúa está condenado a sufrir el peso de su historia, ahí hay frío a pesar del luminoso y candente sol; hay miedo, lejanía y olor a tortura en los calabozos y bartolinas. Sigue flotando la sensación cruel de confinamiento y aunque el viento marino sople fuerte y las olas laman sus paredes, no se logran arrancar los recuerdos de etapas terribles que han marcado profundamente nuestra historia.
Hacía fines del siglo XVIII fueron terminadas las obras que en San Juan de Ulúa tenían como finalidad integrar una construcción con perspectiva de conjunto que respondiera a las funciones de fuerte y presidio y, sobre todo que corrigieran en parte la asimetría en los ángulos de sus baluartes.
El memorable escritor Leonardo Pasquel en su libro “ San Juan de Ulúa, Fortaleza, Presidio, Residencia Presidencial” editado en 1980. Coincidió con el arquitecto José Gorbea Trueba, quien publicó en 1967 una interesante obra donde realiza una minuciosa descripción de la fortaleza.
Asimismo, la extensa obra: “Fortificaciones en Nueva España”
que escribió José Antonio Calderón Quijano, bajo el patrocinio del gobierno del Estado de Veracruz en la administración de Don Agustín Acosta Lagunes y el Consejo Superior de Estudios hispanoamericanos de Sevilla, España, aporta valiosísimos datos.
La descripción formal y hasta poética presenta al castillo con una planta general que consta de seis partes principales: la fortaleza, la media luna, las plazas de armas de Santa Catarina y de nuestra señora del Pilar, en cuyos vértices se ven al norte los garitones para vigías. Estas plazas se unían por medio de puentes levadizos con la media luna y con el paso cubierto. En las puertas de los puentes se puede leer la fecha: 1778.
Después, se encuentra El Panteón donde fueron enterrados muchos de los reos que murieron en la prisión. Otro lugar importante fue El Polvorín, un lugar dispuesto para guardar la pólvora, cañones y balas. Han desaparecido, con el tiempo, las baterías de San Miguel y Guadalupe, así como la llamada Muralla de Salva.
En los ángulos de las cortinas del cuadrilátero que forma la fortaleza, cuya altura no pasa de ocho metros, se encuentran ubicados los baluartes: el de San Pedro al sureste, donde estuvo el primer faro de Veracruz; el de San Crispín al suroeste donde se haya el hermoso torreón llamado “ Caballero Alto”, denominado también “San Felipe El Real”. El de La Soledad está al noreste y el de Santiago al noroeste.
Gorbea Trueba describe:
-“Detrás de la cortina que ve a Veracruz, existe otra segunda batería o atrincheramiento llamado San Fernando, separado de aquella por un callejón que recibe el nombre de Callejón de las Balas. Junto al baluarte de San Pedro y en la cortina del lado oeste, existe la entrada original de la fortaleza, con una dependencia donde residían los guardias principales del fuerte…”
-“El castillo tenía al noroeste, a los lados de la plaza central, El Palacio del Gobernador. Al norte, los pabellones que servían de habitación a la oficialidad, estos se componían de dos piezas bajas y dos altas llamadas viviendas de tasa y plato. Al noroeste estaban las galeras destinadas para los reos condenados a sufrir allí su condena, los cuarteles para la tropa, algunos almacenes y también una capilla, situada al frente de la entrada principal con su correspondiente habitación para un sacerdote encargado del servicio eclesiástico. Junto a la capilla había una tienda llamada la Bayuca, donde se vendían alimentos y artículos necesarios para los habitantes de la fortaleza….”
-“En el ángulo suroeste de la plaza hay una escalera monumental para subir a las baterías altas, debajo de la cual se hallaba la habitación destinada a la Mayoría de la Plaza, y otras piezas que comunicaban con unos calabozos conocidos con el nombre de Tinajas, que por cierto ya no existen…”
Las fachadas de San Juan de Ulúa están coronadas por troneras de grandes dimensiones donde se colocaban las piezas de artillería. Todavía existen, ancladas en sus muros ataluzados, las argollas de bronce y cobre de 70 centímetros de diámetro donde amarraban los bajeles. Hace unas décadas todavía se podía encontrar en algún calabozo habilitado como bodega un buen número de cañones y enormes balas oxidados, al estar sumergidos en una fosa de agua marina desde hace muchísimos años…
CONTINUARÁ

